Uno de los fascinantes misterios del caminante es la búsqueda exhaustiva de ese «algo» inalcanzable que no tiene muy bien definido, pero que compensa emocionalmente ir por la vida intentando encontrarlo.
Carlos Blanco Fadol, Reflexiones a orillas del camino
En este mundo repleto de ira y de violencia, de envidia y de hipocresía, donde casi nada es lo que parece y lo que mucho parece es tantas veces nada, de vez en cuando hallamos un remanso de paz, un lugar donde la armonía: la de la música y la del espíritu, triunfa sobre la barbarie. Este es el caso. Vamos a hablar de música y de vida, de aprendizajes y encuentros, con Carlos Blanco Fadol.
Carlos es, ante todo, un ser humano excepcional, que ha logrado la mayor hazaña, la que todos querríamos conseguir: cumplir sus sueños, vivir su propia vida de forma plena e intensa, dejando un legado cultural y artístico inconmensurable. Trotamundos con fundamento, investigador riguroso y respetuoso de la música en etnias de todo el planeta, artista plural creador en la música y en la palabra, Carlos Blanco es etnomusicólogo, compositor, cantautor, multi-instrumentista e inventor de instrumentos musicales, poeta y humanista. Pero además es un hombre de trato afable y directo, con la sencillez de los grandes, con la serenidad de los sabios. Compartimos con él conversaciones ricas en conocimientos, experiencias y anécdotas, que resumimos en esta entrevista.
El Cantarano.- Empecemos por el principio: tus orígenes. Eres nacido en Uruguay. Te defines como hispano-uruguayo y sabemos que tienes la doble nacionalidad. ¿De dónde proceden tus raíces españolas?
Carlos Blanco Fadol.- De Galicia. Mi abuelo Manuel y mi abuela María, que emigraron a Uruguay, eran oriundos de una aldea de A Coruña llamada Brantuas, perteneciente a Ponteceso. He tenido el placer de haber recibido en ese Municipio un diploma de honor por haber compuesto el tema «Gallego», como homenaje a mi abuelo al cumplirse cien años de aquel viaje sin regreso. Es un canto a la emigración gallega, a todos los que dejaron atrás su Galicia natal y partieron a América, pero conservaron en el corazón para siempre la «morriña» de Galicia y supieron transmitir esos sentimientos a sus descendientes. En este tema incorporé una gaita gallega interpretada por Luciano Pérez Díaz.
El Cantarano.- ¿Qué ha supuesto la música para ti y cuáles fueron tus primeros pasos en la música?
Carlos Blanco Fadol investigando en la Isla de Pascua
Carlos Blanco Fadol.- La música ha sido en mí una vocación y una pasión, y también la forma de descubrir el mundo. Partí de Uruguay al alcanzar la mayoría de edad, dejando mis estudios universitarios para recorrer los cinco continentes y aprender, de forma autodidacta, la música que encontraba a lo largo de mi periplo. No quería vivir los mejores años de mi juventud entre libros de estudios, y con diez dólares y una guitarra, recorrí todo el continente americano. A partir de ahí y sin ser consciente de lo que sucedería más adelante, empecé a reunir una colección de instrumentos musicales étnicos. Después de cincuenta años logré poseer una colección de 4.000 piezas de 150 países de los cinco continentes, considerada entre las más importantes del mundo.
En esos recorridos conocí los lugares más impactantes de nuestro planeta, desde las pirámides de Egipto a la Isla de Pascua, desde las selvas de Oceanía a los desiertos del Sáhara. Y pude tratar con gente excepcional, tanto en el ámbito artístico como en el humanitario: Joan Manuel Serrat, Jesús Quinteros, que me entrevistó en su programa «El vagamundo», el escritor Juan Goytisolo que me recibió en Marruecos, los históricos cantautores Paco Ibáñez y George Moustaki, Julio Iglesias, entre otros muchos… También he contado con el apoyo de Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz, la infanta doña Elena de Borbón, la princesa Elisabeth de Bélgica, el humanista Vicente Ferrer, con quien colaboré en India con los niños huérfanos de su fundación, ministros y embajadores… Por supuesto, también he contactado con muchas personas anónimas con quienes he podido enriquecerme humana y artísticamente.
