EL AUTOR DEL QUIJOTE ERA DE CÓRDOBA

Consuelo Jiménez de Cisneros.

No es la primera vez que escucho y leo esta aseveración, pero en esta ocasión, la noticia me viene de la mano de María José Serrano de Contreras, profesora de Literatura y familia del autor que acaba de estudiar en profundidad esta hipótesis a la que ya podemos llamar tesis: José de Contreras y Saro. El cual alega un documento demostrativo así como la existencia, casi simultánea, de tres personas con el mismo nombre de Miguel de Cervantes, parientes entre sí (lo cual bien puede suceder porque en cierta ocasión confundieron a mi tío, Miguel Jiménez de Cisneros Bernal, con su primo hermano, mi padre, Miguel Jiménez de Cisneros y Goicoechea).

Las teorías sobre el origen de Cervantes (como sobre el de Colón) son variopintas y algunas poco consistentes aunque muy sugestivas, como la que le atribuye cuna en Cataluña y manipula su apellido (Cervantes derivaría de ciervo…). Las más extendidas y reconocidas hasta la fecha son que Cervantes (el escritor, evidentemente con ese nombre puede haber y hay otras muchas personas) nació o bien en Alcalá de Henares o bien en Alcázar de San Juan. En la primera población (Alcalá) tuve ocasión de visitar, hace años, el Museo Casa Natal de Miguel de Cervantes, una bonita reconstrucción -o recreación- de una vivienda urbana típica del siglo de oro español. No me convenció como justificación de la cuna cervantina, pero me encantó como punto de estudio y difusión de Cervantes. En la segunda, Alcázar, pasé varias jornadas interesantes, incluyendo encuentros literarios en un colegio de la localidad, y pude ver en una iglesia el documento allí conservado y exhibido del bautizo de un Miguel de Cervantes cuya fecha no podía coincidir con la del escritor, según yo misma deduje, ya que en ese caso, Cervantes habría participado en Lepanto siendo casi un niño, lo que no cuadra con su relato. No obstante, me abstuve de expresar mi opinión porque los alcazareños no iban a aceptarla y no era cosa de discutir con quienes fueron para mí excelentes anfitriones.

Mis recuerdos cervantinos son anchos y largos. De lo más cercano a lo más lejano en el tiempo, empezaré por mi biografía dedicada a Miguel de Cervantes (Edelsa, 2008) donde aceptaba que nació en Alcalá como lo establecía la bibliografía canónica en aquel momento. Pocos años antes, en 2005, tuvo lugar mi participación en algunas actividades del IV centenario de la publicación del Quijote, que me trajo desde Luxemburgo, donde entonces residía como profesora de la Escuela Europea, hasta Almagro, acompañada de un par de selectos alumnos, para disfrutar del premio que concedió el Ministerio de Educación a nuestro proyecto “Don Quijote en la radio”. No voy a reseñar, por no alargarme, las muchas actividades (conferencias, publicaciones, etc.) que dedicamos a ese evento, en el que no pude por menos de evocar a mi abuelo Daniel Jiménez de Cisneros que también fue reconocido en la celebración del III centenario del Quijote, cien años atrás, en 1905 y en su pueblo de Caravaca de la Cruz, por un poema (dedicado a Sancho Panza) y un relato.

Y para el final dejo lo más entrañablemente cervantino de mi «memorabilia»: mis recitales poéticos, desde 1969 -tenía yo tan solo trece años- en la Casa de Cervantes de Valladolid (donde se sabe residió el autor del Quijote) presididas por su entonces director, el poeta don Nicomedes Sanz y Ruiz de la Peña, que conoció y trató a Valle Inclán y a otros ilustres de nuestro parnaso literario. Conservo los dos sonetos que me dedicó en sendas presentaciones de las muchas realizadas a lo largo de los años, mientras mantuve contacto con Valladolid, tierra natal de mi abuela materna. De aquella Casa de Cervantes promovida por el marqués de la Vega-Inclán, al que tanto debe la cultura española, conservo el recuerdo de un silencio y un olor a siglos en estancias con los suelos cubiertos de esteras que amortiguaban los pasos y las paredes recubiertas de libros que atraían la mirada y hacían pensar en aquella frase atribuida al ilustre gallego (coruñés) que nos enseñó los orígenes de la literatura española, Menéndez Pidal: “siento morir sin haber tenido tiempo de leer los libros que me quedan por leer”.

Finalizaré asegurando que para mí es un placer que Cervantes (el escritor) sea cordobés porque cordobés (y de Castro del Río, lugar históricamente cervantino) fue mi abuelo materno, Federico Baudin Ruiz, nacido allí donde su padre, mi bisabuelo Federico Baudin y Capelo, estaba destinado como juez, profesión que también seguiría su hijo, mi abuelo. Solo me queda agradecer a María José Serrano que me haya hecho partícipe de esta noticia y me haya enviado el esclarecedor artículo de su familiar, Regla Contreras Rodríguez-Jurado, que reproducimos a continuación.

Foto portada: Cervantes retratado por el pintor y poeta Juan de Jáuregui.

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