EMILIO VARELA CUMPLE 135 AÑOS. POEMAS DE ANTONIO GRACIA

Con motivo de esta efemérides para la que se preparan en Alicante variadas actividades que se desarrollarán a lo largo de 2023, publicamos estos poemas que Antonio Gracia dedica a la pintura de Emilio Varela Isabel (Alicante, 1887-1951). 

Una pintura sinfónica

Disuelvo en el crisol leonardos, rembrands,
dureros y picassos, cielo y tierra,
mirós y esplás, sollozos y sonrisas,
vida y arte,
y mojo mi pincel en tal concierto
de líneas y colores
para que el cuadro sea sinfonía
y no solo monólogo, diadema
y no perla o diamante solitarios;
que, al fin, yo soy mi obra y quiero ser
la solidaridad voluptuosa.

Hay vidas luminosas surgidas de la noche
como estrellas que alumbran porque el sol
parece dejar ciegos a los hombres.

¡Qué claridad la de los Cuadros de una
exposición! El piano estalla entre los dédalos
que, como un oleaje, se convierten
en un mar infinito;
y, traducido a orquesta, los colores
son pentagramas fúlgidos rusientes,
sica que ennoblece la pintura.

¿Las cantatas de Bach no son ilustraciones
de los paisajes bíblicos?
¿No son Wagner y Scriabin pinturas disfrazadas?

Y qué decir de La isla de los muertos:
qué pintura más lírica y Rachmáninov.

Sorolla el luminoso ha retratado
al gran Galdós oscuramente
y ha condensado su obra en su retrato.

¿Pues qué ha hecho Falla, en su Retablo, con Cervantes?

Leonardo y Miguel Ángel son dos dioses
ambidiestros incluso con los pies
-permitidme la trigonometría-.

¡Que suenen en mis cuadros los metales,
las piedras y los gritos de los hombres!

Que un hombre no es más que otro si no hace
s que otro. ¿Y qué puedo hacer yo
sino pintar, crear espejos
del mundo, que es tan solo un espejismo?

Lo que pretendo es conquistar la luz
y materializarla en mi pintura.

Nada de monstruos; la gran obra emerge
cuando el grácil significante nace
empujado por el significado
y a la inversa, ca es gran maestría.

¡Oh pincelada mágica, ilumíname!
Este mediterráneo sol es lumbre
convertida en diamante atardecido.

Intentaré pintar la claridad,
la diáfana estructura de los lirios,
el volumen sin forma de la luz.

Mirando alrededor: un talismán

Me he asomado a los cuadros de mi tiempo.
De la figuración a la abstracción
todo es disímilmente semejante.

No hay novedad sino caducidad.
Todo es búsqueda, hallazgo y nueva búsqueda,
premisa, conclusión, nueva premisa.

Cèzanne me grita desde su estampida
de colores y líneas, gravitantes
desde otra inmensidad.

Picasso irradia insomnes estructuras
de objetos y personas como si
en el mundo no hubiera demasiados.

El otro trincha músicas calladas
y el aquel desurdimbra extravagancias
que no consiguen ser genialidades.

¿Tradición estancada o progresista?
Cuántas campanas claman hoy creyentes
para la religión del jeroglífico.

Si vivir es a veces un dolor
el arte es el mejor medicamento.

Acaso en el espejo de las artes
se comprenda mejor qué es la existencia
o nos consuele más del sufrimiento.

El arte es dúctil y la vida frágil.
¿Así se justifica la aventura
de apartarse del canon que llamamos
clasicidad que busca claridad?

Yo prefiero tañer la transparencia.
Enséñeme mi mano a sublimar
la Fealdad y encumbrarla a la Belleza.

No quiero transformar el Universo
en turbio Laberinto.

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Carta a Marí

         … soporté el bombardeo bastante bien, acaso
                            porque me acompañaba el continuo recuerdo
                            o hacia usted(Noviembre, 1936)

Dicen que tengo el rostro de Rubén
Darío y que como él
soy clásico y moderno, serio y lúdico,
misántropo y huraño.

Mis retratos y mis paisajes son
tentativas, pergeños
para el cuadro indeleble
que pintaré algún día,
la conclusión de un silogismo estrábico
de un hombre provinciano
iluminado por la metafísica
y un ansia trascendente.

Soy
el color del bisonte en la caverna
y las manos plasmadas como rúbrica
en el techo de roca.

¿No son retratos de la humanidad?
Si vivir es un tránsito a la muerte,
solo el arte nos salva del naufragio.

Muchos de mis coetáneos
-músicos y pintores y escritores-
reciben el aplauso de las gentes;
la vida les sonríe; solo yo
permanezco en la sombra, en el silencio
que estalló tras las bombas, alejado
del mundo y de mí mismo. ¿No seré
digno de una existencia más allá
de este presente oscuro y lastimoso?

Me dedica mi amigo Óscar Esplá
sus Canciones playeras; y me alegro;
pero yo sigo siendo nadie. Acaso
no merezco el aplauso, no me he dado
bastante al arte y a los hombres. ¿Debo
consolarme con reivindicaciones?

¿Soy solo lucentino o universal?
Mis paisajes evocan la verdad,
la realidad de la Naturaleza,
y mis autorretratos quieren ser
la identidad más honorable y cierta.

