VIOLENCIA INVISIBLE CONTRA LA MUJER: CUANDO LA FAMILIA ES EL ENEMIGO

La violencia de género no solo se da en la pareja: también puede darse en la familia. Muchas mujeres son oprimidas en el ámbito doméstico por sus padres, hermanos, e incluso por otras mujeres, como las madres que transmiten una educación sexista o que toleran los abusos. No olvidemos que gran parte de los abusos sexuales se dan en el ámbito doméstico, cuya intimidad facilita la acción del verdugo y dificulta la defensa de la víctima.

La violencia familiar contra la mujer puede tener muchos grados. Desde la de baja intensidad: que sean las chicas quienes se ocupen de tareas domésticas y cuiden de los mayores; que las chicas disfruten de menos libertad que los chicos para el ocio y las relaciones sentimentales; que se considere que el estudio es más importante para ellos que para ellas… Hasta la máxima intensidad que llevaría a la violación y el asesinato.

Entre las agresiones familiares más comunes, muchas veces no reconocidas ni siquiera por sus víctimas, están las presiones y chantajes para que la mujer renuncie a su realización personal y se ponga al servicio de la familia o de alguno de sus miembros. A las mujeres manipuladas por familiares les resulta muy difícil salir de ese maltrato invisible, por la ligazón emocional que implican las relaciones familiares.

Nuestra literatura recoge este maltrato, especialmente en la narrativa. En la leyenda de Bécquer La promesa su protagonista, Margarita, es asesinada por sus dos hermanos varones quienes consideran que ella les ha deshonrado al tener una relación sentimental fiada en una promesa que resulta engañosa. La novela corta de Pedro Antonio de Alarcón La Comendadora presenta el abuso de un niño sobre su tía, abuso apoyado por la familia que justifica sus caprichos y excesos por ser el heredero varón. Otro ejemplo más reciente: la novela de García Márquez Crónica de una muerte anunciada donde los hermanos fuerzan a su hermana a una confesión probablemente falsa de la que se deriva un crimen “de honor”.

En la actualidad leemos noticias de mujeres de otras culturas, en África y en Asia, que son agredidas e incluso asesinadas por padres, hermanos o varones con poder. Finalizamos afirmando que denunciar esta lacra puede ser el primer paso para combatirla.

Texto y foto: Consuelo Jiménez de Cisneros. Editora de El Cantarano.

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