BOABDIL. UN VIAJE AL PASADO NAZARÍ

Autora: Carmen Ravassa Lao.

Estimados lectores: comienzo haciendo una pequeña salvedad. Creo interesante explicar, escuetamente, quiénes eran los zegríes y los abencerrajes en los siglos XIV y XV en los reinos de Iberia. Zegrí es el nombre de un linaje nobiliario del sultanato y posterior Reino de Granada. Los abencerrajes fueron una de las familias más relevantes de la política granadina, jugando un importante papel a lo largo del siglo XV; los Banu Sarray -nombre originario de la familia- procedían del norte de África participando la mayor parte de sus miembros en las diversas revueltas socio-políticas que tuvieron lugar en la Granada nazarí.

El sultán Muley-Hacen, penúltimo rey de Granada, pertenecía a la rama árabe de los zegríes y estaba casado con su prima la sultana Aixa, una de las tres hijas del también sultán Muḥammad IX al-Aysar. De este matrimonio nacieron tres hijos: un varón Abû ʿAbd Allāh «al-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan’alî, nacido en el año 1459, en La Alhambra. Este primer hijo varón era conocido como Muhammad XI, miembro de la dinastía nazarí, que más tarde sería llamado por los cristianos Boabdil. (Abu ‘Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdil-lah, y de ahí el nombre castellano Boabdil), al que los cristianos añadieron el adjetivo de «el Chico» para distinguirlo de su tío Abu ‘Abd Allāh «el Viejo»; que también era llamado el Zogoybi (El Desdichado) por los musulmanes, desde la época en que luchó y se disputó el Trono con su tío Muḥammad XII, al que, por contraste con el primero, le llamaron el-Zagal, el Bravo. También tuvieron otro varón, Yūsuf y una hija llamada como la madre, Aixa, nacida la mayor.

Ha sido conservada parte de la vestimenta que usaba el nazarí con veinticuatro años y, de su calzado y marlota, se ha deducido que Boabdil era una persona delgada y de estatura mediana. En las crónicas cristianas leemos que decían era de piel blanca y cabello moreno.

Muley-Hacen, además de ser un buen guerrero que había ganado distintas plazas a los cristianos, era muy dado a los líos de faldas, cosa esta que alejó a su heredero de él, ya que relegó a Aixa a un segundo plano por una concubina cristiana del harén, Isabel de Solís, noble castellana, apresada en una incursión nazarí cuando iba a contraer nupcias con el que era su prometido, y llevada cautiva a La Alhambra. El rey se enamoró perdidamente de ella, descuidando sus asuntos de Estado. Por su parte, Isabel correspondiendo a dichos sentimientos, se convirtió al islam con el nombre de Zoraida y fue la esposa favorita del sultán, provocando la enemistad de la sultana Aixa, madre de Boabdil.

Aixa intentó matar, sin conseguirlo, a la cristiana y a sus hijos e incitó a su hijo a rebelarse contra su padre valiéndose de sus muchos aliados habidos entre la aristocracia nazarí, pues no hay que olvidar que era hija de un sultán. Las rivalidades entre Aixa y Zoraida incitaron la lucha en el harén traduciéndose en el enfrentamiento entre los bandos que se disputaban el poder del reino: los zegríes y los abencerrajes. Los primeros apoyaban a Muley-Hacen, mientras que los abencerrajes apoyaban a su hijo, expulsado del reino junto con su madre a causa de estos enfrentamientos.

El Rey granadino pensaba, erróneamente, que Boabdil, hombre cortés, afable, de modales elegantes, con un temperamento diferente al suyo, no estaba capacitado para reinar en Granada. Pero Aixa le salvó de los maltratos de su padre al ser repudiados en favor de Zoraida; la sola presencia de Boabdil ocasionaba el rechazo y desdén de éste. Con miedo de que lo matase, Aixa consiguió que huyera de La Alhambra descolgándose secretamente por una ventana de la Torre de Comares. La ruptura entre padre e hijo es definitiva y de esta manera estalla una guerra civil en el reino.

