DOS ARTÍCULOS DE SANTIAGO GONZÁLEZ-VARAS: HISPANISMO Y MUNDO HISPÁNICO. ICONOS DEL HISPANISMO

NOTA DE LA REDACCIÓN DE EL CANTARANO. Tras este mes de octubre en que hemos celebrado el Día de la Hispanidad y asistido al solemne momento en que la princesa Leonor ha jurado la Constitución, es un honor publicar estos dos trabajos del profesor González-Varas al que agradecemos su generosa contribución para El Cantarano.

HISPANISMO Y MUNDO HISPÁNICO

Por Santiago González-Varas Ibáñez

  1. Aproximación

Damos por válida la definición del “hispanismo” como el estudio de España, Hispanoamérica y, en general, de la Hispanidad.

El hispanismo se desarrolla en relación con una Comunidad histórica. El hito principal del Hispanismo es el descubrimiento de América y lo que trae consigo el primer imperio ultramarino en el contexto de la época renacentista.

Se genera un hispanismo en un plano intelectual a través de estudiosos de distintos países, ya que el mundo hispano da lugar a numerosas publicaciones o acciones de investigadores. El objeto del hispanismo lo propicia la cultura que se va desarrollando a nivel mundial desde el siglo XVI.

Por otro lado, se genera más recientemente un hispanismo en un plano institucional.

En general, se plantea como posible guía de gobierno.

Finalmente, se origina últimamente una vertiente social privada; o hispanismo de redes sociales.

  1. El hispanismo en un plano intelectual

Este frente es literario, científico y lingüístico. Por un lado, están los creadores con su pluma y, por otro lado, los científicos que la estudian. El hispanismo es, desde esta perspectiva, un tema principalmente de profesores universitarios. Su trascendencia es por ello relativa, como de costumbre en el mundo universitario, ya que generalmente las acciones en este ámbito no van más allá de publicaciones en revistas especializadas, o similar. Pero el mundo intelectual en general funciona con estas limitaciones. No obstante, se genera una comunicación científica que tiene valor en sí misma. Por tanto, el hispanismo de este tipo se desarrolla por todo el mundo, sobre todo a través de investigadores, profesores e intelectuales (las citas serían inmensas) que se interesan por nuestros testimonios literarios o culturales, por ejemplo del Siglo de Oro, o de la Generación del 27.

En este contexto, la Comunidad hispánica, basada primordialmente en su lengua, tiene como referentes históricos a Antonio de Nebrija (su Gramática castellana de 1492) o Juan de Valdés, (Gramática castellana de 1558). A estos nombres es preciso añadir hoy el de Alfonso de Palencia, ya que recientemente la RAE sanciona el hallazgo de un diccionario anterior al de Nebrija, de su autoría. Mención especial haremos infra.

Es destacable cómo, en especial entre 1550 y 1670, salieron de las imprentas europeas una cantidad ingente de gramáticas españolas y de diccionarios que relacionaban el español con alguna o algunas de las otras lenguas1.

Aparte del Siglo de Oro y de otros momentos históricos (sobre todo la Escuela de Salamanca…), el hispanismo tiene otra referencia importante en los ilustrados españoles: lo más destacable son las acciones de Jovellanos o de Argüelles (el “divino”. En el contexto de la Constitución de Cádiz de 1812 ambos desarrollaron una labor ejemplar de revaloración de la historia española como fuente directa de la referida Constitución (lo que se dio en llamar “Constitución interna”). Aunque es un dato menos conocido, además junto a este grupo hubo también otros ilustrados menos políticos y menos propagandísticos que los de otros países, pero más científicos. Podemos recordar la escuela universalista española o hispánica, que se define como uno de los momentos mayores de la cultura en general del humanismo moderno. Ello por significar el establecimiento y una Ilustración algo más tardía y por ello madura, de fuerte tendencia intercontinentalista, americanista incluso filipinista y asiática. Este aspecto, unidos sobre todo al del exilio de la mayoría de sus miembros y la inadecuada articulación de los estudios, ha dado lugar a un retrasado reconocimiento de esta escuela, sin embargo, imprescindible para el fundamento y coherencia de la cultura moderna. La ilustración universalista, formada por una treintena de notables autores así como de importantes precedentes, no solo ofrece resoluciones por superación de problemas de la cultura moderna, tanto de sentido histórico como epistemológico, sino un extraordinario volumen de contenido valioso y destinado a afrontar el actual proceso de una globalización peligrosa y azarosamente establecida merced a la inercia de los mercados. Nos referimos a autores desconocidos, tales como Lorenzo Hervás, Juan Andrés, Antonio Eximeno, Miguel Casiri, Raimundo Diosdado Caballero, José Celestino Mutis, Antonio José Cavanilles, Pedro Franco Dávila, Juan de La Concepción, Francisco Javier Clavijo, Pedro José Márquez, Juan Ignacio Molina, Juan Bautista Muñoz etcétera2.

En el siglo XIX, coincidiendo con la decadencia de lo hispano, el hispanismo parece que se desarrolla como ese típico contrapeso que surge espontáneamente como una especie de gusto hacia lo decadente. “Gusto” hacia lo que fue algo y dejó de serlo. A lo que se suma el hispanismo del Romanticismo y su aportación de una imagen de una España exótica y medio mora, o de país novelesco de leyendas. Los libros de viajes escritos por entonces mantienen y avivan aún más ese interés. En el siglo XIX se desarrollan los conceptos de hispanófilo e hispanofilia y en el siglo XX el de hispanismo. El hispanismo se define, pues, como el estudio de la cultura española e hispanoamericana y especialmente de su idioma por parte de extranjeros.

Pero la referencia principal del hispanismo, sin duda, pese a todo lo anterior, es en este plano, la literatura del siglo XX de la mano de escritores como Gabriela Mistral, Neruda, Huidobro, García Márquez, Borges, J.C. Becerra, Octavio Paz, Cortázar, y tan largo etcétera. Igualmente, aquellos que en particular han cultivado el llamado “tema de España”, cuestión que se abordará después en este libro3. También son interesantes, cuando menos en el contexto del presente libro, los estudios sobre la expansión del español por el mundo, tanto en España4, como en América.

  1. El hispanismo en un plano oficial, público o gubernamental.

En el plano oficial el hispanismo no ha tenido fácil encaje. Como en la Comunidad Hispánica, como característica, hay detractores (ya que se obtiene rentabilidad, en dicha Comunidad, siendo hispanófobo), el gobernante (a la hora de gobernar para todos) ha de dar muestras de desapego hacia los valores propios, es decir hacia el hispanismo.

Precisemos. Por un lado, el débil gobernante hispano, al tener que dar satisfacción a corrientes internacionales, y, por otro lado a corrientes indigenistas (dentro y fuera de España) de igual tendencia detractora, se ve tentado a hablar de mala gana del hispanismo, o cuando menos a no mostrar una vocación clara en relación con su defensa. De este modo, para mantenerse en el poder, lanza un mensaje “a los suyos” de moderación o resignación. Y a los “otros” de comprensión e incluso simpatía, denostando el hispanismo.

Con este trasfondo, un curioso o singular fenómeno es el de la creación a nivel político de “verdades de conveniencia para la convivencia”. Es decir, algo que no es verdad pasa a serlo. Más bien, se asumen “como verdades” hechos que no lo son, como forma de frenar la intransigencia del “otro”. Este se ve entonces alentado, y observa la posible “rentabilidad” del hecho de ser antihispano5. Y todo esto se convierte en la pescadilla que se muerde la cola. Aumenta el número de detractores6 al observar estos la rentabilidad de ser hispanófobo y el político se ve tentado a asumir esta posición, al depender de los “votantes”.

En fin, los hispanófobos generan al final “hispanobobos”, que son esos otros que sin beneficiarse de todo lo anterior, terminan creyéndose las “verdades de conveniencia para la convivencia”, ante la connivencia entre los unos y los otros.

Como inciso, comentar que el “término” “hispanobobo” fue creado por A. Gil Ibáñez, “hispanobobo”, más apropiado y moderado que “hispanófobo”, si bien por mi parte desarrollé antes el “concepto” (hablando en situaciones similares de fenómeno de “estulticia” y de “Narrenschift”). Pienso que la autoría del vocablo es por ello compartida, en el sentido expuesto.

Volviendo al tema, y aunque parezca un milagro, tal ha sido el arraigo de esta Comunidad Hispánica que es racional pensar que persisten aún ciertos márgenes actualmente aprovechables. Ya Bismarck destacó, en conocida frase, que España era la nación más fuerte porque los españoles llevan tiempo intentando destruirla y no consiguen acabar con ella; o Amadeo de Saboya vio que era imposible hacer nada, cuando el enemigo era uno mismo.

Sorprendentemente, pese a los inconvenientes, la Comunidad Hispánica es una Comunidad que en parte está funcionando ya de facto. A los escritores hispanos a veces se les identifica más por el empleo de la lengua común hispana, que por su lugar de procedencia. En cualquier Estado de Hispanoamérica se tiene conocimiento de lo que hace el Estado vecino hispano. Es muy común organizar conferencias a las que acuden indistintamente colegas de cualquier país hispano. En el Derecho, hay toda una comunidad jurídica que funciona de forma similar a como funcionó el Derecho común en la Edad Media en Europa. No ocurre lo mismo con respecto a EEUU: cualquier profesor español acudirá a (o intervendrá en) Hispanoamérica a lo largo de su vida en múltiples ocasiones, pero raramente será invitado en USA (aunque también se den casos). Es otra lengua y otra Comunidad de ideas. ¿Qué hay que defender, pues?

EEUU es un problema y una oportunidad para el hispanismo. Lo veremos a lo largo de este libro. Genera en todo caso sensaciones contradictorias. EEUU es una potencia generada por Francia y España en sus luchas contra Inglaterra. Sin embargo, EEUU es hoy día el aliado natural de Gran Bretaña, respeta a Francia y sigue sintiéndose superior que el hispano porque fue el oponente para imponerse él en América. En su relación con lo hispano, EEUU ha seguido el espíritu inglés, de cabo a rabo.

En principio, lo lógico sería pensar en una alianza de lo hispano con lo norteamericano, sobre la base de una Comunidad hispánica con poder y autoridad. Es lo “lógico” ya que lo inglés, aunque contrincante histórico, representa una cultura próxima a la hispánica7. Se trata obviamente de una cultura vecina. No tenemos esta misma proximidad con China o con la Rusia post-zarista, por ejemplo. Para un hispano, quedan ambas más lejos culturalmente. Pero, por otro lado, EEUU ha sido siempre el depredador natural de lo hispano. La Comunidad Hispánica tiene en el futuro distintas. Pero al margen de esto, nuevamente, queda espacio para lo importante: la Comunidad Hispánica, independientemente de los posibles aliados. Es más, si EEUU propugna una “América para los americanos”, no hay entonces inconveniente para que Hispanoamérica tenga una voz común capaz de dialogar con los poderosos.

