RESPUESTA AL ARTICULO «UCRANIA, LA GUERRA TELEVISADA»

Autor: Francisco Mas-Magro y Magro.

La Catedrática de Geografía e Historia, doña Teresa Vidaechea, publica en El Cantarano “Ucrania: La guerra televisada” que, procedente de una mano culta, formada en Historia y Geografía, desprende inquietas incertidumbres entre los lectores que estamos alejados de su asignatura.

Yo soy un médico que escribe. Un hombre educado en el humanismo cristiano, por catedráticos de izquierdas y derechas que han bebido del pragmatismo y nos han dado como herencia intelectual el interés por la humanidad y un concepto doméstico de lo que es “libertad”. Por recordar: El profesor Don Fernando de Castro, republicano ferviente en medio de la opresión franquista. O mi queridísimo maestro Don Luis Álvarez, que llegó a ser presidente del socialismo granadino.

Por eso, comprendo y comparto la acción de los médicos ucranianos cuando en sus hospitales (los que son, y no son, bombardeados por Rusia), atienden tanto a heridos de su país como del enemigo. Esto también es noticia, profesora, que los pacientes nunca son enemigos, son pobres víctimas necesitadas de atención sanitaria y calor humano.

Y por ello leo con emoción la noticia: “En el hospital militar de la ciudad ucraniana de Zaporiyia a la que llegan a diario miles de desplazados forzados a abandonar sus casas por la ocupación rusa en el sur, se atiende a los soldados de Ucrania, pero también a los de Rusia, sin distinción». Sin embargo, sigo leyendo, ahora con estupefacción, la actitud que muestran los combatientes del Kremlin con el personal de salud y las frases que se les escucha decir son atroces. Por ejemplo: “Todos son nazis, sus hijos y sus mujeres merecen la muerte”. “Los niños también son nazis. Vinimos acá porque son malvados y debemos eliminarlos a todos”.

Claro que estas declaraciones pueden ser pura propaganda de parte. ¿Ahora sí podemos entender la masacre? ¿O es mera divulgación de Occidente?

¿Quién es Putin? ¿Un patriota? ¿Un pundonoroso político que invade un país de fascistas? ¡Que no quede ninguno! Como se repetía en tiempos de la II República. (Aquellas las “presuntas” palabras de cierta diputada comunista, con nombre, apellidos y mote, pronunciadas en el Congreso, antes de producirse la muerte de Calvo Sotelo:” «¡Ese hombre ha hablado por última vez!»).

Se pregunta la profesora Vidaechea: «¿Por qué no se llegó a un acuerdo? Por qué la negativa a conceder autonomía a las regiones del este de Ucrania, tal y como se acordado en Minsk en 2014? ¿Por qué existe la OTAN,» sigue preguntándose la catedrática, «si no existe un muro de Berlín?»

Pero a mí se me ocurre preguntarlo a la inversa: ¿Por qué hubo que construir – por parte de la Unión Soviética- un muro en Berlín? Que duró hasta 1989.

Dice la profesora Vidaechea que en 2014, en Ucrania, hubo un golpe de estado y de malas maneras, con interferencias extranjeras, quitaron a un pro-ruso para poner un pro-europeísta. No sé, me parece una comparación poco adecuada. ¿Un ser maligno (eso lo digo yo con indisimulada ironía) el defensor de la UE y de la OTAN?

Y remata la faena con la afirmación: “No me digan que todo es debido al expansionismo ruso, porque muchos no nos lo creemos”. Vale.

Pues bien, con permiso de la doctora Vidaechea voy a intentar aclararme, en mi ignorancia sobre la historia. Ucrania es un Estado soberano ubicado en Europa Oriental. Su forma de gobierno es la república. Su territorio está organizado según un Estado unitario compuesto por veinticuatro óblats o provincias, más la República Autónoma de Crimea y dos ciudades con un estatus especial: Kiev y Sebastopol.

Etimológicamente, parece ser que el nombre de Ucrania proviene del ucraniano antiguo: “U”, nuestro. “Krainä”, país. Nuestro País. El país de ellos, su país. Dicho en un idioma que es el ucraniano, probablemente madre del ruso. Rutenia pasó a llamarse Ucrania en algún momento entre los siglos XII y XIX.

