UN VIAJE DE CUENTO de Conchita García Martínez

Este precioso reportaje nos traslada desde los límites de León y Asturias hasta la Alemania de los cuentos tradicionales. Su autora, Conchita García, es Catedrática de Física y Química y ha sido durante casi dos décadas profesora en las Secciones Española y Francesa de la Escuela Europea de Luxemburgo. Aficionada a la lectura, el arte y los viajes, comparte con nosotros unos emotivos retazos de sus memorias infantiles y uno de sus más interesantes descubrimientos por la vieja Europa en unos momentos en los que todavía acechaba esta pandemia que parece no acabar nunca pero que no puede impedirnos seguir viviendo.

La autora nos indica que esto constituiría la introducción a un trabajo más extenso que prepara, a modo de libro de viajes, dando cuentas de su recorrido por la Alemania de los cuentos.

 

Vientos del pueblo me llevan, / vientos del pueblo me arrastran, / me esparcen el corazón / y me aventan la garganta

leoneses, navarros, dueños / del hambre, el sudor y el hacha, / reyes de la minería, / señores de la labranza, …

Miguel Hernández

Conchita García a los cuatro años

La muchacha de la foto, de unos cuatro años, sujeta con fuerza su primera muñeca, temerosa, quizás, de que alguien pueda arrebatarle lo que considera su primer tesoro.

Aún no sabe de geometría, pero sí que reconoce la línea vertical en el chopo, la horizontal en el suelo paramés que la vio nacer y la oblicua en sus padres, abuelos y otros habitantes de la aldea trabajando una tierra ingrata, incapaz de proporcionarles un fruto acorde con su esfuerzo y el sudor con el que la riegan.

Uno de los abuelos probó también, además de la labranza, el duro trabajo en las entrañas de una mina, hoy abandonada, en la montaña que separa Asturias de León y riega el Bernesga. Quizás sea por esto por lo que un día decidió aprenderse de memoria el poema de Miguel Hernández que encabeza el texto y luego hacerlo uno de sus poetas favoritos.

A este abuelo no lo conoció vivo, pero sabe de sus muchas fatigas para sacar adelante a su familia por boca de su abuela con la que comparte cama y mucho tiempo. Tanto, que gracias a ella ha aprendido las cuatro oraciones que sabe, cómo se carda la lana procedente de la media docena de ovejas de la familia y, sobre todo, que en el monte de encinas que hay al norte del pueblo vive un lobo que puede comer a las niñas como hizo con Caperucita.

Ilustración de Marianne Heinemann, miembro de la Colonia de pintores de Willingshausen

También le ha contado la abuela que siete hermanos se perdieron en ese monte cuando sus padres los abandonaron por ser tan pobres que no podían alimentarlos y, ella, de pronto, siente miedo y piensa que no tiene que perder de vista a sus padres o su güelita cuando tengan que faenar en las inmediaciones del monte que ella cree inconmensurable.

Luego se tranquiliza porque la historia continúa y uno de los muchachos, el más pequeño de ellos – más pequeño que tú le dice la abuela a la nieta que la escucha embelesada –, había oído a los padres los planes para abandonarlos y llenó sus bolsillos de piedras blancas que fue dejando caer desde que se iniciara ante sus ojos el desfile de las primeras encinas. Cuando sus hermanos empezaron a llorar porque desconocían el camino de vuelta a casa, Pulgarcito – que así se llamaba el renacuajo – les dijo que tenían que seguir las piedras blancas, cosa que hicieron como si fuera un juego y, sin darse cuenta, regresaron a casa donde sus padres los recibieron con sorpresa y también con alegría porque sus conciencias habían empezado a crujir tras el abandono.

Hubo un tiempo en el que la abuela daba por terminada la historia con este final feliz, pero, más tarde, cuando repetía el cuento añadía que los padres volvieron a abandonar a sus hijos en el monte acuciados por sus problemas económicos. En esta ocasión, sin piedras, Pulgarcito, que también había oído a los padres tomar la terrible decisión, sólo dispuso de un pedazo de pan que le había dado la madre por lo que empezó a dejar tras de sí la miga en trocitos para marcar el camino de vuelta mientras mordisqueaba el currusco. No contó con que los pájaros las irían comiendo tras él, impidiendo el regreso a casa.

Caperucita, Pulgarcito y otros cuentos de la abuela dejaban pensativa y perpleja a la muchacha que llegó a la conclusión de que era mejor no aventurarse muy lejos de la aldea porque corría el riesgo de no saber regresar.

Pasaron los años y…

Como nueva Caperucita, sin darme cuenta, llegué al bosque de la vida, donde he recogido flores, a veces, también espinas y si encontré algún lobo me ayudaron personas amigas…

Postal adquirida en la colonia de pintores de Willinghausen. Original de Jacob Happ.