  1. El surgimiento de un hispanismo en un plano privado

Finalmente, puede destacarse un plano puramente privado, de surgimiento reciente, en conexión con el fenómeno de las redes sociales.

Su origen se explica posiblemente ante la necesidad de cubrir ese espacio del hispanismo, que no cubre la acción gubernamental, por las razones expuestas. Es significativo cómo, gracias a las redes sociales, en un plano privado, más libre, o no marcado por los condicionantes del ejercicio del poder, se han empezado a desarrollar tendencias que tienen cada vez mayor eco; o que, cuando menos, encuentran su esfera propia (es decir, su propio público).

Es interesante este fenómeno porque afloran ciertas verdades ocultas bajo las acostumbradas “verdades de conveniencia para la convivencia”, y se redescubren así ciertos personajes olvidados de los que no conviene hablar porque no tienen la simpatía del hispanófobo. Al menos se ha generado esta tendencia espontáneamente. Proliferan páginas con informaciones sobre acontecimientos históricos o efemérides que pretenden revalorizar ciertas figuras hispánicas. La popularización reciente de personajes, como Blas de Lezo, es un logro seguramente de este tipo de movimientos populares. Asimismo, el derrotismo falso se sustituye por el conocimiento de la verdad.

  1. El hispanismo en un plano institucional

La referencia principal, indudablemente, es el Instituto Cervantes. No podemos menos que elogiar todo cuanto hace. Hay dos hechos con los que puede relacionarse sin olvidar el trasfondo general de la hispanobobia. Primero, como en Alemania estaba el Goethe Institut, en Francia la Alianza, en el Reino Unido el British Council…, no quedaba más remedio que crear el Instituto Cervantes. Desde luego, no hemos sido pioneros en esto8.

Segundo, se crea después de un período político caracterizado por un bombardeo al castellano como lengua vehicular del país en los territorios más poblados de España. De hecho, el Instituto Cervantes es una institución que pretende la divulgación no tanto del castellano, como de las distintas lenguas españolas. El Instituto Cervantes (también podría recordarse la Casa de América y muchas otras instituciones y fundaciones) es una institución pública creada por España en 1991 para promover universalmente la enseñanza del español y contribuir a la difusión de las culturas hispánicas (en plural) en el exterior. En sus actividades, el Instituto Cervantes atiende fundamentalmente al patrimonio lingüístico y cultural que es común a los países y pueblos de la comunidad hispanohablante. Está presente en 88 ciudades de 45 países, a través de sus centros, aulas y extensiones, por los cinco continentes. Además, cuenta con dos sedes en España, la sede central de Madrid y la sede de Alcalá de Henares. Dentro de sus objetivos y funciones consta “organizar cursos generales y especiales de lengua española, así como de las lenguas cooficiales en España”. Expedir diplomas y organizar exámenes.

En este contexto, destaca también el “Portal del Hispanismo” como base de datos y de recursos de interés para el hispanismo internacional. Incluye tres categorías: Departamentos de Español y de Estudios Hispánicos, Hispanistas y Asociaciones de hispanistas. Desde su creación, en el año 2000, aloja una serie de contenidos que en la actualidad constituyen una memoria de la actividad académica vinculada al hispanismo. El Instituto Cervantes y el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España mantienen este Portal con el propósito de conocer la proyección del hispanismo internacional a nivel universitario y difundir las actividades relacionadas con estos estudios. Se trata de facilitar con ello la información útil en el desarrollo de su actividad profesional.

Algo es algo. Además de enviar un boletín semanal de novedades a sus suscriptores, ofrece contenidos diversos de actualidad como una agenda de actividades, convocatorias de congresos, anuncios de empleo y becas, novedades bibliográficas y de recursos para la investigación, así como petición de contribuciones para números de revistas, congresos, jornadas o talleres. Administrado por gestores que revisan sus contenidos, el Portal del Hispanismo actualiza de manera continua sus bases de datos y sus recursos, como grupos y redes de investigación, editoriales, bibliotecas, hemerotecas, etc.

  1. El castellano o español, lengua hispánica

El quid del hispanismo es su lengua. Obviamente, ésta es principalmente hablada allí donde existe previamente un territorio hispano. Con el tiempo, en realidad, el quid pasa a ser simplemente el dato o existencia de una lengua común de una gran Comunidad Hispánica.

Por tanto, si bien inicialmente cabe hablar del desarrollo y expansión del “castellano”, en realidad hoy día el dato relevante, más bien, es la existencia de una lengua que, sin perder para nada sus raíces, tiene un significado añadido, es decir, la conversión del castellano o español en una “lengua hispánica”.

Esta terminología (“la lengua hispánica”) no se ha empleado hasta el momento. Se ha hablado de hispanismo. Se ha hablado de filología hispánica, aunque sobre todo de filología española9. Pero no de “lengua hispánica”, como lengua de referencia del mundo hispánico, que hoy desde luego trasciende a España o de sus regiones. El castellano o español es la lengua hispánica. Esta denominación (lengua hispánica) resulta apropiada primero para expresar lo que realmente importa: la lengua común de todos los hispanos, o de quienes se sientan como tales. Segundo, para elevar el nivel de los debates en España.

En efecto, hablar de “lengua hispánica” supera la actual temática marcada por las pugnas del castellano con lenguas autonómicas. El castellano es la lengua de una gran Comunidad creada, con aciertos o desaciertos, a lo largo de la historia.

En suma, hay una lengua hispánica, que es la lengua en la que se entiende el conjunto de la Comunidad Hispánica. Por tanto, no hay lenguas hispánicas. Otras lenguas, dicho sea con el debido respeto, no sirven como lengua común de un peruano con un gallego o un argentino. El castellano o español es la lengua hispánica por ser la única lengua que sirve a la comunicación de todos los que integran esta Comunidad hispánica. El castellano o español es la lengua que merece el título de hispánica y que merece normalización y promoción.

Este es el proyecto de futuro, dentro de los territorios que la componen. Y es un orgullo formar parte de esta Comunidad cultural, y ojalá política algún día. Lo más relevante que hemos conseguido los hispanos internacionalmente ha sido la lengua hispánica. Pese a un contexto internacional no favorable, aquella es una de las seis lenguas oficiales de la ONU.

Este libro sintoniza en todo caso las tendencias espontáneas que en España han surgido en defensa de lo hispánico, como línea de futuro y de progreso. En definitiva, la lengua hispana trasciende hoy día al español o al castellano. La aportación está en la denominación de “lengua hispánica” con un carácter o trasfondo político, sin entrar en debates de lingüístas. No es relevante en este contexto la discusión acerca de si lo correcto es hablar de “español” o de “castellano” (no es nuestro tema10). Lo relevante es, más bien, que aunque haya varias posibles lenguas en la Comunidad Hispánica, solo el español o castellano es lengua hispánica (válida para todos).

  1. La Comunidad Hispánica

La lengua hispánica va a asociada al desarrollo de la Comunidad Hispánica, como elemento identitario y definidor de la misma. Aquella tiene como rasgo diferencial la cultura y su quid es la lengua. El presente libro apuesta por estas ideas: la Comunidad y la lengua hispánicas.

Incurriendo ahora en posible subjetividad, me permitiría destacar, como rasgos definitorios de la Comunidad Hispánica, su humanismo y el valor especial de lo cultural. Muestra de esto último es el “patrimonio cultural” como valor distintivo de esta Comunidad.

Nada menos que 33 ciudades hispanas de América en 15 países han sido declaradas como patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De las excolonias inglesas, holandesas y francesas en América y en otras partes del mundo, y pese a la influencia internacional de estos Estados europeos a efectos de poder conseguir tales declaraciones, no se ha encontrado nada digno para una declaración como esta.

No hace falta más que visitar ciudades como Quito, Santiago de Chile, Santo Domingo, Cartagena de Indias etc, para darse cuenta de la grandeza del patrimonio cultural y de cómo esta Comunidad es ante todo patrimonio histórico.

Por tanto, un elemento histórico diferenciador de esta Comunidad ha sido la “preocupación”, de quienes la hicieron, “por un legado cultural”. Esto denota asimismo un característico “sentido trascendente”. La búsqueda del sentido de lo “trascendente” es un impulso. Es algo implícito en el hecho mismo de realizar estas acciones.

Sería precisa en este momento una remisión a todo aquello que simboliza o representa la idea, en cuanto tal, de un “patrimonio cultural”. Qué denota o significa esta preocupación por realizar un patrimonio cultural. En qué pensaban los españoles cuando enriquecían de esta forma los territorios conquistados. Un fenómeno que arraiga en actitudes mediterráneas ancestrales, de preocupación por la cultura. La “generosidad” es por tanto un rasgo distintivo de la Comunidad Hispánica.

Se fundaron 26 universidades por toda América, a lo largo de casi dos siglos. ​Estaban distribuidas: 5 en Perú, 4 en Chile, 3 en México y Ecuador, 2 en la República Dominicana, Bolivia y Colombia, y una universidad en Argentina, Guatemala, Cuba y Venezuela. Más los colegios mayores (no hubo establecimientos semejantes en Brasil sino hasta el año 1912, cuando se funda en Curitiba la Universidad de Paraná)11.

Oigamos al gran poeta Porfirio Jacob Barba: “yo creo, y expreso mi creer para sublimarlo con palabras de Valle-Inclán, gran maestro, que la onda cordial de una nueva conciencia solo puede venir de las liras. Yo creo, y me creer tiene la integridad de un diamante, que nuestras liras son llamadas a despertar la visión de la patria futura, de la América hispana como representación de una nueva flor étnica, de una nueva energía vital de asombroso poder creador y como posibilidad de una concepción estética y una nueva manera de expresar el sentido del universo. Unámonos en este florido esfuerzo. El ideal de la fraternidad hispanoamericana es todavía obra de poetas, aunque empieza a ser también empeño de estadistas” (Porfirio Barba Jacob, La estrella de la tarde, Edit. Huerga y Fierro).

Lo más destacable de esta Comunidad es hoy por hoy el patrimonio cultural y los frutos literarios en castellano como lengua hispánica. En el entorno americano hay toda una comunidad cultural. Así, dentro de las Regiones Patrimonio de la Humanidad encontramos el “Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en América Latina y el Caribe”12.

