Profesor, poeta, crítico y periodista, conferenciante y viajero sin cansancio, Alfredo Gómez Gil es, en cuanto concierne a nuestro huerto provinciano, prototipo de alicantino universal, tanto por su presencia en los más lueñes horizontes como por la huella de signo alicantinista que va dejando en los pueblos más distantes y diversos. Vicente Ramos
Alfredo Gómez Gil (Alicante, 1936) nunca se ha ido del todo. Nuestro alicantino más universal, políglota y ciudadano del mundo, cuenta con un currículo impresionante: Catedrático de Universidad, Licenciado y Doctor en Filosofía y Letras por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor Honoris Causa por la Richmond the American University in London, pionero en un sinfín de proyectos y actividades como escritor, poeta, profesor, animador cultural, editor, traductor y un largo etcétera.
Al margen de sus múltiples aficiones e iniciativas, Alfredo Gómez Gil ha sido un profesor de Literatura; pero, a diferencia de otros que se encierran en el reducido ámbito de una especialidad concreta, él ha abarcado un vasto panorama donde ha tenido cabida la literatura española, la inglesa, la portuguesa, la china. Y dentro de la literatura española, la medieval, la clásica, la contemporánea, la hispanoamericana. Y dentro de los géneros literarios, la poesía, el cuento, el teatro.
De su personalidad multifacética, de su recorrido internacional y de sus muchos logros y reconocimientos hablaremos en esta entrevista.
El Cantarano.- Vamos a empezar por el principio. Tus recuerdos del Alicante de tu infancia, las personas que conociste entonces, alguna anécdota de la época…
Alfredo Gómez Gil.- Como nací en plena Guerra Civil, el único posible sitio donde cuidarme durante los horarios laborales de mis padres fue bajo la atención de unos empleados fijos de la Plaza de Toros conocidos de mi madre, ya que, como maestra nacional habían sido alumnos de ella. De ahí que, como me espetó jocosamente el gran poeta y amigo Vicente Mojica, mis primeros pasos fueron en la arena. Cursé mi infancia como estudiante interno en el Colegio Santo Domingo de Orihuela durante cinco cursos y la adolescencia, hasta el término del bachillerato en calidad de alumno medio pensionista, en el magnífico y siempre añorado desaparecido Colegio de los HH. Maristas ubicado frente a esa belleza arquitectónica que es el Palacio Provincial de la Diputación.
En cuanto a personas de mi infancia, recuerdo con inmenso cariño a mi médico puericultor y amigo familiar Pedro Herrero y al arquitecto Juan Vidal Ramos.
Mis deportes favoritos practicados fueron fútbol y balonmano. Del primero jugué de portero en el equipo del colegio y en el segundo llegamos a ser subcampeones del Campeonato Nacional Juvenil.
Sobre quién fue mi primer amor. Suelo responder con humor que inauguré el inicio de mi infancia enamorándome de mi comadrona tan pronto como surtí al mundo. Pero la verdad fue una vecina de mi misma edad; es decir no más de dos años.
El Cantarano.- El profesor Ángel Valbuena Prat te ha descrito así: «No se le puede clasificar. Ni la barba de Marx ni la de los existencialistas. Ni el escapulario del beato, ni la tea del radical (…) Desde la vitalidad humana al rezo extático. Humano, muy humano (…) Corre por la vida como un auto que no puede aparcarse.» Por otra parte, en la entrada de la wikipedia, donde podrías figurar como profesor, investigador, escritor… apareces como «Poeta». ¿Tú cómo te definirías?
Alfredo Gómez Gil.- Como poeta, ya que el término lo implica todo siendo onomástico del completo personal al quehacer de la obra por uno mismo realizada.
El Cantarano.- Sabemos que has tenido una relevante trayectoria académica y profesional. ¿Cuáles fueron sus inicios?
Alfredo Gómez Gil.- Me doctoré con la primera tesis doctoral de Literatura Comparada aparecida en España: Variedad, evolución y desarrollo de temas y su lenguaje en el verso y prosa de Concha Lagos. Presenté mi tesis en 1979 en la Universidad Complutense de Madrid. Un año después, en 1980, la publiqué con el título Concha Lagos bajo el dominio de la literatura comparada, en el Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid, en 1980. Tres años más tarde, en 1983, se hizo una segunda edición a cargo de la Diputación Provincial de Alicante. En la actualidad de continuo se registran e imprimen numerosas fotocopias de esta segunda edición.
