CÍA & CÍA. JOSE ANTONIO CÍA MARTINEZ Y TERESA CÍA GOMEZ

Una entrevista de Francisco Mas-Magro y Magro. Subdirector de El Cantarano.

Zanjé la curiosidad trasladando a Teresa la losa que me acompañó siempre en mi vida. Esa sombra que sucede, cuando antecede a uno mismo un genio que destaca sobre la raya que se traza bostezando y que nunca es el horizonte.

Mi abuelo Francisco, por ejemplo. Supuso una meta a conseguir, conociendo, casi sin preguntármelo, que la respuesta estaba simplemente en mi trabajo. Dejé de ser el nieto de Mas Magro, cuando me di cuenta de que Mas Magro era yo mismo.

¿Y Teresa? Esa mujer, hija de un pintor que se recrea en el asombro de la luz y maquina transformarla simplemente con la mirada. ¿Cómo luchar por no dejarse devorar por la personalidad de un padre que le arranca al arte el misterio de su naturaleza, para llevarlo más allá de la estética suspendida en un plano, para trasladarla a una perspectiva de color que es figura?

La sombra de José Antonio Cía, nos cuenta sosegada una Teresa que me había ofrecido una taza de té moruno, caliente y dulzón, en unas maravillosas tazas de cuando su madre, servidas sobre un mantel de hilo blanco de la abuela, “es sombra acogedora, nutritiva, con nervio, donde se desarrolla toda una vida artística”.

-No es una losa –como yo le había descrito, en mi caso-, es potenciadora. Lo dice mirándome fijamente, con esa mirada que confirma y punto. En el breve espacio de tiempo que me concede, resuelvo el enigma: El alma de José Antonio Cía, su padre, no puede pesar en su vida, porque se encuentra dentro de ella misma. Teresa Cía y la eternidad. Quiero decir, ese espíritu creador que se aparta de la norma y se mueve por la innovación plástica, propia de José Antonio y de Teresa. Los Cía.

A José Antonio Cía lo había conocido un tiempo antes de que me presentaran al poeta Alfredo Gómez Gil. Probablemente, en el último año de los sesenta. Mi grupo Lasser y la necesidad de aproximarme a la cultura. “Me veo” en la última planta de la “Torre Provincial”. Allí estoy, con mi juventud de “veintitantos”, junto a uno de los amplios ventanales del salón de actos y a mi lado Cía Martínez. ¿Estaría Vicente Ramos? ¿Quizás Molina o Azuar o Mojica? Recuerdo que hablamos de arte contemporáneo, a colación de su obra expuesta en aquel lugar. Allí me explicó qué era el reflexismo y cual su gran proyecto.

-¿Qué te parecería un Museo de Arte Contemporáneo?

Tuvo que observar en mi cómo se me ensanchaba el corazón. Mirando en la escena siguiente por el ventano, me señaló el cercano barrio de San Roque.

-¿Qué tal, el Convento de las Monjas de la Sangre?

-¡Un ambiente increíble!- le respondí.

José Antonio Cía Martínez, ese ceutí del 22, depositado siendo infante en Alicante, era el responsable cultural de Radio Alicante –Premio Ondas 1959- y, creo que esto se me ha olvidado preguntar a Teresa, responsable cultural o así, de la Caja de Ahorros Provincial de Alicante. Cía, junto con Vicente Ramos, Manuel Molina Azuar, Vicente Mojica y otros, habían fundado el Instituto de Estudios Alicantinos, dependiente de la Diputación Provincial de Alicante y en 1969 el I.D.E.A. publicaba una muy interesante revista de cultura, cuya portada estaba ilustrada por Cía.

Así que, como jovencito en busca de motivos, me arrimaría a todos ellos. El caso es que allí estaba el inventor, investigador, estudioso de una nueva técnica pictórica que llamaba “reflexismo” y que causó buena impresión entre los críticos. Y el que suscribe, merodeando, esta otra vez en 1972, con la excusa de la llegada desde los Estados Unidos, del poeta, profesor y ensayista alicantino Alfredo Gómez Gil.