La cultura en cuanto tal plantea actualmente debates y riesgos, más aún si cabe en el ámbito hispano. Hablar de cultura es precisamente abrir una posible puerta al antihispanismo. Alguno dirá, con razón, que mejor sería dejar la cultura de lado. Sin embargo, me sumo a la tendencia de opinión en cuya virtud no puede dejarse abandonada la cultura a ciertos colectivos. De lo contrario, la cultura puede terminar desvirtuada; envuelta en intereses (incluso económicos, al final). Origina mitos ideológicos de difícil contestación, al servicio del referido supra “negocio” del anti-hispanismo, subvencionado por el hispanismo.

Una idea que no puede olvidarse (la propugna también la UNESCO) es la de la cultura como realidad universal no excluyente sino abierta. En consecuencia, lo excluyente o lo excesivamente local, o que divide, no tiene interés. Todo aquello que no contribuya a la Hispanidad no merece la pena. Ahora bien, la idea de Hispanidad es perfectamente compatible con el mestizaje cultural o la simbiosis de culturas.

Acabo este apartado, como empecé, con una cita del gran poeta hispanoamericano Porfirio Barba Jacob (La estrella de la tarde): “nuestro ideal hispanoamericano es el de una comunión con el destino continental para el esfuerzo hondo y puro de la vida; el de una dilatación del espíritu; el de un ritmo humano nuevo; el de un nuevo coro de la más profunda tonalidad que haya resonado en la historia”.

Segundo, vayamos al sentido “humanista” de esta Comunidad, como legado, presente y futuro. Es un hecho que desde el origen de la Hispanidad, esta vocación estuvo presente. Aquella empieza a desarrollarse en una época humanista. Por otro lado, España siempre quiso ser un representante o seguidor del espíritu romano-italiano13. Todos los intelectuales españoles de la época iban a Italia. España es por esencia humanismo. Coincide su período de mayor esplendor con el auge del humanismo europeo. La religión misma no está exenta de espíritu humanista. El humanismo está en la médula del Hispanismo. Es su propia esencia. Es una característica cuya impronta se observa sin dificultad alguna cuando se visitan los lugares de la América hispana. La Hispanidad se desarrolló como elemento civilizador y de progreso, asimismo superando la barbarie14., a efectos de su conversión en ciudadano.

Cada vez son más los escritores o voces o testimonios que ponen de manifiesto estos hechos. Ya pocos se creerán la leyenda negra. Que, no obstante, tiene justificación como técnica de conquista del poder: difamar al enemigo es inventar la leyenda negra, igual que en nuestro tiempo la oposición política se agarra donde puede, con tal de difamar al gobernante para ocupar su sitio. Potencias emergentes, como Inglaterra, Holanda o Francia, tuvieron que acudir a este ardid, para poder desarrollarse ante un poder legítimo, frente al que no encontraban otra vía que la difamación y la piratería. Pero tampoco debería exagerarse el valor actual de este debate. En realidad, debería ser indiferente. Hoy día no puede ser el quid. Lo importante no es siquiera la historia. Si estamos haciendo estas disquisiciones sobre elementos distintivos de la Comunidad Hispánica se debe en realidad a que no podemos ignorar que hay un cierto trasfondo de impertinencia, que dificulta su desarrollo. Pero, pensando en el futuro, deberíamos fijarnos en especial en el castellano como “lengua hispánica”. La historia a veces aporta más inconvenientes que ventajas. De hecho, en los países europeos mencionados la leyenda negra del hispanismo no es un hecho hoy día relevante, ya que a veces somos nosotros mismos los que enfatizamos el discurso contrario reactivando aquella. La actitud internacional hoy día no es tanto de leyenda negra como de indiferencia a, o de ignorancia hacia lo hispano. Este ha quedado vencido, apagado, desubicado en el nuevo escenario internacional. Se ha conseguido desarticular la voz hispana en el mundo. Los propios hispanos contribuyen a ello, no afirmando su vocación hispana.

Lo más relevante que hemos conseguido ha sido gracias a la lengua. Falta desarrollar sobre esta base acciones comunes en lo político y en lo cultural. En definitiva, que se oiga una voz hispana en el mundo y se realicen determinados proyectos comunes.

Lo cultural debe servir al diálogo y no a la exclusión. Pero debe tenerse claro que, o bien defendemos nuestra vocación hispánica como única solución para tener mayor relevancia en el mundo, o bien seguiremos siendo unos Estados gobernados por políticos que persiguen sus propios intereses15.

Se ha puesto de manifiesto16 cómo la independencia condujo a una subordinación de Hispanoamérica respecto de Inglaterra, la destrucción de la moneda, el Real de a ocho, que fue la primera moneda global que permitió dominar, entre los siglos 16 y principios del 19, el comercio del área Asia-Pacífico17. A partir de entonces sobrevino la pobreza disfrazada de libertad. Es célebre aquella frase de Alexander von Humboldt: “no veo pueblos más felices, que aquellos gobernados por España”18.

Que la clave es la lengua es algo bien claro. Apunta Reyes Mate19: no nos confundamos, existe una comunidad de filosofía que habla en inglés y que progresivamente va desglutiendo a los germanoparlantes aunque se presente como la comunidad universal de filosofía. Ahí estaremos siempre como invitados; pero como dice Luis Villoro (“¿Pensar en español?”, Revista de Occidente número 133 2000) no queremos ser convidados sino anfitriones. No es lo mismo tomar parte en una conversación en inglés, siempre invitado, que convocar un diálogo universal en una lengua como la nuestra. Solo entonces podremos elevar el español a una forma de lenguaje capaz de responder sin perder su riqueza expresiva, a las demandas de un análisis conceptual preciso. Hoy domina en el mundo el inglés que, bien flanqueado por una potente industria cultural, va imponiendo un modo de pensar hegemónico. La consecuencia es que, en lugares apartados del planeta, estudiantes o profesores que luchan denodadamente por su promoción intelectual recurren a teorías que lejos de liberarles les esclavizan. Por eso concluye el razonamiento calificando de impostura el hecho de que, para pensar bien, haya que hacer abstracción de la realidad, es decir, no tener en cuenta la riqueza experiencial de lenguaje.

Así pues, como tema de interés, no hay “Comunidades…”, hay solo una Comunidad de interés, la hispánica que, con buen tino, Carlos Rangel, denominó la “América Española”20.

  1. El “hecho diferencial” existente y el que debería haber

Hablar de “hecho diferencial” debería llevarnos a hablar de Comunidad Hispánica como Comunidad basada en el nexo común de la lengua y de otros factores con los que se diferencia de otras Comunidades o de otros Estados.

Sin embargo, hablar de “hecho diferencial” significa hablar de las diferencias dentro de unos territorios de España respecto de otros.

Lo curioso es que, como veremos, existen elementos lógicos para afirmar el hecho diferencial, a nivel internacional, de la Comunidad Hispánica y, sin embargo, esta no existe.

Y que, en cambio, no existen fundamentos racionales para hablar de “hecho diferencial” en el segundo caso. Y, sin embargo, aquel existe.

  1. Enfoques intelectuales

Vamos a distinguir tres tipos de funciones intelectuales, por referencia a la política: primera, la que se propone la búsqueda de la verdad (frente a la ficción política); segunda, la que persigue la introducción de ideas de debate; y tercera la que se limita a la aportación de conocimiento.

Una primera función, genuina de tal enfoque, es, por tanto, un intento de rescatar la posible verdad oculta bajo la ficción política. Esto se explica considerando que esta última se ve en la necesidad de ir creando sus versiones de las cosas para dar satisfacción a intereses. Sin perjuicio de que todo esto pueda o no entenderse (en clave política), queda al ámbito intelectual aportar conocimiento de la verdad. Por tanto, el problema se produce cuando esa versión, inventada de tal forma política, para atender intereses (comprensible caso de tal forma) pasa a ser asumida por la colectividad, como la verdad de los hechos 21.

Cierto que, no obstante, lo intelectual tiene una relación muy especial con lo político, porque, en definitiva, las ideas que puedan proponerse han de tener un sentido y una traducción social. Sin embargo, el enfoque intelectual no se ve necesariamente en la tesitura de satisfacer intereses o de integrar sensibilidades. No puede caerse en el extremo de pensar que todo argumento solo es posible en un plano puramente político22, ni tampoco por ello ha de caerse en el extremo opuesto y pasar a contradecir la política por el hecho de tal23.

El punto de partida quiere aquí situarse en la afirmación de lo “natural”24. Veremos que en EEUU prima, en el fondo, este método como modo de hacer política. Y es preciso seguirlo igualmente en Hispanoamérica y en España, ya que Hispanoamérica y España, como tendremos ocasión de comprobar, son lugares donde parece haberse pasado a hacer una política inconscientemente contra natura, o contraria a uno mismo. El asunto terminaría recordando al título de aquel libro alemán: el “Narrenschiff” (en latín: Stultifera Navis) de S. Brand. Tal fenómeno se relaciona entonces con procesos de decadencia. Cuando esto se produce, el sujeto en cuestión pasa a ser un acérrimo defensor de lo contrario de si mismo, sin ser siempre consciente. Es incluso común que se argumente con especial vehemencia en aquel sentido, causando perplejidad si se examina el asunto con objetividad.

La segunda función intelectual es la clásica de introducir ideas. Al comienzo son solo ideas para debate, pero podrán trasladarse finalmente a la pura realidad, mediante cambios sociales y políticos. En este contexto, de esta segunda función, en este libro se propugna, tras analizar cómo se desarrolló el imperio norteamericano, trasladar ciertas doctrinas consolidadas de EEUU, a Hispanoamérica (algo así como la doctrina Monroe; y también la teoría de la “relación especial USA-UK”, cuyos fundamentos veremos). Se trata de hacer lo mismo, en el ámbito hispano, que se ha hecho en el ámbito anglosajón: la unidad de Estados de Hispanoamérica. Y la relación especial con España. Seguir ese acreditado modelo de EEUU y Reino Unido significa afirmar nuestra identidad hispana, igual que se hace en ese otro ámbito respecto de la suya.

Tanto EEUU como Hispanoamérica son herederos por igual de un mismo elemento o factor europeo (inglés y español, respectivamente). Pero parece que lo primero se ha adueñado de la legitimidad de América. Es curioso todo esto, porque la “legitimidad americana” sería mayor, si cabe, de Hispanoamérica que de EEUU. Aquella tiene mayor arraigo temporal, geográfico y nativo; y características propios (el mestizaje) y no una simple traslación de “lo europeo”. Los europeos son ellos, paradójicamente.

