EN EL 16 DE NOVIEMBRE, DÍA DE LA FILOSOFÍA: «PERIPLO ANÍMICO» de Luis Girón Juárez

El 16 de noviembre (tercer jueves de noviembre) ha sido declarado Día de la Filosofía por la UNESCO desde 2002. Con ese motivo publicamos el relato filosófico de Luis Girón Juárez, un joven ingeniero informático que prueba sus armas literarias por vez primera en El Cantarano.

«The soul of sweet delight can never be defil’d»

WILLIAM BLAKE

 

He aquí el último ser, que vaga exangüe por el sempiterno y árido desierto, antaño florido y majestuoso paraje de dríades. He aquí el último ser, destrozado por un sol fulminante, antaño magnánimo brillar que nutrió a la tierra de inteligencia y férrea voluntad. He aquí el último ser, que tropieza en su sedienta búsqueda con un pedrusco y cae a un pozo de grandes dimensiones y abismal cabida. He aquí el último ser, inerte entre aguas que ya no sacian y yacido en completa y silenciosa oscuridad.

¡Ah, la muerte!

El viejo daimon recapacitó profundamente su respuesta para no confundirle más de lo que ya estaba: «Sí», le transmitió finalmente.

¿Resucitado?

Mucho más que eso. Numerosos años vivenciaste un sinfín de experiencias corpóreas que apaciguaban a ratos la sed de conocer sin saciarte un ápice. Y sí, te ha llegado la muerte. Sin embargo, la muerte abarca mucho más; numerosas imágenes se le han dado y poquísimas, las menos conocidas, dieron genuino mérito. Has experimentado ahora un tipo de muerte, y más descubrirás en futuros trayectos. Fíjate cómo has observado las cosas; el agua, el fuego, una flor: todas miradas pero nunca vistas. Captar la inmensidad que omnímodamente aglutina una flor es presenciar lo sagrado. Lo sagrado no es ningún libro, ningún Dios; y ni Él, La Base, llega a saber todo. Estas fantasías “sagradas” las ha creado el cerebro, incapaz de permanecer en el presente, que trata de agarrarse a alguna visión del momentum y lo convierte en un recuerdo necesariamente distorsionado.

—La Base, Dios, o como se llame, ¿no lo sabe todo?

Eso debe ser la única cosa desconocida hasta para Ella.

»Siente, goza, empápate. Sincroniza.

»El sol está cayendo, despejando el suave cielo anaranjado, pincelado con ligeras nubes que lo acogen. Una pequeña colina verde se eleva sobre el terreno y sujeta a uno mismo y a un único, solitario y robusto ficus, de gran envergadura y majestuoso en su totalidad. A lo lejos, se escucha el barullo de una festividad: tambores, fuegos artificiales y alguna canción y risas. Más cerca, dos mujeres cotillean. Cargan una gran bolsa a la espalda. Las pieles y los rostros se muestran viejos y desgastados, quizás por el duro trabajo, la parca alimentación y la crianza de muchos hijos. Las piedras reflejan los últimos lábiles rayos de sol; parecen yacer plácidas. Las flores y la hierba, crecidas y coloridas, danzan con el liviano viento del sur. El rumiar del pueblo va cesando; uno comienza a sentir aquello que es eterno e inefable. Nunca le damos el espacio que se merece. Andamos de aquí para allá presurosos, cumpliendo objetivos de una lista interminable y el silencio nunca se topa con uno. Y qué puede dar el silencio si no es la muerte. La muerte no es un final absoluto, sino relativo. Ello no es solo de lo físico. La muerte se puede mostrar cada día, cada hora y cada minuto. La muerte es un puente hacia la vida. La muerte es vida; es necesario morir constantemente para refrescar la voz de la mente. La muerte engendra paz, silencio y regocijo, pero estamos temerosos de lo desconocido y preferimos cómodamente el incordio incesante.

El alma quedó atónita ante la vívida experiencia que le fue dada y se sumergió en un estado liviano, exento de cualquier esfuerzo. El daimon se expresó mediante extraños canales donde emoción y razón caminan unidas por el lazo de un poder oculto: donde la pasividad del receptor impera y la fusión con el emisor es un acto inexorable, donde el emisor se aloja en el receptor, donde el emisor proyecta desde el propio receptor y donde el mensaje se transforma tomando la adecuada vía de transmisión.

Incómodas, irreconocibles experiencias le sobrevenían al alma abrumándole en demasía. Recónditos lugares de tiempos remotos emergieron con fervor provocando un fuerte aunque brevísimo éxtasis. Vivencias condensadas en imágenes fueron recordadas con nitidez; sentidos y experiencias únicas escapaban de la descripción.

La dulce brisa de lo reconocido le tranquilizó. La familiaridad le repuso el norte, el manto de la calma le rodeó y la dicha emergió con deleitosa gracia.

