Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.
El mes pasado hicimos una entrevista al artista Ugeda, lo que me llevó a pasar un día en la hermosa localidad de Villena, a la que acudí hace años con mis hijos, niños entonces, para presenciar las fiestas y disfrutar de la Mahoma, del ambiente callejero y de la rica gastronomía gracias a mi amiga villenense Pilar Alonso. Tampoco puedo olvidar que Villena es la tierra de Esther Abellán, quien me hizo cruzar el Puente de los Espejos con mis versos. En Villena presenté, hace ya más de veinte años, mis libros infantiles-juveniles en un par de centros educativos donde me regalaron una preciosa reproducción de una vasija, bronce y mármol, del tesoro de Villena descubierto por José María Soler que guardo como lo que es: un tesoro.
Sobre el grupo escultórico dedicado a Chapí, cabe recordar que su autor es el escultor villenense Antonio Navarro Santafé, que firma su obra en 1947. La figura sedente del músico aparece rodeada de esculturas que evocan sus piezas musicales más significativas: a un lado, una imagen evocativa de la zarzuela La bruja; y al otro, la pareja protagonista de La Revoltosa, Felipe y Mari Pepa, con el fondo del oso y el madroño que son emblema de la comunidad de Madrid. Pocos saben que la famosa escultura del oso y el madroño ubicada en la madrileña Puerta del Sol es obra de este artista alicantino, autor también del emblema de Renfe. El escultor acondicionó su casa villenense para convertirla en un museo que guardara su legado.
En la misma plaza nos encontramos con un sencillo busto dedicado a Joaquín María López, otro ilustre hijo de Villena. Los jardines del palacio de la Diputación de Alicante también conservan su recuerdo en uno de los mosaicos consagrados a alicantinos relevantes de toda la provincia. Su nombre completo era Joaquín María López de Oliver y López de Platas. De formación jurídica, este político liberal fue dos veces presidente del gobierno a lo largo de la primera mitad del convulso siglo XIX. Hay que añadir que durante su segunda presidencia se declaró mayor de edad a Isabel II y se estableció la actual bandera de España.
El pintor Ugeda y su mujer, Juana, excelentes anfitriones, acompañaron y guiaron mi paseo por callejuelas recónditas desde las cuales asoma, de cuando en cuando, la torre de una iglesia o las almenas del castillo. La relevancia de las fiestas de moros y cristianos se aprecia en los edificios, tanto solemnes como populares, conservados gracias a las asociaciones festeras que han hecho en ellos sus casales. Incluso en la casa natal de Chapí, donde una placa nos recuerda su nombre completo: Ruperto Chapí y Lorente, y su fecha de nacimiento: 27 de marzo de 1831, hay instalada una de esas asociaciones.
Durante nuestro paseo, Ugeda me hizo observar las señales de los canteros que se conservan en los viejos edificios del casco antiguo. Lamentablemente, el gamberrismo irrespetuoso ha dejado también su huella en esas respetables paredes.
Otra curiosidad es el escudo de los Reyes Católicos, reconstruido en piedra blanca. Durante un tiempo se confundió con los símbolos falangistas (por lo del yugo y las flechas), pues hay quien ignora que el yugo era emblema de Isabel y las flechas de Fernando, por la coincidencia con las iniciales de sus nombres y también por su significado de unión, protección y defensa.
Una nota feminista aparece en las calles del casco antiguo cuando leemos la placa dedicada a la maestra María Gosálbez Sánchez: «Nos dejó su legado en las Escuelas de la Tercia desde 1941 a 1961». Nos parece un justo homenaje a tantas maestras y maestros que marcaron la vida de sus alumnos impartiéndoles no solo las bases de una cultura académica que les permite identificarse con su sociedad y su entorno, sino también habilidades y principios que les ayudarán a tener una vida mejor. Ellos y ellas no necesitaban dedicar su tiempo a la innecesaria pedagogía ni a la brutal burocracia que las actuales circunstancias han impuesto: su labor consistía tan solo en enseñar y en dar ejemplo.
Entre los rincones súbitos que nos sorprenden, anotamos la plazuela presidida por unas ruedas de molino donde se ubica «El refugio de la cerveza», lamentablemente cerrado a la hora de nuestro paseo y al que habrá que volver.