Se dijo: hay que expulsar a los europeos de América. Pero esto no significó expulsar a Inglaterra de Jamaica o de Las Malvinas. Significó, en cambio, controlar Cuba y Puerto Rico, y hasta Filipinas. Finalmente, pese al lema “América para los americanos”, EEUU desarrolla una “relación especial” con UK.

Nada que objetar. Pero también Hispanoamérica ha de desarrollar entonces (como los EEUU) una relación especial con España.

Los grandes conceptos (democracia, libertad) han de desarrollarse igualmente en el ámbito hispano. Este es uno de los fines del presente ensayo.

La dualidad americanos-europeos es falaz. La dualidad es mundo “hispano” o “español” y mundo “anglosajón” o “inglés”.

Como apunta Said, “lo que los norteamericanos sentimos acerca de los vecinos del sur es que su independencia es siempre deseable mientras sea la clase de independencia que nosotros aprobamos”.

Existen además ciertas reclamaciones o reivindicaciones lógicas de Hispanoamérica, como por ejemplo el mayor respeto de los derechos de los hispanos dentro del territorio americano.

Así pues, se entiende este trabajo como un “Discurso a España e Hispanoamérica” siguiendo por cierto el término alemán “Rede”, que empleó Johann Gottlieb Fichte en 1808, “Reden an die deutsche Nation”, un ideólogo de lo natural que escribió: “el objetivo de estos discursos consiste en proporcionar valor y esperanza a los fracasados, anunciar alegría en la profunda tristeza y superar en paz la hora del aprieto”.

La tercera función intelectual es la de “dar a conocer”. Como decía Charles Maurice de Talleyrand, “les ruego a todos ustedes de que se percaten de que ni apruebo ni condeno, solo expongo”. En el contexto de esta última o tercera función, de aportar conocimiento, no es por ejemplo muy conocida la historia de la mitad oeste de EEUU más Florida, ni la historia de Lusiana o incluso Texas. Todo ello se abordará seguidamente. También es interesante conocer los descubrimientos o asentamientos españoles en territorios que han pasado finalmente al mundo anglosajón 25.

Por otro lado, no parece del todo correcto el énfasis que se pone por los españoles en las derrotas militares. Un análisis un poco más detenido de la historia no parece llevar a esta conclusión precisamente. El propio derrotismo, de la generación del 98, en el sentido de haberse perdido Cuba o Puerto Rico, es más que relativo y exagerado, porque está dentro de lo normal que estos territorios se independizaran, máxime contando con la ayuda de EEUU26.

El caso es que en el año 1800 el imperio hispanoamericano ocupaba, además de los actuales territorios de habla hispana, la mitad oeste de Estados Unidos y algunos asentamientos más al norte. Si bien Reino Unido jamás fue una potencia que desequilibrara el dominio hispano en América, no ocurrió lo mismo con EEUU.

Es preciso tener en cuenta lo utópico y lo razonable. Es razonable sumarse a la mejor tendencia de progreso y de libertad (EEUU) para hacer lo mismo en Hispanoamérica y España 27.

1 Dos de las gramáticas más antiguas se imprimieron justamente en Lovaina: Útil y breve institución para aprender los principios y fundamentos de la lengua española (1555) y la Gramática de la lengua vulgar española (1559); las dos son anónimas. Entre los autores extranjeros más destacados de gramáticas españolas están los italianos Giovanni Mario Alessandri (1560) y Giovanni Miranda (1566); los ingleses Richard Percivale (1591), John Minsheu (1599) y Lewis Owen (1605); los franceses Jean Saulnier (1608) y Jean Doujat (1644); el alemán Heinrich Doergangk (1614) y el neerlandés Carolus Mulerius (1630). Compusieron diccionarios el italiano Girolamo Vittori (1602), el inglés John Torius (1590) y los franceses Jacques Ledel (1565), Jean Palet (1604) y François Huillery (1661). Tuvo también su importancia la aportación lexicográfica al hispanismo francés del alemán Heinrich Hornkens (1599) y del francoespañol Pere Lacavallería (1642).

2 Pedro Aullón de Haro (con Jesús García Navalón, editores), Juan Andrés y la escuela universalista española, ediciones Complutense Madrid 2017. Puede verse también el libro del Instituto Juan Andrés de comparatística y globalización pandemia y cultura coordinado por Daniel-Henri Pageaux, 2021.

3 J.L. Abellán, La idea de América, Ed. Istmo, Madrid 1972; Samuel Amell/Salvador García Castañeda, La cultura española en el postfranquismo, Ed. Playor 1988; A. Arana, El problema español, Las otras voces, Hondarribia 1997; Luis Bello, Viaje por las secuelas de España, 1929; A. de Blas, Sobre el nacionalismo español, CEC Madrid 1989, del mismo, Tradición republicana y nacionalismo español (1876-1930), Tecnos Madrid; José Luis Cano, “El tema de España en la poesía española contemporánea”, Revista de Occidente, Madrid 1964; Juan Luis Cebrián, La España que bosteza, Ed. Taurus, 2.ª ed., Madrid 1980; J.H. Elliott, El viejo mundo y el nuevo (1492-1650), Ediciones Altaya, Barcelona 1996; E. Elorduy, La idea del Imperio en el pensamiento español y de otros pueblos, Ed. Espasa Madrid 1944; A. de Elorza, La modernización política en España, Endumión Madrid 1990; Foro Jovellanos, Reflexiones sobre España; Víctor Fuentes, Poesía en la bohemia modernista, Editorial Celeste; V. García de la Concha, La poesía española de 1935 a 1975, 2 volúmenes, Ed. Cátedra, Madrid 1987; María Jesús García Domínguez, Galdós y el 98: un itinerario a través del tema de España, Cabildo Insular de Gran Canaria 1998; Antonio García-Trevijano, Del hecho nacional a la conciencia de España o el Discurso de la República, Ediciones Temas de hoy, 1994; M. Herrero de Miñón, Derechos históricos y Constitución, Ed. Taurus Madrid 1998; G. Hoffmeister, Spanien und Deutschland, Geschichte und Dokumentation der literarischen Beziehungen, E. Schmidt Verlag, Berlin 1976 (versión española de Isidro Gómez Romero, España y Alemania. Historia y documentación, Editorial Gredos, ensayos 302, Madrid 1980); John Hooper, The spaniards. A portrait of the new Spain, Penguin Books, London 1987; J.A. Maravall Casenoves, El concepto de España en la Edad Media, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1997 (4.ªed.); Modesto Lafuente, Historia general de España desde los tiempos primitivos hasta nuestros días (1850-1867), 30 tomos; D. Núñez Ruiz, La mentalidad positiva en España, Tucar Ediciones, Madrid 1975; M. Pedregal y Cañedo, Estudios sobre el engrandecimiento y la decadencia de España, 1878; Federico Carlos Sainz de Robles, La promoción de “El cuento semanal” 1907-1925, Espasa 1975; M. Siguan, España plurilingüe, Alianza Madrid 1992; J. de la Torre Martínez, “La presencia de la España de las Autonomías en Europa”, en XII Jornadas de Estudio de la Dirección General del Servicio Jurídico del Estado: la Constitución española en el ordenamiento comunitario europeo, (II) Volumen II Madrid 1998; J. Vicens Vives, Aproximación a la Historia de España, RTVE 1970; Francisco Umbral, España como invento, Ediciones Libertarias 1994.

El “tema” podrá aparecer en forma de “problema” o de “preocupación”. En este contexto son interesantes los trabajos siguientes: Dolores Franco, La preocupación de España en su literatura, Madrid 1944 y su obra España como preocupación, Alianza Editorial, Madrid 1998; J.L. Aranguren, España, una meditación política, Ariel Barcelona 1983; A. Castro, Origen, ser y existir de los españoles, Taurus Madrid 1959 y sus obras: España en su historia, 1948, y La realidad histórica de España, 1954; J. Pujol, Reflexiones sobre el ser de España, Real Academia de la Historia Madrid 1997; P. Laín Entralgo, España como problema, Seminario de Problemas hispanoamericanos, Madrid 1949; R. Calvo Serer, “España sin problema”, Arbor 1949 45-46 y F. Pérez Embid, “El problema de España”, Arbor 1949 45-46.

4 La lengua española y su expansión en la época del Tratado de Tordesillas, actas de las jornadas celebradas en Soria (9-11 mayo 1994), Valladolid, Sociedad V Centenario del Tratado de Tordesillas, 1995. Véase “José Acosta, S.J. (1542-1600). Fondos raros localizados para la investigación sobre temas americanistas”, Cuadernos para la investigación de la literatura hispánica, Fundación Universitaria Seminario Menéndez Pelayo n.º12, Madrid 1990.

5 Ejemplos son estas noticias de la prensa de finales de octubre de 2021: “el Gobierno paraliza sus planes de ‘defensa’ del español para no molestar a sus socios de los PGE”…

6 En algunos artículos de hace algunos años, en el periódico La Razón, designé todo este fenómeno, en efecto, como las “verdades de conveniencia para la convivencia”, que encontró eco social… Se trata de verdades que se crean como tales, desde la pura ficción, para contentar “al otro” (a modo de reinvención, a veces, de una historia inexistente). Desde el poder, se trasladan después a la población tales “verdades creadas” o “de conveniencia para la convivencia”. El gobernante generalmente, para gobernar, se convierte en un promotor de tales verdades que no lo son. Él posiblemente no las cree, quizá incluso sí, pero en todo caso las necesita para gobernar. El efecto final es algo cómico, porque para contentar al “hispanófobo” no solo el propio gobernante español se convierte en un “hispanobobo”, propugnando lo contrario de sí mismo (denostando todo lo hispano, pese a ser él uno de ellos). Además, se produce la creación espontánea de muchos “hispanobobos”, siendo tales todos aquellos que pasan a creer como dogmas de fe las verdades del gobernante, originadas ficticiamente por él, para poder gobernar. Son verdades, de pura conveniencia, para la convivencia (según se propugna por el orden establecido) y que los gobernantes políticos, por pragmatismo o interés, han creado antes. Es decir, algo que puede ser entendido en clave de resignación, o de pacto, termina siendo creído.

7 No es impertinente recordar en este contexto incluso la influencia de la lengua española en la inglesa (aunque se suele considerar el fenómeno de adverso nada más), véase Félix Rodríguez González, Spanish Loanwords in the English Language, 1996.