El hecho de que la poeta Concha Lagos fuera una de las primeras líderes del movimiento feminista me acercó al feminismo de la época, que apoyé sin reservas, como puede comprobarse en mis conferencias y ponencias.
El Cantarano.- En tu currículo vemos que denominas ese tiempo de formación, desde la licenciatura al doctorado, como «Etapa americana». Háblanos de esa época.
Alfredo Gómez Gil.- Efectivamente, en cuanto acabé la carrera me fui a Estados Unidos donde estuve destinado como Lector del Departamento de Español y Portugués en la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut, de 1965 a 1967. Fue una experiencia enormemente interesante que me permitió, por una parte, conocer la lengua inglesa, no solo como usuario o hablante, sino para poder realizar estudios y traducciones literarias, lo que haría más adelante. Por otra parte me aproximé al mundo académico de la mujer trabajando de inmediato como profesor asistente en el Hartfor College for Women a partir de 1967. En 1969 al término del curso académico enseñé en la Escuela de Verano de Middleburry College en Vermont (reputadísimo centro donde enseñaron durante diversos veranos personalidades tales como Ramiro de Maeztu, Américo Castro y Luis Cernuda) obteniendo en 1970 el puesto de Profesor Titular para seguidamente en 1972 ganar el tenure (cátedra) en el mencionado Hartford College for Women integrado en la University of Hartford en la que desempeñé la cátedra de Literatura Española Hispanoamericana del Departamento de Estudios Hispánicos hasta mi jubilación en 1996.
Una consecuencia de mi «etapa americana» fue la redacción de dos libros que se hicieron muy populares: Cerebros españoles en U.S.A., publicado en 1971 por la editorial Plaza & Janés, y La vuelta de los cerebros, este segundo en colaboración con Francisco Carenas, publicado por la misma editorial en 1976. El primero, en evidente coyuntura de brain drain y en casual coincidencia con la actual situación reflejada. Su presentación en el antiguo palacete del Spanish Institute de Nueva York resultó impresionante tanto por la cuantiosa multitud asistente como por la sorprendente aparición de variada prensa internacional, autoridades y celebres personalidades entre los cuales se encontraban los doctores Severo Ochoa, Ramón Castroviejo, Francisco Grande Covián, José María Rodríguez Delgado y el Doctor Juan Negrín, con su esposa Rosita Díaz Gimeno, que pese a haber sido informado de que al igual que Francisco Ayala la censura oficial española prohibió la publicación de los capítulos referentes a ellos, nos ofreció con su esposa su valiosa gratísima asistencia.
Ejemplar dedicado a Consuelo Jiménez de Cisneros por el autor.
Durante mi anual estival regreso a Madrid, mi antiguo amigo Rafael Conte me informó de que posiblemente fuese de buen interés para TVE realizar una serie de programas consistentes en entrevistar yo mismo a personajes incluidos en Cerebros Españoles encargándoseme, pensaba, la realización para lo cual se ofreció a tratar de concertarme una cita con el entonces joven Director General de la entidad Adolfo Suárez, como así se sucedió, haciéndome saber este con simpatía que ya conocía el libro y que era totalmente afín a mi proyecto por lo que no creía ver en su realización televisiva mayores problemas puesto que él mismo estaba en ello interesado. Por la cual me pidió le facilitase pronto nombres, direcciones y teléfonos privados a los incluidos en el libro para cursarles formalmente la propuesta con mi conformidad; lo cual tal como acordamos le envié de inmediato a mi regreso a U.S.A.
Tras varios meses de inquieta silenciosa espera el editor Luis Jiménez Martos inició telefónicamente otras llamadas de allegados más conocedores de mi acuerdo con el entonces Director General de Televisión Española haciéndome saber que el programa propuesto por mí se estaba llevando a la pantalla con especial énfasis y cuidado por un señor muy cercano a Adolfo Suarez sí, el que de futuro inmediato sería presidente de nuestro sin par gobierno español.
El Cantarano.- ¿Qué otros recuerdos conservas de esa «etapa americana»? Seguramente tendrás alguna anécdota curiosa que contarnos.