El escritor Juan Goytisolo y Carlos Blanco Fadol en Marruecos
El Cantarano.- Por lo que vemos, tu vida ha sido por una parte, aventurera y bohemia, pero por otra, dedicada a una investigación rigurosa: la de recopilar los instrumentos musicales étnicos antes de que caigan en el olvido. Y eso lo hiciste a través de constantes viajes por toda clase de lugares. ¿En algún momento has sentido que estabas en dificultades o que corrías peligro?
Carlos Blanco Fadol.- Es cierto que he vivido situaciones límite en varias ocasiones. Hay que pensar que he recorrido 85 países de los cinco continentes a través de selvas, desiertos, valles, pueblos, entre otros, buscando la esencia de la música y también la del ser humano. Podría contarte tantas cosas que no cabrían en este reportaje. Sin embargo tengo libros en preparación, que se extenderán en esta temática. El próximo, a punto de salir de la imprenta, se titula “La sonrisa oculta de la música”.
El Cantarano.- En la película La Misión vemos al jesuíta interpretado por Jeremy Iron tocando una flauta para aproximarse a los indígenas. ¿Has vivido experiencias parecidas?¿Cómo has sido capaz de comunicarte con tanta gente y tan variada?
Carlos Blanco Fadol.- Gracias a la música, que es un lenguaje universal. Lo mismo que el personaje de La Misión, cuando me aproximaba a pueblos indígenas utilizaba alguno de sus instrumentos para que me percibieran como alguien que conocía y respetaba su cultura. Tengo tantas anécdotas y tan sorprendentes que no puedo abarcarlas en breves palabras…
El Cantarano.- Sabemos que has llevado a cabo una extraordinaria labor de difusión musical por todo el mundo mediante exposiciones, conferencias, conciertos y otras actividades. ¿Podríamos hacer un repaso a esta larga trayectoria?
Carlos Blanco Fadol.- En cuanto a actividades realizadas en el extranjero destacaría una exposición inédita sobre “Los instrumentos musicales de la esclavitud transatlántica en América” en Costa Rica. La visitaron veinticinco mil personas en dos semanas de exposición; los conciertos en la casa madre de la UNESCO en París con el dúo Mate Amargo, la exposición dentro de los festejos del V centenario de la llegada a América en la Intendencia de Montevideo; exposiciones en el Círculo de Bellas Artes y en la Casa de América de Madrid, en el Museo de la Nación de Perú y en muchos más lugares. He actuado en varios países asiáticos: en la India, colaborando con la Fundación Vicente Ferrer; en Yakarta (Indonesia) con el apoyo del Instituto Cervantes, en Corea del Sur bajo los auspicios de la Embajada de ese país en España, además de otras instituciones. También actué en el Auditórium DBS de Singapur y en los dos Conservatorio de Música de Pekín, etc. He realizado varias giras por Marruecos a cargo del Instituto Cervantes: en Casablanca, Tetuán, Tánger, Fez, Marrakech…
Carlos Blanco Fadol en Anantapur, India, con Vicente Ferrer
El Cantarano.- Suponemos que en esos desplazamientos llevarías solo una selección de tu vasta colección de instrumentos musicales. ¿Dónde se guarda actualmente esa colección? ¿La has repartido entre tus dos países, Uruguay y España?
Carlos Blanco Fadol.- Así es, en España mi colección se ha repartido entre tres museos de música: el primero que se fundó fue el de Altea, Alicante, en 1999, en el Centro Internacional de Música de la UNESCO; el segundo cronológicamente fue el de Barranda-Caravaca (Murcia) inaugurado en 2006, que está considerado el más importante de Europa en su especialidad; y el más reciente es el Museo de Música Étnica de Busot (Alicante), creado en 2015.
El Cantarano.- Desde luego los museos tienen una faceta pedagógica muy importante. ¿Has contribuido con tus actuaciones a la educación musical de los niños y jóvenes?
Torre musical de bambú creada por Carlos Blanco Fadol
Carlos Blanco Fadol.- Esa ha sido una de mis prioridades. También acercar la música a los discapacitados y deficientes visuales con programas novedosos. Fui candidato al premio Rolex de Suiza en 1995 por la invención de instrumentos musicales especialmente adaptados para minusválidos físicos y psíquicos. En Junio de 2019, creé en España, apoyado por la O.N.C.E., una nueva metodología para que los invidentes puedan interpretar partituras musicales en grupos, empleando instrumentos especiales. Participaron jóvenes invidentes de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia y España. El éxito del concierto despertó tal interés internacional, que en noviembre de ese mismo año la desarrollé en Morelia, México. Y estas y otras experiencias me llevaron a colaborar como asesor científico de la O.N.G Gran Simio en el año 2020.
