MI ENCUENTRO CON EL PINTOR JOAQUÍN PÉREZ MARSÁ: (CHIMO PÉREZ): «LAUDABILITI VISITATIO», LA MÍSTICA DEL ARTE

Entrevista de Francisco Mas-Magro y Magro.

El arte también tiene sus caminos. Alicante es tierra de artistas, ahí tenemos a Eduardo Lastres, a Miguel Bañuls, ambos en plena producción, artífices de obras meritorias. Pedro Ortiz, Manuel Mas. Alicante es tierra que atrae a los artistas, estúdiese al sajón Eberhard Schlotter o a la escandinava afincada en Alicante Kajsa Paoli, con su evolucionado concepto del surrealismo.

La belleza es un fruto precioso -nos dice Joaquín Pérez Marsá, Chimo Pérez (Alicante, 1968), como la verdad”. Y Alicante es belleza, a pesar de sus dirigentes empeñados en desfigurar su estructura. “Sí, empeñados en abandonar su pasado”.

Es la luz quien le otorga este título, ser la “casa de la primavera”, como escribiría Wenceslao Fernández Flórez, título que debiera estar anunciado en todos los rincones de la provincia y, sin embargo, se encuentra oculto en la caja de los olvidos.

Precisamente, influido por esta luz que la Naturaleza nos regala, Chimo Pérez se descubre artista. Desde aquel 1968 en que iniciara su andadura como niño, al poco tiempo, ya sentía los colores y la necesidad de simularlos sobre una cuartilla. Niño y luego joven en este Alicante desbaratado.

Es Chimo Pérez un pintor que inicia sus estudios en el humanismo cristiano, primero en la Facultad de Derecho de la Universidad de Alicante, posteriormente, retirado entre los muros de la umbría Castilla (sombra y frio, soledad y trascendencia. Piedra recia y gótico).

Confirmó que la belleza, como la verdad, le hace libre. Ciertamente, es un artículo precioso. “Estamos hechos para la belleza”, nos dice Chimo. “La belleza es la quintaesencia de nuestros deseos –continúa- y una muestra de aquello que nos encontraremos”. Sí, cuando atravesemos la puerta que nos abra la muerte.

Pero, ¿qué es la belleza? Me lo pregunto y yo mismo respondo, que es la cualidad de una persona o cosa capaz de provocar un placer sensorial, intelectual o espiritual. La belleza, nos dice Chimo Pérez, “resiste la usura del tiempo, une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración”.

Has dicho, al menos una vez me lo dijiste a mí, que “la ciencia atrapa la belleza e intenta cosificarla, manipulándola”. Pero, pregunto, ¿y la “razón poética»? Esa filosofía que desea lograr un saber unificado que abrace tanto la razón material como la espiritual bajo una misma mirada, unificando las dimensiones racionales como las irracionales de la existencia, que impida, o al menos dulcifique, la lucha entre razón y conciencia.

La belleza, como el arte, es emocional. No se puede meter en un tubo de ensayo, pero la razón es necesaria para la técnica artística y la creatividad tiene sus propias razones”. Me dices. 

Sin embargo, esto lo añado yo, sí se puede dibujar un virus o crear arte a partir de la ciencia. La creación es un arte científico, ¿probablemente esa sea la respuesta? La razón junto al espíritu como base de todo.

Por eso Chimo Pérez busca por la razón la trascendencia de su arte y de la vida. Y en su vida el origen de la belleza. Y descubre muy temprano que la razón es el Arte y, probablemente, como consecuencia, el amor sea un todo con su vocación inspirada.

Y decide entregarse a la arriesgada búsqueda de su mundo interior. Un mundo trascendente fuera de los circuitos de la otra razón, la materialista. Veinte años entre la soledad de muros de piedra, el silencio de míticos lugares castellanos –arte en su estado más puro- hacen que emerja ese talento natural que reside en el alma. Ese alma que vive la confianza hermosa del encuentro con el origen de la belleza. Dios.

Le pregunto al artista –es una pregunta que conoce la respuesta- ¿Es Dios el origen del amor y de la belleza?