Alfredo Gómez Gil.- Tan numerosos como inclasificables. Veamos: coincidió mi llegada a USA con graves momentos bélicos. Progresivas tropas hacia Vietnam en rabioso ambiente de exigencias pacifistas contra obligatorios reclutamientos, jamás establecidos hasta entonces, propiciaban el triste entorno de hippie desesperado y rotunda protesta, desenfreno social y numerosos exilios universitarios a Canadá para evitar la gleba, de lo cual sobran testimonios en mis iniciales obras propias de aquella época.
Remedio a ese amarihuanado clima era la frecuente asistencia al pequeño cercano Club Español de New Britain, próximo a New Haven al que asistía una numerosa cantidad de españoles en el que en su totalidad hablaban unos en el dialecto del catalán llamado valenciano o bien otros en el dialecto del valenciano llamado catalán. Unos socios mexicanos tuvieron que aprender estas lenguas o jergas para ser admitidos.
Perdura en mis mejores recuerdos la celebración del 75º cumpleaños del ínclito Jorge Guillén en la mansión de Manuel Durán tras la conferencia del eximio maestro. Invitación al que asistieron varios de los poetas incluidos en la Antología Poetas Españoles de hoy en los EE. UU. de Francisco Carenas editada por la sencilla editorial Iqueima de Colombia por el novelista y crítico Clemente Airó.
Alfredo Gómez Gil con el escritor Arthur Miller
Tuve también la suerte y privilegio de penetrar a fondo y largamente en la poesía y obra de Jorge Santayana al que firmemente considero el mejor estilista de la tradición norteamericana a la par que más alto epistemólogo español de la universal área poética cuyos originales se encuentran, donados como herencia, en Harvard University, solo a hora y media de mi residencia de entonces en New Haven, Connecticut. Lo cual me facilitó múltiples comprobaciones y estudios.
Ya que me pides anécdotas: Severo Ochoa me invitó a cenar, no sin antes advertirme que por tener que cumplir con ellos tendrían que acompañarnos dos colegas suyos, sencillos y amables según él. Llegado el momento: cordiales presentaciones continuadas por ininteligibles temáticas. En un tácito lapso aproveché para reiterarle que, independientemente a nuestra antigua confianza, seguía siendo un honor cenar con un Premio Nobel. A lo que él haciéndome un disimulado gesto negativo corrigió pronunciando brevemente “no, con uno ….” y levantó con fulgurante expresión tres dedos de su mano alzada.
Una curiosa anécdota durante esta etapa en uno de mis recitales universitarios fue la de sorprender en la primera fila una cara conocida sin lograr identificarlo hasta que al finalizar el acto me lo presentó Ramón Sender – anfitrión y organizador del mismo – con estas palabras: “Aquí tienes un paisano tuyo”. Sorpresa emocionada…y así comenzó mi larga amistad con José Iturbi.
Historieta final: Un día de fin de semana invernal acompañé al Dr. Ramón Castroviejo a recoger en el St. Regis Hotel un retrato al óleo del mismo con su esposa, obra que de mutuo acuerdo recibiría de su autor, Salvador Dalí, como trueque de las continuadas formales cenas celebradas que los Castroviejo, a petición del pintor, organizaron en su casa con el fin de relacionarle con la alta sociedad neoyorquina. Resultó en esta entrevista que caprichosa e imprevisiblemente el artista había añadido al lienzo las figuras de Alix y Christopher, hijos del matrimonio, según lo cual se empeñó en cobrarle una buena cantidad de dólares alegando que como ahora eran cuatro personas las pintadas y no dos las figuras del cuadro, tendría que pagar el extra aunque no hubiera sido solicitado así. Naturalmente el doctor rechazó la oferta y el pintor perdió un excelente inmerecido amigo.
Alfredo Gómez Gil con Salvador Dalí en Nueva York
El Cantarano.- Sabemos que durante tu «etapa americana» pasaste un año sabático en China. ¿Cómo fue esa experiencia?
Alfredo Gómez Gil.- Mi sabático en China transcurrió entre 1982 y 1983 y fue una experiencia muy positiva: un año intenso de inmersión en el mundo académico y literario chino. Tengo que decir que fui el primer catedrático español destinado en China, en mi caso como Profesor invitado en el Instituto de Lenguas Extranjeras II y la Universidad de Beijing, donde impartí conferencias, cursos especiales y monográficos sobre temas hispánicos en diferentes centros educativos.