Granada era disputada por El-Zagal, su hermano Muley-Hacen y Boabdil, ya que los tres se sentían con derecho a ella. No obstante, como estaban los cristianos atacando la zona malagueña, los tres hicieron un pacto: se unieron para luchar contra los mencionados cristianos, mientras dejaban pendiente la cuidad de Granada. Pero el rey se confió al subestimar a su hijo, ya que cuando este tenía 23 años, rompió el pacto, sublevándose en Guadix contra su padre y aprovechando que había este perdido la plaza de Alhama, ganada por los cristianos, accedió al trono, obteniendo la autoridad real gracias al apoyo de los abencerrajes.

A partir de entonces, Boabdil se integra en todas las luchas contra los cristianos. Cada vez que volvía a su palacio pasaba por Loja; allí conoció a Morayma, la hija de Aliatar, alcalde de esa ciudad. Sus ojos se miraban y sus almas se sintieron atraídas para siempre. Así que, un día al volver el Rey a Granada triunfante y lleno de vida, eligió a Morayma por sultana, verificándose las bodas reales con pompa y alegría, único momento en su existencia de respiro y felicidad.

Mientras tanto, Muley, junto con su hermano el Zagal y lo mejor de su ejército, derrotaba a los cristianos en Málaga y, Boabdil, celoso de sus triunfos militares, salió de Granada para atacar a los cristianos de los alrededores, pero fue derrotado en 1483, en la batalla de Martín González, donde fue apresado cuando intentaba salvar a su caballo de morir ahogado, siendo encerrado en la torre del castillo de Lucena, llamada ahora torre de Boabdil. Los Reyes Católicos le trataron con respeto y accedieron a liberarle a cambio de un gran rescate, vasallaje y la promesa de un pago de tributo anual. No tuvo más remedio que acceder, al no tener otra opción para recuperar su libertad por lo que firmó el Pacto de Córdoba, en el que se comprometía a entregar la zona del reino que controlaba su tío a cambio de recibir apoyo cristiano para poder recuperar Granada, que había caído de nuevo en poder de Muley-Hacen.

Además de declararse vasallo de los Reyes Católicos, se comprometió a dar paso a los ejércitos del rey Fernando por las tierras donde él gobernase, cuando los cristianos hicieran la guerra a su padre. Como garantía de lo pactado el Rey Chico debía entregar a su hijo Ahmed, de cinco años, quien fue tratado con todos los honores, como hijo de rey, de aliado y vasallo de Castilla, y con gran cariño, sobre todo por la reina Isabel la Católica, que se dirigía a él como «el infantico».

Mientras tanto, llega la noticia a Granada y Muley-Hacen recupera el trono. Liberado Boabdil, llega a Guadix donde aún es considerado Rey. Los Reyes Católicos pretenden alimentar así la discordia familiar nazarí y debilitar al reino enemigo. No obstante, a los granadinos no les gustó el pacto de Córdoba y perdieron su confianza en él, lo que hizo que se refugiara en Almería (Al-Mariya), pero tampoco confiaban en su padre, ocasionando una nueva rebelión dirigida por los alfaquíes y alzándose el Zagal como Rey de Granada.

Cuenta la leyenda que Muley-Hacen, desgraciado sultán del Reino Nazarí, vencido, destronado por su hijo, que seguía las órdenes de la despechada Aixa, cansado de guerrear, sintiéndose ya mayor y quedándose ciego, se ocultó en algún lugar de Sierra Nevada, siendo acompañado por Zoraida, su esposa preferida y sus hijos; rogándoles que una vez que muriese fuese enterrado en alguna zona desconocida de esa sierra donde nadie hubiese, lejos de la maldad humana y de cuerpos de infieles para poder conseguir el descanso eterno. Así lo hicieron, y en honor al fallecido sultán ese pico de la sierra fue llamado Mulhacén, según la leyenda contada también por Pedro Antonio de Alarcón.

