Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
Este delicioso libro de pequeño formato y gran contenido reúne más de doscientos haikus de diversa factura y temática precedidos de un espléndido prólogo que firma Ángel Fernández Benéitez. El prologuista compara el libro con un devocionario que puede abrirse al azar y siempre proporcionará una reflexión o una inspiración.
El autor, José Iniesta, es un reconocido y galardonado poeta de Oliva (Valencia) con una larga trayectoria en la que destacan los premios de poesía Ciudad de Valencia por su poemario Arder en el cántico (2008) y Ciudad de Badajoz por su poemario Bajo el sol de mis días (2010). Recientemente ha participado en los Encuentros de Poesía de la Fundación Miguel Hernández de Orihuela.
El título de este libro aparecido en 2021, La plenitud descalza, es un armonioso heptasílabo que forma parte de uno de sus haikus. Su contenido se relaciona con la mística del haiku, búsqueda de la plenitud y a un tiempo de lo sencillo y elemental, sin ropajes ni efectismos. Como homenaje al haiku clásico japonés, la cita inicial es de Matsuo Basho y, como no podía ser de otra forma, es un haiku que trata de explicar lo que es un haiku: Tú duerme al raso / y entenderás mis haikus. / Viento de otoño.
Vamos a leer y analizar brevemente los cinco primeros haikus que pueden ser una muestra para que el lector se anime a descubrir el resto. Garantizamos que su lectura vale la pena, pues es una llamada a nuestra emoción y a nuestro intelecto simultáneamente.
El primer haiku parece una declaración de agnosticismo, pero al mismo tiempo de afirmación en la vida y la salvación: No creo en nada. / Junto al muro de piedra / el sol me salva. Observamos que el autor conserva una métrica que recuerda la de la soleá y una rima asonántica, lo que le da mayor musicalidad a la composición y la acerca más a la lírica propia del castellano. Pues los haikus japoneses son intraducibles, habrá que aceptar que lo mejor es asimilarlos a cada una de las lenguas en que se cultivan.
El segundo haiku, en cambio, prescinde de la rima, aunque no de la combinatoria habitual de versos de cinco-siete-cinco sílabas. Con cierta resonancia de la máxima del Tao «nada importa nada», este haiku dice así: No sé. No importa. / Tal vez sea lo mismo / andar, pararse.
El tercer haiku –Donde el silencio / hablo, vida, contigo / y todo canta– alberga una paradoja: «silencio» se opone a «hablo» y «canta». El poeta intenta un diálogo con la vida, que aparece en apóstrofe, a sabiendas de que esa comunicación se tiene que dar a partir del silencio contemplativo. Es una visión casi mística de la meditación, o al menos así lo interpreto.
El cuarto haiku dice: Qué vastedades / encierra la mirada. / Soy lejanía. Vemos la característica identificación del poeta con la naturaleza propia del haiku clásico. El poeta observa y a la vez se inserta en ese paisaje abstracto que solo se define por su grandeza inabarcable («vastedades», «lejanía»). Una metáfora pura lo cierra: ese «soy lejanía» que quizá rima con melancolía.
El quinto haiku emana un aroma especial, que nos sitúa en un lugar, el jardín, y en un momento del día, la noche, que es el espacio de la serenidad: Qué honda certeza / el jazmín florecido / aunque es de noche.
Y con estas hermosas sensaciones acabamos esta reseña que, sin duda, podría ser mucho más extensa, ya que cada haiku nos sugiere algo que decir. Probablemente sugerirá diferentes pensamientos y visiones a los diferentes lectores: esta es la riqueza de la verdadera obra artística.
LA PLENITUD DESCALZA de José Iniesta. Safekat. Madrid, 2021.
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