Entrevista de Consuelo Jiménez de Cisneros.
Servía en Orán al rey... Cuando oigo este sonoro topónimo, me vienen a la cabeza la figura de Francisco Jiménez de Cisneros, por una parte, y los versos de Góngora por otra. Pero ahora Orán es también una amalgama de recuerdos y nostalgias de un grupo de personas trabajadoras y entrañables que vivieron a caballo entre dos mundos, dos lenguas, dos culturas: me refiero a los llamados «Pieds noirs», españoles, la mayoría levantinos, fusionados con la cultura francófona por haberse criado en Orán en la época de la Argelia francesa. Sus antecesores se desplazaron allí por trabajo y arraigaron al otro lado del Mediterráneo sin perder las raíces con su pueblo de origen. Este es el caso de nuestro entrevistado, actualmente Presidente de la Maison de France en Alicante, aficionado a la pintura y melómano que apoya y organiza actividades musicales en especial las relacionadas con los órganos, un fascinante y poco conocido aspecto de nuestra identidad cultural occidental.
Carlos ha trabajado como traductor jurado, y de ahí quizá le viene otra de sus aficiones: la escritura, de la que ha dado bastantes muestras en prosa y en verso. De todo ello hablamos con él una mañana pre-veraniega en vísperas del mes de junio, el de las Hogueras de San Juan que los alicantinos de Orán supieron celebrar debidamente muchas décadas atrás.
Anuncio de viaje Orán-Alicante-Orán para asistir a las Hogueras de San Juan en 1933
El Cantarano.- ¿Cuáles son tus orígenes familiares en relación con Orán?
Carlos Galiana Ramos.- Por parte paterna hay que remontarse a mi bisabuelo Blas Galiana Soler, sastre en Santa Pola que, hacia 1885, embarcó hacia Argelia con su esposa Francisca Botella e hijo Vicente. Se instalaron en el pueblo agrícola de Saint Denis-du-Sig, también llamado “El Sigle” por la mayoría de sus habitantes españoles, situado a unos treinta y tantos kilómetros de Orán.
Por los registros civiles franceses (disponibles en internet) me consta que deja la sastrería para dedicarse al comercio de vinos y licores procedentes de España. Luego su viuda seguirá un tiempo con dicha actividad hasta que, hacia 1900, mi abuelo Vicente monta allí su primera destilería de anisados. En aquella tierra ingrata, los braceros españoles trabajaban de sol a sol, y el agua del lugar conservada en sus botijos -llamados “nevera española” por los musulmanes- tenía un punto de salinidad que sólo se podía suavizar con unas gotas de anís. Había nacido la “paloma” argelina.
Mi padre nació allí para luego trasladarse al mismísimo Orán, en el barrio antiguo llamado “La Marine”, poblado de españoles y buen número de italianos.
Por parte materna, mi abuelo Carlos Ramos Pinsa, negociante benaluense en vinos, decidió ampliar su negocio al otro lado del Mediterráneo en 1929. Como era de esperar trabó buenas relaciones con aquellos españoles o hijos de españoles residentes allí, entre los cuales se hallaba la familia Galiana. Al amparo de los intercambios fogueriles entre Alicante y Orán, su hija Carola y mi padre Blas se conocieron y se gustaron…
El Cantarano.- ¿Qué recuerdos tienes de esa época vivida al otro lado del Mediterráneo?
Carlos Galiana Ramos.- Vida privilegiada la de un chaval de la clase media acomodada, alojada frente al mar desde lo alto del acantilado en que se asentaba la ciudad. La panorámica desde aquella amplia vivienda del bulevar “Front de Mer” no tenía precio, con el ir y venir de buques por tiempos bonancibles o mares desmadrados, y a sólo 300 km de mi Alicante natal, a una hora de avión – ¡qué aparatos aquellos tomando pista en Rabasa! – o una noche de barco para ir a pasar el verano playero. Buenos colegios públicos y excelentes compañeros, tiendas bien surtidas y grato ambiente familiar con sus peculiaridades: en casa, mi madre -alicantina- se dirigía en francés a sus hijos, y en castellano a mi padre. A su vez, mi padre lo hacía en castellano con todos menos con mi hermana, y si aparecía mi tío Vicentín, éste hablaba en valenciano con mi padre cuando ambos se hallaban a solas. Jamás hubo la menor imposición de idiomas. Por otro lado, los primos y tíos de mi padre manejaban los tres idiomas -hablados y escritos- con envidiable facilidad.