8 También por ejemplo es preciso citar ASALE, “Asociación de Academias de la Lengua Española”, con la secretaría permanente ejercida en la RAE por un miembro de las demás academias –estos años, un venezolano– y tres académicos no españoles participando en los plenos, y vocación panhispánica…

9 “Cabe preguntarse por qué se optó por el adjetivo española y no por castellana, o hispánica (nunca hispana, gentilicio que solo se emplea correctamente cuando con él se alude a los oriundos de Hispania o cuando se usa en palabras compuestas como hispanoamericano o hispanosuizo” (Ángel Gómez Moreno, en La ciencia de la palabra. Cien años de la Revista de Filología española, varios autores, CSIC, Madrid 2015 p.144). En cambio, curiosamente, en Francia, incluso antes, se habló de Bulletin Hispanique (1899) o de Revue Hispanique (1894). Las publicaciones de mayor interés sobre el hispanismo se llegaron inicialmente a publicar allende nuestras fronteras.

10 Por todos, A. Álvarez Rodríguez, “Español antiguo frente a castellano antiguo; reflexiones dialectológicas”, clac 2/2000: “esta lengua ha de llamarse española desde sus orígenes, porque ya entonces se hablaba en la mayor parte de España” (…).

11 Real y Pontificia Universidad de San Marcos, Lima, Perú, por Real Provisión del 12 de mayo de 1551 y ratificada por bula del 25 de julio de 1571. Considerada como la primera universidad de América. Actual Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Real y Pontificia Universidad de México, creada por Real Cédula de 21 de septiembre de 1551 y ratificada por bula del 7 de octubre de 1595.

Real Universidad de La Plata (de Charcas o de Chuquisaca), Sucre, Bolivia, por Real Cédula del 11 de julio de 1552.

Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo, República Dominicana, por bula del 28 de octubre de 1538.

Real y Pontificia Universidad de Santiago de la Paz y de Gorjón, Santo Domingo, República Dominicana, por Real Cédula de 23 de febrero de 1558.

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México. Fundada por los jesuitas el 14 de abril de 1578.

Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, Bogotá, Colombia, por bula de 1580.

Universidad de San Fulgencio, Quito, Ecuador, 1586.

Pontificia Universidad de San Ildefonso, Lima, Perú, por bula del 13 de octubre de 1608.

Pontificia Universidad de Córdoba, Argentina, 1613. Actual Universidad Nacional de Córdoba.

Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, Santiago, Chile, por Bula papal de 1619.

Real y Pontificia Universidad de Mérida, Yucatán, México.

Real Universidad de San Ignacio de Loyola del Cusco, Cuzco, Perú, 1621.

Universidad de San Miguel, Chile, por bula de 1621.

Pontificia Universidad de San Francisco Javier, Bogotá, 9 de julio de 1621.

Universidad de San Gregorio Magno, Quito, Ecuador, 1622. Universidad jesuita, fue extinguida en 1767.

Real y Pontificia Universidad de San Francisco Xavier, Sucre, Bolivia, 1624.

Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá, 1653.

Real Universidad de San Carlos Borromeo, Guatemala, 31 de enero de 1676.

Universidad de San Cristóbal, Huamanga (Ayacucho), Perú, 1677.

Real Universidad de San Antonio Abad, Cuzco, Perú, 1692.

Real Universidad de Santa Rosa de Lima, Caracas, Venezuela, por Real Cédula de 22 de diciembre de 1721.

Universidad Pencopolitana, Concepción (Chile), en 1724.

Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo, La Habana, Cuba, el 5 de enero de 1728. Actual Universidad de La Habana.

Real Universidad de San Felipe, Santiago, Chile, en 1738.

Universidad de Los Andes, en Venezuela, 29 de marzo de 1785.

Real Universidad de Santo Tomás de Aquino, Quito, Ecuador, 1786.

Universidad de Guadalajara, en México, 1792.

12 El programa fue establecido en 2008, cuando la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial entró en vigor. Antes de esto, un proyecto conocido como las “Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad” ya había estado vigente procurando el reconocimiento de valores intangibles como la tradición, la costumbre y los espacios culturales y actores locales que sustentan estas formas de expresiones culturales, a través de una proclamación. La identificación de las obras maestras también implica el compromiso de los Estados para promover y salvaguardar estos tesoros, mientras la Unesco tiene un financiamiento previsto para su conservación. Iniciado en 2001 y celebrado cada dos años hasta el año 2005, un total de tres proclamaciones ocurrieron durante ellas, que incluye 90 formas de patrimonios intangibles en todo el mundo.

13 Véase Ángel Gómez Moreno, España y la Italia de los humanistas, Editorial Gredos, 1994. También Susana Allés Torrent, “Alfonso de Palencia y el humanismo italiano”, Cuadernos de filología italiana, vol.19, 2012.

14 Todo esto contrasta nuevamente con otros posibles imperios de referencia. Otros Estados europeos no mostraron esa vocación de hacer del nativo un ciudadano y desarrollaron sus respectivos imperios con un afán depredador. En cambio, en el imperio español fue obsesiva su fijación en “el otro”. El “otro” existió siempre.

15 Escribiendo esto, me viene a la mente Malditos libertadores de Augusto Zamora, antiguo embajador de Nicaragua en España, quien confiesa haber empleado los últimos treinta años en demoler el mito más definitivamente sagrado de Latinoamérica: Simón Bolívar. Así, en Malditos libertadores la responsabilidad última de la ecuménica miseria secular de las masas latinoamericanas recae en aquellos falsos libertadores a sueldo todos del Imperio Británico, los grandes caciques de las oligarquías parasitarias criollas, con Bolívar a la cabeza, que conspiraron contra España no para liberar a nadie, sino para entregar las nuevas repúblicas al dominio económico inglés a cambio de que Londres los mantuviera en el poder contra la voluntad y los intereses de sus pueblos. He ahí el origen de todas esas economías tan ajenas a la racionalidad capitalista, las de esos Estados volcados en el monocultivo, exportadores crónicos de primeras materias e importadores, también crónicos, de absolutamente todo lo demás. Ya fuese el grano de Argentina, el cobre de Chile o el azúcar de Cuba. Un modelo económico neocolonial que la clase de los parásitos como Bolívar impuso al conjunto del continente. Según este autor, el castrismo pudo romper esas cadenas del subdesarrollo perpetuo. Sin embargo, ni lo intentó. Los Castro, por el contrario, se limitaron a cambiar de cliente. Dejaron de vender azúcar a Estados Unidos para seguir vendiendo azúcar, solo que a la Unión Soviética. Azúcar antes de la evolución y azúcar después de la revolución. El mismo modelo de la oligarquía. Y cuando se acabó la Unión Soviética, otro monocultivo exportador. En lugar de azúcar, turismo. En lo más profundo de su ser, seguía habitando otro viejo oligarca criollo como Bolívar.

Véase también de Carlos Malamud, El sueño de Bolívar y la manipulación bolivariana, Alianza Editorial, 2021; Varios autores (Emilio Lamo de Espinosa, coordinador), La disputa del pasado, España, México y la leyenda negra, Turner Moema 2021; Marcelo Gullo, Madre Patria. Desmontando la leyenda negra de Bartolomé de las Casas al separatismo catalán (Espasa 2020); Antonio Sánchez Jiménez, Leyenda negra: la batalla sobre la imagen de España en tiempos de Lope de Vega, 2021; Mar Mounier, politóloga peruana: “¿Alguna vez se han preguntado por qué Méjico, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Cuba, Jamaica, Haití, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, ¡carajo! Todos somos hoy países subdesarrollados, del Tercer Mundo, cuando hasta hace casi 2 siglos formamos parte de uno de los imperios más poderosos del planeta, en la historia de la humanidad? (…). Pues es muy sencillo: porque nuestra historia la falsearon y reescribieron quienes nos vencieron. Es muy simple: la Monarquía Universal Española fue un imperio creador y no depredador como nos han vendido hasta nuestros días. Los ciudadanos españoles de ultramar o españoles americanos, (como se nos consideraba) teníamos un estándar de vida muy por encima del promedio de cualquier inglés, francés, alemán u holandés en la misma Europa. ¿Se imaginan lo que sería la América unida hoy, con una cultura tan similar y compartiendo un idioma con 600 millones de personas? Por eso es que siguen haciéndonos creer que siempre fuimos pobres. Por eso es que es tan fácil para quienes nos separaron, engañarnos”.

16 Patricio Lons, “La independencia de Hispanoamérica y el salto al vacío de nuestra identidad”, Revista Cruz del Sur n.º 14 de su año v, 2015.

17 Martín de Álzaga no quiso, en 1806 entregar las rutas comerciales a los ingleses y por eso fue fusilado por los revolucionarios de mayo.

18 El libertador de Filipinas, general Aguinaldo, afirmó con tristeza y arrepentimiento, que luego de 1898 dejaron el imperio para ser un mercado de consumo americano. En 1982 nos quitaron parte del Mar Argentino, islas y Antártida. Como dijo el padre Castañeda, “por Castilla fuimos gente”.

19 Pensar en español, CSIC Edit. Catarata 2021.

20 Del buen salvaje al buen revolucionario, Monte Ávila editores, 10 edición, Caracas 2009.

21 Esta función es, obviamente, característica de investigadores o, en cierta medida, de escritores: “me gusta investigar la historia falseada”, dice la escritora Matilde Asensi (www.matildeasensi.net/news). La historia se falsea ante la lógica necesidad de encajar intereses políticos (véase “Clase de historia catalana”, www.telemadrid.es). Otras veces el fin mismo de la investigación es descubrir la verdad (La historia falsa y otros escritos, de Luciano Canfora, Traducción de Inés Campillo Poza, Antonio Antón y Regina López Muñoz; José Ramón Sanchis Alfonso Maquis, Una historia falseada: la Agrupación Guerrillera de Levante (desde los orígenes hasta 1947).

