Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
Este poeta peruano residente en España desde su juventud ha ejercido como catedrático de lengua y literatura española hasta su jubilación. Ha publicado numerosos poemarios a lo largo de su trayectoria, siendo reconocido con premios y recogido en antologías. Sus versos están traducidos al francés, al italiano y al árabe. Su obra goza de una edición de poesía completa que se publicó por Hipocampo (Lima, 2016) con el título Opus est, recogiendo versos desde 1965. Posteriormente, ha seguido produciendo poemarios como este que vamos a reseñar.
Tríptico de las furias ha sido también editado por Hipocampo en Lima en 2019. Es una elegante edición en papel de color marfil que ofrece en sus amplias solapas una biobibliografía del autor. Hay unas «Palabras previas» del poeta y paisano del autor, Alberto Alarcón, donde se analiza el poemario en su lenguaje y contenidos y en el contexto de la obra completa del autor, poeta incansable y fecundo. Como se aclara en la cita que sigue a continuación, Las Furias (Tisífone, Megera y Alecto) son tres divinidades infernales de la mitología romana correspondientes a las Erinias griegas: unos seres encargados de ejecutar venganzas y castigos.
En correspondencia con el título, el libro se divide en tres partes de extensión desigual (siendo la primera la más amplia) que responden a los siguientes epígrafes: «Cíñase cada uno su propia espada», «Quedaos aquí y velad conmigo» y «La sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra» y que van precedidas de una cita alusiva a cada una de las Furias. Como puede observarse, se trata de tres frases bíblicas (la primera y la tercera del Antiguo Testamento y la segunda del Evangelio), con lo que se conjunta la cultura grecolatina con la judeocristiana: los dos pilares de nuestra civilización occidental. Pero es que además el recurso al lenguaje religioso es una constante en la mayoría de los poemas, donde esas expresiones relacionadas con lo bíblico y lo litúrgico se aplican a las terribles realidades que en ellos se describen. El poema final que tiene como «leit motiv» la expresión «En el nombre de Dios» es el mejor ejemplo de esto.
Los poemas van numerados, sin título. Hay que adentrarse en su lectura para calibrar la violencia de la condición humana que no varía con el paso del tiempo. La desigualdad, el abuso, la tiranía, la explotación del trabajo infantil, el mundo oscuro de la minería… Incluso la descripción de algún momento histórico concreto, como el asesinato de García Lorca, a quien no se menciona explícitamente, pero basta con leer topónimos como Alfacar o Viznar para reconocerlo.
«La poesía es un arma cargada de futuro», escribió el insigne Gabriel Celaya. Y esta misma definición podría aplicarse a la poesía de Cillóniz: poesía social en el mejor y más amplio sentido de la palabra. Pero también poesía existencial: «cuando solo el cuerpo sabe / lo que le pesa a él el alma». Poesía, en definitiva, de un poeta comprometido «…con el regusto del sudor y de las lágrimas / aún entre los labios».