-¿Qué te parece la idea?

Yo sabía cuál era la “idea”, el Museo de Arte Contemporáneo.

-¡Magnífica, José Antonio!

El “reflexismo”. Me lo explicaba como un maestro una lección de ciencias a su alumno. Y yo entendía que su pasión por el arte era diferente. Y me hice eco del poema de Manuel Molina:

Aquí el metal se refleja

con resplandor de colores

y son las luces o flores

la hermosura o su pareja.

Claustro del Sol, ni una reja

cierra al aire su camino,

por el nuncio matutino

se eleva al sabor del día

y es la pintura de Cía

un estuche cristalino.

-¿Tu sabes, Francisco? La relación de mi padre con Molina, Azuar, Ramos, Mojica y Clemente, era como si todos formáramos una familia.

(¡Cielos, Clemente! José Ramón Clemente (1912-2012), cineasta). José Ramón Clemente formó parte de esa nómina de promotores del cine en Alicante, y, junto a mi padre, Francisco Mas Magro (1911-1983), entre 1929 y 1930 fundaron la “Unión Films Orgam1 Clemente” (U.F.O.C.). La “UFOC”, aunque en pobre, contaba con una familiar Cámara Pathé de cuerda mecánica para rodar cortos de temática juvenil protagonizados por el grupo de amigos reunidos en torno a estos dos pioneros.

Así es la vida, que nos reúne aunque sea a través de la Comunión de los Santos. Y aquí se produce un tiempo de silencio. Recojo el hilo perdido y descubro a un pintor vanguardista que supera el abstraccionismo y le afirmo:

-Tú entiendes muy bien la vanguardia en el arte.

Comentamos la época de los años veinte y treinta, con sus problemas y cambios sociales. Con sus arrebatos culturales: La abstracción, el cubismo, la cultura “dadaísta”, el postismo literario de De Ory, el postismo pictórico de Chicharro, el fauvismo francés…La ruptura con lo imperante al final del XIX y principios del XX. La depuración de la imagen, escrita o plástica, propugnada por el grupo Der Blaue Reiter de Munich…

-Mi padre también escribió poesía -rompe Teresa el momento reflexivo-. La verdad –insiste-, podía haber sido igualmente un buen poeta.

Me enseña un antiguo cuaderno. Las hojas tiemblan en el interior. Sería un proceso esclerótico si fuera humano. Pero son hojas y, aunque no tiemblan, se desgarran de sus costuras. El interior conserva la letra escrita con pluma y tinta. Son poemas escritos a mano en la época de la “mili”. Cía fue uno de tantos voluntarios falangistas que se enrolaron para defender sus ideales. Pero, ya había concluido la guerra y, gracias a Dios, nada había que hacer.

Ese ideario, que surge como consecuencia de su fuerza interior, se revela después a través de proyectos culturales. Desde su puesto de Delegado de Cultura; de sus programas en Radio Alicante. Participa en la fundación de la futura Universidad de Alicante, se transforma en un activista cultural de la ciudad y su provincia. Pero José Antonio Cía, a pesar de quien ha sido y quien será por los siglos de los siglos, no tiene ningún reconocimiento en nuestra ciudad. Ni una calle, ni una plaza. Por no tener, no existe una exposición permanente de su obra en alguno de los museos de la ciudad. (¿Quizás hubiera sido un lugar idóneo para su inmensa obra de cientos de cuadros, el Museo de Arte Contemporáneo? ¿Quizás, un hueco en el MUBAG?).

Teresa no dice nada, porque su mirada lo dice todo.

-La técnica del reflexismo –vuelve a entrar en el tema- es muy difícil. La complicación estriba en que no se puede rectificar lo realizado.

-Pregunto, ahora, por la obra de Teresa Cía. –Rompo a conciencia la aclaración, porque me interesa saber de ella-. Discúlpame.

Mientras recorremos la vivienda, hablamos de la situación del Ateneo Cultural y su realidad en las sombras – yo recalco.