¿Quién eres? ¿Por qué estoy aquí?

Quién soy es una nadería. Qué somos es lo que te conviene descubrir.

»Una sola intuición penetrante puede deshacer la miseria de toda una vida. Tú no eres tú. Ahora que estás muerto, lo sientes, no como idea meramente intelectual, sino en todo tu ser, lo sientes.

»Durante largos años has atendido al mundo externo y has transferido erróneamente la idea de progreso aplicándolo al campo de lo psicológico, pero la mente no progresa. Se necesita creatividad, un juego libre para poder explorar un territorio sin cartografía y sin lumbre; un espacio de diferente dimensión.

»Naturalmente, tu cuerpo te proveyó de un centro de actuación necesario. Pero recuerda cuánto daño te infligió la incomprensión de tu individualidad: esa sensación de aislamiento, depresión, ansiedad, furor… Todo ese conglomerado inasible e intratable que nace de la incomprensión de lo que eres.

»El cerebro es individual; la mente, universal.

»Ahora, un nuevo ciclo se abre y otro se cierra. Un séquito desde lo alto te guiará. No habrá mensajes diáfanos ni explícitos. Nadie te podrá explicar lo que es; a través de terceros no aprehenderás el sabor de una jugosa fresa ni el dolor de un parto. Entenderás cuando se te presente. Pero no solo eso bastará. La pasión es fundamental.

»El demonio y el ángel tienen distinta tarea pero mismo objetivo.

»Desde lo Uno se conoce lo múltiple. Para ser Uno, desencripta lo múltiple.

»Siente, goza, empápate. Sincroniza.

»La luna se alza entre nubes, rodeada de un coro de estrellas fulgurosas que apenas han recorrido un cuarto de su trayectoria. El pueblo comienza a despejarse. La tierra está sucia del carnaval con decoraciones ya agotadas, con brillantinas de colores resplandecientes, vasos de plástico rasgados o posados en los bordes de la calle a medio terminar. Dos motos aguardan impacientes a que una vaca, en medio de la carretera, la cruce con su paso distraído. Las gentes se recogen en sus casas. Comienza una llovizna que refresca a uno y aplaca con ligereza el bochornoso estío. El viento azota con fuerza levantando la arena del suelo impidiendo ver con facilidad. Uno tiene que ser cauto al andar por el pueblo y medir su paso; las carreteras, sin aceras, son estrechas, y el peligro consecuente es real. Un bus lo recorre bramoroso, casi rozando a uno. El miedo previene de tomar decisiones correctas. Se piensa que se puede estar más y más seguro cuanto más y más se protege. En lo psicológico no existe tal cosa como la seguridad. Uno debe aceptar la inseguridad para poder vivir sin temor. No se trata tampoco de ser un temerario, sino de vivir lo que es con toda la energía que uno alberga. Alejarse cuando hay una serpiente en mitad de un sendero no es miedo, sino una respuesta inteligente. Sin embargo, el sufrimiento nos atormenta y no sabemos qué hacer con él; y el placer, exaltado por unos y condenado por otros, nos ofrece poco más que un vano y temporal subterfugio cuando acudimos a él en pos de tregua. Comprender estos movimientos en su completitud es un deber para el buen vivir. De otro modo, la lucha, el conflicto y la desesperación reinarán por doquier.

»Atiende. Todo contiene belleza. Un cuerpo joven de buenas proporciones, desde luego, pero también el abandono de un padre. No juzgues, siente. Lo bello no tiene que ver con el gusto o el padecimiento, con el placer o el dolor. Lo bello es lo verdadero y lo verdadero es bello, ambas dos susceptibles de ser contempladas, inmanentes a lo Uno.

»Un leñador ve en el bosque leña. Un pintor, un cuadro. Un niño, una aventura. Solo al recipiente vacío se le puede llenar.

»Esto que sientes y recibes ahora acallará en profundidades ignotas cuando encauces nuevamente. Algunas referencias mentadas aún te son insignificantes. Tu misión es escuchar y observar con plena intensidad. La impaciencia enjuicia, el juicio determina y la determinación adormece a la curiosidad ensombreciendo lo que es. No es necesaria la ambición cuando lo que tiene que llegar adviene en momentos de completa quietud.

»Aminora el paso, agudiza la visión. La eternidad está enamorada del tiempo que danza. El que busca no encuentra. El que encuentra se miente.

»Numerosas lecciones recibirás a lo largo del periplo. Con el tiempo, entenderás. Ahora, viaja. No desesperes. Innúmeros eventos aguardan y muchas ideas esperan ser desveladas. Alétheia. Un nuevo mundo de vida inteligente te reclama. Tus semejantes ya renuevan su andadura. Recuerda. El destino en el cosmos es el saber.

»Siente, goza, empápate. Sincroniza.

 

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