Sin embargo, un mal día estalló el “problema” argelino, desde un terrorismo independentista hasta el abandono, con malos modos, por parte de la metrópoli convertida en madrastra. A mis quince años embarqué con un amigo hacia Marsella, dejando atrás la impresionante “Planisphère du Monde faite par Ordre de Monseigneur de Richelieu…”, pintada a todo color en una de las paredes del dormitorio, el Front de Mer, la montaña de Santa Cruz, con su basílica dedicada a la Virgen y su fortaleza española. A partir de entonces: «Rien ne va plus!”: el crudo invierno parisino, luego el sur de Francia, Madrid, Aix-en-Provenza y finalmente Alicante término.
El Cantarano.- ¿Podrías hablarnos de algún familiar que haya dejado especial huella?
Carlos Galiana Ramos.- En el ámbito alicantino, hubo un personaje, mi tío-abuelo Edmundo Ramos Prevés (1873 – 1918), médico. Fue alcalde de nuestra ciudad en 1913 (Partido Liberal), sucediendo a Federico Soto. De delicada salud a contar de 1916, falleció en 1918 por causa de la llamada gripe española. Sus hijos fueron: el conocido ginecólogo Edmundo Ramos Espinós, Hilario (aviador), Antonio (Fiscal) y Carmen.
Si nos referimos a la persona más cercana en las generaciones, citemos a la tía Carmela, hermana menor de mi madre. A sus 15 años fue elegida Bellea del Foc en 1936, juntando su temperamento de Benalúa con sus vivencias oranesas, y llevando “urbi et orbi” el orgullo del alicantinismo fogueril. Como mi madre, había estudiado cuatro cursos en el colegio Notre-Dame de la Merci, de Montpellier, y hasta sus últimos días no dejó de recordar, contar y… cantar -tanto en francés como en español- sus mejores momentos en cada orilla de nuestro Mediterráneo. Genio y figura…
En el ámbito de la “mitología” familiar, debo mencionar al abuelo paterno Vicente, destilador empedernido en Argelia y también fundador de una próspera carpintería de juguetes en Denia…hasta arder dicho negocio como una hoguera por un incendio criminal en 1929.
De los Galiana afincados en el popular barrio de La Marine oranesa, a dos pasos del vestigio histórico “La Porte d´Espagne”, destaquemos a otro Carlos, un tío-abuelo que llegó a comandante de submarino de la armada francesa. Nacido en Orán, por la Ley del Suelo poseía la nacionalidad francesa. Al final de su carrera rehusó el ascenso a almirante con tal de no verse obligado a cambiar su nombre al francés de “Charles”.
De mi abuelo Carlos Ramos, al que pude conocer y apreciar su afecto “británico”, conservo su nombramiento de “Hijo predilecto de Alicante”, en 1934, por sus iniciativas antes evocadas.
Su hijo menor, Carlitos -o “Charlie”, como le llamaban sus cuatro hermanas-, es ejemplo de una pronta adaptación al entorno francés. Estudios brillantes en un colegio privado oranés y, en el curso 1940-41, según datos recabados, tuvo probablemente de profesor de geografía al joven Albert Camus.
Carlos Ramos en Orán con sus hermanas Carmela y Carola.
Por fin, ahondando en las raíces alicantinas, el bisabuelo armador de buques Juan Ramos, con gran fortuna y final desafortunado, tío carnal del arquitecto Juan Vidal Ramos.
Carola Ramos, madre del entrevistado, de niña, retratada por Adelardo Parrilla
El Cantarano.- ¿Qué nos podrías contar de las mujeres de aquella época y más en concreto de las de tu familia? ¿Cómo te influyeron?
Carlos Galiana Ramos.- Las chicas europeas de la edad de mis hermanos trataban de seguir la moda francesa, iban a bailes y guateques, lucían biquinis en lo posible, flirteaban dentro de los límites de la época y se ennoviaban con el visto bueno de la autoridad paterna. También se esforzaban en estudiar hasta conseguir el “baccalauréat” -bachillerato superior-. Las familias de origen español aspiraban al “ascenso social” para así fundirse en el ámbito francés, aunque conservando ciertos rasgos típicos en el hablar con ocurrentes modismos, refranes, hispanismos y galicismos. En la mía se hallaban personalidades afirmadas, “de su casa” a la vez que al tanto de los acontecimientos, bastante cultas, con buen gusto y modales, y cuya expresividad afectiva variaba, según fueran Galiana o Ramos. Aquello influyó para que un servidor procurara ser respetuoso con el sexo opuesto, con una galantería a la francesa, y superponiendo a menudo los sentimientos a los consabidos instintos.