-Un Ateneo que reactivó mi padre, junto a Ramos, Azuar, Mojica, Molina y otros.

-El Ateneo de Alicante había desaparecido a partir de la guerra civil. Siempre había sido centro de cultura de la ciudad.

-Sí. Mi padre -prosigue Teresa- sugirió ubicarlo en el antiguo y señorial palacio Salvetti, pero se opusieron.

-Hubiera sido un buen lugar, céntrico y elegante.

-José Antonio Cía fue su presidente durante un tiempo, desde su reinauguración en 1977.

-Lo fue durante diez y siete años- responde Teresa.

-El caso es – insisto yo ahora-, que en la actualidad esta mudo.

-Consiguió, en los setenta, el Premio Nacional a la Asociación que más actividades promovió en su tiempo… (La prudencia de Teresa).

En mi apartado, me pregunto qué habría que hacer para reactivar esta entidad cultural de prestigio.

Y contemplo el taller de Teresa que es más bien la continuación del taller de José Antonio. Sus cuadros que cuelgan por todas las paredes de la casa, ahora se ven rodeados de obras de Teresa y se ve, con nostalgia, material de su padre dispuesto en mesas, como escondido – un estudiado espacio de memoria- tal que dejando en un segundo plano aquello que tanto le importa. Pero, berbiquí, con sus limas, brocas, con todos sus accesorios, así como las planchas de aluminio -no tratado- gritan su presencia. Pertenecen a la historia. Una historia que es presente.

José Antonio Cía, vuelve a mí de nuevo. No lo puedo evitar. Sé que quiero centrar mi encuentro en Teresa Cía, pero el alma del padre flota por todas partes, en las paredes, en las mesas, en la memoria, en la propia hija que se ha empeñado en volar solitaria –y lo ha conseguido- con su propia personalidad y un gusto estético que la acerca al cuadro de honor de los artistas alicantinos de la nueva generación. Es la generación de los setenta, de la que hemos formado parte muchos poetas y pintores creando un ambiente cultural con sello propio.

Opino que no tiene nada que ver la llegada de la llamada democracia a España. Se trata –es la opinión de un profano, un médico que escribe- de una población que nació entre los años cincuenta y ochenta y que vivió los últimos años del franquismo y los primeros del nuevo orden constitucional. Sin embargo, pienso, yo que fui un represaliado, que la cuestión política no constituyó revulsivo para esta explosión cultural, más bien una evolución normal de las propias experiencias.

Teresa Cía, alicantina del 55, me recuerda su infancia junto a un padre trabajador del arte, investigador, obsesionado por las nuevas formas. Ella misma, formada en la Escuela Universitaria de Arte de Orihuela, donde impartían su técnica profesores de la importancia de Eduardo Lastres o José Gutiérrez. Muchos años de aprendizaje que acaban aportándole las alas necesarias para volar en solitario e impartir clases, como profesora de Arte, en el Colegio Salesiano de la calle San Juan Bosco, en Alicante.

Ahora, soy yo quien indago en un hecho que me llama la atención. Y para ello me vuelvo a José Antonio Cía, Primer Premio de la Delegación de Juventudes, Medalla de Bronce en el III Certamen de Pintores del Sureste. Primer premio de Pintura “Antonio Gisbert”. Medalla de Oro en la Exposición Nacional del Mar. Diploma de la más alta calificación de la “Exhibition of Contemporary European Painter” de Nueva York…

-¿Intuyó José Antonio Cia su muerte?- Pregunto a bocajarro.

Leo en el diario “El Pais” del día 10 de febrero de 2002: “Ahora ya me puedo morir tranquilo’, dijo el pasado miércoles el pintor José Antonio Cía Martínez durante la inauguración de una muestra retrospectiva de su obra en la Sala de la Lonja del Pescado de Alicante. Cía Martínez falleció ayer en Alicante, donde residía desde su infancia tras abandonar Ceuta, su ciudad natal, informaron ayer fuentes municipales.”

