LA «DESMEMORIA» HISTÓRICA: UNA REVANCHA SIN LÍMITES. EL SOLDADO LOIS EN FERROL Y JUAN DE ÁVALOS EN TENERIFE

Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.

Es la tercera vez, y no será la última, que nos ocupamos en El Cantarano de las aberraciones de la mal llamada Memoria Histórica, que no es sino la revancha, a toro pasado y a casi un siglo de distancia, de los que no aceptan que la Historia de España la han escrito todos los españoles y no solo los de izquierdas, y que a lo largo de la guerra civil de 1936 hubo héroes y villanos en los dos bandos, tal y como me enseñó mi padre, que en ella estuvo y en los dos bandos combatió de fuerza.

Es comprensible que, tras cuarenta años de dictadura franquista, donde solo se podían venerar a las víctimas de un bando, se quiera reivindicar a las del otro bando. Es humano que se recuperen, si es posible y la familia lo desea, los cuerpos de los fusilados, sean del bando que sean. Pero lo que no se puede hacer es caer en el mismo maniqueísmo de buenos y malos, esta vez en sentido contrario.

Voy a las más recientes noticias: la del soldado Lois en Ferrol y la de Juan de Ávalos en Tenerife.

En el Arsenal de Ferrol le quitan calle y recuerdo a un soldado heroico, a un humilde telegrafista cuyo coraje salvó muchas vidas al evitar la explosión de una caja de proyectiles con sus propias manos y resultando herido de quemaduras. Manuel Lois, que no daba la talla (física) para soldado, superó con creces la talla moral ofreciéndose como voluntario con todos los riesgos que eso conllevaba, y salvó a sus compañeros del crucero Baleares a cambio de perder su vida.

Por cierto, han quitado también el rótulo de Baleares a la calle que lo ostentaba. Con lo fácil que sería conservarlo y añadir a otra calle el de Stanbrook, el barco que salvó a los últimos republicanos que huían de Alicante. Esa sería la verdadera Memoria Histórica: la de todos los españoles. Y no antes la de unos y ahora la de otros.

Volviendo a la condena al olvido para Manuel Lois, reproduzco el párrafo que le dedica el periódico La Razón de 4 de abril de 2022: El comandante del crucero, capitán de navío Manuel Vierna, le impone la noche siguiente –la de su muerte– la Medalla Naval individual, oficialmente confirmada por Orden de 27 de noviembre, y por su ejemplar sacrificio es premiado con la Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando, por decreto de 30 de mayo de 1939. Su cadáver, desembarcado en Cádiz y sepultado con los máximos honores militares toda la tripulación del «Baleares» desfiló ante él–, es trasladado al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, y en 1965 fue llevado por fin al cementerio de su pueblo natal, donde se le levantó un monumento funerario y se le dedicó una calle: la Alameda del Soldado Lois. Recibió también los nombramientos de Hijo Predilecto de Ordes y de Hijo Predilecto de La Coruña.

A continuación la versión de la hazaña, literaturizada por José Enrique Rivas Fabal en su Historia de la Infantería de Marina española.

Otro impacto en la chimenea barre la cubierta servida por la Infantería de Marina… Cae herido el comandante de la batería, alférez de navío don Miguel Pardo de Donlebun, y ve con terror cómo se hincha una caja de urgencia, lo que le hace pensar que arden los iluminantes…; consciente del peligro que ello representa para la seguridad del buque, grita: «¡Un voluntario para abrir esa caja!»… Se abre paso entre sus compañeros nuestro héroe, soldado Lois, telefonista del cañón número 4, sereno y consciente del peligro que corre… ase firmemente los cierres y abre la tapa. Recibe en su cuerpo toda la carga mortífera y queda de momento sumido en un mar de fuego… El espíritu del infante de marina se sobrepone a su dolor físico y coge con sus manos, hechas un ascua, una de aquellas cargas al rojo vivo.

