LA MIRADA CIRCULAR de Félix Pillet

Reseña de Francisco Mas-Magro y Magro.

Félix Pillet nos sorprende con un nuevo poemario que refleja el mundo íntimo del poeta, catedrático de Geografía en la UCLM.

Dice Rafael Azuar en su “Teoría del Personaje Literario” (I.E. Juan Gil-Albert; Alicante, 1987): “La literatura nace a veces de un trueque o cambio de la frustración de la vida no vivida por la nueva existencia a la que aspira el deseo eterno y eternamente insatisfecho del hombre, cuya dinamicidad inspira al arte”. En este caso poético.

Escribir, ¿por qué? Nos preguntamos con insistencia. “¿Escribimos para ser lo que somos o para ser aquello que no somos?”. Observa Octavio Paz.

Escribir, ¿para qué? Le dijo Clementina Miró, a Juan Ramón Jiménez en el año 1928. Y Jiménez, que debió ser un hombre de palabras esenciales, le contestó algo así como: “Pues, para aquel lector que quizás nunca conozca al poeta. Un lector que puede encontrarse pegado al escritor o en la más alejada distancia”.

Y, ¿qué pretende el escribiente? Lo pregunta Mas-Magro en el momento de escribir esta reseña.

Realmente, me lo vengo cuestionando desde aquel día en que, con diez años, leyera a mis padres una historia recién escrita por mis jóvenes manos y, como respuesta, recibiera un “eso me recuerda a Dostoyevski”. Claro, como que había copiado todo un capítulo de su novela “El Idiota”. Que lo que pretendía era trasladar a mis padres la emoción que por su lectura sentí en mi propia intimidad y que imaginé abrigaría Fiodor al escribir aquella escena.

(Lo que conseguí fue descubrir el plagio. Era un niño y mi padre me hizo prometer no volverlo a hacer. Mi padre tenía muy buen talante).

Regreso a la pregunta. ¿Qué pretende el escritor? Simplemente, trasladar al lector el sentimiento de lo escrito, de tal modo que llegue a su corazón ese su dolor, esa su alegría.

Y, ¿con qué fin? Que alcance y sienta. ¿Qué? Admiración por lo escrito, como si fuera obra propia del leyente o el mismo protagonista de la obra.

El poeta corre el peligro de sentirse solo al final del camino dejando aislado al lector, sumido en el desconcierto.

Es cierto. Pero, con Félix Pillet, es difícil, no ya en este poemario de noventa y siete páginas – y que, realmente, es un libro donde se plantea, desde el inicio, una ruta vital de seis capítulos. También en sus anteriores libros de poesía. Porque la metáfora, combinada con unos silencios debidamente ordenados, conforman unos poemas descriptivos que se me figuran como cuadros impresionistas, los de la pincelada gruesa y fuerte colorido, que si bien de cerca dejan un tanto desconcertado al espectador, provoca en él una emoción que estimula a seguir mirando la obra. Y el lector, en este caso, que es receptor de lo leído, recibe una realidad visible, nada oculta, que, con palabras de Julio Rodríguez Puértolas, conforman una poesía donde ausente la retórica, es decir, ausentes los rodeos, los melosos giros, las perífrasis, se construye una obra “repleta de sinceridad y preocupación humana y social”.

Dice el poeta y profesor Pedro Antonio González Moreno, que es quien prologa la presente edición, que en esta obra de Félix Pillet Capdepón predomina la descripción. Que Félix es un poeta de “escritura lenta”. Y yo añado, sí, pero firme. Es un poeta que no tiene prisa.

Y, además, un poeta que va construyendo su poesía, como ha cimentado su vida: paso a paso. Sosegadamente. Relamiendo cada momento, cada situación. Sintiendo la necesidad de relatar lo que se almacena en la guarida de sus recuerdos.

Escribe el poeta Mariano Sánchez Soler:

De madrugada locos agitados

Suben a los andamios de la vida

Y ladrillo a ladrillo sin descanso

Construyen el hogar de las palabras1

Véase, por ejemplo, “Autobiografía”2, libro que rompe los esquemas del equilibrio estético de la poesía, sin deformar la belleza de la misma.

Deseamos que la metáfora, que es la esencia de la poesía, se adueñe de nosotros y, como lectores, podamos construir, aunque sea escribiendo en la imaginación, nuestros propios versos.

Mas, Pillet, en “La Mirada Circular”, a la alegoría, a la figura poética, añade pragmatismo sin romper la fuerza literaria, más bien, afianzándola en su intuición afectiva. Presenta una personalidad proteica, capaz de cambiar con cierta facilidad la estructura literaria, conservando la unidad formal de lo escrito.

El profesor Julio Rodríguez Puértolas (1936-2017) había conocido la poesía de Pillet, que la describe como un verso cargado de sinceridad y preocupaciones humanas y sociales.

Si nos acogemos a las palabras de Rodríguez Puértolas, la sinceridad y falta de retórica de Pillet en esta última obra, conduce a un libro que fascina por su sinceridad. Y, uniéndome a lo escrito por José Luis Ferri en el prólogo del citado libro “Autobiografía”, esta “Mirada Circular” desconcierta por la capacidad del autor de jugar con los conceptos literarios, rompiendo ortodoxias y transformando pragmatismo (tan reñido a veces con la melodía poética) en sentimiento.

Y el sentimiento es un hecho. Un acto íntimo (tan íntimo como que se guarda en el alma, en un rincón llamado recuerdo) que puede llevarse hacia el verso, transformando su estructura y que deja un poso que se percibe y se agradece por su claridad y no se olvida, porque forma parte de la franqueza del alma. Es transparente, como la mirada de un niño.

Y en este nuevo libro, Félix Pillet realiza un recorrido por su mirada, su mirada al tiempo pasado, mirada que yace dormida en esa zona secreta para algunos que se llama Hipocampo y es la memoria.

Y vuela hacia el otoño y otras estaciones en un atardecer con ella. Ella es la mujer. Vuela por el aire de su piel, por su forma de amar. Vuela, esperándola… en un país que ama y por eso amonesta… En aquel tiempo de aislamiento vivido con miedo en el que las manos se extendieron y fue preciso viajar aunque fuera por la terraza de la casa. Y es en ese recorrido que surgen recuerdos de su infancia y de esa juventud que le hizo ser quien es. Y llega a la conclusión de volver la vista para aludir, agradecido, a ese grupo Lasser que le arropó en la poesía; a esas cafeterías que el poeta recorrió con sus versos; a la ciudad adormecida en el calor de su sangre. Todo es esencia. Su propia historia.

Y a Emilia, su primera lectora.

 

Félix Pillet. “LA MIRADA CIRCULAR”

(Prólogo de Pedro A. González Moreno)

Editorial MAHALTA poesía.

Ciudad Real, 2022.

ISBN 978-84-122752-5-4

1 Mariano Sanchez Soler. “La ciudad sumergida en el mar”. Ediciones Libertarias, Madrid, 1992.

2 Pillet Capdepón, F. Diputación Provincial de Ciudad Real. B.A.M. 2019.

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