Reseña: Consuelo Jiménez de Cisneros
No es fácil reseñar un libro del que he sido editora y prologuista y que, por tanto, lo siento un poco mío también. No soy su madre, pero sí me considero su madrina, y quisiera tener ese poder que la fantasía otorga a las madrinas y, con una varita mágica, hacerlo circular por el mundo de los lectores interesados en novela histórica y en narrativa juvenil, porque ambos van a ver sus expectativas más que satisfechas.
La autora es una mujer que tiene a Perú incrustado en su corazón y en su vida, que ha creado una ONG educativa que repercute en generosa ayuda a ese país hispano (sí, hispano, que habla nuestra lengua, como nosotros hablamos el latín sin odiar a Roma a pesar de haber sido su colonia). La autora conoce Perú y, en consecuencia, escribe de lo que conoce y ama. Porque solo se ama lo que se conoce, y ella nos da a conocer ese país a un tiempo misterioso y exótico, tan lejano por unos conceptos y tan cercano por otros a nuestra sensibilidad y nuestra cultura.
Además, la autora es madre y es profesora. Todas las madres son profesoras velis nolis de sus hijos y todas las profesoras son un poco madres accidentales de sus alumnos. Así pues, ese lado maternal y tierno de la enseñanza también se refleja de modo explícito en la segunda parte de su novela. Una novela contada en primera persona, que es como mejor se cuentan ciertos asuntos. Y contada por dos personajes separados en el espacio y en el tiempo, pero unidos por los hilos indestructibles de la sangre, los afectos y, en este caso, una preciosa promesa que hay que cumplir.
Es esta una historia que va a interesar por igual a jóvenes y a mayores. Cada quien la leerá desde su particular punto de vista y experiencias de la vida. En cualquier caso, está garantizada una lectura amable, con la que disfrutaremos, aprenderemos y viajaremos, como sucede con todas las buenas novelas de aventuras.