Autora: Luisa Pastor.
Como en los cuentos, sé que hay un tesoro escondido y un sueño verdadero. Así nos descubre Consuelo Jiménez de Cisneros su pasión por la lectura, en el primer cuarteto del poema “Aprendiendo a leer”, que integra su colección de poemas «Aquella luz, aquellas sombras & 24 sonetos». Y ahí mismo confiesa que es Alicia, el pobre Blas, un hada, Celia, Sofía, Jim y Robinsón… Es decir, una aventurera «solitaria, tenaz y fascinada», que hace planes desde su rincón.
En su vida, esos planes de vuelo la han llevado a tomar distintos rumbos: Francia, Holanda, Luxemburgo o Marruecos, amante como es de ver lo que no conoce. Su abuelo paterno, el geólogo Daniel Jiménez de Cisneros, imagino que debió de inculcarle la pasión por la exploración, por el viaje.
Si hay alguien, pues, que pueda abrigar la idea de que aún quedan piratas es alguien como ella, que cree en el poder re-creador de la palabra, en la fuerza trans-motora que tiene la imaginación, que nos da la oportunidad de modelar la realidad a la medida y a la altura de nuestros deseos, algo imprescindible para el contagio de esa ilusión en el lector. Porque si existen los piratas, existen también los tesoros, fantasía que hemos reivindicado en nuestra más tierna infancia y que algunos nos hemos resistido a perder.
“Ron, ron, ron, con la botella de ron”, la canción de Robert Louis Stevenson revive en las páginas de «Aún quedan piratas en la Costa de la Muerte», la novela con la que la escritora alicantina se dio a conocer en el marco de la narrativa juvenil, al alzarse con el V Premio de Literatura Infantil Ala Delta en 1994, promovido por la editorial Edelvives.
De hecho, esta historia, según la propia autora declara en el prólogo, fue concebida como un homenaje a los más célebres libros de aventuras, todos ellos protagonizados por unos personajes que nos ayudaron desde siempre a sobrellevar situaciones difíciles y encarnan el deseo de un mundo en el que triunfan los ideales más justos.
Cuando el pasado 9 de junio la invitamos a hablar sobre el libro en las aulas del IES Tháder de Orihuela, con alumnos de 13 a 15 años, la autora hizo resonar la canción de Stevenson y compartió con su público la anécdota de que fue durante un periodo de enfermedad que ella leyó, siendo niña, «La isla del tesoro», una historia que la marcaría para siempre.
El viaje que propone el escritor escocés nos lleva al Suroeste de Costa Rica; Consuelo Jiménez de Cisneros nos traslada a Galicia, a la franja de la costa coruñesa conocida como “Costa de la Muerte”, por los múltiples naufragios que esa zona ha registrado. Si la isla del Coco es misteriosa, también la tierra gallega tiene un componente mágico y legendario cargado de exotismo. El protagonista, Héctor, se ve forzado a pasar las vacaciones allí, y lo que empieza siendo un verano aburrido se acabará convirtiendo en una aventura, en pos de un tesoro escondido.
Algo así sucede en este encuentro, lo que puede ser un actividad meramente académica se acaba convirtiendo en palabras declamadas al viento en el bajel de una ilusión. El hecho de que la autora pueda hablar, por ejemplo, de zonas concretas de Marruecos, como Casablanca, Tetuán o Fez con alumnado que procede de allí, propició que más que una sesión de animación a la lectura fuese una experiencia marcada por algo que el poeta Adam Zagajewski considera de primerísimo valor: el fervor.
Un fervor recíproco (autor-lector), compartido, mientras la vida, ajena a los vaivenes de nuestra ficción, busca su coartada ahí afuera…
Luisa Pastor es escritora y profesora de Literatura en el IES Thader de Orihuela.