Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
Generalmente reseño libros. Pero esta vez voy a reseñar una exposición como si fuera un libro. Un hermoso libro de poemas sin palabras, imágenes que valen ni más ni menos que las palabras, imágenes que sustituyen a las palabras y nos lo cuentan todo solo con mirarlas.
Cada vez disfruto más del arte. Del arte que me regala una realidad hermoseada o una fantasía que me conmueve. Últimamente he tenido la suerte de ver exposiciones que me han colmado el ánimo de alegría, de serenidad. Doy gracias a los artistas, a los de verdad, a los que tienen técnica y sabiduría como también emoción y tino.
Esta tarde, a las cinco y media en punto, he entrado en la Diputación para visitar la exposición de un pintor al que no conocía: Francisco Sánchez Soria. Solo sé que es de Torrevieja y que sus pinturas son poemas de luces y de sombras, de colores sutiles de agua y tierra. Sus paisajes rurales me evocan los montes, las ramblas, los campos que seguro recorrería mi abuelo Daniel; el misterio de los viejos edificios y los parques solitarios me sugiere mágicas historias; y los paisajes urbanos me emocionan por la geometría de sus líneas iluminadas.
He recorrido la exposición completamente sola. Nadie visita una exposición a las cinco y media de la tarde. Me apunto la hora para la próxima vez que valga la pena venir a pasear entre palmeras, senderos, vegetación y barro. Un viaje por una comarca tan cerca y tan lejos como queramos. Tenemos que viajar más por la provincia. Pero yo ya no tengo coche, y las conexiones con los pueblos pequeños: Rojales, Algueña… son imposibles. Desde aquí, aprovecho para reivindicarlas: autobuses directos en horarios razonables para esos lugares maravillosos en los que querríamos estar más tiempo, detener el tiempo, ese «tiempo sin orillas» del pintor poeta.
La exposición «Tiempo sin orillas» de Francisco Sánchez Soria estará abierta hasta el 22 de junio en la Sala de Exposiciones de la Diputación de Alicante.