ANA MÁRQUEZ-ALIAGA, PRIMERA MUJER PRESIDENTA DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PALEONTOLOGÍA

Ana Márquez Aliaga 2018

«Si no se conoce el pasado, no podemos entender el futuro.»

La Dra. Ana Márquez-Aliaga es una paleontóloga de reconocida trayectoria, por su especialidad en sistemática, paleogeografía y paleogeografía de Bivalvos y otros grupos de invertebrados del Triásico occidental de Europa. Es Geóloga de formación y Paleontóloga de profesión.

Estudió la licenciatura en Madrid, su ciudad de nacimiento, y se doctoró en Ciencias Geológicas por la UCM en 1983. Desarrolló toda su carrera, durante cuarenta años, en la Universidad de Valencia, desde su ingreso como Profesora en el Departamento de Geología de la Facultad de Biología en 1975. Desde 1995 trabajó como investigadora en el Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva de la UV. Ha dedicado toda su vida docente al estudio de los fósiles y en la actualidad continúa realizando labores de investigación como Profesora “Ad Honorem”. Es la primera mujer Paleontóloga Titular de la Comunidad Valenciana y la primera mujer en España que ha alcanzado la Presidencia de la Sociedad Española de Paleontología (2012-2015). A Ana Márquez la han tomado a veces por arqueóloga, ya que la Paleontología sigue siendo una ciencia menos conocida dentro de su ámbito; por ello destacan sus esfuerzos de divulgación. Ella forma parte del grupo pionero de mujeres que estudiaron Geología en un momento en que esa carrera todavía parecía reservada preferentemente a los varones.

Con motivo de la festividad del 8 de marzo, Día de la Mujer, desde El Cantarano queremos homenajear a una mujer que ha armonizado una extraordinaria carrera profesional y científica con una exitosa vida familiar. Respetada profesora e investigadora, gran comunicadora y feliz madre y abuela, Ana Márquez es de trato llano y directo, como tuvimos ocasión de comprobar cuando nos conocimos en Crevillent en 2018 con motivo de los actos en torno al geólogo y paleontólogo Daniel Jiménez de Cisneros, estudioso de la sierra de Crevillent. Ana Márquez participó en el curso de formación dándonos una preciosa lección magistral donde ponía de relieve las aportaciones de Jiménez de Cisneros en el estudio del Triásico en Alicante, ya que la doctora Márquez está especializada en dicho periodo geológico, poco estudiado. Esta paleontóloga cumple a la perfección la frase de Ortega: «la claridad es la cortesía del filósofo», en este caso, aplicada al científico, porque logró que resultara amena su exposición científica sobre el Triásico incluso para los más legos en la materia. Charlamos con ella para conocer de cerca a la investigadora, a la profesora y a la persona.

El Cantarano.- ¿Desde cuándo tuviste conciencia de tu vocación científica?

Ana Márquez.- Desde que era muy jovencita. Recuerdo que mi madre me reñía porque tenía mi habitación llena de minerales y fósiles. A mí me atraían mucho más los minerales que las plantas o los insectos, de forma que tenía muy clara mi vocación. La verdad es que fui bastante decidida, mis padres estaban convencidos de que yo iba a estudiar Farmacia, una carrera que parecía apropiada para una mujer, pero yo me empeñé en hacer Geología sin ser entonces muy consciente de todo lo que me iba a encontrar.

El Cantarano.- ¿Cómo fueron tus años universitarios y qué destacarías de tu trayectoria académica?

Ana Márquez.- Mis estudios de bachiller habían transcurrido en un colegio de monjas, que en los años cincuenta se caracterizaban por una férrea disciplina católica. Llegar a la universidad el año 1963 supuso un cambio tan drástico que tardé en adaptarme. Mi ilusión era desbordante pero los primeros suspensos en Física y Química del primer año, “el selectivo”, me hicieron tambalear. Eran muchos y muchas los que me decían que las chicas no eran para las ciencias. Sin embargo, fueron las palabras de mi padre: “tienes que aprender a estudiar y con esfuerzo lo que tú has elegido” las que me dieron el verdadero apoyo. Ahora, algo parecido le digo a mi nieto en su primer curso de carrera.

