PICASSO: ARTISTA MITIFICADO. OTRA LECTURA DEL GUERNICA

Autor: Pedro Ortiz Olivas.

Si hiciéramos una valoración objetiva de las obras de Pablo Picasso, considerando el valor y mérito intrínseco artístico de las obras de este famosísimo y súper valorado pintor español, partiendo de la base de quitarle la firma y desconocer su origen, con seguridad que recibirían una muy diferente valoración. De hecho, a algunos imitadores de su estilo no se les hace el más mínimo caso y son más bien denostados. Esto no sólo le ocurre a Picasso, sino a otras celebridades de realizaciones millonarias en su valoración, pero muy controvertidas; ya en su momento algunos han tenido rasgos de sinceridad, como el pintor Francis Bacon, que en una entrevista confesó que el ochenta por ciento o más de su obra, él la hubiera destruido porque no la consideraba digna, pero que le pudieron las grandes sumas que le dieron por ellas los marchantes sin escrúpulos.

Pues bien, me parece interesante dar a a conocer las declaraciones que hizo Pablo Picasso a Curzio Malaparte en 1952.

La masa ya no busca consuelo y exaltación en el arte, pero los refinados, ricos y desocupados, destiladores de quintaesencias, persiguen la novedad, la rareza, la originalidad y la extravagancia, lo escandaloso. Yo mismo desde el cubismo e incluso antes, he contentado a esos expertos y críticos dándoles todas las rarezas cambiantes que me pasaban por la cabeza, y cuando menos me entendían más me admiraban. Enseguida me hice famoso divirtiéndome con todos esos juegos, disparates, rompecabezas, jeroglíficos y arabescos. Y ya se sabe que para un pintor la fama significa ventas, ganancias y fortuna. Y hoy, como usted sabe, soy famosísimo y rico, pero cuando me quedo solo conmigo mismo NO TENGO EL VALOR DE CONSIDERARME UN ARTISTA, en el sentido magnífico y antiguo de la palabra. GiottoTiziano y Rembrandt sí que fueron grandes artistas, Yo sólo soy alguien que entretiene al público porque ha comprendido los tiempos en que vive y explota al máximo la imbecilidad, la vanidad y la codicia de sus contemporáneos”.

Y por si esto fuera poco, he leído palabras textuales de Picasso en un ensayo de gran prestigio, sobre las vanguardias del siglo XX de Mario de Michelli, diciendo que todas esas palabras y elucubraciones de los críticos que escriben sobre sus obras no son sino palabrería sin sentido que nada tienen que ver con la realidad. Dejando en evidencia a los críticos que van de sabios, cuyas reflexiones parecen, o eso se creen ellos, que son irrefutables.

Lo cual viene a corroborar que los mitos se forjan con la ambición y el mercantilismo sin escrúpulos. Picasso es un gran ejemplo, pero no el único y sus palabras hoy son plenamente vigentes y aplicables a muchas celebridades, y es que hay mucho papanatismo y gente que no ama el arte y la belleza o el mérito de la expresividad: son diletantes a los que solamente les importa el dinero a unos y a otros, los clientes, la presunción de la ostentación y la posible especulación.

Con este comentario no entro a juzgar a Picasso ni a quitarle el gran mérito de su listeza para convencer a la gente que movía los hilos del arte, de que lo que hacía eran genialidades; para mí este es su gran mérito, haberse ganado el favor de la crítica y del público, que gran parte de este se deja llevar por lo que dijeron los grandes gurúes del arte en el momento que le toco vivir y me remito a sus declaraciones.

Él cambió de estilo en infinidad de ocasiones y decía que los genios roban las ideas; él siguió las trayectorias de muchos, especialmente de Henry Matisse, y en el cubismo, donde muchos le consideran la estrella, otros críticos más profundos y objetivos reconocen que la mayor y mejor expresión dentro del cubismo la alcanzó Juan Gris (le realizó un magnífico retrato cubista donde se le identifica perfectamente).