El Cantarano.- ¿Te resultaba fácil conectar con los niños y jóvenes? ¿Qué recursos utilizabas?
Carlos Blanco Fadol.- Habitualmente he procurado llegar a todos los públicos y mostrar que la música puede estar al alcance de todos. En mis conferencias didácticas hacía demostraciones en directo con los instrumentos de la exposición, lo que sorprendía mucho al público asistente. Para poner algunos ejemplos: veían y escuchaban instrumentos tan diversos como el doble tambor realizado con dos cráneos humanos del Tibet, los gusanos sonoros de África, instrumentos funerarios de Oceanía, flautas rituales de América, arpas birmanas similares a las utilizadas en el Egipto faraónico, instrumentos para enamorar de Filipinas o gigantescas trompas usadas en Europa desde los vikingos. Y todo ello, en el marco de una historia de la música, de los instrumentos con sus leyendas y tradiciones, su funcionamiento, etc. realizado de forma comprensible y didáctica.
En cuanto a los conciertos, podríamos definirlos como un viaje sonoro por las culturas del mundo a partir de la interpretación de los instrumentos tradicionales y del canto en lenguas diferentes, previa explicación de su significado y a veces con la traducción simultánea proyectada en pantallas.
Se trata de que el público interactúe, participe. Por ejemplo: en un momento del concierto, se distribuyen más de cien instrumentos especiales del sureste asiático que pueden ejecutarse sin ninguna dificultad, solo con un minuto de explicación y sin necesidad de poseer conocimientos musicales. Con ellos pueden interpretarse perfectamente conocidos temas clásicos como un fragmento de la 9ª sinfonía de Beethoven: el Himno a la alegría que ha llegado a ser el himno europeo. Estas actividades causan impacto entre los asistentes.
Transportando el manguaré, un instrumento musical amazónico, en barca por el Amazonas.
El Cantarano.- Aparte de la música, hemos podido ver en tu web que también escribes. Cuéntanos algo sobre tu faceta como escritor.
Carlos Blanco Fadol.- Una parte importante de lo que he escrito y publicado se relaciona con la música: Todo sobre Música en Caña y Bambú (Valencia 1983) fue un libro que gozó de gran aceptación internacional; la Enciclopedia de los Instrumentos Musicales (Valencia 1992), obtuvo un premio en Francia y se utilizó en España como libro de texto en el tercer ciclo de enseñanza primaria; Instrumentos Musicales Étnicos del Mundo (Murcia 2008) es una voluminosa obra bilingüe (inglés y español) presentada al Premio Nacional de Música en España. Por otra parte, he escrito libros de aforismos: Reflexiones a orillas del camino (Murcia 2010, segunda edición 2019); de poesía: Caracola de los vientos; de relatos: La sonrisa oculta de la música. Más otros libros digamos inclasificables, como Y que más da, si mañana nos vamos, Invenciones musicales de Blanco Fadol...
El Cantarano.- Hemos hablado de libros, pero no nos podemos olvidar de tus grabaciones musicales y de tu labor como compositor. ¿Qué nos puedes contar al respecto?
Carlos Blanco Fadol.- He grabado más de veinte discos en países de tres continentes, y muchas más colaboraciones con artistas de todo el mundo. En 2015 realicé mi última grabación donde canto mis composiciones acompañándome de 38 instrumentos musicales étnicos de 25 países, sacados de las vitrinas de mis museos: un trabajo inédito del que me siento especialmente satisfecho.
Carlos Blanco Fadol con los Yaguas de Amazonas
Además he intervenido en diversos documentales, destacando el documental Yagua, rodado en la Amazonía peruana, donde recuperé para la etnia Yagua dos instrumentos de su cultura que habían desaparecido y que conservaba en los fondos de mi colección. También he compuesto bandas sonoras para cine, destacando «Los celuloides de Jardiel», música para documentales y para ambientación de museos.
