HASTA SIEMPRE, QUERIDA ROSE

La actriz Betty White ha fallecido a los noventa y nueve años. El 17 de enero habría cumplido los cien años. Aunque ya era una artista reconocida, se hizo muy popular por coprotagonizar la serie televisiva «Las chicas de oro» (1985-1992). Su personaje de la viuda de origen campesino Rose Nylund procedente de Saint Olaf, Minnesota, llegó a tener tanta repercusión, que el municipio de St. Olaf creó el premio de excelencia civil Rose Nylund. El nombre de la actriz figura en una estrella del Paseo de la Fama de Hollywood.

Parecían inmortales, pero no. Inmortales son sus personajes y su espíritu. Una visión idealizada de la vejez compartida en lo que hoy se llamaría un co-housing privado, a través de las aventuras cotidianas de cuatro señoras de clase media, distintas pero no distantes sino muy bien avenidas, que viven en Miami, Florida, en una idílica mansión. Aprendimos que las señoras mayores podían ir vestidas con ropa de colores y mantenían impecable su peinado de peluquería incluso en la cama. Aprendimos que la ironía puede ser amable y que las diferencias pueden salvarse. Aprendimos a mirar la vejez con otros ojos. Jubilación activa de cuerpo y alma. Porque ellas seguían abiertas al coqueteo, el deporte, la cocina, las relaciones sociales, la vida.

Y una de ellas, la ingenua y bondadosa Rose, se nos ha ido en el quicio del año. Como se nos fue el tiempo aquel de la televisión sin más, donde lo máximo era saber cambiar de canal. Siempre agradeceremos a Rose y a sus amigas su mensaje de generosidad, elegancia, buen humor y resiliencia.

Texto: Consuelo Jiménez de Cisneros.                                                                            Fotografía: Alan Light (wikimedia commons). Betty White en la 41 edición de los premio Emmy en 1989.

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