También se ha escrito que hizo cerámicas, y esto no es del todo cierto, pues un ceramista de verdad debe saber tornear, modelar y manejar esmaltes y temperaturas de forma muy afinada, y él simplemente se dedicaba a decorar cacharros de cerámica que ya estaban realizados o torneados y él les hacía sus dibujos o adornos para luego ser terminados, siendo cocidos por un ceramista.

Que vaya por delante mi respeto a él como artista y a los que les gusta su obra, pues para gustos los colores, pero para mí como amante del arte y estudioso del mismo, después de haber contemplado cientos de obras suyas de todas sus épocas no ha conseguido emocionarme y la única obra que me llama la atención es el Guernica, quizás más por su tamaño enorme que por su interés artístico; por cierto es una obra totalmente politizada y desvirtuada en cuanto a la representación y el posterior título modificado por intereses políticos.

En este punto, querría exponer una teoría sobre el Guernica avalada por documentación y fotografías que yo he consultado. Ciertamente va contra el pensamiento oficial, que la considera un alegato contra la guerra civil, pero en su origen fue algo bien distinto. Los bocetos que se conservan obedecían a un homenaje que el pintor quería dedicar al torero, poeta y humanista Ignacio Sánchez Mejías, amigo y mecenas de artistas y poetas de la Generación del 27 entre los que estaba el propio Picasso. Para la Exposición Universal de París, el gobierno de la República le encargó un cuadro alusivo a la guerra y él reutilizó el que tenía destinado a homenajear al torero Sánchez Mejías y lo rebautizó con el nombre de un bombardeo que estaba siendo noticia: el de Guernica. Los expertos que han investigado este tema lo tienen claro: la obra no representa ni bombardeo ni aviones ni nada parecido (nada de eso aparece en el cuadro).

Lo que sí vemos todos es el toro, el caballo del picador, la espada del matador (un estoque partido), y presidiéndolo todo, la bombilla que lucía en las enfermerías de las plazas de toros. La madre que lamenta la muerte del hijo coincide con los versos que García Lorca dedicara al torero en su célebre «Llanto por Ignacio Sánchez Megías»: «No se cerraron sus ojos / cuando vio los cuernos cerca, / pero las madres terribles levantaron la cabeza.…» En fin, no hará falta insistir en que Picasso, que en principio iba a colaborar gratuitamente y que acabó cobrando una muy buena cantidad de dinero por su cuadro, transformó su idea inicial para adaptarla en lo posible a la nueva petición. Y lo que eran iconos pasaron a ser símbolos sin que nadie se llevara las manos a la cabeza.

En resumen: Picasso, respetando gustos, en mi opinión fue una persona lista y ambiciosa, sin escrúpulos, tanto en su vida artística como en su vida personal, que no es muy edificante; un vividor con suerte y mucha intuición para embaucar a la gente y convertirse en genio internacional.

Aunque esta es mi opinión personal, me consta que es compartida por muchísimas personas, y algunos no se atreven a confesarlo, pues criticar a un personaje de esta envergadura es políticamente muy incorrecto, pero amigos, cada uno es libre de pensar lo que quiera. Picasso es lo que es, pero a mí no me cautiva ni lo considero uno de los artistas que me llegan al corazón, y en esto último coincido con él.

Por cierto, hay alguno que dice que estas declaraciones las pone en duda, porque les desmonta sus discursos, pero si hubieran sido falsas estas declaraciones, viviendo Picasso y conociendo su carácter ¿no creen que se hubiera apresurado a desmentirlas?

Pedro Ortiz Olivas es Director y ponente de la Tertulia de Arte de la Asociación de Artistas Alicantinos, además de artista y profesor de pintura. Blog: pedroortizolivas.es

Imagen de portada: escultura de Picasso en su ciudad natal, Málaga.

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