Desde segundo curso y ya con materias de Geología solo tengo recuerdos agradables. Éramos pocos alumnos y menos chicas, pero a todos nos unía un gran entusiasmo y camaradería. Recuerdo muy duras las prácticas de campo con frío o calor, hambre, suciedad, cansancio y sueño. El campo es nuestro laboratorio y así ha sido como alumna y después como docente. Me licencié el año 1968 con buenas notas, grandes deseos de especializarme y buenos amigos que todavía conservo.

Sin embargo, las cosas no eran fáciles. Me había casado sin terminar mi carrera con un médico. Se suponía que ambos íbamos a tener trabajo fácilmente pero no fue así. En aquellos años una parte importante de tu currículo pasaba por los «enchufes» y tu afección al régimen. No teníamos enchufe. Abandoné mi carrera para seguir la de mi esposo en Medicina. Nos fuimos a Londres, a la antigua Guinea Española, a Monrovia en Liberia; por fin y con algo de dinero, volvimos a España. En el año 1971 vinimos a Valencia, cuando mi marido consiguió un buen trabajo como especialista en el Hospital La Fe. Durante todos esos años, me olvidé de mi Geología. Sin embargo, aprendí Ingles, estudié Farmacia y Biología y, lo mejor, aprendí a ser docente como Profesora de Enseñanza Media en la antigua Fernando Poo y en Valencia. Además y lo más difícil, aprendí a ser madre y a educar a nuestro hijo.

En octubre de 1975 obtuve plaza como “Profesor Ayudante” en el Departamento de Geología de la antigua Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia. Lo había conseguido. La ilusión me embargaba otra vez, pero había pasado mucho tiempo. Mis compañeros de carrera y ahora de facultad eran doctores y yo ni había llegado al grado de licenciatura. Tenía que ponerme al día, tenía que estudiar mucho. Era la única mujer, no podía fallar, no podía equivocarme. Y como suele pasar a la mayoría de las mujeres llegó la culpabilidad, la lucha interna.

Mi hija era un bebé y me necesitaba. Hay que atender la casa. Tengo que cuidar de los abuelos, que están con los niños en mis ausencias. Soy mujer, la familia y la casa son mi primera obligación. Tengo que estudiar. Tengo que dar buenas clases. He de doctorarme. Hay que ir a congresos. Hay que ir al campo, hay que buscar fósiles. Hay que ir a los colegios de mis hijos y a los cumpleaños de sus amigos con señoras bien. Tengo que escribir la Tesis. Tengo que estudiar. Así eran mis pensamientos cíclicos. Por fin, cuando deposité mi tesis tuve un momento de felicidad comparable con el término de mis dos partos.

El Cantarano.- Hemos oído que tu tesis doctoral resultó polémica. ¿Qué fue lo que sucedió?

Ana Márquez.- Como he contado, llevar a término la Tesis fue una carrera de obstáculos. Cuando todos dormían yo escribía. Cuando estaba en el extranjero, me llamaban la “extra energy”: no podía perder un minuto, tenía que volver, en casa hacía mucha falta.

Sin embargo, mis estancias en distintos centros de investigación, primero en Sofía y después en Tubinga y Londres, eran importantes para reunir bibliografía y comparar mis fósiles hispanos con los de otras colecciones europeas, así como conocer las distintas formaciones geológicas y poder interpretar las de nuestra península. En mi país salíamos de una dictadura que había paralizado durante muchos años la investigación. Los datos eran muy puntuales y obsoletos, los libros antiguos existían, pero no estaban catalogados y su acceso era imposible. Había que salir al extranjero.

Tuve la suerte de estar en contacto con magníficos paleontólogos; siempre recordaré a Milka Entcheva, la única especialista en fósiles triásicos, que en una Bulgaria comunista y desabastecida se empeñaba, cual buena madre, en conseguirme yogurt de estraperlo. La biblioteca era perfecta, disponía de todos los incunables que necesitaba, pero no había fotocopiadora. Me traje miles de negativos y toda la información mínima para empezar, que conservo en álbumes de fotos.

