HA NACIDO UN LIBRO EN VERANO (CRÓNICA DE MI TIEMPO) por JULIO CALVET BOTELLA.

Entradilla de Consuelo Jiménez de Cisneros.

El magistrado y escritor Julio Calvet Botella nos envía este artículo anticipándonos la aparición de su novela histórica basada en la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid Campeador. Me  alegra saber que este proyecto de nuestro colaborador y amigo va a tener un final feliz y que en breve dispondremos de su libro con la historia de «Un juglar del tiempo de Mío Cid», como él mismo nos cuenta. Y también me alegra formar parte de este libro como autora de su prólogo.

La figura del Cid siempre me interesó, especialmente desde que, siendo una niña, vi la emblemática película El Cid (1961) protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren y asesorada nada menos que por don Ramón Menéndez Pidal, el gallego que nos descubrió la literatura castellana. Entre los libros que he escrito con más placer está una breve biografía del Cid destinada a los estudiantes de español lengua extranjera bajo el título «El Cid. El héroe castellano» que apareció en 2008 en la colección Grandes Personajes de la Historia de la editorial Edelsa. Durante mi periodo marroquí (2010-2015) publiqué algunos trabajos didácticos sobre los romances cidianos en las ediciones de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat que se hacían como propuestas de apoyo a la enseñanza del español. Y el 23 de enero de este año 2024, en el ciclo de conferencias CINCO CALAS EN LAS RELACIONES ENTRE LA LITERATURA FRANCESA Y LA ESPAÑOLA, intervine con la conferencia “Roldán y El Cid. La épica a un lado y otro de los Pirineos”.

A la espera de disfrutar del libro de Julio Calvet, disfrutaremos de momento con la lectura de su crónica veraniega.

Decía Stefan Zweig en agosto de 1931, (Begegnungen mit Menschen, Büchern, Städten), que el movimiento que apreciamos en la tierra se apoya esencialmente en dos invenciones del espíritu humano: el movimiento en el espacio que se basa en la invención de la rueda, que gira vertiginosamente alrededor de su eje, y el movimiento intelectual que guarda una relación directa con el descubrimiento de la escritura. Y esto, escrito por el intelectual vienés, quizás uno de los escritores más creativos del siglo veinte europeo, es cierto, y que esta aventura de los seres humanos creativos: la rueda y la imprenta, es consecuencia del fenómeno básico del espíritu, que fue el que descubrió estos elementos, y de los que además, hay que decir que esta creatividad, no se quedó ahí, pues a la rueda le siguieron los carruajes, y a la imprenta le nacieron los libros.

Y escribir un libro es un poder semejante al de la creación, si entendemos la creación como el hacer surgir algo de la nada. ¿Qué se produce en un hombre o en una mujer, cuando decide escribir un libro? ¿Es como una necesidad que surge en una tarde de verano mirando el mar, o en una tarde de otoño mirando las hojas solemnemente caídas? Yo no sé muy bien explicarlo, pero podría decir, sin miedo a exagerar, si digo que en el escribir de un libro se emprende una aventura sin respuesta previa. Y para ello es necesario sentir como una especie de necesidad, el querer escribirlo.

Yo me califico de escritor y así me lo reconocen quienes son mis amigos, pero yo soy escritor porque escribo, sin connotaciones pretendidamente nobiliarias en el hacerlo, pues yo lo hago porque creo que lo que queda escrito superara nuestro tiempo y nuestro propio vivir personal, y así en el libro quedara el recuerdo de quien estuvo y vivió aquí, dejando escrito su nombre.

Es verano. Acaba de empezar con sus luces y calores el verano del año 2024, y acabo de poner el Fin a un libro que empecé hace más de un año, con sus avances y descansos, y también con sus retrocesos, en el que narro la historia de un juglar. Un juglar castellano. Un juglar del tiempo de Mío Cid. El final no lo tenía decidido y ha venido solo, como guiándome la pluma, la propia historia narrada. Ahora comienza ese periodo de corrección y concreción del texto, que a lo mejor se queda sin un capítulo o a lo mejor se le incorpora un nuevo capítulo, pero el libro ya es el que es, y no va a cambiar de estructura, ni de personajes, ni de final.

Escribe David Hernández de la Fuente en su libro Pequeña historia mítica de España, que “La épica tiene sus mitos y todos ellos tienen un pie en la historia”, y añade tras referirse a las marcas carolingias, que “entre nosotros, sin duda, el Cantar de Mío Cid es el ejemplo más conspicuo de la sublime intersección entre literatura mitológica nacional e historia”, y concluye: “Su figura de leal guerrero, padre, y conquistador por excelencia es clave como afirmación de la ética del buen caballero que confirmará en adelante la tradición heroica hispánica”.

Y hasta aquí me he allegado yo, con mi juglar por los campos burgaleses, y sus Fiestas de San Lesmes, cantando el Mío Cid, entre los muchos curiosos que quieren conocer sus gestas y aventuras, para acabar pidiéndoles “un vaso de bon vino”.

Y este es mi momento: mes de julio, con la playa de San Juan sin sitio para extender una toalla en la arena, con un calor tropical, dicen, pero mucho, y con mi juglar, terminando su actuación cantando un romance de amor ya traído de la Provenza francesa, pasando así de Mío Cid, a los romances amorosos, y cambiando sin más de juglar a trovador, en el Mester de juglaría.

Y sea como fuere, bienvenido mi nuevo libro que está por madurar, y bien venido el verano alicantino, y mi deseo de muchas venturas para todos mis amigos y para nuestros seres más queridos.

Y con mi alborozo, por sentirme cada día, como nuevo.

Alicante y para El Cantarano a cuatro de Julio de 2024.

Julio Calvet Botella.

Ilustración: Medallón dedicado al Cid en la Plaza de España de Sevilla. Fuente: wikimedia commons.

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