UNA INMACULADA DE DOMENICO PIOLA EN LA CONCATEDRAL DE SAN NICOLÁS DE ALICANTE

El Cantarano se siente honrado en poder contar con el profesor Sáez Vidal entre sus páginas. Sus escritos ofrecen un sinfín de horas de trabajo y de investigación. He aquí una breve nota sobre este estudioso alicantino, nacido en 1947. Doctor en Historia del Arte. Es bien conocida su obra “El Ayuntamiento de Alicante: Historia de su construcción y arquitectura”. Su Tesis Doctoral titulada “La ciudad de Alicante y las formas artísticas de la cultura barroca”, dirigida por  Emilio Gómez Piñol, catedrático de Arte de la Universidad de Sevilla, obtuvo la calificación de “Apto cum Laude”. Esta obra constituye un referente para el conocimiento del Barroco Alicantino. Ha publicado, entre libros y artículos, más de 50 trabajos, tanto propios como en colaboración. El trabajo que se presenta a continuación es su último descubrimiento.

Ilustración de cabecera: Fig. 1.- Retablo con el lienzo de la Inmaculada tal como estaba originalmente. Concatedral de San Nicolás. Alicante.

Fig. 2. Domenico Piola. Inmaculada. Concatedral de San Nicolás de Alicante.

Autor: Joaquín Sáez Vidal.

Aunque no pueda compararse con la riqueza artística que albergan otras catedrales españolas, caso de Granada, Santiago, Toledo o Sevilla, entre otras muchas, la iglesia concatedral de San Nicolás de Alicante presenta un importante conjunto de obras de arte. Retablos, esculturas, piezas de orfebrería y pinturas dan realce a un contenido arquitectónico de gran belleza y monumentalidad. Entre los cuadros allí conservados, hay lienzos firmados o documentados de prestigiosos artistas, principalmente de los siglos XVI al XVIII. Pero además, también podemos destacar cuadros de singular valía, hasta ahora anónimos o de dudosa atribución, que resultan merecedores de estudio. Este es el caso de una Inmaculada de considerable tamaño que en su origen debió formar parte del retablo marmóreo que lo cobijaba, situado a la izquierda del principal dedicado a San Nicolás (Fig. 1). Hoy dicho lienzo, privado de su localización originaria, se encuentra en una de las estancias interiores del recinto eclesial (Fig. 2).

De la existencia de dicha pintura nos da cuenta, aunque sin especificar su autoría, Rafael Viravens, quien en su crónica de la ciudad de Alicante publicada en 1876, al hablar del mencionado cuadro, afirma ser “de relevante mérito”. Pese a ello, no ha merecido la atención de estudiosos hasta finales del siglo pasado. En efecto, fue en 1990 cuando el investigador Lorenzo Hernández Guardiola se ocupó por vez primera de dicha obra, llegando a afirmar que debía atribuirse al pintor barroco valenciano Juan Conchillos, artista conocido de los alicantinos ya que a él se debe la realización de las pinturas del camarín del monasterio de la Santa Faz.

Esta atribución a Conchillos se ha mantenido hasta fechas recientes, si bien por nuestra parte manteníamos razonables dudas sobre ella. Resultaba extraño que el retablo del que formaba parte fuera de origen genovés, mientras el lienzo fuera valenciano. A ello añadíamos, lo que nos resultaba más convincente, que la técnica del cuadro no respondía, en nuestra opinión, a rasgos de dicha escuela y autor. En efecto, en la Inmaculada de la iglesia de San Nicolás no encontramos ese aire más dinámico y de mayor realismo que presentan las figuras del valenciano. Por el contrario, la Virgen de la concatedral alicantina muestra un modelo con rasgos de gran dulzura y delicadeza, con un claro componente de estatismo e idealización.

Lo cierto es que conforme íbamos penetrando en su análisis encontrábamos más detalles estilísticos procedentes del mundo italiano o más concretamente genovés. Algo que no era de extrañar si tenemos en cuenta las frecuentes relaciones comerciales y artísticas de nuestra ciudad con esa localidad ligur durante la época moderna. A ello se añade la existencia documentada de una numerosa colonia de comerciantes genoveses en nuestra ciudad, e incluso la presencia en ella de obras artísticas tan relevantes como el precioso baldaquino o tabernáculo de mármoles y jaspe traído de Génova y que podemos contemplarlo en la misma colegial de San Nicolás.