El Cantarano.-Esta labor ingente ha debido de tener algunos reconocimientos. Cuéntanos cuáles han sido los más importantes para ti y en qué forma te han motivado.
Carlos Blanco Fadol.- Mi mayor satisfacción es saber que mi colección de instrumentos musicales ha encontrado su lugar, y también haber podido ayudar y alegrar con mi música a muchas personas. Pero es evidente que los reconocimientos siempre impulsan a seguir adelante y confirman el valor de lo que haces, en mi caso, una labor a la que he dedicado mi vida. No puedo quejarme porque he sido dos veces candidato a los Premios Príncipe de Asturias: de las Artes en 2006, presentado por la Embajada de Malasia en España, y de la Concordia en 2009, presentado por el gobierno de Uruguay y apoyado por cerca de 30 países de los cinco continentes como Australia, Sudáfrica, Italia, Argentina, Indonesia, etc. siendo por consiguiente la candidatura con más apoyos.
En cuanto a premios obtenidos, fui Ganador del Festival de Costa a Costa, de Uruguay, con la composición El viejo de la calle baja. Me han concedido numerosos premios y reconocimientos en Universidades, Conservatorios de Música y Centros Culturales de Asia, Europa y América, destacando el Premio de la Messe Musik de Frankfurt- Alemania (1983), por mis invenciones de instrumentos musicales didácticos; en 1986 recibí el Premio de la Academia Asti de música, de Indonesia; el Premio y Diploma de los dos conservatorios de Música de China (Beijing) en 2000, por haber encontrado vínculos entre la música de Asia y los Andes; fui Candidato al Premio Casa Asia en 2006 por la labor cultural realizada en ese continente, a iniciativa de las embajadas de Indonesia y Malasia. En España, destacaría el Premio Nacional Tomir recibido en Murcia en 2007, y los múltiple homenajes que he recibido estos últimos años tanto en España como en América latina.
Compartiendo música con el pueblo nómada sugali en la India
El Cantarano.- Entonces, ¿estas satisfecho de la repercusión que han tenido tu trabajo y tus investigaciones?
Carlos Blanco Fadol.- Estoy satisfecho porque he logrado que mucha gente se familiarice con la música a través de los instrumentos musicales que he reunido. Como es una colección tan amplia y variada, hemos podido organizar exposiciones temáticas muy diversas en función de los intereses y las culturas de los organizadores. Por ejemplo, en el Museu de les Cìencies Príncipe Felipe de Valencia, en coordinación con el Centro Internacional de música de la UNESCO, organizamos una exposición de instrumentos antiguos valencianos en 2001. Y podría poner más ejemplos.
Lo cierto es que todas las exposiciones han sido exitosas, porque los instrumentos musicales despiertan la atención de los visitantes. El record de visitantes se produjo en las cuatro exposiciones que organizó en Alicante la CAM en 1990.
El Cantarano.- A lo largo de tus investigaciones musicales, ¿cuáles son los hallazgos que más te han emocionado?
Carlos Blanco Fadol interpretando música con los Yaguas
Carlos Blanco Fadol.- Me quedaría con dos. Acercarme a la música escrita por Leonardo de Vinci, de quien hace un par de años, en 2019, se habló mucho a causa de la celebración de su centenario. Me basé en unos apuntes de Leonardo sobre el órgano de agua, que éste describió en 1502 viendo caer el agua de la Fontana de la Piña en Rímini (Italia) junto a otros instrumentos musicales reseñados en el “códice Madrid” o “manuscritos de Leonardo da Vinci” descubiertos en la Biblioteca Nacional de Madrid. Para mí es un honor haber sido la primera persona en desarrollar en 1980 dos instrumentos musicales de este códice.
Y en segundo lugar te diría que uno de las aportaciones que más feliz me ha hecho ha sido la recuperación de un antiguo instrumento musical peruano al que hemos bautizado como «tamboreco». Te cuento la historia. En el Instituto Hispanoamericano de Madrid, encontré un libro que hacía referencia a la obra de Martínez de Compañón, obispo y pintor de Perú del siglo XVIII. Dentro de sus pinturas hubo una en concreto que despertó mi curiosidad: entre los negros tocando y bailando, había un músico que ejecutaba un instrumento desconocido, que poseía una doble vertiente de raspador y percutor. Basándome en mi experiencia de etnomusicología, logré reconstruirlo en 2010. La parte no visible del instrumento hubo que imaginarla, así que incorporé un orificio en el lateral de la gran calabaza, que supuestamente debería estar pegado al cuerpo del músico, quien podría regular el sonido acercándolo o alejándolo de su cuerpo.
