Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
…Y Magallanes encontró el estrecho es la primera. La segunda: …Y Elcano circunnavegó la tierra. Por razones evidentes del contenido del relato, la primera es más reducida de extensión. Ambas están publicadas bajo los auspicios de la Comisión Nacional del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo (1519-1522 / 2019-2022) que autoriza el uso de su logotipo en las ediciones. Las fechas de 19 a 22 corresponden a los tres años que duró la difícil circunnavegación donde hubo complicaciones de toda índole y también héroes y traidores, como puede verse en el relato. Un tema extraordinario, de una épica que corta la respiración. Sin duda merecedor de verse contado en novelas como estas que ponen al alcance de todos una historia que el mundo entero, pero especialmente los españoles, deberían conocer.
Tres figuras destacan: la del marino portugués «nacionalizado» español Fernando de Magallanes, cuya sugestiva personalidad y trágica muerte quedan perfectamente recogidas; la del marino vasco Juan Sebastián Elcano, cuyas dotes personales, experiencia y sabiduría naval lo encumbraron al puesto que tan merecidamente ocupa en la historia; y en fin, la del cronista Pigafetta, gracias al cual conocemos los hechos vividos y transcritos por un testigo que tuvo la suerte milagrosa de contarse entre los supervivientes. Así pudo dar cuenta detallada de una expedición que salió buscando la ruta de las especias y acabó dando la vuelta al mundo por vez primera.
El autor es un eminente profesor, académico de la Academia de Televisión, políglota y gran aficionado a la historia y a las letras como lo demuestra su extensa bibliografía donde caben poemarios, teatro, relatos… amén de estudios sobre las relaciones entre Cervantes y Shakespeare, para él y para muchos, los más grandes escritores de la humanidad respectivamente en los géneros de la narrativa y el teatro.
Tuve la oportunidad, gracias al doctor Mas-Magro que me invitó al evento, de acudir al Colegio Oficial de Médicos de Alicante que acogió recientemente la presentación de ambos libros y un homenaje a su autor, al que nombraron socio de mérito. Fue un privilegio escuchar a un escritor que hablaba con tanto entusiasmo y pasión como sabiduría y capacidad de comunicación. Y digo hablaba, no leía, porque ni por un instante tuvo que bajar la vista al papel: lo llevaba todo escrito en su memoria. Escucharlo fue como hacer una primera lectura auditiva de sus libros y, desde luego, disfrutar del aperitivo que invita a una lectura reposada. Fue como asistir a una clase magistral que nunca antes me habían explicado y que debería ser obligatoria en la formación de cualquier estudiante español.
Ambas novelas están escritas a la manera tradicional, lo que facilita una lectura sin dificultades ni otros sobresaltos que no sean los que resultan de la materia narrada. Hay un orden cronológico para el relato de un narrador omnisciente que utiliza el pretérito perfecto simple (y nunca mejor traído lo de «perfecto» y «simple») como tiempo para la narración. Los diálogos sencillos y directos evocan la época y la personalidad de los personajes sin resultar artificialmente anticuados. Además, las novelas están ilustradas con numerosas fotografías de láminas, retratos, monumentos y paisajes. Todo ello se complementa con la reproducción en apéndice de algunos documentos (testamentos, cartas) que nos recuerdan la verosimilitud y rigor histórico de lo contado en cada novela.
No podemos dejar de mencionar las páginas de agradecimientos que reflejan la ética del autor, el cual da a cada uno lo suyo en ese reparto tan cordial de reconocimientos. Y en fin, el punto patriótico de un escritor que insiste en el hecho de que nos está narrando la hazaña naval más importante de la historia de la humanidad, la cual fue realizada sobre todo por españoles, financiada por España y apoyada por la Monarquía Hispánica.