Que Villena es tierra de artistas no cabe dudarlo. Pedro Marco, «el pintor de los sueños», fallecido en este año de 2022, goza ya de un busto en el corazón de su ciudad natal: la plaza de Santa María del barrio del Raval.
La tradicional cuesta con escaleras de Santa Bárbara, precedida de un arco de ladrillo con una pequeña imagen de la santa, data de 1858, cuando en lo alto había una ermita dedicada a la santa guerrera. Fue entonces cuando se estrenó la línea férrea Madrid-Alicante que Isabel II vino a inaugurar. Hoy es una más de las callejuelas que ascienden a la zona alta y por tanto al castillo. Popularmente se la conoce como «calle del Arco» por razones obvias.
Dos antiguas y bellísimas iglesias ponen el toque monumental e histórico a la vieja Villena: la de Santa María de la Asunción y la de Santiago. En la primera, cuyo cura párroco facilitó nuestra visita, pudimos ver la pila bautismal donde se bautizó al músico villenense, español y universal Ruperto Chapí, cuya partida de bautismo se conserva.
Entre la imaginería religiosa que ocupa el templo, destaca la escultura de Santa Rita de Casia, a la que la devoción popular declara abogada de los imposibles, que según testimonio del cura párroco es una de las imágenes que más fieles atrae. No pude por menos de recordar que nuestro escritor Galdós comparó a su personaje Benina, protagonista de la novela Misericordia, con esta santa: tanto por su aspecto físico como por su ocupación constante de hacer bien al prójimo.
Esta iglesia muestra, en un rincón bajo escalera de caracol, un precioso nacimiento de tamaño natural que no dejamos de admirar. Pues, contra la ignorancia y la ridiculez de quienes pretenden combatir y destruir la tradición belenística, nosotros apoyamos esta representación entrañable que excede el ámbito de lo religioso para alzarse como símbolo de valores familiares y morales inalienables, aparte de los puramente artísticos.
La Parroquia de Santiago impresiona no solo por sus columnas retorcidas, ornadas de capiteles tallados, o por su pila bautismal del escultor Jacobo Florentino, sino también por el recuerdo de los crímenes cometidos por los republicanos durante la guerra civil de 1936. Una preciosa capilla redonda guarda el testimonio de dos de los muchos mártires que hubo entonces: una religiosa y un joven salesiano, ambos en proceso de beatificación.
La nave principal muestra, como huesos descarnados, la estructura vacía de la reja de acceso al altar que los republicanos destruyeron con incomprensible saña, al igual que quemaron por completo el archivo parroquial y destrozaron todas las pinturas, esculturas y vidrieras que ornaban el templo. Entre ellas había obras de arte valiosísimas, alguna firmada por Salzillo. Únicamente se ha conservado una escueta vidriera que se salvó de la destrucción por estar tapada tras un falso muro, vidriera que ha sido descubierta y ahora puede contemplarse.
Esta iglesia nos recuerda la figura de otro relevante músico villenense: Ambrosio Cotes (1550-1603) que fue maestro de capilla primero en su pueblo natal y posteriormente en la catedral de Granada y en las de Valencia y Sevilla.
Junto a las iglesias, otro edificio emblemático es el antiguo ayuntamiento («casa consistorial») de espléndidas y monumentales fachadas. En ellas se nos recuerda que el edificio también fue cárcel antaño. Por otra parte, una placa ornada de ramas de laurel en piedra homenajea «a sus heroicos soldados que sacrificaron su vida en aras de la patria en tierra africana».
Pasando a edificaciones más modernas, la amplia y luminosa Casa de Cultura alberga numerosas actividades y también arte moderno. Los pintores Pedro Marco y Vicente Rodes gozan de su particular recordatorio como «prescriptores de la cultura de Villena», destacando «su bondad y generosidad». Sin duda, lo más hermoso es poder ser recordados con esas palabras y despedidos con la bella frase latina «Que la tierra te sea leve» (sit tibi terra levis).
Mucho nos queda todavía por ver y disfrutar en esta ciudad del interior de Alicante que la mayoría solo conoce como primera parada del AVE Alicante-Madrid y que, sin duda, merece ser mucho más conocida y visitada.
Fotografías de Consuelo Jiménez de Cisneros.