22 Reivindico, pues, el enfoque intelectual propiamente dicho, con un espacio propio (véase sobre este debate mi reciente obra El Estado de la cultura, Editorial Tirant lo Blanch, Valencia 2022). En este sentido, Juan Bosch, La mancha indeleble, llega a expresar una cierta incompatibilidad entre la labor política con la intelectual: “todos los que habían cruzado la puerta antes que yo habían entregado sus cabezas”. “Debo confesar que el espectáculo me produjo un miedo súbito e intenso”. Igualmente, Durkheim y tantos otros: “siendo hombres de pensamiento y de imaginación, no parece que estén particularmente destinados a la carrera propiamente política” (Emil Durkheim, Lecciones de sociología física de las costumbres y del Derecho y otros escritos sobre el individualismo los intelectuales y la democracia, edición de 2003). El debate nos llevaría demasiado lejos, por ejemplo los posibles elementos subversivos de lo intelectual, o la figura del pseudointelectual o mandarín (temas ya tratados en mi obra citada pocas líneas arriba). Aprovecho para añadir, a las citas y referencias, sobre el tema, contenidas en dicha obra, otras nuevas: Jeffrey C. Goldfarb, Los intelectuales en la sociedad democrática, edición de 2000 buscando una adaptación o nuevo encaje para la intelectualidad; Alvin W. Gouldner, El futuro de los intelectuales y el ascenso de la nueva clase, edición de 1980; Carlos Serrano (editor), El nacimiento de los intelectuales en España, edición de 2001; Elías Díaz, Ética contra política los intelectuales y el poder, edición de 1990; Leszek Kolakowski, Intelectuales contra el intelecto, edición de 1972; Varios Autores, Los intelectuales en la sociedad de la información, edición de 1987. M. Alonso Olea, Los Estados Unidos en sus libros, “El radicalismo del intelectual” Madrid 2010 p.175.

Vivimos un tiempo en que solo parece verdad aquello que se nos presenta como tal políticamente, y, sin embargo, deberíamos darnos cuenta de que la política está esencialmente afectada por elementos que, aunque posiblemente necesarios, pueden llegar a distorsionar la auténtica verdad de los hechos. Termina así creándose una “realidad paralela” que finalmente puede llegar a asumirse por todos, basada en el posible falseamiento de la historia o la asunción de tópicos o de versiones interesadas de otros colectivos, agentes o Estados, respecto del nuestro, y posiblemente tenga que ser así, aun cuando ello no impide, entonces, que se desarrolle un enfoque intelectual que nos exponga esa otra realidad que empezamos a olvidar superando los posibles convencionalismos de las versiones políticas. Cuando se produce esa conversión (a veces necesaria) de lo no real (o falso) en verdadero, puede producirse un fenómeno de defensa inconsciente de algo diferente de aquello que debe ser. España, en especial, precisa este enfoque, ya que paulatinamente nos hemos visto en la necesidad de ir asumiendo ciertos tópicos sobre nosotros mismos, por dar simple satisfacción a intereses que predominan hoy en el contexto internacional o también por la conveniencia o necesidad de intentar integrar a determinados colectivos de nuestro propio país que propugnan una versión interesada de la historia y del presente. Al menos, digamos algo antes de que lo falso consiga ser finalmente verdadero en torno al tema que nos ocupa. Por tanto, esta es la primera función intelectual que va a ocuparme: descubrimiento de la verdad frente a lo falso; rescate de lo intelectual frente a lo político.

23 Noam Chomsky, La responsabilidad de los intelectuales, edición de 1971. Para una exposición de las distintas posiciones que puede adoptar un intelectual en EEUU en relación con el poder (intelectuales mandarines, instalados en el poder, en contra del mismo, incómodos en tal realidad, etc.) Amando de Miguel, El poder de la palabra lectura sociológica. Lectura sociológica de los intelectuales en Estados Unidos, edición de 1978.

24 Es interesante la diferencia que establece el profesor Terradas entre identidad política e identidad cultural, poniendo de manifiesto la necesidad de un espacio para esta última y cómo la primera acaba desplazando a la segunda, de forma crítica por ejemplo cuando una ley establece que impone el uso del catalán frente al español (I. Terradas, I. “La contradicción entre identidad vivida e identificación jurídico-política”. Quaderns de l’Institut Català d’Antropologia, 2004, 20: 63-79; “las políticas de identificación, por más sagaces y seductoras que sean, nunca podrán satisfacer la identidad cultural. La camelarán, la enervarán, la destruirán, la caricaturizarán, pero no la harán vivir”).

25 Sobre esto último véase Darío Fernández Flórez (el novelista, por cierto, de Lola, espejo oscuro), “La Herencia española en los EEUU. Síntesis informativa que ofrece al lector un panorama general de lo que España ha legado a EEUU, Ed. Plaza y Janés, 1981; Javier Junceda, A contracorriente”; y del mismo autor Tiempos revuelto, Thomson Reuters Aranzadi, 2021.

26 La generación del 98, con todo, es un antecedente esencial del hispanismo y de la Hispanidad, como es sabido. No vamos a desarrollar este frente, por haber querido dar preferencia a enfoques más personales. Cito un autor menos conocido que otros, Granmontagne: véase Juan Carlos Estébanez Gil, Francisco Grandmontagne y la generación del 98, Burgos 1998. Y recordemos también a Rafael Altamira (puede verse Hebe Carmen Pelosi, Rafael Altamira y la Argentina, Cuadernos de América sin nombre 2009). Sobre el panhispanismo, o panlatinismo, con el que mi libro se relaciona, puede verse Eva M.ª Valero Juan, Rafael Altamira y la reconquista espiritual de América, Cuadernos de América sin nombre, n.º8 (2003) p.33 y p.194.

27 En cambio para lo “poético” queda informar de hechos históricos, territorios donde pudo haberse desarrollado la hispanidad, pero donde se frustró toda tentativa (Jamaica, Alaska, parte de Canadá, Australia). La cuestión es simplemente anecdótica, es decir, cultural. Por ejemplo, en Alaska se conocieron las “Spanish claims” o “reivindicaciones españolas” que provienen de la bula papal de 1493. “Lo inglés” se impone finalmente en estas zonas “en vez de” lo español, más que “a costa de” lo español. Es preciso reivindicar ciertos nombres (Bruno de Hezeta, Bodega y Quadra, Esteban José Martínez, Gonzalo López de Haro). Tras 1775, 1779, 1788 se llevaron a cabo expediciones y realizaron asentamientos (Gálvez, Cardova). En Alaska se mantuvo un pulso entre Reino Unido y España, sin que aquel resultara victorioso. Hasta que EEUU intervino y entonces, sí, desaparecieron todas las opciones de la hispanidad. En 1789 se entra en conflicto con intereses británicos originando la crisis de Nootka una vez que España apresó embarcaciones inglesas y aquellos rechazan las reivindicaciones de España de asentarse en British Columbia (actualmente en Canadá) dando lugar a la convención de Nootka a fin de evitar la guerra inminente entre ambas potencias. Datos, por tanto, para quienes gusten de hacer “historia alternativa”, como simple curiosidad.

“La presencia rusa se hallaba íntimamente mezclada con la de España. Tras los descubrimientos de Behring, el comercio de pieles condujo a los rusos a Alaska a mediados del siglo XVIII, poblada, a la sazón, por algunos millares de indios, esquimales y aleutianos. Desde 1790, la obra de colonización se había desarrollado bajo el impulso de Baranov, director de la compañía rusoamericana fundada en San Petersburgo, que había conseguido el monopolio del comercio con Alaska, En 1804 había fundado un centro comercial en Sitka, que se convertiría de hecho en la capital. Desde entonces, los rusos habían buscado la forma de extender su influencia, para lo cual crearon, entre otros, al norte de la bahía de San Francisco, en plena California, la avanzadilla de Fort Ross. En 1815, la América rusa se hallaba en plena prosperidad. Hicieron su aparición algunas industrias, como las tenerías o los astilleros. La Iglesia ortodoxa emprendió una obra de conversión en el seno de los aleutianos, mientras que la Iglesia luterana finlandesa siguió a sus compatriotas en el círculo de Baranov. Entre Alaska y California se hallaba Oregón, territorio disputado por rusos, españoles, ingleses y, más tarde, americanos. Los rusos y americanos mostraban una y otra vez su interés por esta región. En 1804-1806, Jefferson confió a Lewis y Clark la misión oficial de explorar, a través de la antigua Luisiana francesa, la vía que llevaba al Pacífico. Poco después, hacia 1811, los exploradores al servicio de John Jacob Astor y de la American Fur Company fundaron, en la desembocadura del Snake River, el puesto avanzado de Astoria, con lo cual establecieron las pretensiones americanas sobre las costas del Pacífico. La presencia inglesa, la proximidad rusa y la penetración americana explican la confusión que reinaba en 1815. Y tanto más cuanto que, en el transcurso de la guerra de 1812, los americanos sustituyeron a los ingleses. Por una convención firmada en 1818, el territorio de Oregón quedaba sometido a la doble soberanía de los Estados Unidos y de Inglaterra. Para indemnizar a España y a Rusia, los Estados Unidos firmaron con la primera el tratado de Adams-Onís, que, desde 1819, consagraría la frontera septentrional del imperio hispánico a lo largo del paralelo 42. Respecto a la segunda, los ingleses y americanos llevaron a cabo conversaciones por separado, que condujeron, en 1824 y 1825, a delimitar una frontera con Alaska, a lo largo de una línea correspondiente a los 54° 40’. También habían logrado infiltrarse entre las zonas de influencia americana y rusa, donde mantuvieron su condominio hasta 1846” (Claude Fohlen, La América anglosajona hacia el 1815, edición de 1967).

Por su parte, a Australia llegó Fernández de Quirós, quien dio nombre precisamente a la isla, como Australia (del Espíritu Santo), planeando la creación de la ciudad de Nueva Jerusalén. Similar es el caso de Hawaii, donde desde 1555 se asentó España, pese a no reclamar ese territorio, tras la expedición española de Ruy López de Villalobos. Nuevamente “la cultura inglesa” arraigó en este lugar. O también en este mismo contexto puede citarse la isla de Granada o de Martinica en el Caribe. En cambio, Jamaica debió haber sido un Estado Hispanoamericano más; fue uno de los primeros territorios españoles en América (el 5 de mayo de 1494 llegó Colón a esta isla, la tercera del Caribe en dimensiones), llamándose “Santiago” y su capital “Nueva España”. En el año 1655 Jamaica fue conquistada por piratas ingleses y España cesó de dar batalla en 1670. También Trinidad y Tabaco se sitúa en este contexto ya que perteneció tradicionalmente a España, descubierta por Colón y con asentamientos españoles y gobernada desde la Capitanía General de Venezuela pero en el transcurso de las guerras napoleónicas, en febrero de 1797, una fuerza británica inició la ocupación del territorio, en 1802 por la paz de Amiens las islas de Trinidad y Tabaco (en inglés: “Tobago”) pasaron al Reino Unido; por su parte Francia, que también tenía pretensiones sobre el territorio hizo cesión formal al Reino Unido en 1814.

