Autor: Francisco Mas-Magro y Magro.
Es cierto que existe una generación de poetas jóvenes, nacidos a finales del siglo XX, que integran la nueva familia literaria del siglo XXI. Son los bisoños de esta centuria que se inauguró con tantos recelos, supersticiones algorítmicas, miedos al cambio. Ese atravesar la puerta hacia un periodo que se adivinaba rupturista, revolucionario, impulsado por una nueva estructura social y, por consecuencia, cultural, que esa juventud reclamaba. Y es en este siglo donde esos novicios van a cobrar forma a través de sus versos -recitados, publicados en revistas, leídos entre amigos, participados en clubs o agrupaciones culturales-. Serán los futuros rectores del arte de la literatura y se manifestarán con la fuerza de su juventud, con la osadía adjunta, capaz de empujar hacia una meta de fresca lírica. Unos, rompiendo esquemas; otros, siguiendo reglas ya abiertas por sus mayores.
Este es el caso de María Teresa Muñoz Valera, quien, desde su ópera prima, nos ofrece veintiún poemas en un libro que sorprende por su expresión abierta, libre y que me hizo rememorar aquella de la generación de los cincuenta. (Y también mi juventud, allá en Granada). María Teresa se introduce en el libro con una admirable excusa, haber pasado de los poemitas de infancia, regalados por cariño, a estos versos elaborados, cargados de despedidas, nostalgias, vacíos y soledad. Pero, igualmente, se trata de versos de elegante hechura, llenos de desagravio y esperanzas; escritos bajo el paraguas del surrealismo, aprendido de sus mayores o elaborado por su propia intuición.
La vida se esconde tras el eclipse del hado.
El sol es fuego que ciega
y la aflicción, una guirnalda de colores.
Obras las hay y también editoriales, pero es importante que posean la capacidad de comprender para dar forma y hacer realidad la fuerza creadora de estos poetas. María Teresa Muñoz es portadora del pensamiento humanista que caracteriza a la mayoría de los médicos. Ese impulso que nos obliga al interés en todas aquellas disciplinas que tienen como fin desarrollar los valores del ser humano. Le pregunté a María Teresa el porqué del título del libro. No por el surrealismo del mismo, que coincide con el de sus versos. Para este comentarista, que no crítico, el azul representa el amor, el ideal. Y, sí, también se lo pregunté, porque en todo su poemario, el citado azul, la autora lo menciona solamente dos veces:
Duermes. Algodón añil bajo tu mejilla. (“Los Ángeles no existen”. Página 16).
El azul del cielo
reposa en mis ojos.
(“Conciencia”. Página 32).
En mi poesía – me adelanté a decir-, el azul es el color de lo que amo. Es curiosidad. Se lo dije. “Ah! Sobre el título, pues el naranjo azul soy yo, tengo ojos azules, el azul ha bañado en cierto modo mi vida, y por entonces (justo en la actualidad también), era pelirroja. Usé esa metáfora sobre lo que soy y lo que me da vueltas; lo que me inquieta; todo aquello sobre lo que pienso, con un tono surrealista, convirtiéndome en un naranjo valenciano, pero de tonos azules. Me parecía la mejor forma de hacerlo”.
Me asustan los seres que saben esquivar espinas
y agarran el tallo y lo cortan. ( …/…)
Me asusta no hallar motivo
por el que no tener miedo.
(“Me asustan las personas”. Página 36)
Quizás para ti tenga que ver más con el pensamiento interior. Fue una puntualización de mi ocurrencia. “Siempre he sentido pasión por la poesía, desde pequeñita, tenía por entonces asumido que sería escritora de profesión. Con el tiempo alcancé el gusto a la ciencia, y pensé que tendría que darle un sentido de ayuda a la sociedad, y me separé un poco, no de la poesía, pero sí de su escritura”. Y se decide por la Medicina. María Teresa es Médico Internista. “Cuando terminé la carrera, hace unos 7 años, lo retomé, y de ahí surgió este “El naranjo azul”, que es, como bien dices, mi primer libro”. No niego mi emoción. Sencillamente por esa coincidente decisión que ha marcado nuestras vidas. Yo también, medico, tuve que optar. Por la entrega a los demás a través de la Ciencia. O de la Literatura.
Se completa el libro con las ilustraciones de Cristina Valera Rubio. Dibuja los poemas de María Teresa con esa fuerza que otorga el color casi agresivo de su pintura. He de ser sincero y decir que a “El Naranjo Azul” no le hace falta la fuerza de ilustración alguna, porque los mismos poemas, esos versos que hay que leer muy despacio, relamiendo las palabras y dejándose llevar, poseen fuerza en sí mismos, porque se marcan en el alma. Porque las palabras “no deben ser solamente literatura sino que ha de brindarnos otra realidad” -dice el poeta Antonio Gracia-. “La íntima ascensión, no un epitafio”, confirma. Y regreso a María Teresa.
Las lágrimas de ayer
son retumbo presente (…/…)
Ahora, tu mundo es de hipocampo.
Y ese sentimiento, entre el pesimismo y la promesa, entre el recuerdo y la realidad, conforma estos poemas de íntimo reconocimiento. Nos habla María Teresa.
Dios que en todas las cosas estás.
no nos cierres los ojos.
Y, de pronto, me encontré conmigo mismo, al recordar aquellos versos de mi poema dedicado a Janis Joplin1:
I’m counting on you, Lord! Please don’t let me down.
Cuento contigo, Señor, por favor,
no me defraudes.
En resumen: Quien aparece en este universo de estrellas, difícil, competitivo, receloso, de la literatura, es una poeta, María Teresa Muñoz. Gracias compañera.
Francisco Mas-Magro y Magro Un médico que escribe.
“EL NARANJO AZUL”
María Teresa Muñoz Valera
ISBN 978-84-122346-9-5
Editorial SoldeSol (info@editorialsoldesol.com)
Plaza de la Administración Vieja, 1, 1ºizq. 04003 Almería.
1 Mas-Magro y Magro, F. “Buried alive in the blues”. De:“Cuaderno de Blues”. Ed. Fundación Devenir Poesía, Madrid, 2021.