Dios es “origen y motor de todo”.

Cursaste Derecho por contentar a tu padre, un enamorado del arte y un coleccionista. ¿Qué ha sido de tus estudios?

Wilfredo Rincón, director del Patrimonio Artístico Nacional y delegado del CSIC, la persona del mundo que más sabe de Goya y de Pradilla, vio mi trabajo y me dijo: “Mira Chimo, déjalo todo y dedícate a la pintura, que puedes llegar a ser un gran pintor”.

Y es Wilfredo Rincón, el erudito que, poco más o menos, empujó a pintor al “abismo” del arte, quien describe a Chimo Pérez como “un claro valor en alza en los próximos años, cuya obra es de gran coherencia, equilibrio perfecto entre figuración y materia, dominio del dibujo y sentido de color”.

Cualquier cosa.

Chimo es una persona normal, de los que pasean su perro por la plaza de Calvo Sotelo con su paquetito de bolsitas de plástico en la otra mano. Es amable, quiero decir, educado. Agradable en el trato, quiero decir, simpático y abierto, siempre su sonrisa.

No se caracteriza por nada: ninguna señal extravagante. No lleva afilados bigotes, ni barba, ni fuma en pipa, ni usa boina negra. Es amigo de sus amigos y, también, tiene pinta de serlo de sus enemigos.

Sí es, aquel niño, el mayor de tres hermanos, ese chaval hiperactivo, que relajaba su energía con sus lápices de colores y sus cuadernos. Sus padres acertaron con la terapia y así, quizás sin darse cuenta, iniciaba su didáctica.

Desde muy niño dibujaba. Incluso con siete años me publicaban aventuras e historietas en ‘Jaimito’ 1 y el Diario Información”, el periódico de Alicante desde 1941.

Volví a encontrarme con Chimo, como una aparición que brotó en mi cabeza, un día que, en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante, se celebraba una interesantísima reunión sobre “Arte Religioso”. Alguien de entre los ponentes afirmó que en Alicante no existía nadie que desarrollara este “estilo”. La imagen de Chimo golpeó mi ánimo alicantino y pedí la palabra. “¡Chimo Pérez!”, casi grité. No hay más que acercarse a la concatedral. (5)

Lo cierto es que, en persona, lo conocí en su estudio en la calle San Francisco, un pequeño piso en el que pintó una hermosa Virgen de Gracia, que fue regalo por la jubilación de Don Manuel Soto, párroco de la Iglesia que se levanta en la Montañeta; esa Iglesia reconstruida en 1951, que había sustituido al Real Convento del mismo nombre, regentado desde 1509 por los frailes de San Francisco y asolado por las revueltas de la preguerra del treinta y seis. 2

Posteriormente, en la calle de Gerona. Allí tuve el privilegio de ver (inacabado) el grandioso lienzo que estaba pintando para la iglesia de Nª Sª de Gracia. Después, cuando colgado el tremendo cuadro –seguro que me equivoco diciendo que es un trabajo de 7 x 4 m.-, justo enfrente del de Gastón Castelló, que ocupa la primera capilla de la derecha del templo, quedamos para realizar esta entrevista que escribo.

Nos citamos en su estudio. Un local diáfano en una calle céntrica de la ciudad. Siempre en Alicante. El actual es grande, cristalino. Constituye el bajo de un edificio con altos techos en una calle secundaria, cerca de la Lonja del Pescado.

Precisamente en esta Lonja, actual espacio de exposiciones de nuestro Ayuntamiento, en marzo de 2020, admirábamos sus “Impresiones de Tel Aviv”.3

Fue y es este un importante trabajo, encargado por la Casa del Mediterráneo, entidad del Ministerio de Asuntos Exteriores ubicada en Alicante y que se configura como un instrumento de diplomacia pública cuyo objetivo fundamental es el acercamiento entre España y el resto de los países de la cuenca mediterránea, en áreas como la cultura, la economía o la innovación científica y tecnológica.