Siempre digo que hay una reciprocidad en los intercambios culturales. En mi caso, aproveché para acercarme al más popular y leído poeta chino: Ai Qing, al que traduje por primera vez al español. Como curiosidad, este poeta es el padre de un conocido arquitecto y escultor expatriado, Ai Weiwei. El resultado de mi trabajo fue la publicación, en 1986, de una versión bilingüe castellano-chino de mi selección poemática de Ai Qing, cuya primera edición fue de 300.000 ejemplares: Ai Qing poemas escogidos, Editorial Foreign Languages Press, Beijing, República Popular China. Posteriormente, publicaría en España, en la editorial Miraguano, una Antología poética de las dinastías Tang y Song. Los dos periodos de oro de la literatura china.
El Cantarano.- Un año en un país con una cultura tan diferente de la nuestra como la china, seguramente daría para muchas historias. Cuéntanos alguna.
Alfredo Gómez Gil.- La gran y variada colonia extranjera de expertos contratados quedaba ubicada entre diferentes estancias del antiguo semilujoso Hotel de la Amistad estrenado en un lejano pasado con destino a sus vecinos rusos iniciales amigos y camaradas íntimos de posguerra mundial, pero en aquellas fechas ya roto el entendimiento con los soviéticos se había convertido en un obsoleto antro turístico. Mucho nos sorprendió la cantidad de vecinos prevenientes del Camino Luminoso y otras variedades, de refugiados y exiliados políticos.
El Cantarano.- Estados Unidos, China… Por fortuna, los «cerebros» fugados regresan a casa, y tú también lo hiciste…
Alfredo Gómez Gil.- En efecto, tuve la satisfacción de poder trabajar en mi país, primero de manera puntual y posteriormente con estancias más largas. En 1973 estuve como Profesor Invitado en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander y también en el Instituto de Cultura Hispánica, en los Cursos de Verano de Madrid.
El curso 1992-1993 como Catedrático en Sabático, patrocinado por el Ministerio, pasé un curso de investigación en Alicante. El supuesto departamento al que me dirigí en la Facultad, no me atendió alegando que el dinero que suponía mi ayuda el ministerio debería habérselo donado a ellos. Sin comentarios.
En 1997 cogí una excedencia y estuve como Catedrático en sabático de investigación en la Universidad Complutense con el Profesor Antonio Prieto del Departamento de Filología II. Y finalmente, trabajé como Catedrático de Literatura en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid desde 1998 hasta 2002, año este en que al enterarme de la pública degeneración del padre Marcial Maciel, supremo director fundador de los Legionarios de Cristo, sentí que no debía seguir trabajando para una académica identidad tan repulsiva.
Portada del primer poemario de Alfredo Gómez Gil. Madrid, 1968. Editorial Alfaguara, colección Ágora.
El Cantarano.- En tu «etapa alicantina» coincidiste con gente de la cultura local. Podemos citar al músico Juan Miguel Asensi, que gestionó tu nombramiento como «Cuarentuno de honor», junto con el entonces rector de la Universidad de Alicante, Martín Mateo.
Alfredo Gómez Gil.- Efectivamente, recuerdo algún recital de mi poesía acompañado por la guitarra de Juan Miguel en locales del barrio bohemio de Alicante donde se reunían artistas como Gastón Castelló, Roberto Ruiz Morante, con quien tuve una buena amistad, y muchos otros.
Alfredo Gómez Gil con el músico Juan Miguel Asensi en un pub alicantino
El Cantarano.- Volviendo a lo académico, las literaturas inglesa y portuguesa también te han interesado.
Alfredo Gómez Gil.- Así es. La literatura inglesa por mi larga estancia en un país anglófono como Estados Unidos y por el reconocimiento que recibí en Inglaterra, donde fui investido Doctor Honoris Causa el 19 de diciembre de 1998 en la Richmond, Universidad Internacional Americana de Londres. Creo que soy el único ciudadano español que cuenta con esa dignidad. Esta circunstancia y mi amor a la poesía me llevó a interesarme por Shakespeare, cuyos Sonetos traduje al español con un gran éxito de la crítica. La primera edición de Los sonetos de Shakespeare apareció en la Editorial EDAF, de Madrid, en 2000, ilustrada por el célebre pintor alemán Eberhard Schlotter con quien hice otras colaboraciones. Añadiría que he impartido algunos cursos en inglés: «Renaissance and Baroque Poetry of Spain», y en portugués: «Historia da Literatura Portuguesa».