Me acojo a Wikipedia -que es más cómodo-, y leo: “Los asentamientos humanos en el territorio de Ucrania se remontan al 4.500 a JC., cuando la cultura neolítica de Cucuteni o de Tripilia floreció en un área que abarcaba partes de la Ucrania moderna y toda la región del Dniéper-Dniéster.

La historia de Ucrania comienza en el año 882 con el establecimiento de la Rusia de Kiev, una federación de tribus eslavas orientales, que llegó a convertirse en el Estado más grande y poderoso de Europa durante el siglo xi. Sigo en Wikipedia: “Tras la Revolución rusa de 1917, surgió un movimiento nacionalista formándose la República Popular Ucraniana, forzada por los bolcheviques a constituirse como la República Socialista Soviética de Ucrania en 1921, y miembro fundador de la Unión Soviética al año siguiente”.

Quiero significar que Ucrania es la madre de Rusia.

Y me dice aquella enciclopedia de la www: Que en 1954 se celebró el 300 aniversario del Tratado de Pereyáslav y con tal motivo, Crimea fue transferida desde la República Socialista Federal Soviética de Rusia a la República Socialista Soviética de Ucrania.

El 16 de julio de 1990, el nuevo parlamento ruso firmó la Declaración de Soberanía Estatal de Ucrania. La declaración estableció los principios de la libre determinación de la nación ucraniana, su democracia, la independencia política y económica, y la primacía de la ley ucraniana sobre la ley soviética en el territorio ucraniano etc. Con la consecuencia de recuperación de su independencia el 24 de agosto de 1991. Este dato coincide con la disolución de la Unión Soviética en diciembre del mismo año.  

El 31 de mayo de 1997, los presidentes de Rusia y Ucrania rubricaron en Kiev el “Tratado de Amistad, Cooperación y Asociación” entre la Federación de Rusia y Ucrania en el que, entre otras cosas, se declaraba que ambos países «basan sus relaciones en los principios del respeto mutuo, la igualdad soberana, la integridad territorial, la inviolabilidad de las fronteras, la solución pacífica de las controversias, la no utilización de la fuerza ni la amenaza de la utilización de la misma»1.

Y ahora comenzamos con el artículo de la profesora Vidaechea.

¿Qué excusa tiene Putin (que no Rusia) para “masacrar” un país soberano? ¿El miedo? ¿Las necesidades económicas? ¿Cuáles?

¿Qué excusa puede tener un dictador para exterminar, aniquilar, seres inocentes, matarlos a sangre fría? Si un dictador no necesita excusas, perdón.

¿Por qué la selección de objetivos, en los peligrosísimos núcleos de guerra? ¿Cuáles son (todos los tenemos en la mente): hospitales infantiles, hospitales maternales, hospitales generales, colegios…?

¿Por qué mi profesor de música, Daryna Malnyk, tuvo que abandonar, en el 2000, su país natal, dejando a su familia, su trabajo (era director de una importante orquesta sinfónica en Zaporizhia) y su pasado y refugiarse en Alicante?

Profesora, ¿es justificación que Ucrania quiera ser europea y unirse a la OTAN para su aniquilación? Y ¿por qué no la capacidad de Ucrania de decidir libremente su propio destino? De uno u otro lado. Ya sabe que en el 2014 fue el pueblo quien derrocó a Yanukóvich. ¿Qué valor da usted a la voluntad del pueblo?

¿Puede justificar una sola muerte cualquiera de las manipulaciones de uno u otro lado? ¿Hablamos de represión? ¿Hablamos de hambrunas? ¡Hablamos del “holomodomor”! La colectivización forzosa impuesta por Iósif Stalin que condenó a una cruel muerte por inanición a unos siete millones de personas en toda la Unión Soviética, particularmente en Ucrania.

La memoria, ¡peligrosa arma! Igual que la ignorancia. Por lo que ruego a la profesora Vidaechea me perdone si he cometido algún desatino en este artículo. A la vez que me pregunto: ¿Por qué Rusia quiere matar a su madre?

Francisco Mas-Magro y Magro

Un médico que escribe.

Ilustración: Rompezabezas Ucrania Rusia. Pixabay.

1 Acuerdo de Kiev que el señor Vladímir Vladímirovich se ha pasado por el forro de sus caprichos.

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