Después, en Alemania aprendí a investigar. Tuve la suerte de que Adolf Seilacher, el paleontólogo más prestigioso conocido, se interesase por mi tema de estudio: Los Bivalvos del Triásico y todas sus implicaciones paleontológicas. Sin duda, él supo aportarme una visión novedosa del mismo y comencé mi andadura por ese desconocido camino.

En marzo de 1983 pude defender mi Tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Quedaban atrás muchas horas de campo, con la ayuda inestimable de mi director, amigo y compañero Antonio Goy. Quedaban atrás muchas correcciones y discusiones con mi directora Carmina Virgili, la primera especialista en Triásico de España.

Mi propuesta de Tesis cambiaba algunos de los paradigmas establecidos, pero mi seguridad al defenderlos era grande, igual que mi cabezonería. Por ejemplo, empezaba citando en España más de 300 especies de Bivalvos y acababa aceptando unas 30; entre otros muchos detalles. Recuerdo cómo uno de los miembros del tribunal se indignó, se levantó y se marchó. Yo no sabía dónde meterme.

Lo mejor ocurrió cuando un ejemplar de mi tesis, que estuvo depositado para su consulta previa, fue supervisado por Francis Hirsch, especialista en paleogeografía del Triásico. Mi modelo permitía la correlación de nuestros materiales Hispanos con los de Oriente Medio y este aspecto, entre otros, tenía muchas implicaciones. Creo que sus comentarios influyeron en mi Premio Extraordinario de Doctorado. Lo mejor con Hirsch ha sido nuestra colaboración y amistad permanentes desde entonces hasta la actualidad. Así pude dar mi gran salto. Sin embargo, como mujer y como madre de niños pequeños, estaba utilizando la mitad de mi energía en investigación y siempre me faltaba tiempo.

El Cantarano.- Es curioso pero, por lo que cuentas, observamos algunas coincidencias con el geólogo y paleontólogo Daniel Jiménez de Cisneros: también le reñía su madre cuando era adolescente por llevar piedras a casa, y también tuvo problemas con su tesis doctoral porque contrariaba las teorías vigentes. ¿Cuándo te interesaste por la figura de Daniel Jiménez de Cisneros y cómo lo descubriste?

Ana Márquez.- Daniel Jiménez de Cisneros ha sido uno de mis grandes referentes. Efectivamente, ha sido pionero en la paleontología de España y concretamente de los pocos que había estudiado los fósiles del Triásico de Alicante. No solo tuve que leer, y con placer, todos sus artículos. En ellos me transmitía ya su entusiasmo por la geología y las ganas de seguir adelante. Gracias a sus perfectas anotaciones pude visitar algunos de los yacimientos que él citaba y recoger nuevos fósiles. En colaboración con mis compañeros estratígrafos de Madrid he publicado varios artículos de las zonas que él estudió y recientemente algunos trabajos de divulgación y conferencias. Destaco que, al igual que en mi humilde caso, hubo de cambiar los criterios establecidos cuando un profesor alemán, invitado por él, le puso al corriente de las nuevas hipótesis ya establecidas en los años 30 para los terrenos triásicos; este aspecto habla a favor de su enorme talla como investigador. Desgraciadamente, en su momento no se me facilitó el acceso a sus colecciones. En la actualidad, su patrimonio paleontológico puede ser estudiado por la comunidad científica y ello gracias a la labor de sus nietos.

El Cantarano.- ¿Consideras que las actuaciones que se están llevando a cabo en torno a Jiménez de Cisneros en Crevillent contribuyen a la difusión de la geología y la paleontología? ¿Qué acciones te parecen más interesantes?

Ana Márquez.- Siempre he pensado que la memoria de Jiménez de Cisneros merecía ser reivindicada. Por fin, ahora se está haciendo y correctamente, tanto por parte de sus herederos, sus nietos, como por muchos otros científicos. Entre las acciones más interesante he de destacar las que han llevado a cabo en el área de Cultura del Ayuntamiento de Crevillent, Ana Satorre, Daniel Belmonte y la Universidad de Alicante. La exposición que ambos montaron en Cultura y en memoria de D. Daniel Jiménez de Cisneros es una de las mejores que he visitado. Desbordaba el entusiasmo en la inauguración. Y fue muy interesante el ciclo de conferencias. Queda mucho por hacer y animo a ambas instituciones a continuar y colaborar con otros museos de nuestra comunidad.