El Cantarano.- Pasando a otra cuestión, ¿alguna vez te ha interesado la política?
Carlos Galiana Ramos.- En mi juventud sí llegó a interesarme y participé en ella, quizá por ser un momento histórico muy especial. Llegué a Madrid el 3 de septiembre de 1975. Era adicto al vespertino «Informaciones» y viví la Transición en el corazón de la capital como mi padre viviera la proclamación de la II República en la Puerta del Sol. Cuando regresé a Alicante, pasé de la UCD al CDS. Y al poco de marcharse Adolfo Suárez, yo también me fui con una sensación de misión cumplida…
El Cantarano.- ¿Has pensado en recoger por escrito tus memorias, que ya tienen un valor histórico?
Carlos Galiana Ramos.- En cierto momento de la vida, uno se da cuenta de que las memorias son un edificio que se empieza por arriba. Pero, a la hora de contemplar su pasado, cierta miopía se suma a una tendencia selectiva, más o menos consciente.
Con la madurez nos da por formar un relato entendible de la historia personal insertada en el contexto familiar. Según qué familias, pueden faltar eslabones o sobrar leyendas persistentes. Cito por ejemplo el caso de un tío-abuelo, patrón de barco de pesca en Santa Pola, al que llamaban “El Capitanet”. Contaban en el seno de los Galiana oraneses que el tío Miguel había emigrado prestamente “a las Américas” tras dejar “comprometida” a una joven santapolera. Y se esperaba, además, que regresara un día cargado de monedas y “regalos para todos”. Recientemente me enteré de que dicho familiar vivió casi toda su vida en su pueblo natal, comerciando con Argelia, y fundando familia para luego descansar en paz en el cementerio viejo.
También es cierto que, teniendo en cuenta lo que supuso para todos nosotros la ruptura acarreada por el conflicto argelino, la composición de un relato histórico ayuda a reparar el daño sufrido y, queriendo o sin querer, uno va juntando piezas que faltan en el puzle, a veces halladas en internet, dando pie a una reflexión sobre aquellos personajes que forjaron, a trancas y barrancas, su historia, y pudiendo transmitir dicha memoria a las siguientes generaciones para que tal árbol genealógico les procure buena sombra.
Finalmente, me parece que todo ello contribuye a arropar y completar nuestra identidad, mientras que la personalidad sigue su camino y que, en nuestros sueños nocturnos, dulces o amargos, a veces damos cuenta de ello a nuestros queridos seres ausentes. Es lo que llamo “conversaciones con Mamá”.
El Cantarano.- ¿De dónde proviene tu afición a la música y cómo la has desarrollado?
Carlos Galiana Ramos.- Un buen día, un amigo y yo entramos en una importante tienda de discos de Orán, pidiendo consejo sobre obras de música clásica. Salimos con un 33 rpm del Lago de los cisnes y otro de las Rapsodias húngaras. Fue el primer paso en vísperas de dejar aquella tierra. Ya instalado en mi nostalgia sin fondo del invierno parisino, mi madre me compró una abundante discoteca clásica recomendada por mi profesora de música del instituto mixto de Corbeil-Essonnes (1962-63). Ya estaba prendida la mecha y más adelante me recorría el camino hacia la Fnac de París.
Una vez afincado en Alicante, formé parte de un grupito de melómanos que se reunían cada mes y medio para presentar un programa discográfico -con opípara cena incluida- dando paso luego a comentarios según los gustos de cada cual. Así pasaron muchos años afinando nuestras respectivas melomanías, motivados con un par de miembros músicos profesionales en aquel círculo llamado “Amistad por la música”.
Francis Chapelet ante el «órgano nuevo» de Liétor en 2018
En cuanto al órgano, recuerdo cuanto me impresionaba aquel “Mutin/Cavaillé-Coll” de la catedral oranesa (hoy abandonado a su suerte). En 2016 invité al organista Francis Chapelet, que años antes había tocado en los conciertos internacionales de Liétor, provincia de Albacete (iniciativa de “Don Paco”, párroco prodigioso de aquel lugar) y que, además, era hijo de un famoso pintor de marinas al que conoció mi padre en Orán. Al año siguiente Alicante, con la venia del deán de San Nicolás y unos dineritos de la Maison de France d´Alicante, dio su primer concierto aquí, encantado con el público local.
