Reseña: Consuelo Jiménez de Cisneros
Juan Ramón Torregrosa en doctor en Teoría de la Literatura y el Arte y Literatura Comparada, profesor y escritor de larga trayectoria. En nuestra coincidencia en los VII Encuentros de Poesía de la Fundación Miguel Hernández de Orihuela que están teniendo lugar en estas fechas, ha tenido la deferencia de regalarnos sus dos últimas publicaciones: Loción de lengua (EDA Libros, Málaga, 2020) y Don Carnal y Doña Cuaresma y otras historias del Arcipreste (Editorial Iglú, Cienpozuelos, Madrid, 2021). Es emocionante comprobar que la literatura no teme a la pandemia, y que en nuestros tiempos, tan extravagantes por muchos conceptos, se siguen alumbrando textos repletos de amor a las letras, sabiduría y humor como estos, tan originales y atractivos, que Juan Ramón nos ofrece.
Como bien dice en una de sus amables dedicatorias, desde la adolescencia compartimos inquietudes que él describe como «fervor por la poesía y la enseñanza». Su trayectoria así lo certifica: ha sido profesor de Secundaria en diversos institutos, experiencia que está en la base de los libros que hoy reseñamos. Cuando un profesor ama su materia, siente la necesidad de comunicar ese amor, no solo mediante las clases, sino también mediante la escritura literaria que eleva la didáctica a categoría artística. En ese afán divulgador, de estudioso y de maestro, Juan Ramón ha publicado ediciones criticas y antologías poéticas y ha colaborado en libros de texto.
Pero además, y ya en el ámbito de la creación literaria, Juan Ramón es autor de media docena de poemarios que ha ido publicando en diversas editoriales de Andalucía, Murcia y Alicante, así como de obras de teatro inspiradas en nuestra historia literaria como Sanchica y Aldonza, mozas andantes.
La calidad de su obra literaria ha sido reconocida quedando finalista de los Premios de la Crítica Literaria de la Comunidad Valenciana con su libro Concierto de contrarios (Granada, 2017) y más recientemente con su Loción de lengua.
Loción de lengua
Loción de lengua, subtitulado -como un guiño al connaisseur– «Silva de varia lección o ensalada de microrrelatos, gramaticuentos, etopeyas y otros artefactos verbales» es un divertimento literario que muestra la creatividad lingüística de Juan Ramón y su enorme habilidad en el manejo de los recursos retóricos y la versificación. Pertenece el autor a esa categoría de docentes que han hecho de su trabajo un arte. Muestra su pasión, erudición y sentido del humor a lo largo de una serie de textos que ha agrupado en cuatro partes: Juego de espejos, Ejercicios de retórica, Gramaticuentos y Etopeyas, homonimias y otros artefactos verbales.
En su Prólogo «Sobre el origen de esta obra», el autor confiesa que ha ido surgiendo a lo largo de su experiencia docente, hasta el punto de que dedica la obra a sus estudiantes «que gozaron o sufrieron en mis clases una ración diaria de lengua». Cuando se dirige al lector, no oculta su objetivo de «enseñar deleitando», al modo de nuestros queridos autores ilustrados. Y no cabe duda de que lo consigue. Hacer amena la ciencia, en este caso la ciencia literaria, no es algo sencillo ni al alcance de cualquiera. El autor lo logra con este libro refrescante, divertido, riguroso, que admite varios niveles de lectura ad modum recipiendi que diría el escolástico.
En su primera parte, Juego de espejos, disfrutamos de la mitología travestida en relato actual, la meta-literatura al modo azoriniano (y Juan Ramón no esconde sus fuentes, sino que las hace relucir en sus textos), los referentes bíblicos (el libro de libros que bien podríamos llamar la madre de todos los libros), las leyendas… Así como las alusiones a obras literarias clave de la literatura universal, desde Dante a Shakespeare, y más modernamente Hemingway, Kafka, Borges… sin olvidar la literatura clásica española: Lope, Quevedo, Cervantes…
Su segunda parte, Ejercicios de retórica, responde perfectamente a ese título. Los nombres de cada capítulo así lo demuestran: Antonimia, Anfibología, Prosopopeya, Paradoja, Hipérbole... Insisto en que no hay que ser un experto en literatura para gozar de una lectura amena, al margen de la erudición desplegada por el autor. Aquí se trata de microrrelatos inspirados por las figuras retóricas y lo que el autor llama «artefactos» literarios. Estas historias pueden leerse simplemente como cuentos donde la intriga y el humor se dan la mano para deleite del lector. Destacamos el descacharrante Romance de Berenjena y Almojábana, en la mejor tradición de nuestras letras cómicas y como un desenfadado homenaje al Quijote. Este poema abre una serie de otros tantos dedicados a recordar monumentos de la lírica y la métrica: la lira, la quintilla, la décima, el soneto… en relación con los autores clásicos que los cultivaron y que Juan Ramón emula sin esfuerzo.
La tercera parte, Gramaticuentos, se inspira en las letras, fonemas y ortografía, incluyendo signos de puntuación, y también en categorías sintácticas y frases hechas. Todos estos conceptos aparentemente abstractos se transforman en graciosos microrrelatos u originales reflexiones. Y finalmente, la última parte, Epopeyas, homonimias y otros artefactos verbales, consiste en una amplia recolección de muestras de ese mini-género literario que se ha puesto de moda últimamente, pero que goza de larga tradición, con raíces hincadas en la filosofía: el aforismo, en este caso, libremente reinterpretado. Hay quien lo relaciona con la greguería de Gómez de la Serna y añadiría que también puede recordar el conceptismo de Gracián y Quevedo. En resumen: un libro para golosos de la literatura tanto como para inapetentes, a consumir sin moderación.
Don Carnal y Doña Cuaresma y otras historias del Arcipreste
Este libro es una versión moderna de textos del Libro de Buen Amor firmado por Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en el siglo XIV. Es, pues, una adaptación necesaria, dirigida, según indica la colección, a mayores de 12 años. La edición está ilustrada con reproducciones a todo color de obras clásicas del arte -desde las Cantigas de Santa María al Bosco o Brueghel- que nos ayudan a imaginar ese fascinante mundo medieval que no pasa de moda, como lo acreditan las series y películas más exitosas de nuestros días.
Considerando que el metro usado por Juan Ruiz en su obra es la llamada cuaderna vía o tetrástrofo monorrimo, un verso lento y largo, Juan Ramón ha optado por dividirlo convirtiendo los hemistiquios en versos independientes, lo que agiliza la lectura al eliminar la pesadez de aquella métrica voluminosa. Juan Ramón reescribe la obra del Arcipreste de forma que la traslada sin pena al siglo XXI y la pone al alcance de cualquier lector, sin límite de edad ni de conocimientos literarios previos.
Los contenidos responden a los más representativos de la obra original, aunque la selección ha sido forzosa. No es, pues, una transcripción al pie de la letra de la obra original, pero encontramos lo esencial: las fábulas clásicas (como la Disputa entre griegos y romanos), las historias galantes y los consejos amatorios, que son sustancia medular del Libro de Buen Amor, y ahí se incluyen los amores del arcipreste, la historia de don Melón y doña Endrina, donde aparece mencionada nuestra primera celestina, Trotaconventos, la del cornudo Pitas Payas… Y no puede faltar la que da título al libro: la batalla de don Carnal y doña Cuaresma, una tradición ancestral que aún se conserva en nuestros carnavales y cuaresmas.