CONSONANTE MATERIA, POEMARIO DE JUAN RAMÓN TORREGROSA

Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.

Consonante materia justifica su título en uno de los últimos poemas del libro que nos habla de esa materia que «no tiene voz / pero en silencio nos responde / si atentos escuchamos su latido». «Materia» es una palabra pesada y aparentemente prosaica, mientras que «consonante» evoca la rima clásica y el alfabeto, y deja un regusto a música precisa, a notas colgadas en el aire.

Juan Ramón tiene la generosidad de regalarme este libro de título tan peculiar con el añadido de una hermosa dedicatoria manuscrita donde afirma de los libros «que nos acompañan siempre», lo cual es cierto. Cuánto podríamos contar al respecto quienes tanto hemos vivido con y por los libros. Este es, desde luego, un libro especial: en primer lugar, porque reproduce, casi milimétricamente, la colección Sudeste, donde publicara Miguel Hernández su Perito en lunas, y conserva ese mismo nombre, así como la tipografía picuda y la presentación de las cubiertas en un tono verdoso-amarillento. A esa evocación plástica del pasado mejor de nuestra lírica se suman la modernidad y actualidad del género poético que el autor ha elegido: unas versiones muy particulares del haiku.

En la dedicatoria que me escribe, el poeta califica sus versos de «sencillos», pero eso no significa simples ni banales: se trata de la difícil facilidad del clásico. Parecen sencillos, y sin embargo no lo son. Expresan la madurez de un poeta que hace lo que quiere con la palabra, que depura su estilo al modo juanramoniano. Que no necesita excesos en la extensión del poema o en el tamaño del verso, porque, con pocos elementos y mucho oficio, construye fulgores cuya inmediatez nos atrapa.

Es innegable la influencia de la poesía clásica japonesa en el espíritu de los versos que, en cualquier caso, se liberan del corsé de la métrica y fluyen con libertad absoluta y sin otra música que la de su ritmo interno. Esa influencia tan actual se plasma en la estructura misma del poemario, dividido en cuatro partes que se corresponden con las cuatro estaciones, ordenadas al modo tradicional: primavera, verano, otoño e invierno, donde la naturaleza es protagonista: las plantas, los insectos, los pájaros, el agua y otros muchos elementos. Pero también están presentes la literatura y el arte como fuentes de inspiración.

Una relectura de Quevedo abre el libro en esa «Fe de vida» que el poeta reescribe: «Ah de la vida / Todo me responde», afirmación cósmica que Juan Ramón irá desarrollando en sus versos. Otra versión del anónimo «Romance del prisionero» centra la primavera. El verano se articula con una serie de poemas dedicados a Van Gogh y a Neruda. El otoño homenajea directamente el haiku de Soseki y concluye con un largo y denso poema, «Noviembre», dedicado a los muertos. El invierno se abre con el trueno y la lluvia, con el laurel, el granado y la palmera que crecen y perduran mientras el poeta decrece; y finalmente nos trasladamos al Albaicín y a Zurbarán y a las salinas que son el paisaje de la infancia del autor, junto con las cigüeñas y los almendros, fauna y flora mediterránea. El poema «Retorno y memoria» vuelve a la primavera y, como conclusión, un listado de dedicatorias expresan el amor familiar y las plurales amistades de que el poeta deja constancia con palabras en prosa que suenan como fragmentos de verso.

Juan Ramón Torregrosa, Consonante materia. Cartagena (Murcia), marzo de 2019. Colección Sudeste.

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