Sus carbonizados músculos se niegan a obedecer a su férrea voluntad; cae al suelo, y en él empuja con su pecho el infernal artefacto, que rueda hacia el mar… El peligro ha pasado.

Llevado a la enfermería, le dice su comandante: «No te apures, Lois, que cuando te pongas bueno, te daré dos meses de permiso y un beso para tu madre…»

A las 18 horas expiraba el héroe; el bravo comandante, con lágrimas en los ojos, al tiempo que impone a sus restos la Medalla naval, le besa y dice: «Manuel Lois, te doy el beso prometido…»

Que quede, al menos por escrito, la memoria de su sacrificio. No hay mayor amor que dar la vida por los demás. La execrable acción de querer borrar su nombre da idea de la degeneración moral de un pueblo manipulado que olvida… Y el que olvida su historia, está condenado a repetirla.

A continuación hablaremos de la obra de Juan de Ávalos, magnífico escultor que está en entredicho porque cometió el error de trabajar durante el franquismo y de aceptar encargos del propio Franco. Habría que borrar a todos los trabajadores de la posguerra que no se exiliaron ni murieron en prisión por el delito de querer vivir y trabajar a pesar de estar bajo una Dictadura. Qué fácilmente se juzga desde una muelle democracia que todo lo permite y que quizá esconde en sus entrañas una invisible dictadura: la manipulación de las ideas y de la economía… Dejémoslo aquí.

Vamos a borrar del mapa a todos los artistas de la Historia que trabajaron para dictadores crueles, para reyes invasores, para capitalistas abusivos, para industriales sin escrúpulos. Vamos a borrar del mapa a todos los artistas. Empecemos por Juan de Ávalos, de ideología socialista, que se exilió en su momento a Portugal. Pero cometió la torpeza de esculpir, con un estilo propio y reconocible y en dimensiones épicas, ángeles, cristos, vírgenes… en fin, figuras que hoy nos escandalizan.

Nunca olvidaré cuando yo era todavía una niña y una excursión del colegio me llevó al Valle de los Caídos, no por motivos políticos, que ni siquiera entramos en la basílica, sino excursionistas: se trataba de subir el monte hasta llegar a las esculturas. Nunca olvidaré la impresión que me produjo aquel mármol alto y silencioso, los rostros nítidos y los cabellos quietos de aquellos personajes que parecían legendarios, como de cuento; aquellos pies enormes, blanquísimos, casi al alcance de mi mano, que era como poder tocar las nubes o el cielo.

En Tenerife pretenden retirar el Ángel de la Victoria de Juan de Ávalos. Pero la Victoria sucedió, nos guste o no, y aunque no estemos de acuerdo con las consecuencias de la misma. La Victoria sucedió, y así lo reconocieron incluso los perdedores, como Fernando Fernán Gómez cuando escribe al final de su obra Las bicicletas son para el verano: No ha llegado la paz. Ha llegado la victoria. Y la historia no puede cambiarse. Nadie ha derribado las Pirámides de Egipto aunque se construyeran con la sangre y el sudor de miles de esclavos. Nadie ha sacado a Napoleón de su tumba aunque invadiera países ajenos con sus ejércitos.

El arte debería superar las fantasías revisionistas. Contemplo la escultura de Ávalos y me siento invadida por esa fascinación que puede llevar incluso a la enfermedad por exceso de belleza, como le sucedió a Sthendal. ¿Por qué eliminar lo hermoso de nuestras ciudades, de nuestra naturaleza, de nuestras vidas? Eso solo lo hacen los fanáticos. Se destruyen Budas gigantescos en unos países y retiramos la obra de Ávalos en el nuestro. No somos tan distintos…

Fotos: Ángel de la Victoria de Juan de Ávalos en Tenerife. Foto de Mike Peel, de 23 de septiembre de 2021. (Wikimedia commons).

Placa en recuerdo de Manuel Lois en su pueblo natal, Ordes (A. Coruña).

error: Content is protected !!
Este sitio utiliza cookies para ofrecerle una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso que hacemos de las cookies.