Redacción de El Cantarano.
El gran poeta modernista nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) escribió bajo el influjo de la poesía francesa de su época y vivió un tiempo en París: concretamente, en el número 4 de la calle Herschel. Una lápida lo recuerda: «Dans cette maison habita Rubén Darío de 1909 a 1912». Epítome de la estrecha relación cultural entre ambos países, presentamos este poema que dedica «A Francia».
¡Los bárbaros, Francia! ¡Los bárbaros, cara Lutecia!
Bajo áurea rotonda reposa tu gran Paladín.
Del cíclope al golpe ¿qué pueden las risas de Grecia?
¿Qué pueden las Gracias, si Herakles agita su crin?
En locas faunalias no sientes el viento que arrecia,
el viento que arrecia del lado del férreo Berlín,
y allí bajo el templo que tu alma pagana desprecia,
tu vate hecho polvo no puede sonar su clarín.
Suspende, Bizancio, tu fiesta mortal y divina,
¡oh, Roma, suspende la fiesta divina y mortal!
Hay algo que viene como una invasión aquilina
que aguarda temblando la curva del Arco Triunfal.
¡Tannhäuser! Resuena la marcha marcial y argentina,
y vese a lo lejos la gloria de un casco imperial.