Ana Márquez TRiásico 2002

Ana Márquez en un yacimiento del Triásico en 2002

El Cantarano.- Has sido la primera mujer en ocupar la presidencia de la Sociedad Española de Paleontología. ¿Cómo resumirías tu labor al frente de esa institución?

Ana Márquez.- Pertenecer a una asociación científica, como la SEP, es de vital importancia porque reúne personas con objetivos comunes. Con ello conoces a otros especialistas y su problemática. Comunicas tus últimos avances científicos y te sometes a críticas, a veces, constructivas. Tus estudiantes aprenden a presentar sus primeros trabajos antes de ser doctores. Asistiendo a los congresos de tu Sociedad conoces los distintos centros en donde se investiga Paleontología en España y te enseñan los yacimientos paleontológicos cercanos, en las campañas de campo tras el congreso. Así vas aprendiendo los últimos avances de geología. Las sesiones científicas son un foro de discusión e intercambio de conocimiento paleontológico. En la SEP y de manera ininterrumpida, se ha celebrado una Jornada anual, desde su origen en 1985, a excepción del año 2020 por la pandemia. Es una sociedad pequeña pero siempre muy activa y ahora con muchos jóvenes.

Acepté la presidencia en el 2013 con mucha ilusión, supuso un gran reconocimiento al final de mi carrera por parte de mis colegas y fui consciente del trabajo que tenía por delante. Ya había sido vocal en 1989 y vicepresidenta en el 2010, cuando ya empecé a diseñar mis objetivos, potenciar la revista y ayudar a los jóvenes investigadores.

Como Presidenta en el 2013, contaba con un buen equipo en la junta directiva y había ya en ella algunas mujeres con el sello de luchadoras, otras entraron a mi requerimiento. Recuerdo que mi labor fue burocrática y dura. Hubo que poner en orden y actualizar numerosos documentos. Era un momento de cambio. Se dio ya el paso definitivo a la digitalización, página web, redes sociales, etc. Se ordenaron y archivaron los fondos. Se crearon premios para estimular a los jóvenes investigadores a participar en nuestras Jornadas de Paleontología y en su caso a publicar con nosotros. Nuestra antigua Revista Española de Paleontología, ahora Spanish Journal of Palaeontology, cuenta con estar entre las revistas internacionales de prestigio, y destaco el enorme esfuerzo de los editores en estos últimos años.

Tuve el honor de presidir el acto homenaje a los 30 años de la SEP, que se hicieron coincidir con las Jornadas de Paleontología celebradas en Úbeda. Entre magníficas conferencias, presenté un estudio sobre el “Futuro de la Paleontología”, avalado por informes de presidentes de otras asociaciones paleontológicas de USA, China, Japón, Alemania y otros países. Menos en China, todos se quejaban de la falta de fondos para investigar, y todos coincidían en la abundancia de jóvenes con vocación paleontológica. Quedaba claro que los museos de fósiles son el mejor reclamo para avanzar en esta ciencia. Mi labor fue continuada y mejorada por la paleontóloga de la UCM María José Comas.

El Cantarano.- Hemos visto que también has trabajado para el CSIC y para la UNESCO. ¿Podrías contarnos cuáles fueron tus experiencias con esos organismos?

Ana Márquez.- La única manera de financiar la investigación es conseguir fondos mediante proyectos. Hay un investigador principal que propone un tema de estudio, un equipo de investigadores y los aparatos y gastos necesarios. Se proponen al Ministerio correspondiente de Madrid, o al gobierno autónomo e incluso a Europa. El hecho de que yo no tuviese en mi departamento a nadie investigando en Triásico hizo que me uniese al Instituto de Geociencias (CSIC-UCM) en donde he colaborado, principalmente, con José López-Gómez y pertenecido a todos sus proyectos relacionados con el Muschelkalk de la Península Ibérica.