Una vez muerto el Rey, volvió a declararse la guerra civil promoviendo a su hermano los partidarios de éste en una guerra fomentada por los Reyes Católicos, que apoyaron a Boabdil, para seguir con las políticas de debilitar al reino nazarita con continuas guerras intestinas; lo que siempre se ha dicho, divide y vencerás. Llegando, para terminar este conflicto, a un compromiso por el cual se dividía el reino entre ambos residiendo los dos en Granada, el Zagal en la Alhambra y Boabdil en el Albaicín.

No obstante, este último, temiendo la crueldad de su tío, se marcha vivir a Almería. Mientras tanto, Fernando el Católico ataca Loja, pero el Zagal no sale a defenderla temiendo que durante ese tiempo le arrebatasen Granada; sin embargo, Boabdil sí acude pero no consigue salvarla, y alertado de que su tío tiene un plan para asesinarlo, entra clandestinamente en el Albaicín, donde se levanta contra su tío apoyado por la gente que aún le sigue e incluso por algunos cristianos al mando de quien más tarde sería conocido como Gran Capitán. Los Reyes Católicos conceden tres años de amnistía a los moros que rindan vasallaje a Boabdil, siendo aceptados por muchos seguidores de el-Zagal, por lo que este huye a la zona almeriense. A pesar de todo, no le queda más remedio que firmar unas capitulaciones el 26 de diciembre de 1489, por las que entrega la ciudad de Almería a los cristianos.

Al llegar el invierno y sus copiosas nevadas, Granada, ya maltrecha por las guerras intestinas entre los seguidores de el-Zagal y su sobrino, Boabdil busca firmar con los cristianos unas capitulaciones honrosas que no humillasen a su pueblo. Así que promueve en la Alhambra una junta de adalides, comerciantes y notables donde todos están de acuerdo en que no existe otra alternativa que entregarse. Pero el rey moro siente tal tristeza al entregar su ciudad que se arrepiente, por lo que a los Reyes Católicos no les queda otra alternativa que remitirle una seria carta conminándole para que cumpla lo tratado:

«Don Hernando y Doña Isabel, por la gracia de Dios, Reyes de Castilla, de León, de Aragón, de Sicilia, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, de los Algarbes, de Algeciras y Gibraltar, Conde y Condesa de Barcelona, Señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Athenas y de Neopatria, Condes de Rosellón y de Cerdania, Marqueses de Oristán y de Goziano, etc. A los alcaydes, cadis, sabios, letrados, alfaquis, alguaciles, escuderos, ancianos y hombres buenos, y gente común, chicos y grandes de la muy gran ciudad de Granada y del Albaycín, hacemos os saber cómo estamos determinados tener esa ciudad cercada desde esta que mandamos edificar (Santa Fé), y poner este exército en la parte de la vega que fuere necesario, hasta que Dios quitiendo, nuestra intención y voluntad se cumpla. Esto tened por cierto. Y juramos por el alto Dios que es verdad, y quien otra cosa en contrario os dixere, es vuestro enemigo. Nos por la presente os amonestamos que con brevedad vengáis a nuestro servicio y no seáis causa de vuestra perdición, como lo fueron los de Málaga, que no quisieron creernos, y estuvieron en su pertinacia, siguiendo la vía de los simples hasta que se perdieron. Si con brevedad viniéredes a nuestro servicio, remuneraros lo hemos con bien, y el que quisiere quedar, estése en su casa con todos sus bienes y hacienda, como lo estaba antes de agora. Esto hacemos porque los Granadinos sois buena gente, nobles y principales, y os queremos por nuestros servidores, y tenemos intención de haceros mercedes, y os prometemos y juramos por nuestra fe y palabra real, que si con brevedad, y de vuestra voluntad nos quisiéredes servir y entrar debaxo de nuestro poderío real, y nos entregáredes las fortalezas, podrá cada uno de vosotros salir a labrar sus heredades, y andar por de quisiere en nuestros reynos a buscar su pro donde lo hubiere; y os mandaremos dexar en vuestra ley y costumbres, y con vuestras mezquitas, como agora estáis; y el que quisiere pasar allende, podrá vender sus bienes a quien quisiere y quando quisiere; y le mandaremos pasar con brevedad y venid a nuestro servicio, y enviad presto uno de vosotros que nos venga a hablar, asentar, capitular y concluir estas cosas, que para ello os damos veinte días de término, dentro de los quales se efectúe . Ved agora lo que es vuestro provecho y libertad vuestro cuerpos de muerte y cautiverio. Y si pasado el dicho término no hubiérades venido a nuestro servicio, no nos culparéis sino a vosotros mesmos, porque os juramos por nuestra fe, que pasado, no os admitiremos más, ni oiremos más palabras sobre ello. En vuestra mano está el bien o el mal, escoged lo os pareciere, que con esto alimpiaremos nuestra faz con Dios altísimo. Fecha en nuestro Real de la vega de Granada a veinte y dos días del mes de Noviembre de mil quatrocientos noventa y uno. Yo el Rey. Yo la Reyna. Por mandato del Rey y de la Reyna. Hernando de Zafra.»

