Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.
La gran escritora y feminista gallega nacida en La Coruña en 1951 falleció en Madrid en 1921 y fue enterrada en la cripta de la Basílica de la Concepción de Nuestra Señora, templo neogótico ubicado en el número 26 de la calle Goya. Lleva el título de basílica porque el Papa Francisco se lo concedió recientemente, en 2014. Justo cuando se cumplía un siglo de su inauguración, que estuvo presidida por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia en 1914.
La poca amabilidad de la persona responsable me impidió visitar la tumba de la escritora, de modo que solo pude fotografiar el exterior y el interior del templo y la placa conmemorativa puesta por el Ayuntamiento madrileño en 2021, año del primer centenario de su muerte.
Al curiosear el interior de la iglesia me topé con otras placas mortuorias que me apresuré a retratar por temor a que puedan desaparecer en breve. Pues nadie desconoce la situación que estamos viviendo en España en la actualidad, cuando una política sectaria, ignorante y revanchista pretende que solo hubo víctimas en un bando y elimina toda la memoria del bando contrario. Con ello emula al dictador Franco que hizo lo mismo (pese a lo cual, albergó en el Valle de Todos los Caídos, como yo lo llamo, a víctimas de ambos bandos).
Una hermosa placa en forma de tríptico recoge la larga lista de víctimas bajo la frase bíblica del Libro de la Sabiduría «Los justos brillarán como el sol y se propagarán como la chispa en el cañaveral». Todos ellos eran feligreses de la parroquia, probablemente asesinados por el simple hecho de ser creyentes y frecuentar la iglesia, lo cual en aquellos trágicos días era delito. Preside una placa de mármol con el recuerdo al mártir más emblemático de nuestra guerra civil, un idealista que nada ganaba dedicándose a la política: José Antonio Primo de Rivera, amigo secreto de otro mártir del bando contrario: Federico García Lorca, igualmente un idealista de buena familia.
Descansen todos en paz.
Fotos: Consuelo Jiménez de Cisneros.