Desde el 2001 y durante diez años estuve coordinando a nivel nacional tres Proyectos Internacionales de Correlación Geológica, los IGCP 458, 457 y 506 relacionados con el Triásico, que dentro de la IUGS-UNESCO facilitan la cooperación internacional de investigadores de la Tierra. Conseguí integrar a más de 30 geólogos de distintas universidades y centros de investigación españoles. El enorme trabajo se veía compensado con múltiples publicaciones y asistencias a congresos, nacionales e internacionales, entre otros los de Cerdeña, Siena, Budapest, Beijing, Buenos Aires, Montevideo, Túnez, Cuzco e Israel, así como unas largas estancias en la Universidad de Yale (Connecticut, USA) y el Instituto de Geología de Nanjing (China).

Respondiendo a tu pregunta, es evidente que la investigación necesita fondos, necesitas proyectos, y en estos momentos la colaboración interprofesional es totalmente necesaria. La única manera de avanzar es conocer el campo con los geólogos de la zona, conocer las colecciones de los museos e intercambiar nuevos aspectos y discutirlos. Por suerte, ya mis hijos eran mayores, y superadas las primeras fases creo que por fin había podido trabajar “como un hombre”, decían algunas. Mis experiencias son muy positivas.

Ana Márquez 2015

Ana Márquez en un acto de la SEP celebrado en Úbeda en 2015.

El Cantarano.- Hace cuatro años, en 2016, en la revista Mètode de la Universidad de Valencia afirmabas que la paleontología nos podría ayudar a entender el cambio climático. Tras las recientes catástrofes sufridas con Filomena y otros fenómenos naturales, ¿qué podrías añadir al respecto?

Ana Márquez.- Efectivamente, el conocimiento de la historia de la vida en la Tierra a través de sus fósiles, es decir del pasado, nos puede ayudar a entender el futuro. Sin embargo, este tema de cambio climático requiere bastantes conocimientos de muchas ciencias, entre otras de Paleontología. Es muy fácil confundir a la gente y crear miedo, tal como lo están haciendo algunos medios de comunicación. Hablar de este tema con seriedad requeriría otro foro. Os comento algo.

Les decía a mis alumnos que la vida de nuestro planeta ha sufrido al menos 5 extinciones masivas. Una de ellas, la que ocurrió hace 250 millones de años, al final de la Era Primaria o Paleozoico, cuando tuvo lugar un evento de extinción que acabó con más del 90 % de las especies vivientes. Sin embargo, a comienzos del Triásico, el momento que yo estudio, los ecosistemas se restablecen y surge lo que llamo el Renacimiento de la Vida Moderna. Aparecen los dinosaurios, las tortugas y los mamíferos, entre otros grupos. Las causas de esta extinción y de otras son varias, pero siempre debidas a un Cambio Global de las condiciones ambientales. La Tierra es un planeta activo y seguirá cambiando con y sin nosotros, pero muy, muy lentamente. La unidad de tiempo en geología es un millón de años y nosotros no llegamos ni a cien años de vida. El problema actual se debe a la quema de fósiles, la destrucción de bosques, la contaminación de ríos y océanos y la superpoblación. De esta manera, estamos acelerando desde la época industrial la destrucción de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y el calentamiento de la atmósfera. Por tanto, se impone ya un cambio total de actitud. Hemos de mantener nuestra casa limpia, respetemos nuestro entorno, aportemos cada uno lo que podamos, luchemos políticamente para conseguirlo y así veremos cómo la Vida se recupera, tenemos muchos ejemplos en la propia paleontología y esto es indudable.

El Cantarano.- Estamos celebrando el 8 de Marzo, Día de la Mujer. ¿Te has sentido alguna vez discriminada en algún ámbito o institución? ¿Cuál es el secreto para conciliar tan exitosamente como tú lo has hecho la vida familiar y la laboral?

Ana Márquez.- Nunca me he sentido discriminada por ser mujer, nunca he sentido agresión machista por parte de mis compañeros, la gran mayoría hombres. He sido yo la que, arrastrando una educación del siglo XX en una España profunda, sentía una gran culpabilidad en todos mis actos ajenos a mis tareas domésticas. Tardé mucho tiempo en curarme. Mi hija ya no ha tenido ese problema y menos aún mi nieta, que tendrá otros diferentes y que ya no puedo prever en un mundo tan cambiante.

