La encontró dormida, la mañana,
fue en el mes de agosto, ya no latía
el corazón, que triste no quería,
abandonar el sol, tras la ventana.
¿Para qué una muerte tan temprana?,
¿por qué se llevó Dios tu melodía?,
que inmensa tu ausencia, que triste el día,
sin tu sonrisa dulce, tan cercana.
Lloró la madrugada, al ver tu vuelo,
pero ya, hoy, tu voz, las nubes labra,
para sembrar poemas en el cielo,
y aunque te llevas tu luz y anhelos,
nos dejas en el alma tu palabra,
querida amiga, entrañable Consuelo.
Nuria JIMÉNEZ
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