15 DE JUNIO. DÍA MUNDIAL DE TOMA DE CONCIENCIA DEL ABUSO Y MALTRATO EN LA VEJEZ

Autora: Consuelo Jiménez de Cisneros.

Hay muchas efemérides en nuestras agendas. Las hay muy generales e insertas ya en la conciencia colectiva: Día del padre, de la madre, de los enamorados, de la mujer, del orgullo gay… También las hay curiosas e intranscendentes. Se puede decir que todo el calendario está plagado de ellas. Pero unas cuantas destacan por poner en primera línea situaciones sociales problemáticas sobre las cuales hay que reflexionar y, si es necesario, tomar medidas. Es el caso de esta efemérides propuesta òr la ONU para el 15 de junio: DÍA MUNDIAL DE TOMA DE CONCIENCIA DEL ABUSO Y MALTRATO EN LA VEJEZ.

El maltrato en la vejez, el abuso económico, emocional e incluso físico es un hecho constatable que protagoniza, ocasionalmente, las noticias de sucesos. La vejez es esa etapa de la vida a la que todos quieren llegar, estén como estén, como bien dice la Celestina: «viva la gallina aunque sea con su pepita» (la pepita era la denominación coloquial de una enfermedad que afectaba a las gallinas). Pero en esa etapa las fuerzas, de todo tipo, menguan: no se puede exigir a una persona de edad que actúe con velocidad y precisión a la hora de andar, de hablar, de decidir. Hay que tener paciencia con sus olvidos, sus omisiones, sus fallos, hasta sus intemperancias. Como en las más frágiles etapas de la vida, solo el amor -en forma de afectos, de cuidados, de compañía, de sonrisa- puede ayudar. Lo demás es nada.

El año pasado reseñábamos un libro que recoge situaciones de abuso en la vejez, vividas por una profesional sanitaria, que las expone de forma ficcionalizada. Recomendamos de nuevo la lectura de ese libro: HISTORIAS DE UNA ORQUESTA DESAFINADA. RELATOS SOBRE MALTRATO A LOS ANCIANOS de María Teresa Soy Andrade – El Cantarano Extraemos de esta reseña los párrafos que mejor podríamos aplicar a esta efemérides.

Lo más importante del libro es su intención: la de poner al descubierto un tipo de maltrato del que se habla poco, a no ser que llegue a cotas de violencia criminal convertida en noticia de prensa. Y también recoge los destinatarios preferentes de su libro: las personas mayores. La autora recalca esto en el Epílogo, donde escribe: «Este libro testimonia historias que pueden parecerse a la tuya y en tal similitud, podrás identificar en ellas tus propios abusos».

Junto a los terribles abusos que pueden incluso acabar con la vida de sus víctimas, hay otros de carácter leve que son como la gota a la que apenas se da importancia pero que acaba horadando y haciendo mucho daño. Ese daño que se acumula y desgasta la relación personal, que debiera ser hermosa y fluida, y ataca hasta la salud, pues no cabe duda de que la tristeza baja las defensas. Son menudencias que pasan casi inadvertidas, «pequeñeces», como diría el Padre Coloma. Se trata del maltrato psicológico que consiste, por ejemplo, en no dar información de la que se dispone como una forma de despreciar y mantener en vilo a la víctima; en no responder o posponer la respuesta a mensajes y llamadas; en replicar con acritud a cualquier intervención, pregunta u opinión; en lograr que la víctima no cuente para nada a la hora de decidir cualquier plan; en esas sonrisas que nunca deberían producirse porque expresan burla; en la ausencia de muestras de cariño y el trato frío y distante; en esos largos silencios que denotan una comunicación solo funcional, para cuando algo se necesita; en reproches y críticas por todo… y así podríamos seguir enumerando.

«Las personas mayores son personas vulnerables», escribe la autora. Y eso significa que, por su situación de dependencia, no necesariamente económica, a veces solo emocional, no quieren disgustar y prefieren soportar los «micro abusos». Porque por desgracia, quienes los cometen son los más próximos: los familiares y, en algunos casos, los malos cuidadores. Así lo recoge la reseña que dedica a este libro la periodista Mayka Sánchez en La Razón (9-8-2021) cuando reproduce las palabras de la autora hablando del mayor que «claudica, ya no digamos ante el maltrato físico, sino ante la marginación incluso familiar, a que no se cuente con él, a que se le trate solo por el valor de su pensión, al dolor de las mil y una sutilezas verbales o conductuales de falta de delicadeza que percibe hacia él. […] Son innumerables las formas de maltrato a los mayores que le abocan a una soledad forzosa, que le encierran en sí mismo y le causan uno de los mayores sufrimientos que puede experimentar el ser humano, máxime en la última etapa de su vida, en lo que sería cronológicamente la antesala de la muerte».

Para terminar, no podemos prescindir de la mención de grandes obras de nuestra literatura clásica, española y universal, en relación con el tema de la vejez: El abuelo de Benito Pérez Galdós, sobre la inserción de un abuelo en la vida familiar y la problemática de la sangre y las herencias. El viejo y el mar de E. Hemingway, sobre las capacidades de una persona mayor para bregar en la vida. Un viejo que leía novelas de amor de Luis Sepúlveda, sobre las aficiones lectoras de un anciano. La hoja roja de Miguel Delibes, sobre el trauma de la jubilación. El amor en los tiempos del cólera y El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez que presenta historias de amor en la última etapa de la vida. La lista podría ser mucho más larga, pero nuestro tiempo y nuestro espacio son mucho más cortos.

Imagen de Pixabay.

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