Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.
He aquí la primera novela de una joven médico y escritora, Rosana Corral-Márquez, que se une a la cada vez más amplia y prestigiosa lista de médicos que escriben. Es su primera novela, pero no su primera incursión en la literatura narrativa, donde, además de mantener un hermoso e interesante blog, ha publicado relatos y microrrelatos reconocidos con diversos premios literarios.
La autora trabaja como psiquiatra en el Centro de Salud Mental de Sagunto. En este Cantarano que no esconde, sino que luce los tesoros que le ofrecen sus colaboradores, hemos publicado textos de los médicos escritores Emili Rodríguez Bernabeu (Premio Vicent Andrés Estellés de Poesía y Premio de las Letras Valencianas) y Francisco Mas-Magro y Magro (fundador del grupo Lasser de poesía y nieto del médico del mismo nombre que fuera canditado al Nobel de Medicina). Esta reseña coexiste con la que acabamos de publicar sobre el poemario de María Teresa Muñoz Valera (también médico) a cargo de Francisco Mas-Magro.
La novela nos cuenta una historia verídica, dentro de un género actualmente en apogeo, que es el de la biografía y autobiografía novelada. Una variante de la novela histórica que se acerca mucho más y de manera más íntima al personaje que la clásica novela histórica que lo contempla desde fuera y narra en tercera persona. Aquí la autora se mete en la cabeza y en el corazón de los personajes para narrar desde dentro, con una enorme sensibilidad. Nos acercamos así a la historia de una joven anarquista, María Pérez Lacruz, apodada «la Jabalina», que fue fusilada después de la guerra civil, no sin antes pasar el calvario de la cárcel con sus humillaciones y penalidades: el rapado de cabeza, las amenazas, el hambre… pero sobre todo, el horror de que le arrebatasen a su criatura recién nacida. Algo que, por desgracia, sucedió históricamente en más de una ocasión y fue una terrible práctica que se extendió en contra de ciertas madres en situación precaria hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, como se «justifica» en la cita previa de Antonio Vallejo Nájera.
Lo más destacable de este libro, para mí, es que el sentimiento que predomina, desde las primera páginas hasta las últimas, es el amor. Amor en todas sus facetas y perspectivas. El amor se anuncia ya en la dedicatoria que la autora dirige a su marido y a sus dos hijos. Y entramos en el primer capítulo teñido de amor maternal donde acompañamos el angustioso recorrido de una madre que va a visitar a su hija presa, con miedo de que se le enfríe su plato de lentejas. A lo largo de la novela, asistimos al nacimiento y desarrollo del amor de la joven María que se debate entre el socialista Pedro y el anarquista Rico, un debate que va más allá de lo puramente sentimental, porque implica también dos formas de vida y dos diferentes compromisos. Amor de sororidad se aprecia entre las mujeres presas que comparten lo poco que tienen, lo poco que reciben; que se consuelan y animan mutuamente en escenas preciosas y terribles.
En cuanto a su estructura, destacamos la mezcla de tiempos anteriores y posteriores a la guerra civil que sirven como alegorías de la libertad y el cautiverio. Del estilo de la novela, resaltaría esos diminutivos en -ico que nos recuerdan el origen aragonés de la familia de María, nacida en Teruel. El coloquialismo de los diálogos los hace vivos y reales. Hasta el título de la novela está sacado de una jota: Tan hondo grabé tu nombre / que a perder eché un olivo, / si me llegas a olvidar / qué lástima el arbolico. Una jota que aparece dramáticamente al principio y al final de la novela como un desesperado llamamiento a la supervivencia en la memoria.
La autora declara que su novela se ha inspirado en la biografía del historiador Manuel Girona, Una miliciana en la columna de hierro. María «la Jabalina», y a su vez Manuel Girona reconoce: «Creí que conocía todo sobre ella y estaba equivocado, esta novela te lleva a sentir que la ficción es más real que los propios hechos documentados». Coincide esta opinión con la premisa de que la Literatura es fuente de la Historia, de lo que tenemos tantos ejemplos. Inevitable citar a Galdós, de quien tanto se habló el año pasado con motivo de su centenario, no solo por los Episodios Nacionales, sino por sus novelas que nos permiten conocer la España decimonónica mejor que cualquier documento.
Así pues, esta novela, además de presentar una historia emocionante y llena de interés, ofrece también un panorama pormenorizado, en toda su dureza, de la época, la sociedad y el contexto en que se ambienta la historia de su protagonista, María. Si Ortega decía que cada uno es uno y sus circunstancias, solo las circunstancias históricas pueden explicar la aparición de personajes como María, una mujer trabajadora, comprometida, valerosa y, finalmente, víctima de una represión que ya es historia. La violencia que la novela trasluce nada omite: se habla del maltrato de las cárceles franquistas y también de las torturas de las chekas comunistas. Aunque el punto de vista narrativo y con él la simpatía del lector vaya hacia un lado, se recuerdan actos de violencia en ambos bandos: saqueos de iglesias y sacas de personas por un lado, los bombardeos de los fascistas italianos y los fusilamientos de la primera posguerra por el otro. Esto sí es memoria histórica.
La novela es, sobre todo, la historia de una mujer: hija, hermana, madre, compañera, amiga, novia, anarquista, presa. Hay que recordar que es la historia real de una mujer que fue condenada a muerte sin haber tenido un juicio justo y pese a informes favorables que la desvinculaban de actos violentos. Probablemente fue condenada por el hecho de haberse atrevido a ser mujer y anarquista, de haber vivido libremente en una época en que las mujeres no podían ser libres, de haberse expresado con libertad, de haber tenido un hijo de soltera del que nada más se supo. Todo lo cual trazaba un retrato prejuicioso que la condenaría injustamente a muerte. La novela cuenta, además, la historia de una madre que sobrevive a la muerte de dos hijas: una, fusilada; la otra, enferma sin remedio. Con ella y con su extraordinaria fortaleza frente a la tragedia acaba el último capítulo.
En conclusión: Si me llegas a olvidar es una novela que narra una tragedia verídica, escrita en un estilo que oscila entre el desgarro crudo y el más intenso lirismo, que engancha desde la primera página y conmueve hasta la última.
Rosana Corral-Márquez, Si me llegas a olvidar. Versátil Narrativa. Madrid, 2013