Finalmente fueron firmadas dos Capitulaciones, una, el 25 de noviembre de 1491 con Boabdil, acordando que este ostentaría el señorío de las Alpujarras y dándole un plazo de 60 días para el abandono y entrega de la Alhambra, que fue adelantado a petición de este último, para evitar la tensión y el tumulto de Granada ante la entrega pactada de la ciudad, y asegurándose la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez que sería en 1493, ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto a su corte de Granada. Y otra Capitulación General, el 28 de noviembre de 1491, por la que dentro de los 65 días siguientes a la entrega pacífica de las fortalezas de la Alhambra, el Alhizan, puertas y torres, se les exigía obediencia de lealtad y fidelidad.

A cambio, los monarcas se comprometían a respetar los bienes y las personas que vivían en Granada, garantizaban la libertad de culto, y admitían que siguiera el uso de la ley coránica para dirimir conflictos entre los musulmanes. Las capitulaciones, asimismo, incluían la promesa de que no habría castigo para los tornadizos y refugiados en Granada, a quienes se les facilitaría el traslado al Norte de África. Para garantizar su cumplimiento, los Reyes Católicos solicitaron la entrega de seiscientos nazaríes, hijos de los caballeros más destacados del Reino, incluidos los dos de Boabdil.

Así que el domingo 2 de enero de 1492, en el salón de la torre de Comares, Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí, entregaba las llaves de la fortaleza de la Alhambra a don Gutierre de Cárdenas, mientras tanto, fray Hernando de Talavera, el que más tarde sería el primer arzobispo de Granada, alzaba la cruz en la torre de la Vela, y don Íñigo López de Mendoza tomaba posesión de la Alcaldía de La Alhambra. Acto seguido, Boabdil cabalgó hasta el morabito donde hacían oración, cercano al palacio real del Alcázar Genil, (actualmente, dicho morabito es la ermita de San Sebastián) donde le esperaba el Rey Fernando de Aragón para hacer acatamiento y entrega de las llaves de Granada a las 3 de la tarde, en un acto pactado de antemano, traducido así por Hernando de Baeza:

«… con las llaves en las manos, encima de un caballo, quísose apear a besar la mano al Rey (como signo de vasallaje), pero este no le consintió descabalgar, ni le quiso dar la mano para que se la besase, por lo que el Rey Boabdil le besó en el brazo y le dio las llaves, diciéndole: —Toma, Señor, las llaves de vuestra Alhambra y vuestra ciudad, que yo y los que estamos dentro, somos tuyos—”.

Entonces, desde la Alhambra, se dispararon tres salvas. Y en recuerdo de esta entrega, la catedral de Granada, aún hoy, sigue haciendo sonar tres campanadas a las tres de la tarde.

Aunque la tradición cuenta esa frase que su madre le dijo: “Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre”, parece ser que ese acto jamás se produjo; no obstante, la historia sí reconoce que las últimas lágrimas de Boabdil tal vez serían en Mondújar, donde diera entierro a Morayma, mujer siempre solitaria debido a las batallas de su esposo y cuyo único momento de felicidad fue cuando se conocieron en Loja y se casaron en Granada.

