En este mes de diciembre de este extravagante año de 2021, Juan Miguel Asensi Torregrosa, Chuanmi para los amigos, cumple ochenta años fecundos de viajes, música, enseñanzas y sabiduría. Por eso queremos dedicar la entrevista de nuestra sección de Sociedad y la publicación mensual a este músico de profesión y vocación, escritor de haikus y de relatos, dibujante de ensoñaciones líricas. Juan Miguel es conocimiento y pasión, búsqueda constante de la verdad y del sentido de la existencia, amigo y maestro: «el mestre» le llaman algunos de sus discípulos, con ese artículo determinado definitorio, porque no solo es maestro de música, sino que también da lecciones de vida. Entre la filosofía oriental y el academicismo, entre la docencia y la composición y creación artística, siempre armonizando opuestos: así se define Juan Miguel, un «bohemio cuerdo» porque, si tiene de bohemio su carácter artístico y libre, su generosidad y su capacidad de improvisar, tiene de cuerdo su sentido de la responsabilidad y de la lealtad.
A todo lo anterior se suma que Juan Miguel se incorporó a El Cantarano desde el principio, participando en el primer mes de este primer año de vida de nuestra revista digital con un precioso artículo necrológico sobre su amiga Solveig Nördstrom. Ha sido y sigue siendo uno de esos colaboradores eficaces y discretos que aportan ideas, contactos y personas.
En esta entrevista vamos a conocer en profundidad a un artista plural que sigue activo, como nos lo demuestra su inclusión en el libro antológico de poesía alicantina Poetas en el Puente de los Espejos de Esther Abellán, presentado en este mes de diciembre de 2021.
El Cantarano.- ¿Dónde naciste y qué recuerdos tienes de tu infancia?
Juan Miguel Asensi.- Nací en el Palamó, Villafranqueza, donde conocí a personajes muy peculiares que marcaron mi infancia. Por ejemplo, cuatro hermanos masones que se llamaban Virgilio, Demócrito, Liberto y Giordano. Están enterrados todos fuera de sagrado, en el terreno destinado a los niños sin bautizar, y en sus tumbas aparecen el compás y la escuadra. Yo de niño no sabía lo que eran los masones. Recuerdo que Virgilio me dio clases, era maestro y al igual que sus hermanos, de una educación exquisita.
En la memoria que guardo del pasado, Villafranqueza me aparece casi como Macondo: a veces tenía la sensación de habitar un espacio de realismo mágico. La plaza del Palamó era el ágora griega. En ella convergían pastores con conocimientos sobre la reencarnación, como Manolico, que era capaz de cruzar ovejas y que tenía cuatro hijos con nombres muy significativos: Sócrates, Franklin, Zenón y Voltaire. Estaba el vigilante que buscaba el movimiento perpetuo. Había un señor que vivía dentro de un árbol hueco y le llamaban «el rayo». Pero sobre todo recuerdo a un peluquero cuya ilusión consistía en hacerse unas alas y volar… Y se las hizo y se tiró de una montaña. Me decía: «No me moriré sin tirarme del Tibidabo». Este personaje me hacía sentir importante porque me contaba cosas y jugaba conmigo como un igual.
El Cantarano.- ¿Cómo era tu familia? ¿Había algún músico en ella?
Juan Miguel Asensi.- Lo primero que destaca de mi familia, y me figuro que sucedería en otras familias, es que tuve dos abuelos que me trataban de influir cada uno desde su opción. Uno era republicano y el otro de derechas. Respecto a antepasados músicos, un tío abuelo llamado José Torregrosa fue músico, y también lo fue su hijo del mismo nombre. El amor a la música me viene de parte de la familia materna, donde la tía Rosa, hija de Francisco Torregrosa, quería ser cantante.
El Cantarano.– ¿Crees que puede influir en la personalidad de un artista el hecho de nacer y crecer en un lugar de la costa mediterránea?
Juan Miguel Asensi.- Creo que sí. Las montañas son para los místicos, los ríos y los mares para los sabios y filósofos. Sin duda alguna, el Mediterráneo impregna a quienes habitamos en sus orillas. Nos remonta a una filosofía de vida: la música, la comida, la luz, que afecta la glándula pineal e inspira a los pintores, entre los cuales he tenido muchos amigos; el clima (podríamos decir que el sol pasa el invierno en Alicante) y otros factores determinan la forma de relacionarse con los otros y con el mundo.