ICONOS DEL HISPANISMO

Por Santiago González-Varas Ibáñez

  1. Introducción

Nos propondríamos crear la figura de los “iconos del hispanismo”. Según esto de lo que se trata es de crear puntos de referencia del mundo hispánico, históricos o actuales, que puedan servir para su difusión. Y también para hermanar relaciones y pueblos.

Los iconos del hispanismo se encuadrarían dentro de lo que denominaríamos la Comunidad hispánica y su lengua, que no es sino el título, por otra parte, de libro de quien suscribe, y no en vano estos materiales o textos sirven asimismo para difundir esta obra, es decir, “La Comunidad hispánica es su lengua”, publicada por la editorial Aranzadi en el año 2022.

Se impone, pues, mostrar dos posibles ejemplos del mundo hispánico y su lengua. El primero es un ejemplo de icono del hispanismo relacionado con la lengua. El segundo sería un icono del hispanismo propiamente tal como referencia que simboliza la esencia del mundo hispano.

Lo principal serían no tanto los ejemplos como aportar un método a seguir. Lo principal sería dejar constancia del “método”. Es decir, de la posibilidad de que otros autores desarrollaran la idea misma de los iconos del hispanismo con otros posibles ejemplos. El valor no está tanto en los dos ejemplos seleccionado en este artículo, como en la aportación de un método para otras posibles contribuciones.

  1. El “Vocabulista” (Vocabulario español-latín) de Alfonso de Palencia de 1492.

Citábamos supra, en las referencias hechas al humanismo, la aparición de gramáticas y diccionarios en lengua hispánica o latina en el siglo XV. Y hacíamos referencia a Alfonso de Palencia, anunciando que haríamos mención en apartado diferenciado a esta singular cuestión.

Pues bien, la filóloga e hispanista argentina Cinthia María Hamlin, con la ayuda del también filólogo e hispanista argentino Juan Héctor Fuentes 1 han hecho un descubrimiento que cambia la historia de la lexicografía española, y del que por tanto nos hacemos eco: se trata de dos folios impresos contenidos en la Rare Books and Special Collection de la Firestone Library de la Universidad de Princeton (EE.UU) que forman parte del primer Vocabulario español-latino de la historia, que se imprimió en Sevilla en 1492 y que se atribuye a Alfonso de Palencia, de modo que es anterior por tanto al Vocabulario español-latino de Nebrija que se publicó –según la hipótesis más recientemente avalada por los expertos 2– en 1494 en Salamanca.

Es preciso recordar, para no generar equívoco al lector, que Alfonso de Palencia3 es asimismo el autor del Universal vocabulario en latín y en romance, el primer gran diccionario latín-español impreso en Sevilla en 1490, dos años anterior al Lexicon, hoc est Dictionarium ex sermone latino in hispaniensi, de Antonio de Nebrija impreso en Salamanca en 1492. Tristemente el Universal Vocabulario de Alfonso de Palencia fue eclipsado tras la aparición del Diccionario latino-español de Nebrija, más amplio y más propiamente un diccionario latino-español4.

Una vez aclarado y recordado este otro dato histórico, el hallazgo importantísimo que acaba de tener lugar en 2020-2021 se refiere al descubrimiento de la existencia de un diccionario impreso español- latín (y no latín-español), que pasa a ser el primero en la historia lexicográfica española, por ser anterior al diccionario hispano-latino conocido de Antonio de Nebrija. Y, en consecuencia, se adelanta a 1492 la fecha del inicio de la lexicografía en castellano, la cual se creía que comenzaba en 1494 o 1495 con el Vocabulario Español-Latino (Dictionarium ex hispaniensi in latinum sermonem) de Nebrija.

Es interesante dar a conocer cómo se ha producido dicho descubrimiento: El Dr. Eric White, curador de la Rare Books and Special Collection, conocía la existencia de esos dos folios impresos, siendo consciente de la excepcionalidad de los mismos, ya que se encuentran contenidos y encuadernados en una obra de dicha Biblioteca Universitaria a la que no pertenecen (en concreto, en el ejemplar del primer tomo del Universal vocabulario en latín y en romance de 1490 de Alfonso de Palencia) y ya que solo aparecen en ese ejemplar de la Biblioteca de Princeton y no en otros ejemplares existentes del Universal vocabulario. Y en varias ocasiones anteriores había mostrado tales páginas impresas a otros hispanistas, infructuosamente, pues no lograron aclarar de qué se trataba ni a qué obra pudieran pertenecer. Al saber de la investigación en su Biblioteca de la hispanista argentina, el Dr. White facilitó este material a la Dra. Hamlin, quien, junto con el Dr. Juan Fuentes, lo relacionaron con el manuscrito anónimo f-II-10 de la Biblioteca de El Escorial que recoge un repertorio lexicográfico hispano-latino, del que en 2007 se realizó una edición por Gerald J. McDonald con el título Diccionario español-latino del siglo XV. Según relata la Dra. Hamlin en su artículo publicado en el Boletín de la RAE (p.175), este manuscrito anónimo escurialense ocupa 223 folios y transmite más de siete mil lemas o entradas castellanos.

El contenido de dichos folios impresos nos lo relata la propia Dra. Hamlin en su artículo publicado en el Boletín de la RAE (p.175): “La primera hoja impresa, ubicada en el lugar del folio 1 transmite en el verso un prólogo castellano-latino a dos columnas bastante reducido, en el que un autor anónimo dedica su «Vocabulista» –así lo denomina él– a la reina Isabel la Católica. Por su ubicación, este prólogo parece reemplazar el argumentum en latín y en castellano que se encuentra en el f. 1v de los demás ejemplares del Universal Vocabulario. La segunda hoja, guardada al final del ejemplar (después del f. 313v), recoge 77 entradas del vocabulario castellano-latino anunciado en el nuevo prólogo: desde el lema apuesta hasta arcaz en el recto y desde arco hasta arreboçar en el vuelto. Tanto estos lemas como sus descripciones coinciden con el texto que se transmite en Esc entre los folios 16v y 18r.”

Estos dos investigadores (Hamlin y Fuentes) han definido estos dos folios impresos como “el testimonio fragmentario de un incunable que transmite el mismo vocabulario que el f-II-10”, es decir, como los dos únicos folios que han subsistido de una versión impresa de ese diccionario español-latín contenido en el manuscrito de la biblioteca de El Escorial.

Como consecuencia de sus estudios, en primer lugar, llegan a establecer que esos dos folios se imprimieron en Sevilla entre los años 1492 y 1493. Llegan a esa conclusión de su lugar y fecha de impresión por varios fundamentales datos: (1) los tipos móviles que se utilizaron para imprimir dichos folios pertenecían a la imprenta Ungut & Polonus de Sevilla, según investigaciones del Dr. White; (2) la tipografía gótica que se utiliza en ambos folios es Type 3:95G, la cual, según los técnicos de la Gesamtkatalog für Wiegendrucke, se utilizó a partir del año 1491 y dejó de utilizarse después de 1493; y (3) en el prólogo, contenido en el folio vuelto de la primera hoja impresa encontrada, el autor se refería a Isabel la Católica como reina de Granada, ciudad que fue conquistada en enero de 1492.

Por tanto, de tales investigaciones resulta claro que “el incunable sevillano tuvo que imprimirse entre 1492 y 1493. Uno o dos años ganados para el arranque de la lexicografía española”, según el catedrático de Lengua Española, experto en lexicografía y miembro de la RAE, Pedro Álvarez de Miranda 5.

Este Diccionario, denominado Vocabulista por su autor en ese prólogo que nos ha llegado, tiene además la peculiaridad, según sus descubridores, de que además, en muchos casos, “añade alguna explicación de uso en castellano, lo cual es importante pues, a diferencia del diccionario de Nebrija, que es estrictamente castellano-latín, aquí la lengua emergente también se utiliza en las definiciones”.

Tras la identificación de dichos folios impresos para determinar que se trataba del primer diccionario romance-latín impreso, la citada filóloga argentina continuó con sus investigaciones y así se ha podido atribuir a Alfonso de Palencia la autoría de ese incunable y, por tanto, del primer vocabulario hispano-latino publicado en 1492, de forma que Alfonso de Palencia “quita” a Nebrija el título de primer lexicógrafo español. A esta labor dedica Básicamente su segundo artículo «Alfonso de Palencia: ¿Autor del primer vocabulario romance latín que llegó a la imprenta?», publicado en el Boletín de la Real Academia Española, tomo CI, Cuaderno CCCXXIII, en enero-junio de 2021.

Lo primero que advierte la Dra. Hamlin es que el autor del Vocabulista no parece ser Nebrija, pues “como muy bien señaló MacDonald, el método lexicográfico del Anónimo difiere del de Nebrija. Por un lado, es enciclopédico: las equivalencias latinas suelen ir acompañadas de comentarios de tipo gramatical, etimológico, histórico, mitológico, geográfico, botánico, que significativamente el lexicógrafo decide desarrollar en castellano. Por otro lado, su método es derivativo ya que ofrece bajo un mismo lema agrupaciones lexemáticas y, en ocasiones, agrupaciones onomasiológicas: i.e. reúne derivados y sinónimos latinos indicando sus distintos usos (…)”6.

La investigadora aprecia una serie de semejanzas importantes para determinar la autoría de Alfonso de Palencia analizando comparativamente el manuscrito del Vocabulario Anónimo de El Escorial y el Universal Vocabulario: en primer lugar, por relación a ambos prólogos, de formato breve y sucinto y por las fórmulas de tratamiento de la Reina Isabel de ambos de ambos prólogos. Además, tras el análisis del contenido y forma del prólogo del Vocabulista y su comparación con los prólogos de Nebrija manifiesta categóricamente Hamlin que “la diferencia es tal que hace muy improbable, por no decir imposible, que el autor haya sido el lebrisense7.

En segundo lugar, tras un análisis de diversos elementos del Vocabulario Anónimo manuscrito y del Universal Vocabulario –lexicográficos, codicológicos, ortográficos y sobre todo los filológicos o concernientes a su tradición textual y trabajo con las fuentes– la Dra. Hamlin apunta la coincidencia autoral del Vocabulista y del Universal Vocabulario: Alfonso de Palencia: “La considerable cantidad de concurrencias entre ambos vocabularios difícilmente pueda ser considerada casual, sobre todo a la luz de los dos errores conjuntivos que comparten en sus citas latinas, los cuales constituyen contundentes pruebas textuales” (Cinthia María Hamlin, op. cit, 217).