Sentí que era un privilegio aprender algo de este señor y un placer hablar con él de música, barcos y también de Orán, puesto que vivó parte de su infancia en la bahía de Mazalquivir, -la primera conquista del Cardenal Jiménez de Cisneros-, y que consideraba como los mejores años de su vida.
El Cantarano.- Has mencionado a un organista y sabemos que tienes un marcado interés por los órganos. ¿Qué iniciativas nos puedes comentar al respecto?
Carlos Galiana Ramos.- Como dije antes, Francis, por su singular personalidad, sus valiosos estudios acerca del órgano ibérico, su sorprendente e incansable trayectoria “en busca de los órganos perdidos” para rescatarlos y resucitarlos, tanto en toda Europa como en los lindes del Amazonas, me motivó para adentrarme en aquel inmenso territorio musical. En 2018 y 2019 acudieron el maestro Chapelet y su antiguo alumno Uriel Valadeau. Más tarde pasé unos días en casa del maestro, en Dordoña, donde posee seis órganos de distintas facturas y épocas, con un impresionante auditorio en el jardín, pudiendo, además, recrearme en el taller de pintura de su padre Roger, tal como lo dejara hace unos treinta años. Recorrimos varias aldeas del entorno encantador del Périgord, visitando adorables iglesias románicas, algunas de ellas provistas de órganos. Finalmente, me ofreció un concierto privado en la iglesia de su pueblo Montpon-Ménestérol: felicidad absoluta.
El neófito necesita compartir con los demás mortales ese tipo de sensaciones inauditas, sacadas de aquellos instrumentos, a veces sencillos, a veces imponentes, provistos de un amplísimo abanico de voces que se combinan sin límites, según el organista de turno.
La primera visita del Sr. Chapelet, coincidiendo con el organero que contratamos Frédéric Desmottes, dio lugar a un diagnóstico inapelable acerca del órgano histórico (1591) de San Nicolás. Don Ramón, el deán, entendió la imperiosa necesidad de implicar a la Diputación provincial para acometer una restauración profunda de aquella joya patrimonial. Y así se hizo y se bendijo el año pasado, con intervención de Juan de la Rubia (Sagrada Familia). Queda ahora por fijar fecha de la inauguración oficial y programar conciertos con rango internacional. Alicante tiene mucho que ganar, pues el mundo de los organistas y organeros es una gran familia y si se sabe organizar: “Fama volat undique”.
Modestamente he iniciado un embrión de asociación de “Amigos de los órganos de San Nicolás”. Por otro lado, ya se han programado cinco visitas guiadas a los dos órganos de la concatedral. Los visitantes, sean escolares o adultos, se marchan entusiasmados. ¿Qué mayor satisfacción para un alicantino “melomaníaco”?
Me permito añadir aquí una receta para mañanas con desgana: escúchese una obra breve de Juan Sebastián Bach, el arquitecto de las emociones. Se puede completar con algo de Gershwin al final de la tarde.
El Cantarano.- ¿Qué otras personalidades has conocido en ese mundo de la música?
Carlos Galiana Ramos.- Además de Francis, Uriel y Juan de la Rubia, me comunico con los organistas franceses Frédéric Muñoz y Thomas Ospital. Este último vendrá a tocar en San Nicolás “cuando Dios quiera”. Otra relación más directa y provechosa, esta vez con Juanmi Asensi, atento y benévolo profesor de solfeo. Además, es muy posible que en otra vida aprenda por una vez a tocar un instrumento…
El Cantarano.- Eres Presidente de la Maison de France. ¿Qué nos puedes contar sobre esta institución y sus proyectos?
Carlos Galiana Ramos.- Nuestra amiga Nicole Breton-Almira inició en su día la presidencia de la Casa de Francia de Alicante, en un momento en que recordábamos los 50 años de nuestro exilio de Argelia (véase la pareja de esculturas en la Explanada, junto a Canalejas). Luego, nos fijamos objetivos culturales de intercambios entre la francofonía y la lengua española. Han sido tardes de cine francés, numerosas conferencias en los dos idiomas (di una en francés sobre las sectas, y otra en español sobre Juan Vidal Ramos), así como los conciertos en San Nicolás y en la Sede Universitaria, siempre receptiva ante nuestras iniciativas, además de presentaciones y firmas de libros.