El Cantarano.– ¿Cómo fue tu formación musical?
Juan Miguel Asensi.- Empezaré por mi formación académica general que también es imprescindible. Estudié en los Maristas la enseñanza primaria, el bachillerato y el Preu como se llamaba entonces al curso preparatorio de la Universidad.
Respecto a mi formación musical, debo nombrar al profesor Alfosea, con quien empecé a estudiar a los siete años y del que guardo un recuerdo imborrable. Gran parte de mi formación se ha desarrollado en el Conservatorio Óscar Esplá de Alicante. Allí obtuve el título de profesor de Solfeo y Teoría de la Música que completé con el de Pedagogía Musical Superior del Conservatorio Superior de Valencia. Y en cuanto a instrumentos musicales, aparte de los que aprendí a tocar de forma autodidacta, tengo los títulos elementales de piano, violonchelo y percusión y el superior de guitarra del Conservatorio Óscar Esplá.
Aparte he hecho muchos cursos para completar mi formación y sobre todo mi curiosidad: de pedagogía musical y de música para niños ya que profesionalmente me he dedicado a la docencia; de composición, porque también he compuesto canciones y otras obras; y además de dirección de orquesta, de flauta india, percusión y tabla, de literatura valenciana, etc.
Entre mis mejores experiencias de formación está mi estancia en el Instituto Orff de Salzburgo, mis estudios y prácticas de Tai Chi con el profesor Armenio Jhon Alenezian y mis estudios de control de estrés, relajación y yoga con la profesora de yoga y arqueóloga Solveig Nördstrom.
El Cantarano.– ¿Cuál ha sido tu desarrollo profesional?
Juan Miguel Asensi.- Como ya he comentado, me he dedicado sobre todo a la enseñanza, pero en el sentido más amplio del término: no solo de la música, sino que he procurado también ser maestro de la vida. He trabajado sobre todo como profesor de guitarra y de otros instrumentos, tanto dando clases particulares como integrándome en instituciones académicas o administrativas como el Instituto Jorge Juan y el entonces llamado Femenino (actual Miguel Hernández) donde formé rondallas en ambos centros. También di clases en el Colegio de las Teresianas de Alicante, en la Universidad Autónoma de Madrid y en la de Alicante, así como clases subvencionadas por el Ayuntamiento de Alicante. Y finalmente en el Conservatorio Profesional de Música «Vicente Lillo Cánovas» de San Vicente del Raspeig donde he sido profesor titular de guitarra desde 1983 hasta mi jubilación. Como curiosidad, un año di clases de Tai Chi en la Universidad de Alicante (entonces CEU).
El Cantarano.– Aunque se te identifica sobre todo con la guitarra, sabemos que hay otros muchos instrumentos que eres capaz de tocar…
Juan Miguel Asensi.- Todos los instrumentos musicales me interesan. De los instrumentos del método Orff, la flauta dulce, bilofones, metalofones, panderos, panderetas, chinchines… Y también la bandurria, típica de la tuna, y derivados como el bandurrín, el laúd y el archilaúd, la mandolina, el piano, el órgano, el acordeón, el violín… Y en fin, instrumentos típicos de diversos países y culturas como el triple colombiano, el requinto, la guitarra baja, el sarangui de Nepal, la balalaika rusa, la bazoukia griega, el sicú de Perú, la tabla de percusión y la tampura de la India…
El Cantarano.– ¿Qué experiencias recuerdas de tus viajes musicales por Europa y por el resto del mundo?
Juan Miguel Asensi.- Hay muchas anécdotas, hay que pensar que, cuando era joven, era capaz de coger la guitarra y una mochila y viajar con un amigo hasta los países nórdicos sin un duro, ganándonos la vida a base de hacer música donde y cuando tuviéramos ocasión. También hubo giras formales como componente de grupos de música folklórica y popular española e iberoamericana. Ha sido una experiencia inolvidable tocar en Rusia y en países de Asia.
El Cantarano.– A primeros de año escribiste un sentido homenaje de despedida a la arqueóloga Solveig Nordström ¿Qué otros personajes interesantes has tratado?
