Es cierto que la muerte

Es cierto que la muerte de Consuelo nos llegó como un zarpazo. Me llamó por teléfono Carmen Santisteban para comunicármelo.

Me costó llegar a comprender que la noticia suponía la perdida hasta la eternidad de una amiga que era una figura inigualable.

Consuelo se marchó a la Comunión de los Santos siguiendo las directrices de su vida. ¡Esa inquietud que la movía  intelectualmente, y también físicamente, de aquí para allá! 

 “¿Hola Consuelo, dónde estás?” “En Madrid. En Alicante. En Asturias. En Crevillent, En Málaga…, en el Paraíso…”

Es muy complicado intentar escribir sobre una amistad que surge con la sencillez de una relación que se basa en la colaboración, sin más, una cooperación basada en la admiración.  Una colaboración sin precio alguno, aunque, ciertamente, tiene un principio y se trata de la justificación.

Mi relación con Consuelo Jiménez de Cisneros fue la de un médico que en su juventud, siendo estudiante en la Universidad de Granada,  se relacionaba con la poesía del Sur y un buen día, empujado por el poeta Juan de Loxa, director de la revista “Poesía 70”, funda en Alicante “Lasser”, una revista oral de poesía, al modo que “Poesía 70”, esta que se emitía semanalmente desde la Radio Popular de aquella de aquella ciudad. También lo hizo así  Lasser. Terminaba la. Primavera. de 1969

Lasser, fue, inicialmente, una revista oral de poesía que se emitía semanalmente desde Radio Popular de Alicante. Mas, al tiempo, su inquietud la transformó en grupo literario.

Pues bien, Lasser había convocado un certamen de cuentos de Navidad, para jovencitos. Era el año de 1970.

Como resultado de este certamen apareció una niña. Su nombre, Consuelo Jiménez de Cisneros. Sobresalió con un impecable trabajo que mereció el primer premio.

Consuelo era una adolescente de unos 14 años, delgada, alta, con un pelo corto que mi memoria lo recuerda negro, a quien pude conocer y saludar en la escalinata de la Biblioteca Pública del Estado del paseo de Ramiro,  en Alicante.

No recuerdo más, porque yo me encontraba enfrascado en mis estudios, y en mi grupo de poesía, y la imagen que se impregnó en mi memoria quedó así, tal y como la acabo de describir.

Consuelo llamó la atención del grupo Lasser. Y, por supuesto, de su director quien tenía como misión terminar la carrera de medicina e intentar sortear, en aquellos años setenta, a la pegajosa Brigada Político Social.

 No recuerdo en que año volví a encontrarme con Consuelo Jiménez de Cisneros. Sí recuerdo la circunstancia del reencuentro. Yo había terminado mis estudios de medicina y había pagado dos años en Sahara Occidental Español por causa de una “ficha” elaborada por la brigada político-social. 

Consuelo ya había concluido su periplo profesional por África y Europa.

Y fue en una  Feria del Libro de Alicante. En aquel año la exposición se ubicó en el Paseo de Federico Soto. ¿Sería el año 2017? ¿2018? Yo presentaba o mi biografía del pintor Luis Casteig (Memoria de un pintor olvidado) o mi primer poemario “Glosa de lo cotidiano”. 

El caso es que, oh casualidad, coincidió que en la caseta que se encontraba al lado de la mía, Consuelo Jiménez de Cisneros promocionaba uno de sus poemarios. 

Yo recordaba y seguía de lejos la obra de aquella niña de catorce años que había conocido en aquellas circunstancias en el año setenta. No dudé en abordarla. Fue un grato encuentro que derivó en una larga buena amistad. 

En 2020, Consuelo me habló de El Cantarano. Un proyecto interesante en el que  inicié mi colaboración  participando con varios trabajos en verso y en prosa. Siempre es una satisfacción ver los trabajos de uno publicados, leídos y bien valorados. 

El centro de la revista digital era su abuelo, el catedrático Jiménez de Cisneros, Don Daniel.

El Cantarano era una excusa para hablar de aquel sabio catedrático de geología, abuelo de Consuelo.

El viernes, 18 de junio de 2021, a las 19 horas se presentó oficialmente “El Cantarano”, en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, como “Revista digital de Literatura, Artes, Ciencias y Pensamiento”. Un gran proyecto cultural de acceso libre y gratuito que incluía ediciones y reediciones de libros, artículos de actualidad, efemérides, entrevistas, reseñas, exposiciones, experiencias de viajes, visitas y descubrimientos y textos de creación literaria. 

En esa presentación intervenimos: El profesor Jorge Olcina , Director de la Sede Universitaria de Alicante. Consuelo Jiménez de Cisneros y Baudin, editora y directora de “El Cantarano”. Ana Satorre Pérez, como Directora de la Casa de Cultura de Crevillent y yo, como asesor de la misma.  . 

Consuelo me distinguió pronto como colaborador y al cabo me nombró Subdirector. Un cargo prácticamente honorifico, puesto que el peso de la publicación siempre recayó en ella.

La revista digital “El Cantarano” era la “voz” de la “Fundación Jiménez de Cisneros”, en cuyo patronato figuran como patronos de sangre (por ser hijos de la presidenta de la Fundación, Consuelo Jiménez de Cisneros y Baudin): Daniel Prada Jiménez de Cisneros, alicantino, actualmente destinado como consejero de prensa en la Embajada de España en Bruselas, y Joaquín Prada Jiménez de Cisneros, epidemiólogo, profesor de la Universidad de Surrey en Reino Unido.

En el año 2023, Consuelo Jiménez de Cisneros decide no seguir publicando la revista digital, con el fin de potenciar la Fundación dedicada a su abuelo Daniel.

La personalidad de Consuelo volaba por encima de todo lo que se relacionaba con ella y sus proyectos. Mujer extremadamente sensible, tenía un carácter inquieto y unas ideas muy arraigadas, difíciles de rebatir. 

“¡Recuerda Consuelo quien eres!” Le repetía yo frecuentemente para animar sus preocupaciones.

Consuelo Jiménez de Cisneros y Baudín representa, con el conjunto de su obra,  la realidad de una autora que, por méritos propios, se encuentra en el libro que habla de la Historia de las Letras.

Su marcha de este mundo nos ha dejado un tremendo vacío muy difícil de cubrir.

Francisco Mas-Magro y Magro 

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