Tras recorrer durante dos semanas la ciudad israelí y charlar con sus gentes, quedé sorprendido por su forma de ser y sus fuertes contrastes”.

Esta impresión facilitó al pintor la realización de aquella docena de cuadros (estos de mediano formato), entre retratos y paisajes, realizados con la técnica mixta de acuarela aguada con charcoal (carbón vegetal) líquido. Alguno de ellos los sigue conservando en su estudio. Son cuadros grises. Retrata el artista edificios modernos, como altas torres. Y retrata al hombre, a la mujer y al niño, con sus miradas inquietas, recelosas algunas. Como de sospecha. (6)

Sin embargo, advierto al pintor que nos mantiene abstraídos por las obras. Pienso en él. Algunas son de gran formato y se encuentran colgadas; otras simplemente apoyadas en las paredes de su amplio estudio. Pienso, ¿podríamos decir que es un desconocido en su tierra?

Nadie es profeta en su tierra”.

Ciertamente. Tenemos numerosos ejemplos.

Nada más entrar en el estudio, las miradas de “Francis Bacon” y de “Samuel Beckett”; y una “Cabeza de Ajos”, del 2010, envuelta en un rosa crinaquidona que le aporta una extraordinaria naturalidad.

No le repito dos veces la pregunta.

Muchos pintores están pasándolo regular y me siento afortunado porque, a mí, no paran de hacerme encargos. Ahora mismo acabo de terminar un caballo cartujano de tres metros, que he hecho a tamaño natural”.

Pintar es relajación mas, también, tiempo. Pérez tiene cuadros en Nueva York y en Londres. También en Estocolmo.

Tengo obras en Dubai, Doha, París, Londres… y en la catedral de la Almudena, en Madrid. Pero cuando algún amigo se queda con un cuadro mío me alegra, porque creo que ese cuadro es el que estará mejor cuidado y valorado.

Y en la Plaza de Toros de Alicante.

Cierto, un retrato en gran formato del torero José María Manzanares, el padre. Me lo encargaron para ofrecerle un homenaje.

El hablar de toros, sugiere una palabra: Fuerza. Como la mirada de ese cuadro, retrato que tienes repetido en tu estudio, como una obsesión.

Sí, este sí que tiene título, ‘¿Y tú, qué piensas?’ Con él fui finalista del Premio de Pintura BMW 2014. Es un retrato de un personaje muy conocido en Alicante, con algún tipo de problema, que suele deambular por la ciudad y acudir a la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia.

Ya digo que parece que Chimo Pérez tenga una cierta querencia por este retrato. En él se destaca la mirada. No es un rostro sereno, es un rostro que pregunta al espectador o le cuenta alguna inquietud o le reprocha algo. ¿Quizás la indiferencia? 

No pinto ningún retrato sin haber contactado previamente con el modelo. Al acercarme al dibujado obtengo muy importantes datos, que me aportan características de su vida, de su carácter. Su genio, su forma de ser. Los ojos son el centro del cuadro. La mirada lo llena todo.

Los ojos son el alma, tanto en óleo como en acuarela u otras técnicas.

Mi técnica escogida es el óleo. Tengo sumo cuidado en seleccionar el material de trabajo. Las telas me las traen desde Florencia. Utilizo material que me aporta una calidad cromática que puede durar más de trescientos años. 

Pero, yo insisto. El recuerdo de aquella reunión en la Universidad sobre arte religioso me puede.

Chimo, ¿no te prodigas en tu tierra o no te prodigan? ¿Eres un desconocido en Alicante?

Tengo obra en el Instituto Cervantes. No tengo tiempo de hacer exposiciones. Me prodigo poco. Pero, gracias a Dios trabajo no me falta. Tengo una lista de espera de tres años al menos. Es cierto que la mayoría procede de lugares fuera de Alicante.

De la misma manera que humildemente reconozco que paso desapercibido en Alicante, te digo, que estoy preparando una exposición en Estocolmo. Sin ánimo de engreimiento, puedo decir que algunos artistas estamos más cotizados en el extranjero.