Los Reyes Católicos dieron en regalo a Boabdil, para él, sus hijos, nietos, biznietos, herederos y sucesores, las villas y lugares de las tahás de Berja, Dalías, Marchena, Boloduy, Luchar, Andarax, Úgijar, Órgiva, Juviles, Ferreira y Poqueira, con todos los derechos de sus pueblos, excepto del lugar de Adra, que quedó reservado a los Monarcas, por ser en esa época un puerto de gran importancia. La marcha se realizó de forma triste a pesar de llevar con ellos sus grandes tesoros, aunque sin el que más le importaba a Morayma, sus hijos, Yusuf y Ahmed, que quedaron retenidos por los Reyes Católicos por si se originaba un alzamiento de los partidarios de Boabdil. No obstante, entre febrero de 1492 y agosto de 1493, tras varias negociaciones, les devolvieron a los dos hijos.

Antes de salir de los palacios nazaríes, conforme a lo pactado en Santa Fe, el Rey Chico dio orden de levantar el Cementerio Real de la Alhambra, al que llamaban La Rauda Real, de forma que sus ascendientes no estuviesen en tierra cristiana, trasladando los restos de cuatro de los sultanes: Mohammad II, Yusef I, Yusef lll y Abú Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1.577) de Mondújar, dándoles nueva sepultura en una zona cercana a esta ciudad, en donde mandó construir una nueva Rauda Real, pero en un sitio tan secreto que hasta la fecha no se ha podido averiguar, a pesar de haber sido muy investigado. Tras la entrega de las llaves, fueron liberados de las mazmorras de la Alhambra más de setecientos soldados presos y cautivos cristianos, que se encontraban hambrientos y harapientos.

Ciertamente, sin haberse firmado tres años antes las capitulaciones en Lorca, Mojácar y las de Almería, Granada hubiese resistido poco más tiempo, ya que le hubiera sido muy difícil subsistir teniendo cortado el franco sur-sureste, según la estrategia militar del Gran Capitán. La conquista de Granada tuvo un inmenso eco en toda Europa, incluso en Roma donde se celebró una solemne procesión y hasta una corrida de toros a cargo de Rodrigo Borja, quien más tarde llegó a ser Papa.

En 1493 falleció Morayma, la última sultana de Granada, lo que hizo que volviese Boabdil a desplazarse con los restos de su esposa, durante más de cien kilómetros por la Alpujarra, haciendo una parada en el Castillo de Mondújar para sepultarla junto a los reyes nazaritas en la Rauda Real (según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1.577) de Mondújar), para después continuar su trayecto camino del puerto por el que tenían que embarcar. Morayma fue el único amor de Boabdil, ya que después no se le conoció ningún otro ni volvió a casarse, tal y como escribía un cronista de la época: «…el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro, moría días antes de abandonar La Alpujarra…”, según tenía acordado con los Reyes Católicos. La muerte de Morayma, su entierro y la salida de Boabdil fue descrita en varios documentos de la zona cristiana con gran lujo de detalles.

Del antiguo puerto fenicio de Adra fue donde dejó la península con destino a Fez, una vez que había vendido a los Reyes Católicos los derechos de su señorío. Entrado el mes de octubre, una flota compuesta por una carraca (antigua nave de transporte de hasta dos mil toneladas), cuatro galeones y una carabela fueron las encargadas de transportar al depuesto rey nazarí, junto a su familia y séquito, musulmanes granadinos que quisieron seguir a su antiguo rey al exilio, siendo un total de mil trescientas personas, junto a cien marineros y doscientos soldados entre espingarderos y ballesteros se dirigieron hacia Cazaza, una ciudad fortificada sobre roca que servía de puerto del reino de Fez, donde fueron acogidos bajo la protección del sultán Ahmed el Meriní.

