Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.
El pequeño (no llega a dos mil habitantes censados) municipio costero de Calahonda, el más meridional de la costa granadina, destaca por decorar los muros de algunos de sus edificios más representativos con poemas alusivos al pueblo o relacionados con el edificio al que adornan, como puede ser la iglesia.
Son versos compuestos por poetas locales y son un ejemplo de cómo la poesía no solo ha de estar escrita en los libros. Un poema puede ser tan decorativo como un mural o un grafiti.
En nuestro paseo con un grupo de buenos amigos por esta localidad un día soleado, como es habitual en la zona, descubrimos esta lírica callejera que aquí se reproduce para los lectores de El Cantarano y aprovechamos para recomendar este precioso rincón donde la luz, el mar, la cordialidad de los habitantes y la buena mesa justifican sobradamente la visita.
Para pasar unas estupendas vacaciones o un relajante día de fin de semana no es preciso acudir a lugares turísticos y repletos de gente: es mucho más aconsejable detenerse a conocer nuestros pequeños tesoros ocultos en los repliegues de las costas y en las esquinas de los mapas.
No solo de versos vive el ser humano, así que aprovechamos para incluir otras fotografías del entorno más cercano y su paisaje, de construcciones tan llamativas como la pasarela sobre el mar para los inmunes al vértigo, y tan curiosas como la torre vigía casi comida por la tierra, testimonio de otros tiempos de piratas y banderías.
Calahonda: un lugar encantador donde se funden naturaleza y poesía.
Fotografías de Consuelo Jiménez de Cisneros.