Descansa Teresa unos segundos antes de contestarme. Creo que su recuerdo le ha emocionado.

-Mi padre estaba mal del corazón. Le recomendaron reposo, pero el reposo iba en contra de su actividad como creador.

Nuevo silencio, unos segundos.

-Yo veía como se iba apagando y él intuía que el final le venía “a marchas forzadas”.

-¿La exposición de La Lonja…?

-Fui incapaz de desmontarla. No podía. Era superior a mis fuerzas. Se encargaron mis hermanos.

La Medalla de Plata y la Medalla de Oro de Escultura, obtenidas en la exposición Internacional de Bèziers (Francia), por Teresa Cía Gómez, cuelgan de la pared de su taller. Sus figuras femeninas, elegantemente estiradas, como si fueran humo elevándose al cielo, ocupan el espacio, prodigándose sobre mesitas y tablas casi diría improvisadas.

Y, como dice la Restauradora de Arte Inmaculada Mingot, son figuras que “tienen una línea inconfundible, expresando movimientos con colores y texturas, (que) nos hace adivinar una poesía en cada una de sus creaciones, invitándonos a seguir descubriendo más de sus obras”.

-El arte abstracto – apunto con un interés astuto- ¿Debe ser interpretado de alguna forma por su autor?

– La obra abstracta no debe interpretarse nunca. Pierde subjetividad y emoción.

(Lo cierto -relacionado con la pregunta capciosa- es que estoy completamente de acuerdo).

-¿Qué opinas de los “grupos” culturales?

-No me gusta pertenecer a grupo alguno. Me gusta disfrutar de la libertad de mi independencia.

Me inhibo unos segundos para recordar a nuestro Rafael Altamira, quien pensaba de la misma forma. Prosigue Teresa:

– Sin embargo sí percibo la influencia de mis alumnos del Taller de Pintura que regento. Me gusta aprender de lo sencillo.

-He leído un interesantísimo articulo tuyo, publicado en “Informa-Valencia.com”, el día 10 de enero de este año, “La visión de lo intangible”. Hablas, quiero decir, escribes, sobre el arte abstracto y su repercusión en las artes plásticas. También un tema muy interesante, al menos para mí, como es, la influencia de la música para el desarrollo de estos nuevos modos de pintura. Realmente, escribes sobre Kandinski, creador de esta nueva forma de comunicar que tú misma sigues, con tus modificaciones personales y tus características propias. Dices que el arte abstracto es comunicación de sentimientos y emociones. Impresiones que pasan del creador al espectador. Ocurre igual en el caso de la poesía. La poesía que Teresa Cía construye desde muy joven. Véase, su “Landa atmosférica nº4”, publicado en su libro “Desde el amor y la espera”, editado en 1975 por el I.D.E.A.

Con el aire distraído

bajo mi mirar al vientre.

Se me transparentan los ovarios

color luz. Color polen. Color nene.

Y una vez más,

sueño con las playas blancas de mi vida,

playas fantásticas en luz,

de arena suave

como la palma de tus manos,

de eme asimétrica,

de mímica amorosa.

Expresividad corpórea de lo que me quieres.

Suena el móvil. Han pasado casi tres horas con la percepción de unos minutos.

Es el milagro de la emoción, la empatía, el agradable te moruno, el arte que me rodea, los ojos de Teresa. Y tengo que marcharme.

La mañana está tranquila,

Solo una suave brisa

Mece el llamador de Ángel…

Me despido de Teresa Cía Gómez, ofreciéndole las páginas de El Cantarano.com y el espacio del Ateneo Cultural del C.O.M.A.2 Que este sí funciona, a pesar de la pandemia.

La mañana ha transcurrido entre nubes y un sol invernal que hiela los huesos. Mi fibromialgia se resiente junto a la playa de la Albufereta, donde conviven arte y poesía. Me deshago del abrigo de sus cosas y camino a la ciudad en busca de mi amparo.

Alicante a 20 de enero de 2022

1 Orgam: Magro al revés.

2 Colegio Oficial de Médicos de Alicante.

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