En su corte, Boabdil fue considerado como un príncipe, recibiendo agasajos y consuelo por la pérdida de su reino .Instalado ya en Marruecos, su rastro se pierde; algunos, como Al-Maqqari, afirman que falleció en 1533 en Fez y otros que murió en el campo de batalla donde quedó su cadáver abandonado. El historiador árabe Ahmed ibn Muhammad al-Aqqari asegura que Boabdil fue enterrado en la Rauda que hay a la salida de Bab al-Sharía (Puerta de la Ley). Sin embargo, el periodista Álvaro Machordom Comins dice en su libro «Granada: El último rey andalusí» que investigó los Archivos y Bibliotecas de Fez y no encontró nada sobre la presencia física del último rey nazarí en esta ciudad, ni tampoco en los diversos cementerios que visitó.

Dicen que la tumba de Boabdil «el Chico», el último Rey de Granada, el que entregó las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos, yace bajo restos de basura en un solitario mausoleo junto a las murallas de la ciudad marroquí de Fez. La Asociación Memoria de los Andalusíes ha denunciado el estado en que se encuentra: con botellas rotas de vidrio y desechos de todo tipo, el lugar se ha convertido en refugio de borrachos y mendigos y los niños lo tienen como lugar de juegos; por la noche, los desocupados de Fez se refugian en el mausoleo abierto. Todo esto según cuenta a Efe Hamza Ali al Ketani, que documentó su denuncia con unas fotografías.En realidad, no hay certeza absoluta de que Boabdil se encuentre allí, pero según las referencias históricas presentadas por Al Maqgari, cronista del siglo XVII, es posible que el Rey Chico esté bajo el humilde mausoleo dedicado a otro santo, Sidi Belkasem, junto a la Puerta del Quemado.

El Rey Chico fue un gran luchador, tratando de ampliar su reino y defenderlo de los cristianos, y también luchando en contra de su padre y de su tío. Un destacado personaje cuya vida merece ser conocida y reconocida por unos y otros.

Un equipo español liderado por el cineasta Javier Balaguer quiso realizar una excavación para saber si eran los restos de Boabdil. Recibieron apoyo de la Municipalidad de Fez, que vio el proyecto como uno de los mejores ejemplos de hermandad entre España y Marruecos. Sin embargo, a la hora de llevarlo a cabo (había antropólogos forenses y hasta expertos en georradar) se enteraron de que el lugar dependía tanto del ministerio de Asuntos Islámicos (por ser una tumba) como del de Cultura (por ser una tumba histórica), y entonces empezó entre ellos la discusión porque ambos se creían que era de su competencia. Al preguntarle a Kenza al Ghali, asesora del Alcalde de Fez, por qué no lo hacen los marroquíes, les respondió que en Marruecos,desgraciadamente, no hay dinero para esos proyectos, pero que tampoco había voluntad. Y así siguen las cosas hasta el día de hoy.

Si Boabdil ciertamente, se encuentra bajo tanta suciedad y desamparo, jamás hubo Rey con tumba más indigna.

BIBLIOGRAFÍA
—Artículo de la Revista Cultural de Los Comuneros de Castilla, por Bruno Alcaraz Masáts.
—www.mcnbiografías.com: Autor, Juan Antonio Castro Jiménez.
—Real Academia de la Historia.
—Blog: Legado Nazarí.

Carmen Ravassa Lao (Granada). Maestra, escritora e investigadora. Actualmente vive en Almería.
Se inició en el mundo de la literatura en el año 2013 con su libro de investigación El Cervantes, historia de un Teatro. Posteriormente: El Colorao no es rojo, interesante relato histórico sobre los “Martires de la Libertad” que en 1844 se levantaron contra el absolutismo de Isabel II. Le siguió a éstos Almería en una calle. Otras publicaciones formando parte de antologías de editoriales como “Letras de Esparto” o Editorial SoldeSol.

error: Content is protected !!
Este sitio utiliza cookies para ofrecerle una mejor experiencia de navegación. Al navegar por este sitio web, aceptas el uso que hacemos de las cookies.