La doctora Hamlin pone de manifiesto en su artículo que del único folio que se conserva del Vocabulista que contiene entradas o lemas, se puede apreciar que lo que se llevó a la imprenta fue un vocabulario con detalles inconclusos, es decir, una obra no completamente terminada. Para ella, esta circunstancia avala aún más la hipótesis de que el autor sea Alfonso de Palencia, ya que, hay que tener presente que Palencia muere en Sevilla en marzo de 1492 y que, según los datos obtenidos del análisis del prólogo y de los tipos góticos utilizados, los dos folios del Vocabulista de Princeton se imprimieron n Sevilla entre 1492 y 1493. Partiendo de que ningún lexicógrafo concienzudo -como lo era Alfonso de Palencia- llevaría a la imprenta una obra no terminada, y menos aún Alfonso de Palencia, la filóloga señala que “no resulta descabellado suponer, pues, que alguien del entorno de Palencia encontrara esta obra, la asumiera terminada y promoviera su impresión. Seguramente el mismo hecho de que estuviera siendo preparado para la Reina, como indica el folio prologal encontrado, justificaría la promoción de una publicación póstuma. Acaso su misma fama fuera razón suficiente. Téngase en cuenta, además, que todas las últimas obras palatinas salieron justamente de los talleres de Ungut y Polonus, entre ellas la segunda edición de la traducción del Espejo de Cruz, la cual se imprime también póstumamente, en noviembre de 1492” (Cinthia María Hamlin, op. cit, 217).

Además de ello, le resulta “relativamente sugerente” a la investigadora el dato material de que el folio encontrado que contiene el prólogo del Vocabulista se utiliza para reemplazar el argumentum perdido de Alfonso de Palencia que falta en ese ejemplar del Universal Vocabulario que se conserva en la Biblioteca de Princeton.

En definitiva, dado que este Vocabulario hispano-latino de Alfonso de Palencia tiene que haber sido escrito antes de su muerte acontencida en marzo de 1492, y habiendo numerosos datos que permiten inferir que este texto se imprimió póstumamente, aunque no más tarde de 1493, es claro que antecede al de Nebrija en varios años. El hallazgo realizado, según Hamlin y Álvarez de Miranda, ha cambiado el enfoque de la lexicografía. “Palencia ya había publicado en 1490 un diccionario latino, traducido al castellano en una segunda columna: era la primera vez que en Europa una lengua romance formaba parte, aunque marginal, de un diccionario. Con este nuevo descubrimiento, este diccionario bilingüe en que el español es la lengua de partida, Palencia recibe el reconocimiento de su mérito”.

Es indiscutible la importancia lexicográfica del Vocabulario hispano-latino de Alfonso de Palencia, así como la necesidad de que esta obra sea sometida a un estudio léxico minucioso, el cual puede llevarse a cabo perfectamente, pues afortunadamente, aunque no se conserva incunable u obra impresa original, sí se conserva el manuscrito de la Biblioteca de El Escorial.

  1. Santo Domingo como icono de la Comunidad hispánica.

Hablo de Comunidad Hispánica en el sentido expresado en mi libro «la Comunidad hispánica y su lengua», publicado con la editorial Aranzadi el año 2022. Lo decisivo no es ya la clave nacional, ni por supuesto ninguna supremacía de España, sino los posibles iconos generales de la referida Comunidad. Una vez, precisamente, hay paridad entre todos, tenemos la ocasión de aprovechar las potencialidades de esa Comunidad como espacio de intercambio de ideas, cultura y relaciones económicas o de otro tipo.

En coherencia con dicha idea de Comunidad hispánica, se me ha ocurrido proponer iconos a nivel hispánico general. Hace falta crear iconos del hispanismo. Seguramente, el Archivo de Indias de Sevilla podría ser uno de ellos. Lo que está claro es que Santo Domingo lo es, al que me voy a referir algo más, sin perjuicio de otros posibles. Santo Domingo en República Dominicana debería ser visita obligada del hispanismo o, si no se desea esto, al menos del americanisno. Tiene un valor claramente transnacional como icono de esa Comunidad referida. Al margen de valoraciones, están los hechos. Es decir, hechos con valor cultural que, como tales, deben conocerse.

La visita a los edificios y museos de Santo Domingo proporciona conocimiento. Igual que es obligado acudir a Egipto, para conocer las pirámides, Santo Domingo es clave para aquello otro, porque aquí está el punto simbólico del descubrimiento de América y donde encontramos el campo temático de la llegada de Colón. Pese a poder ser esto obvio, falta aún su consideración como icono y creo que merece una mayor consideración. Todo ciudadano de Estados Unidos o Chile o España debería venir una vez en su vida a esta ciudad para saber lo que es su propio ser. Debemos todos valorar lo que se encuentra caminando por la ciudad colonial o el Alcázar y demás edificios históricos evocando hechos del siglo XV a XIX en esa ciudad dominicana.  Es milagroso que todo esto se haya conservado. Haciendo posible su consideración como icono.

Todo este patrimonio tiene valor cultural en sí mismo y merece ser divulgado y protegido adecuadamente. Igual que París es un icono para el hecho cultural histórico la Revolución Francesa, Santo Domingo lo es respecto del descubrimiento de América. Se adquiere una dimensión viva de la historia. Un rasgo distintivo que aporta a la Comunidad hispánica una visita a Santo Domingo, es la vocación temprana del mundo hispánico hacia lo cultural. Los fundadores crearon bellos edificios, muchos de piedra, universidades, hospitales, catedrales, iglesias, palacios… Al igual que los griegos y los romanos, pero a diferencia de los ingleses o de los holandeses y portugueses, el rasgo identitario de la comunidad hispánica es la cultura. Lo corrobora también el hecho de la literatura reciente de los distintos países hispanoamericanos.

Lo que los de la leyenda negra no pueden obviar son los muros de piedra que hay, o que han quedado, de hospitales, universidades, catedrales, Iglesias… Como me decía un buen amigo arquitecto, «lo positivo de la arquitectura es que es innegable ante los ojos. Lo vuestro en cambio del derecho siempre es interpretativo».

Cuando se desarrollen estos países, acaso surja una oportunidad de fomentar lazos y de realizar con paridad proyectos empresariales cuyos socios societarios puedan ser un colombiano, un argentino, un español, un mexicano conjuntamente. Falta una mayor unidad entre todos los hispanos para que se nos oigan el mundo. Falta crear una universidad de referencia como pueda ser Harvard en Estados Unidos. Falta crear un punto común cinematográfico equivalente a Hollywood… No veo en qué perdemos si todos los hispanos dejamos de ser mediocres y pasamos a ser protagonistas en el mundo igual que los chinos o los norteamericanos o los rusos… Aisladamente no se nos oye. Hay que dejar al margen las valoraciones sobre la historia y mirar lo que hay en el presente en cuanto a oportunidades y en el pasado en cuanto cultura. La incipiente generalización del mundo editorial hispanoamericano proporciona un posible enorme enriquecimiento de cultura. ¿Hasta qué punto nos hará falta incluso aprender el inglés?

Santiago González-Varas Ibáñez es Catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Alicante y autor de numerosos libros de ensayo.

1 Cfr. los artículos de Cinthia María Hamlin y Juan Héctor Fuentes, «Folios de un incunable desconocido y su identificación con el vocabulario anónimo romance-latín del Escorial (f-II-10)», Romance Philology, 74.1 (Spring, 2020), págs. 93-122; así como de Cinthia María Hamlin, «Alfonso de Palencia: ¿Autor del primer vocabulario romance latín que llegó a la imprenta?», Boletín de la Real Academia Española, tomo CI, Cuaderno CCCXXIII, enero-junio de 2021, págs. 173-218.

2 Esparza Torres, «La palabra canoa y la datación del Vocabulario español-latino de Antonio de Nebrija», Orillas, nº 9,2020, págs. 819-868.

3 Nos detenemos en este palentino ilustre, porque sus acciones informan también de la intelectualidad y humanismo de la época, característicos en el origen del hispanismo. Alfonso tuvo la vida de un castellano ilustre de la época: yendo de un lado para otro, principalmente Italia, pensando siempre en clave universal. En Italia estuvo 10 años, donde entabló amistad con humanistas y religiosos.

La principal obra de Alfonso de Palencia es la monumental Gesta Hispaniensia ex annalibus suorum diebus colligentis, llamada habitualmente Décadas por estar dividida en décadas al estilo de Tito Livio. Esta crónica cubre los acontecimientos desde finales del reinado de Juan II hasta 1481, incluyendo el reinado de Enrique IV, su enfrentamiento con los partidarios de su medio hermano Alfonso, el conflicto por la sucesión de Enrique IV, la subsiguiente guerra civil y la consolidación de los Reyes Católicos en el trono tras la firma de la paz. Otra importante obra de Palencia es la denominada Anales de la Guerra de Granada, que narra los acontecimientos ligados a esta guerra desde su inicio hasta la toma de Baza en 1489. Su traducción al castellano fue publicada por Paz y Meliá en 1909. O La Batalla campal entre los perros y los lobos (1457); las Coplas del Provincial, etc.

4 Para el gran hispanista Gili Gaya el valor del Universal Vocabulario de Palencia de 1490 reside, más allá de la importancia concedida a la lengua vulgar, en superar los límites de los glosarios medievales, aportando explicaciones que lo acercan a los antiguos diccionarios enciclopédicos de humanidades grecolatinas.

5 Pedro Álvarez de Miranda, “El nacimiento de la lexicografía española: uno o dos años ganados”, Archiletras nº57, octubre -diciembre 2021

6 Cinthia María Hamlin, «Alfonso de Palencia: ¿Autor del primer vocabulario romance latín que llegó a la imprenta?», Boletín de la Real Academia Española, tomo CI, Cuaderno CCCXXIII, enero-junio de 2021, pág. 181.

7 Cinthia María Hamlin, Op. cit, Pag 183: “En primer lugar, la brevedad del prólogo del VA dista de la elaboración retórica que caracteriza los prólogos de Nebrija. En segundo lugar, haciendo uso del tópico de la humilitas y la captatio benevolentiae, el autor se presenta como indigno para tal trabajo –vid. supra–. Nebrija, en cambio, ya desde las Introductiones –versión contrapuesta el latín al romance de 1486–, se presenta como profesional de la lengua, como «maestro» o «maestro gramático»”.

Santiago González-Varas Ibáñez es Catedrático de Derecho Administrativo en la Universidad de Alicante y autor de numerosos libros de ensayo.

Fotografía de portada: Placa de dedicada a la Hispanidad en Medina del Campo.

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