CINCO POEMAS DE CARMEN SANTISTEBAN

ENVEJECER

SE HA ROTO EL CRISTAL DE TU CUERPO

Se ha roto el cristal de tu cuerpo

en un enjambre de cielos enmarañados,

en surcos por donde corrían tus sonrisas,

con reflejos del sol de ayer.

Se han abierto en valles,

las laderas fulgurantes

por donde ascendía la luna,

buscando los fuegos del deseo,

los intensos placeres de la carne,

los murmullos de ciénagas hirvientes,

los cantos de luces apagadas,

los susurros de madres protectoras.

Se ha roto el hilo de los recuerdos,

devanada la madeja de la vida,

entre manos tejedoras de sueños.

Se ha roto el agua, el sol, la luz,

aprisionadas entre el reloj y la tiniebla.

Se ha roto el caminar recto

en la línea de tu espalda,

la flor blanca de tu risa,

los azules transparentes de tus venas,

las rosas ardientes de las aureolas de tus senos.

Se han roto los hechizos del futuro,

mientras lentamente recorro los senderos del recuerdo.

 

DESDE MI VENTANA

Está el tiempo detenido entre las montañas,

en Sierra Mariola, en Montcabrer, en el Cabeço d`Ör,

en Sierra Aitana.

Con el Puig Campana desafiante,

desoyendo la melodía de Oscar Esplá,

ignorando el nogal, los olivos y la luz de Emilio Varela,

olvidada ya de sus paisajes de nieve, siempre efímeros,

engarzados en los blancos pálidos de la Carrasqueta.

Está el tiempo detenido entre esas montañas

que hoy, como monstruos lejanos,

se levantan sobre un mar de violetas apretados,

de jacarandas que acosan mi ventana.

Violetas intensos que se levantan sobre el suelo,

llenando mis ojos de sueños y aromas de campos de lavanda.

Jacaranda mimosifolia,

tupí guaraní de agradable fragancia.

Busco la verdad de tu nombre, que no encuentro,

y buscando, abro la ventana.

y miro más allá,

hasta que chocan los ojos con el verde de los pinos,

con las esbeltas cinturas de palmeras solitarias,

con la cúpula de la Santa Faz.

Es finales de Mayo,

Alicante rezuma jacaranda a orillas de los parques,

de las aceras, de las avenidas

y las llenan de alfombras moradas,

salpicadas de huellas oscuras y pegajosas

que arrastran los viandantes a sus casas.

Tupí guaraní… no me llega tu fragancia,

solo me impresionan la intensa preñez

de los ramilletes violáceos en tus ramas,

y esos inmensos globos malvas,

que se elevan,

sin arrastrar los grises y verdes de tus ramas.

Alicante. Santa Faz 24 de Mayo 2020
Durante el confinamiento en Pandemia

 

ESTA CARA YA NO ES MI CARA

Esta cara ya no es mi cara.

Mis ojos ya no son mis ojos.

El sufrimiento estéril los ha arañado

y les ha arrebatado sus capas de luz.

Ha ido horadando mis ilusiones,

abriendo grietas profundas,

heridas de muerte.

Pero no he muerto.

Siento que en lo más profundo

persiste un germen de vida,

es mi rayo de esperanza

en algún día

volverá a asomar un brote nuevo

que me hará renacer

que se resiste a morir.

 

LIBERTAD Y MUERTE

Abraza fuerte al álamo, sin ruido,

besa su cuerpo muriendo sin queja,

cuida las luces de plata, que deja

rota en estrellas la canción del rio.

Es el trozo de tierra que va unido

a la vida tejida en la madeja

de raíces y sueños, que se alejan

en un cuerpo deshecho, enternecido.

Si canta el rio y rompe las cadenas

llevando entre sus manos los cerrojos

del terrón seco lleno de maleza.

Disuelto en su correr lleva la pena

de cruda solidez hecha despojos,

libertad amasada con tristeza

No olvide el río, no olvide…

corra y cante

ANEXO: Otro reflejo de mi lucha entre la solidez y la ligereza. La naturaleza de algo, su esencia, quizás no se rompa, pero no tiene consistencia. La tierra, diluida en el agua, sigue siendo tierra, pero ha perdido su consistencia, su cohesión, a favor de una supuesta libertad, disuelta en una corriente que no sabe dónde la lleva.

VIAJE

Amanecí con el sueño de querer volar.

Me levanté sobre el dolor,

dejando en tierra el sufrimiento,

batiendo alas que espantan las miserias,

empujada por manos que me lanzan al cielo.

Manos lejanas que acarician el espacio

del Palermo Borgiano,

tocando el aire

que respiraré algún día.

 

Ilustración: óleo original de Carmen Santisteban.

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