¿MEMORIA HISTÓRICA U OLVIDO HISTÓRICO? RETIRAN LA ESCULTURA ECUESTRE DEL GENERAL VARELA EN SAN FERNANDO, CÁDIZ

Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.

Como en tantas otras ocasiones, aquí ya no cabe hablar de Memoria Histórica, sino del Olvido Histórico. La retirada de la escultura ecuestre del general Varela de San Fernando, Cádiz, es una muestra más de la incultura y la barbarie de algunos Consistorios. Durante mi estancia en Tetuán tuve ocasión de visitar e incluso de habitar algunas de las viviendas de los conocidos y codiciados Pabellones Varela, construidos para los militares y sus familias. Solo por esa iniciativa, ya merecería Varela una estatua.

Pero, puesto que le retiran su escultura, yo le voy a hacer una de palabras. A José Enrique Varela Iglesias lo nombraron, en 1923, hijo predilecto de la ciudad que ahora lo defenestra con la excusa de una inverosímil reordenación urbanística. Varela fue, antes de nada, un bravo militar que destacó en Marruecos y sufrió siete heridas de guerra, lo que se le reconoció con dos Laureadas de San Fernando. Hizo una carrera fulgurante en el ejército, siempre por méritos propios, hasta alcanzar diversas distinciones: además de las dos laureadas mencionadas, fue gentilhombre del rey Alfonso XIII, Caballero Gran Cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén y, con carácter póstumo, Marqués de Varela de San Fernando. Ministro del Ejército tras la contienda civil, durante su breve mandato de apenas tres años fundó la Escuela Politécnica del Ejército, el Museo Histórico Militar y las muy populares Milicias Universitarias, que facilitaban la «mili» de los estudiantes universitarios y les abrían muchas posibilidades de carreras civiles y militares.

Varela no siempre estuvo de acuerdo con Franco, puesto que, al poco tiempo de finalizar la guerra civil, se mostró partidario de acabar el periodo de dictadura franquista y reponer la monarquía, como consta en sus propuestas escritas y firmadas junto con otras personalidades relevantes. Tampoco comulgaba con el área dura de la Falange, que atentó contra él en un golpe sangriento que ocasionó el final de su mandato de ministro en 1942. Según el historiador británico Paul Preston, Franco nunca se fio de Varela y, mientras lo tuvo de ministro, puso a su vera a un espía particular: Camilo Alonso Vega. Finalmente, para librarse de él, Franco lo reenvió a Marruecos con el cargo de Alto Comisario y allí se quedó hasta su fallecimiento (1951) en aquella Tánger cosmopolita y española que yo todavía pude conocer y donde tuve el honor de trabajar.

Más de medio siglo después de su muerte, el general Varela fue injustamente imputado por el juez Garzón en un proceso que acarreó al mencionado juez la acusación de prevaricación. Qué fácil es atacar a los muertos cuando no se les pudo vencer estando vivos.

Reescribir la historia, manipular hechos y personajes, es tradición y traición tan antigua que aburre. La practicaban los egipcios, profanando los retratos de los faraones; los romanos -de donde sacamos la expresión de damnatio memoriae-, que rascaban los nombres de los bustos; y los cronistas medievales, que escribían a la medida de los monarcas que les contrataban. Y actualmente, se practica en este «espaciosa y triste España» donde el mayor mérito de algunos politiquillos es derribar porque no saben construir. Esa es la cuestión, que diría el bardo inglés…

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