Claro que sí. Defendemos la libertad para insultar a troche y moche, para componer raps de un nivel de estudiante de primaria, para burlarse de un torero muerto en la plaza. Defendemos la libertad de ser sectario, de presentar una muerte accidental como un crimen y obviar asesinatos a sangre fría. Defendemos la libertad de mofarse de las instituciones del Estado y de sus representantes. Para eso somos una democracia.
Qué gran error encarcelar a quien no lo merece. Porque P. H. no merece la cárcel. La cárcel la merecía Quevedo, que sabía que se la jugaba cuando criticaba al poderoso conde-duque colocando unos versos hermosos y terribles bajo su servilleta, o cuando decía del rey Felipe IV que era grande como los pozos: tanto más grandes cuanta más tierra les quitan. El día que P. H. sea capaz de escribir algo mínimamente aproximado a eso, merecerá la cárcel. Pero nos tememos que ese día no llegará nunca.
¡Libertad para P. H. ya mismo! Lo piden estos pobres jóvenes estresados que queman contenedores, rompen escaparates, atacan a la policía… mientras los defiende O. J. beatíficamente, afirmando que hay que verlos en su contexto. Por favor, a P. H. pónganlo en libertad ya. No lo conviertan más en un héroe ni en un mártir. Déjenlo en su charco para que siga insultando a placer. Que para eso hay libertad de expresión.