Una de estas personas que considero amigas, Eberhard Michael Iba, antiguo compañero en la Escuela Europea de Luxemburgo nos regaló, hace unos años, a mi marido y a mí un ejemplar de su libro Deutsche Märchenstrasse, una excelente guía de la Ruta alemana de los cuentos, conocedor como es de nuestra pasión por los viajes y por todo lo que tiene relación con la cultura: museos, literatura, pintura, grabados, mosaicos…

En una de nuestras visitas a su casa cerca de Saarbrücken, al contarle que yo había iniciado un cursillo de grabado en el Museo Nacional de Historia y Arte de Luxemburgo me comentó que tal vez me interesaría ver los grabados de Ludwig Emil Grimm y cuando puso ante mis ojos los dos tomos que resumen su obra no podía dar crédito a tanta maravilla. Reconocí que desconocía la existencia de este miembro de la fratría de los Grimm y cuando Michael me propuso hacerme con una copia de esos ejemplares que consultaba impresionada y sorprendida dije que sí encantada.

Unas semanas después llegaron a casa y durante varios días su consulta fue mi pasatiempo favorito. En ellos fui descubriendo, a través de las imágenes, todos los miembros de la familia Grimm, así como algunos de sus coetáneos. Entre estos últimos aparecieron varios personajes sobre los que busqué frenéticamente más información porque hasta ese momento había ignorado su existencia.

Uno de ellos fue Clemens Brentano que me llevó a otros miembros de su familia, sobre todo, a su hermana Bettina y a su abuela Sophie von La Roche amiga esta última de Wieland y de Goethe. Otro personaje que quedó grabado en mi mente fue Dorothea Viehmann una Cuentacuentos que podría estar, en parte, en el origen de la colección de cuentos que luego harían famosos a Jacob y Wilhelm Grimm. De Clemens Brentano y Dorothea Viehmann contaré más adelante lo que descubrí sobre ellos y sus familias.

En las navidades de 2018 empezamos a hacer planes para visitar la Ruta alemana de los cuentos, pero una serie de circunstancias, incluidos varios acontecimientos luctuosos como la pérdida de seres muy queridos, imposibilitó el viaje. Y así llegamos a 2020 año en el que un virus desconocido, verosímilmente aparecido en un lugar de la geografía china, impidió no sólo cualquier viaje sino hasta el simple hecho de salir de casa durante un tiempo.

En diciembre, durante la comida de Navidad, Michael nos propuso descubrir esta parte de Alemania en su compañía cuando las normas sanitarias vigentes durante la pandemia lo permitieran. Esto ocurrió a finales de junio 2021. Entonces, en posesión del certificado que acreditaba que habíamos sido vacunados, sólo nos faltaba descargar la aplicación LUCA para poder acceder sin dificultad a museos, hoteles, restaurantes… dejando en ellos la huella de nuestro paso para ser avisados en caso de aparecer personas que hubieran visitado los mismos lugares y dieran positivo en el test de covid-19.

El veintiocho de junio a las seis de la mañana abandonamos nuestra residencia en Luxemburgo con dirección a Saarbrücken para recoger a Michael y poner rumbo a Hanau que es inicio de la Ruta de los cuentos, porque fue allí donde nacieron los hermanos Grimm, y de nuestro viaje de cuento que sigue vivo en mi memoria.

No hicimos el recorrido completo porque se necesitarían meses, incluso años para visitar todos los lugares de la Ruta y no disponíamos de mucho tiempo.

Los lugares visitados fueron los siguientes:

  • Día 28 de junio, lunes: Hanau, Gelnhausen y Steinau an der Straße.
  • Día 29 de junio, martes: Gelnhausen, Marburg y Lahntal
  • Día 30 de junio, miércoles: Amöneburg, Neustadt (Hessen), Willinghausen, Schwalmstadt, Knallhütte en Baunatal. En Kassel visita del Bergpark Wilhelmshöhe y la Gemäldegalerie Alte Meister, Carlsdorf (Hofgeismar), Sababurg Schloss o castillo de la Bella Durmiente del cuento de los hermanos Grimm.
  • Día 1 de Julio, jueves: En Hofgeismar visita del Apothekenmuseum. En Kassel visita de la exposición Grimmwelt, el mundo de los Grimm, la Brüder Grimm Gesellschaft donde nos recibió su amabilísimo director el doctor Bernhard Lauer y la ciudad. Recorrido por Hofgeismar, patria chica de Michael Iba.
  • Día 2 de Julio, viernes: En Hofgeismar visita del parque del Schlösschen Schönberg y Gesundbrunne., La fábrica de porcelana Fürstenberg, Höxter-Corvey Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, Varenholz Schloss y Fischbeck.
  • Día 3 de Julio, sábado: Visita de la Abadía femenina luterana de Fischbeck, Hamelín, Bodenwerder y el mundo del barón de Münchhausen y castillo de Trendelburg donde Rapunzel dejaba caer sus cabellos para que el príncipe trepara a la torre.
  • Día 4 de Julio, domingo: Melsungen, Claustro Haydau en Morschen, Alsfeld y vuelta a casa.

Desde el 4 de julio un nuevo objetivo: VOLVER para recorrer lo conocido y descubrir el resto de esta Ruta fascinante que me ha devuelto a la infancia y ha sido la mejor medicina para sobreponerme a los daños causados en mi mente por la pandemia reinante.

Original de Hans Richard von Volkmann, miembro de la Colonia de pintores de Willingshausen

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