Juan Miguel Asensi.- He tenido el privilegio de conocer a gente muy creativa y que aporta. Músicos como Carlos Blanco Fadol, con quien colaboré en conciertos de música étnica, Óscar Esplá y por supuesto mis inolvidables profesores, como Rafael Casasempere padre (o senior como dicen ahora), y compañeros que con el tiempo se han hecho amigos, como José Chafino, e incluso alumnos con los que ha acabado surgiendo una amistad, como Roberto Sabater. Doy unos cuantos nombres pero dejo muchos, aunque no olvido a ninguno. Por otra parte están los poetas como Alfredo Gómez Gil, a quien acompañé con mi guitarra en uno de sus recitales de poesía, Francisco Mas-Magro, Esther Abellán, Consuelo Jiménez de Cisneros (las dos han escrito admirablemente sobre mis haikus y con Consuelo he compuesto canciones donde ella escribía la letra y yo la música). Y un gran grupo de pintores alicantinos como Gastón Castelló, Ruiz Morante, Manzanaro, Amérigo, Lorenzo Ajo, Xavier Soler, Madrid Alfonso, Miguel Cerdán, Boni, Llorenç Ferri, Otilio, Dori Martín Lázaro… y seguro que me dejo alguno en el tintero.
El Cantarano.- ¿Cómo descubriste el haiku y cuántos poemarios de haiku has publicado? (citar las traducciones y ediciones bilingües)
Juan Miguel Asensi.- Mi interés por las filosofías y culturas orientales: el budismo, el Tao… me llevaron a descubrir el haiku que no es solo un género literario sino una filosofía de vida basada en el respeto a la naturaleza y a todos los seres vivos que la componen, el ritmo de las estaciones, etc. He publicado varios libros recopilando mis haikus como El silencio de viento, Cantos de un vagabundo, La brevedad creciente, El sendero sin huella y recientemente la selección 25 haikus. he tenido la satisfacción de que algunos de mis haikus figuren en antologías y otros se hayan traducido a lenguas como el catalán, el inglés y el ruso.
El Cantarano.– Vamos a tu faceta menos conocida: el dibujo artístico. ¿Cómo y por qué empezaste a dibujar? ¿Qué tratas de transmitir?
Juan Miguel Asensi.- Considero que todas las artes se complementan y el dibujo lo relaciono especialmente con la poesía. Presenté en Alicante una exposición de pinturas y dibujos titulada «Espontaneidad en el grafismo» y recientemente (en 2021) he ilustrado la portada del poemario Somos islas de Consuelo Jiménez de Cisneros.
El Cantarano.– Para un músico, la giras en solitario o en grupo son fundamentales. ¿Qué nos puedes contar al respecto?
Juan Miguel Asensi.- Las giras me han permitido viajar y conocer muchos lugares y países, desde localidades próximas como Villena, Almansa, Altea, Murcia… hasta países de Centroeuropa y países nórdicos, Rusia, Asia… Destacaría mis conciertos con la Cuarentuna, cuando recorrimos Portugal y Holanda (además de España y sobre todo la provincia de Alicante).
El Cantarano.– Entre tus composiciones musicales, ¿qué piezas destacarías?
Juan Miguel Asensi.- En primer lugar, el libro Diez canciones para la Escuela, con letras de Consuelo Jiménez de Cisneros e ilustraciones de diez artistas alicantinos, desde la portada de Gastón Castelló a la contraportada de Xavier Soler. Con Consuelo también compuse la canción Caruso, dedicada a ese curioso y entrañable personaje alicantino. Tengo una partitura para instrumentos de pulso y púa, Iván, y otra para guitarra, Recuerdos.
El Cantarano.– ¿Qué otros intereses tienes actualmente?
Juan Miguel Asensi.- Los de siempre. La música sigue siendo mi compañera cotidiana, hacer música para mí es como respirar. Reunirme con los amigos y tocar lo que se nos ocurra es un verdadero placer. Y compartir tertulias y conversaciones donde intercambiemos puntos de vista y diferentes concepciones de la vida y del universo es algo que aprecio mucho. Mis principios no han cambiado: insisto en el Tao y el budismo, el zen, el pensamiento de Krisnamurti, junto con el existencialismo, como las filosofías que me guían en la vida.