Este instrumento fue exhibido en una exposición de instrumentos afroperuanos en el Museo de la Nación de Lima y posteriormente, se comenzó su reproducción en el museo afroperuano de Zaña, de tal forma que actualmente está incorporado en los grupos de música del país. Tras mucho investigar, conseguí un sistema de ejecución del que se realizó una grabación en agosto de 2015 para que los músicos del museo aprendieran a ejecutarlo. Acordé con Luis Rocca, Director del Museo afroperuano de Zaña en Perú, el nombre que le daríamos a ese instrumento y, considerando su forma de percutir la caja como un tambor de madera y de rasparlo como un reco-reco, acordamos la denominación de «tamboreco».
La primera vez que se ejecuta el tamboreco después de 300 años fue en una sala de audiciones de Madrid el 2 de Junio de 2012, el día de la Cultura Afroperuana, percutido por mí para acompañar la prodigiosa voz afroperuana de Mariella Köhn. Posteriormente en la grabación del disco titulado «FADOL», en 2015, incorporé el tamboreco en mi tema «Ecué Yamba-o», relativo a la discriminación del afroamericano.
El Cantarano.- Además de recuperar instrumentos antiguos, tal como nos has explicado, se te conoce (y se te ha reconocido y premiado) como inventor de instrumentos musicales. Cuéntanos algo de esas creaciones y con qué objeto las concebiste.
Carlos Blanco Fadol.- Tengo más de cien invenciones de instrumentos musicales, con una gran diversidad de mecanismos, formas y sistemas sonoros. Los objetivos son variados: en algunos casos, con fines didácticos; en otros, se trata de instrumentos musicales especiales para minusvalías físicas y psíquicas. También he construido instrumentos por el puro placer estético de la indagación en posibilidades de elementos sonoros, como es el caso de la música con los cuatro elementos que construí a la entrada del Museo de Barranda. Se componen de grandes estructuras que realizan música utilizando la energía natural de los cuatro elementos de la naturaleza: agua, fuego, aire y tierra. El instrumento de agua está representado por una gran torre de seis metros de altura donde el agua desde lo alto se filtra hacia abajo produciendo el sonido de varios instrumentos dispuestos en toda su extensión. El instrumento de fuego se acciona con el calor de grandes velas que hacen girar a todo el mecanismo para producir una melodía clásica fija. El aire está representado por un órgano único fabricado de bambú, mientras que el instrumento de tierra se construyó con grandes piedras calizas afinadas cromáticamente, de tal forma que pueden interpretarse cualquier tipo de melodía.
El Cantarano.- ¿Hay algo más que quieras añadir antes de despedirnos?
Carlos Blanco Fadol.- Diría que siempre es un placer poder hablar de aquello que hemos hecho y que creemos que vale la pena que se conozca. Sobre todo cuando se trata de difundir un patrimonio cultural y espiritual para que lo disfruten y aprovechen todos, en especial las nuevas generaciones.
El Cantarano.- Así es. Confiamos en que, si queda alguien en nuestra región que no haya visitado alguno de tus Museos, lo haga en cuanto sea posible. Es un privilegio para los alicantinos y murcianos tenerlos en su territorio.
Queremos despedir esta entrevista con un homenaje al más antiguo, popular y amable instrumento de música: la flauta, cantada por poetas universales como Rabindranath Tagore, que la convirtió en metáfora de su vida espiritual: «Dios mío, haz mi vida recta y sencilla, como una flauta de caña, para que tú la llenes con tu música».
A Carlos le basta con exaltar la flauta como vía de comunicación de la música y del amor:
¡Oh flauta de caña,
prolongación de mis labios,
prolongación de mis besos…
de mis palabras de amor!
(Carlos Blanco Fadol, Reflexiones a orillas del camino)
Para saber más.
Página web: www.museomusicaetnica.com
Vídeo de Carlos Blanco Fadol: https://youtu.be/V-VOLGifcMA
Los comentarios están cerrados.