¿Y si te pidieran obra desde el MUBAG? Esa pregunta procede de María Teresa, mi esposa, que me acompaña en la visita. Chimo Pérez la atiende con una sonrisa.

María Teresa es una mujer inteligente, interesada por el arte. Disfruta mirando y remirando un cuadro, así en el Prado, como en la National Gallery de Londres. Recuerdo que en el Rijksmuseum de Amsterdam llegué casi a la desesperación. Una magnífica galería que parecía no tener fin. Una banda de jazz a sus puertas que llegó un momento que me atrajo más que los magníficos cuadros de Vermeer, Rembrandt, Franz Hals o Jan Steen. Y María Teresa embelesada. También en este estudio.

Observo que la pregunta ha quedado diluida, no sé si conscientemente, en el espacio del estudio. Hay silencios que acentúan una respuesta.

El estudio grande pero, curiosamente, ordenado. Sus mesas de cristal, sus estanterías con los tubos de colores y pinceles. Sus paños, sus trapos blancos manchados de pintura y libros. Y la destreza del pintor manifestada en los grandes formatos… Se respira mucha paciencia.

Estoy preparando unos cuadros para mostrarlos en la Bienal de Venecia.

Quiero que sean catorce cuadros: Los siete pecados capitales, en blanco y negro y las siete virtudes cardinales, en color, lo que les da un sentido sobrenatural. Hasta ahora solamente he concluido siete de ellos.

Una vida dedicada a la pintura.

Tengo una agenda. Tras la misa de ocho de la mañana, en la iglesia del Convento de las Capuchinas, inicio el horario laboral en mi estudio. Mi trabajo es oración para mí. Lo elevo a algo espiritual. Mi pintura me atrapa minuto a minuto, hora a hora. Cumplo ampliamente con la jornada y, gracias a Dios, duermo apaciblemente.

Razón espiritual y razón artística. Dos razones entrelazadas. ¿Será esta la filosofía de la citada “razón poética” que estudiaba nuestra María Zambrano?

Creo que nuestra vida ha de basarse en la trascendencia, porque después de esto, nos queda un más allá, donde Dios nos espera.

Estudiaste Derecho; te retiraste al lugar de la soledad durante muchos años; has dedicado tus horas a cuidar niños con problemas neurológicos; trabajas en el arte… ¿Todo por una fe que te mueve?

Dios me fue llamando a la oración y Él, con su poder misericordioso me dio fuerza para llegar a todos estos espacios y a estos muchachos, algunos con parálisis cerebral. ¿Sabes? Con la oración obtenemos lo que queremos de Dios.

¿Cómo no has pasado por la Facultad de Bellas Artes?

Hemos nombrado antes al profesor Rincón. Le pregunté si sería conveniente estudiar Bellas Artes y me respondió que ni se me ocurriera, que mi pintura tenía una frescura y una personalidad que no era bueno fuera manipulada.

Llevarás al menos doce años pintando.

Sí, quizás más. Pintando de manera profesional. Reconozco, como te he insinuado antes, que me va muy bien, gracias a Dios.

Observo que los cuadros no llevan rotulo. Excepto los retratos. ¿Cómo puedo referirlos?

El título de la obra debe ponerla aquel que la descubre.

Joaquín Pérez Marsá seguro que es feliz.

1 Jaimito fue una revista española de historieta infantil, editada por Editorial Valenciana, que se publicó entre 1944 y 1985, con 1688 números ordinarios y varios extraordinarios, además de 34 almanaques. Su director artístico fue José Soriano Izquierdo y constituyó la principal exponente de la escuela valenciana de historieta cómica.

2 Mas-Magro y Magro, F. Notas para una historia del Real Convento e Iglesia de Nª Sª de Gracia de la Orden del seráfico padre San Francisco de Regular Observancia de Alicante. 2016.

3 La exposición fue inaugurada el jueves 5 de marzo de 2020 en la sala municipal de exposiciones de la Lonja del Pescado por el director general de Casa Mediterráneo, Javier Hergueta, y el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Alicante, Antonio Manresa,

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