Profundizando en el conocimiento de esa escuela italiana del siglo XVII, nos encontramos con la figura de un gran pintor con el que pudimos establecer profundas semejanzas técnicas con el lienzo guardado en Alicante, llegando finalmente a la conclusión de que podía atribuirse con seguridad a su mano. Me refiero a Domenico Piola, artista nacido y muerto en Génova (1628-1703), protagonista principal de esta escuela de pintura durante la segunda mitad del siglo XVII. Es sabido que en su amplia producción predominan las obras de tema mitológico, alegórico y religioso, muchas de ellas de gran tamaño. También destacó como gran dibujante, diseñador y grabador, así como fresquista, siendo solicitado sus servicios por una amplia clientela en la que destacaban numerosos nobles y eclesiásticos genoveses que solicitaron sus servicios para decorar los techos de palacios e iglesias.

Fig. 3. Domenico Piola. Inmaculada. Iglesia de San Francisco, Bolzaneto (Génova)

En la pintura objeto de nuestro estudio, el rostro de la Virgen muestra la típica dulzura genovesa de claro matiz piolesco, con la mirada baja, signo del sometimiento de la Virgen a la voluntad de Dios: el famoso “fiat” de María al ángel anunciando su futura maternidad virginal. La paloma en lo alto da a entender que lo que ella concibió fue obra del Espíritu Santo. Viste túnica blanca y manto azul, tal como se apareció a la religiosa portuguesa del siglo XV santa Beatriz de Silva y Meneses.

Se cubre la cabeza con un largo velo o pañuelo de color amarillento, formando un lazo o nudo a la altura del pecho que termina en uno de los extremos flotando en el aire. Los brazos, extendidos hacia abajo, parecen estabilizar el movido arqueamiento de la protagonista, simbolizando la aceptación de su milagrosa y futura maternidad divina. Se alza en posición frontal sobre una media luna con las puntas hacia abajo, aplastando con su pie derecho la cabeza de una monstruosa serpiente, inequívoca alusión al triunfo sobre el pecado.

En cuanto a los modelos con los que podemos relacionar la Inmaculada alicantina con otras de Domenico Piola, uno de los ejemplos más claros, en nuestra opinión, resulta ser un lienzo de esta misma iconografía conservado en la iglesia de San Francisco en Bolzaneto, localidad en las afueras de Génova (Fig. 3). Una atenta comparación entre ambas piezas da como resultado la existencia de numerosos puntos en común, aunque la postura de una parece una inversión de la otra. Entre otros podemos señalar la posición de los brazos extendidos hacia abajo, túnica con pliegues muy marcados y alargados, colorido, claroscuro, banda amarilla, etc. A esos detalles podemos sumar otros, como la morfología de algunos angelitos presentes en el cuadro de la Inmaculada alicantina, que recuerdan a otros que encontramos en obras firmemente documentadas de Piola. Es el caso, por ejemplo, del que sostiene un ramillete de flores y que mira a la Virgen (Fig. 4). El gesto, el tipo facial de cabeza redondeada, mejillas regordetas, cabellos rizados, labios y nariz carnosa, son rasgos que aparecen en otras obras de Piola. Así, en un dibujo de Piola subastado años atrás (Fig. 5), e igualmente visibles en otros cuadros.

Fig. 5.- Domenico Piola. Dibujo de cabeza de angelito. Casa D´Aste. Génova.

Plenamente convencido de la atribución al maestro genovés, se la comunicamos al máximo conocedor del pintor Domenico Piola, el profesor italiano Daniele Sanguineti, quien me confirmó la autoría del maestro genovés. Mi trabajo mereció ser publicado en la prestigiosa revista “Atti de la Società Ligure di Storia Patria”, así como en la también importante “Archivo de Arte Valenciano”.

Por otro lado, la existencia de una obra hasta ahora desconocida de Piola en Alicante adquiere todavía una mayor relevancia dado el escasísimo número de obras de dicho artista en España, pues lo cierto es que en la actualidad, al menos en las colecciones públicas, solo se encuentra una obra firmada suya que es propiedad del Museo de Bilbao tras su adquisición en 1923. Incluso nuestro riquísimo Museo del Prado carece de cuadros suyos ya que únicamente posee cuatro dibujos.

Ya para finalizar, creemos que la atribución segura del cuadro de la Inmaculada conservada en la concatedral de Alicante, añade una nueva obra, hasta ahora desconocida, al catálogo del destacado pintor barroco genovés Domenico Piola, lo que sin duda ayudará a un conocimiento más profundo de su obra.

Fig. 4. Domenico Piola. Detalle del cuadro de la Inmaculada de San Nicolás de Alicante.
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