Mi oblicua perspectiva, mis trazados
ansiosos de ser bosques de color,
mi principial mirada a lo concreto
para transustanciarlo en emociones
son místicos lirismos escondidos.

Pero no es suficiente el esforzarse
cuando nos falta el genio.
Yo sueño con pintar una Gioconda,
una Dama de Elche vareliana
con las facciones de Marí la Bella.

¿Tal vez ha fusilado mi pintura
el silencio que deja toda guerra
y he muerto para mí y todo ser vivo?

Mi querida Marí: yo te confío
estas tristezas porque algunas veces
veo en tus ojos que me ves por dentro.

Tu espíritu está anclado en mi memoria.
Debes saber que, aunque olvidado y solo,
yo seguiré pintando.

Y resucitaré.

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Los cíclopes de Ifach

…el arte es precisión… no conceptual, no abstracta… sino emocional

Tras la roca se oculta la gris mitología
de un Sísifo invisible que solivianta nubes
mientras el mar, labriego
de la playa devota del silencio,
transparenta de azules su armonía
igual que un corindón o un iceberg
surgido y transformado en arrecife
de oro: un pez de fábula varado
entre los arreboles de la arena.

Con qué cincel de magia el escultor
de líneas y colores ha escoplado
su estatua de rocosa arquitectura
y ha erigido en el plácido horizonte
su altar iridiscente, hacha de sílex
o fragua de Vulcano.

Árbol desarbolado que enarbola
su tronco, que el sol blande y cauteriza,
con su astada silueta hiende el cielo
-lápida de la tarde, flor de océano-
defendiendo su trágica quietud,
su sosiego invisible.

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El desaliento

no sé pintar ya, ni sabré pintar nunca
mi vida no tiene razón de ser en este mundo

                            (Emilio Varela)

Torrentes de errabundas soledades
desembocando en ensimismamientos
y amarga introspección me conducían
a odiar la vida y querenciar pinturas
para que mi existencia perdurase
en un arte inmortal. Pero fié
s en el juicio ajeno que en el mío
y la desolación me poseyó.

Quería honrar el mar, aunque mi muerte
fue una caricatura, como un salto
a un charco diminuto. También Schumann
se arrojó al Rhin y fue salvado por
unos barqueros que desconocían
que vivir es a veces un infierno.

Ellos no comprendían, no veían
mis íntimos dibujos, mi retrato,
no escuchaban mi música interior:
Me llaman los suicidas del pasado,
la leyenda del sueño inconseguible:
el creador que no crea es un cadáver;
quiero que el mar posea mi destino.

Lego al mar mi fracaso.

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Anotación

                 Estoy pintando en PerefortHay días que
                no tengo los 0`65 para el tranvía…

Todo lo que no está dentro del cuadro
no existe.

Es la naturaleza un espejismo
-un paisaje, un bosquejo, un bodegón-
que solo cuando pinto se convierte
en plena realidad.

Mi paisaje es tan poco provinciano
como son los de Arlés o Saint-Victoire.

He visto el fuego al ver
el rostro de Van Gogh, he contemplado
la luz al contemplar a Rembrand y
siento la libertad si miro
a Delacroix, igual que abrazo
la cotidianidad si observo a Goya.

¿Pintar enigmas o diafanidades?
¿Hablar consigo mismo o con el hombre?
¿Tradición estancada o progresiva?
¿Cómo olvidarme del menesteroso?

¿Somos como una antena que al nacer
percibe la señal de la conciencia
y al morir la perdemos para siempre?

Esbozo efigies, ilumino lienzos,
siembro luz en la imagen, creo mundos.

El pincel es el dios de la existencia.

Y solo existe lo que componemos,
escribimos pintamos:
Solo existe lo que hay dentro del cuadro.

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Anotación para ti (en el Cuaderno Marí)

La pintura es la bruma
que levita en mi alma.

Hubiera yo querido
amar un cuerpo hermoso
y, más, un alma bella
con los que compartir
los surcos de las olas,
las piedras y la hierba,
la dicha y la desdicha,
la estructura del sueño,
el paisaje sonoro
del viento en las pupilas.

Sorber soles y sombras
en los campos de Aitana.
Mirar amaneceres
y contemplar crepúsculos.

Sentir que las palmeras
son pinceles alzados
para pintar el cielo.

Dormir bajo la noche
y contar las estrellas
cayendo en Guadalest
desde lo alto de Ifach,
como un color inédito
que me inspirase un cuadro,
rostro de otro Universo
mágico
místico
músico.

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Paisaje de Busot, 1920

Precipicio interior
Las cosas de estas gentes, sus costumbres…
el latigazo de la injusticia… son asunto de mi obra…

Ocre la senda y verdes las paredes,
avanza el túnel como un horizonte
que ilumina la luz del mediodía
filtrada entre las ramas de su techo.

Como una hogaza dura, de repente
se abre el camino y se hunde entre la piedra,
igual a un yermo campo que tan solo
baña la lluvia y nunca da alimento.

Sombra de un vegetal que no florece
más que como una grave sepultura
de estrellas y de rosas convertidas
en turbios crisantemos.

Reseco y breve abismo, es el retrato
del hombre de estas tierras, rudo, absorto
en su menesterosa mansedumbre
y en su ensimismamiento hasta la muerte.

Ilustración de portada: autorretrato de Emilio Varela. Publicado por el Ayuntamiento de Alicante con motivo del 130 aniversario del pintor en 2017. 

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