Lo importante es rodearse de buenas personas, colegas con ilusión y con ética. En eso he tenido mucha suerte. Los mediocres, misóginos y envidiosos fueron apartados de mí en cuanto los pude descubrir y no me han afectado. Me quedo con los muchos paleontólogos hombres y mujeres, nacionales y extranjeros, buenos investigadores, profesores y alumnos, que he conocido. Todos son ahora magníficos amigos y eso es, en tu jubilación, un gran orgullo.

El Cantarano.- En El Cantarano tenemos la satisfacción de contar con la colaboración de varias mujeres de ámbitos científicos: la bióloga María Luz Galisteo Guerra, la catedrática de Física y Química Alicia Peralejo López, la geóloga Emma Romerales Kessel… ¿Qué científicas españolas de tu campo geológico-paleontológico destacarías?

Ana Márquez.- Por supuesto hay muchas, pero voy a citar dos que me han afectado personalmente. Entre mis profesoras he de destacar la co-directora de mi tesis Carmina Virgili, como ya he contado, su empuje y enseñanzas en aquellos difíciles momentos fueron muy importantes para mí. Notaba que ella me comprendía como mujer, había una exigencia diferente, más sutil que la de mis compañeros. Virgili ha sido la primera mujer catedrática de Estratigrafía de España. La conocí en algunas de mis clases de doctorado en la Complutense de Madrid. A ella se debe la Ley de Reforma Universitaria, como Secretaria de Estado en los años 80. Murió siendo Senadora por Barcelona. Seguía todas mis publicaciones con entusiasmo y buena crítica. Siempre he trabajado con sus alumnos en el Instituto de Geociencias, a quienes ella me recomendó.

Entre mis alumnas, Anna García Forner, actual directora del Museo Universidad de Valencia de Historia Natural (MuvHN) sito en el Campus de Burjassot. Ella es un ejemplo de lucha, trabajo y superación. Tras doctorarse en paleontología, se hizo cargo de las colecciones de fósiles, minerales y rocas depositadas en el antiguo Museo de Geología de la Universidad de Valencia (MGUV). Tras estudiar museología y luchar contra todo y todos, ha conseguido convertir un almacén de objetos científicos en un verdadero Museo. La he visto agotada, cansada con sus tareas de madre, pero siempre alegre, ayudando a todos, luchando, estudiando, enseñando y superándose a sí misma. Es una gran mujer.

El MuvHN es un orgullo para nuestra universidad. Con Anna he aprendido la importancia de las colecciones científicas y concretamente el enorme valor patrimonial de las colecciones de fósiles. He tenido la suerte de que me dejase colaborar en el montaje del museo, hace 2 años, y ahora mi colección de “Fósiles del Triásico” es una de las mejores del mundo en invertebrados. Queda mucho por hacer y espero poder seguir colaborando con ella en este museo. Os invito a visitarlo.

El Cantarano.- Para terminar, ¿te gustaría añadir algo más como cierre de esta entrevista?

Ana Márquez.- Aconsejo a las futuras investigadoras que desarrollen sus carreras si de verdad tienen vocación e incluso pasión. Investigar con excelencia y enseñar con buena docencia son tareas difíciles pero muy gratificantes. Con esfuerzo se puede compaginar la familia y el trabajo. Hay que organizarse mucho, no se puede perder energía, con la familia vamos al 50%, pero las mujeres podemos hacer tres cosas a la vez, es algo biológico, y si nos lo proponemos lo conseguimos.

Estamos mucho mejor que antes, yo estoy orgullosa de haber formado parte de la época del cambio y de haber sido mujer independiente. Sé que otras mujeres ya habían allanado mi camino, también sé que nos queda mucho por hacer, entre otras cosas conseguir la colaboración con nuestros compañeros y parejas. No somos iguales, somos complementarios. ¡¡¡Adelante chicas, necesitamos científicas!!!

No more Matildas Crevillent 2021

Cartel por la visibilidad de la mujer en la ciencia. Cortesía de la Casa de Cultura de Crevillent (Alicante)

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