Autora: Teresa Vidaechea Solís.
Naturaleza y cultura en un lugar mágico
Sobre la Asociación Cultural Na Bolom (Chiapas, México) os diré antes de nada que se trata de un lugar delicioso, que me impresionó cuando lo conocí y que tuve la oportunidad de visitarlo durante más de un mes, entre mayo y junio del año pasado, mientras soportábamos los primeros embites de la pandemia. Me abrieron sus puertas, cerradas al público, y pude disfrutar yo sola -un lujo increíble- de su biblioteca, de la fototeca y del jardín, hecho con las mismas manos de su fundadora que se empeñó en demostrar -y lo consiguió- que es posible convertir un terreno desierto en selva tropical.
Una parte del espacio se dedica a vivero donde se plantan árboles que luego son utilizados, año tras año, en la reforestación de partes dañadas de la Lacandona. No os podéis imaginar la felicidad que experimenté paseando en silencio por cualquiera de los caminos y rincones de este jardín; y el agradecimiento y admiración que sentí cada día hacia sus dos fundadores, el arqueólogo danés Frans Blom y la antropóloga suiza Gertrude Duby, por su sensibilidad, su gusto y sobre todo su altruismo.
Algunos días me quedé a comer un plato sencillo y sabroso, por un precio excelente, en su pequeño y acogedor restaurante o en el Patio del Jaguar, sintiéndome como en España y algo más. Y si os digo la verdad me quedé con unas ganas locas de hospedarme en cualquiera de las confortables habitaciones de su hotel (antes residencia de los dueños), abierto a investigadores o simplemente a viajeros curiosos y motivados.
Actualmente Na Bolom es una Asociación Cultural sin ánimo de lucro, que continúa la labor de sus fundadores y, como ellos hicieron, dedica sus esfuerzos a luchar por la recuperación y defensa de los ecosistemas de la selva Lacandona, la Amazonía de México, un gran pulmón del planeta cuyos bosques desaparecen a pasos agigantados.
A este grave peligro de extinción se añade el de los pueblos indígenas puesto que en la selva reside su hábitat; Na Bolom les presta apoyos técnicos para su desarrollo económico y social comunitario, con especial atención a la etnia de los lacandones. Se trata de proteger su cultura, sus tradiciones, su rica artesanía, ayudarles si enferman y rescatar sus valiosos conocimientos acumulados a lo largo del tiempo, con los que este pueblo demuestra que es posible conseguir un manejo sostenible de la selva, que significa vivir de ella, protegerla, regenerar e impedir su brutal aniquilación.
Por otra parte, en el Museo se exhiben las piezas arqueológicas rescatadas del olvido a la espera de un estudio riguroso por parte de investigadores interesados o becados. Gestionada por voluntarios comprometidos, mediante donaciones privadas y de los estados estatal y federal -estas últimas muy recortadas, cada vez más, por la falta de interés y de conciencia medioambiental de la mayoría de los dirigentes políticos y por intereses espurios- su existencia corre un serio peligro.
Con estas breves informaciones, espero haberos interesado y convencido para que visitéis el sitio cuando sea posible y la pandemia lo permita. E incluso os invito a que realicéis alguna aportación económica, por pequeña que sea, para contribuir al mantenimiento de esta fundación. Una forma estupenda de colaborar es entrar en la tienda de la web que ofrece una larga lista de productos artesanales increíbles y únicos -incluyendo ropa, accesorios, cerámica…- que pueden comprarse a través de Amazon. Además podréis conocer a las artesanas (la mayoría mujeres) que los elaboran.
Una última consideración: aunque esté en México, concretamente en Chiapas, ese lugar no deja de ser de alguna manera «la Nueva España», lo que nos liga espiritual e históricamente a todos los españoles con los mexicanos. Y aunque no fuera así, apoyar la protección de la selva y su rica biodiversidad no sólo es una buena obra, sino una contribución necesaria a la salvación del planeta y de nosotros mismos.
Para saber más: aquí tenéis la dirección de la web (en español): www.nabolom.org
Fotos: Teresa Vidaechea
Los comentarios están cerrados.