Mientras Nicole sigue de presidente honoraria, como presidente “ejecutivo” ando con mi empeño de ampliar contactos, siendo los más recientes con Filología francesa de la Universidad. Hay mucho que aprender de los demás, y los proyectos conjuntos pronto se harán realidad. Vamos a contar con gente de calidad, entre la que deseo mencionar al maestro Bernard Wystraëte, flautista compositor (Cora Vaucaire, Marie Laforêt), y a su compañera musical Cristina Delume, cantautora a la vez que escritora bilingüe. Tenemos en mente su inmejorable trabajo “De la mano de Joaquín Rodrigo”, la transcripción de las memorias de Victoria Kamhi, la esposa del maestro, leída y cantada por Cristina y amenizada a la flauta por Bernard, con melodías de Rodrigo y otros temas propios.
Carlos Galiana Ramos en el Instituto Juan Gil Albert de Alicante en 2017
En septiembre reuniremos en la Sede Universitaria a varios autores y autoras bajo el lema “Memorias de la otra orilla – Mémoires de l´autre rive”, que nos confían en francés sus vivencias en “Aquella Tierra querida”, como rezaba nuestra exposición fotográfica de recuerdos en 2019.
Más tarde, en noviembre, Rosa Martínez Guarinos presentará su último libro, la novela “Los veranos rotos”, en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante sita en Canalejas.
Finalmente, no olvidemos nuestro “14 de julio”: cena “a la francesa” y baile con el apoyo de la Concejalía de Cultura.
El Cantarano.- Estamos en junio, el mes de las fiestas de San Juan en Alicante. ¿Cómo lo celebrabais desde vuestra perspectiva de habitantes de Orán? Parece que escribiste algo al respecto para la historia de las Hogueras…
Carlos Galiana Ramos.- Como antes mencioné, mi abuelo Carlos removió en su día Orán con Santiago para llevar un puñado de turistas a las incipientes Hogueras nuestras. Los archivos de las dos orillas y los documentos familiares dan fe de un sorprendente hermanamiento entre 1933 y 1936.
Ello me llevó a redactar una evocación de aquello, basándome en los relatos de mi tía Carmela y demás testimonios al uso, para que, en idioma francés, los ex oraneses supieran de aquel singular jolgorio en tierra de sus ancestros. En semejante contexto sellaron su unión las familias Galiana y Ramos, con boda en Orán y viaje de novios en Alicante de mis padres Blas y Carola, regresando al continente africano el…15 de julio de 1936.
El Cantarano.- Nos consta que tienes múltiples aficiones, una de ellas, la pintura. ¿Qué significa para ti?
Carlos Galiana Ramos.- No me considero un artista, sino solo un aficionado. Amo la pintura y entre los cuadros favoritos que conservo están los del pintor francés de marinas Roger Chapelet. Por mi parte, tengo algunos retratos de familiares, alguna fantasía, algún paisaje de la Provenza, copias de láminas… Es un bonito pasatiempo.
El Cantarano.- Hablemos por fin de tu escritura literaria. ¿Hasta qué punto es autobiográfica? ¿Tienes algún proyecto al respecto?
Carlos Galiana Ramos.- Decía una profesora del Taller literario de “Mayores de 50 años”: «Para empezar a escribir, hay que tener algo que contar, y sobre todo haber leído mucho”. No me considero persona muy leída, pero me suelo arrimar a buenas sombras de escritoras, excelentes amigas “con criterio” y sinceras en su exigencia. Por lo tanto, escribo brevemente (con menos posibilidades de equivocarme), por agradarme la concisión (aunque aquí no lo parezca) y preferir el relato corto. En unas palabras, soy muy vago y no lo voy a remediar de aquí a mi último suspiro.
Fragmento de un poema de Carlos Galiana pintado por Rosa Martínez Guarinos
Bien es verdad que, de cuando en cuando, “suena la flauta” como flor de un día. De una manera general, mis narraciones tratan de congeniar el hemisferio cerebral afectivo (en español) y el racional (en francés). Una forma de esquizofrenia. ¿Es grave doctor?…
Carlos Galiana Ramos retratado por Rosa Martínez Guarinos
Fotografías: Archivo de Carlos Galiana Ramos.