El Cantarano.- En el género del ensayo tienes uno muy particular: la biografía de Marcelino Camacho y de su mujer, una idea muy bonita, porque si el dicho afirma que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, la experiencia lo confirma. El libro Marcelino Camacho y Josefina: coherencia y honradez de un líder, que escribiste en colaboración con Etsuko Asami, se publicó en la editorial EDAF de Madrid, en 2003. ¿Cómo surgió la idea de escribir esta biografía y qué recuerdos tienes de este histórico líder obrero?
Alfredo Gómez Gil.- Tema este que implica mejor paráfrasis. Mi libro Antología poética de la dinastía Tang Primer período de oro lo presentamos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid ocupando la presidencia del acto el director de la editorial EDAF José Antonio Fossati, Fernando Vizcaíno Casas, Enrique Fanjul, Embajador de la República Popular China, Tang Yonggui y éste tu seguro servidor. Día después de este acto con mi editor y nuestras esposas fuimos invitados por el Embajador a la fiesta y coctel con motivo de su día nacional chino se celebraba en los salones del Hotel Palace. Como es lógico amigos cercanos a la ideología de los anfitriones allí se encontraban, entre otros, Ramón Tamames, aunque en este caso nada significativo era ya que por aquellas fechas nos lo encontrábamos en las más variadas celebraciones diplomáticas de reputados chupi-chupis. Bien, pues en aquel ambiente de choca-manos Marcelino Camacho iba indistintamente tendiendo la suya y entre ellas la mía. Observador presencial del saludo fue mi editor, el cual de inmediato me propuso lo que finalicé en íntima colaboración con mi mujer bajo el título de Marcelino Camacho y Josefina. Coherencia y honradez de un líder, obra terminada tras prolongados semanales cordiales encuentros con ellos degustando las exquisitas magdalenas de Josefina en ocasiones compartidas con tan singulares compañías como fueron Natalia Figueroa con su marido Raphael, José María Fidalgo y un respetable etcétera.
El Cantarano.- Se te considera una persona socialmente comprometida, de lo que da fe esta biografía. Y sabemos que ese compromiso te ha acompañado toda tu vida. ¿Cómo lo has podido llevar a cabo, sobre todo en los tiempos más difíciles de la juventud?
Alfredo Gómez Gil.- Me considero independiente y apolítico, pero siempre comprometido con los valores sociales y humanitarios. Una de las intervenciones que más profundamente me marcó fue mi intercesión ante el Ministro de Gobernación, Tomás Garicano Goñi, para conseguir el regreso a España del exiliado literato y redactor jefe de la revista Literatura Soviética José Santacreu; pudieron regresar sus familiares, pero el ilustre profesor falleció en Moscú en 1970, diez días antes de que le llegara la noticia.
Otro supuesto compromiso para mí ocurrió a finales de los años 70 del pasado siglo en que decidí hacer por mi cuenta un viaje cultural y turístico a China pasando antes por París. Exactamente en víspera de mi vuelo hacia Pekín fui a visitar a Pablo Neruda, Embajador a la sazón de Chile. Entrevista excesivamente divulgada por lo que me limito al principal contexto: el inmortal vate al saber que me dirigía a China me encargó entregase en mano a su íntimo amigo y colega Ai Qing una carta escrita en mi presencia y que tan pronto aterricé intenté cumplir. En mi total ignorancia Ai Qing se encontraba desterrado con su familia y nadie se atrevía a dar la más leve señal del mismo. Años más tarde, una vez caído y desposeído el gobierno encabezado por Jian Qing, cuarta esposa de Mao Tse Tung, fui invitado durante mi año sabático a enseñar en Pekín, época ésta en la que el poeta liberado y resarcido se encontraba plácidamente residiendo en su retornada propiedad, tiempo en que tanto mi esposa como yo fomentamos una gran amistad con él y su esposa Gao Ying.
El poeta español Carlos Álvarez se hizo famoso por su libro «Escrito en las paredes» (1962); en él se recogía una serie de poemas supuestamente escritos en las paredes de la prisión donde estaba encarcelado. En unión de otros escritores e intelectuales, lo propusimos para el Premio Nobel de Literatura, divulgándose su encarcelamiento en la prensa sueca lográndose su inmediata liberación. Este poeta prosiguió su carrera literaria y ha publicado y recitado sus versos hasta 2007, en que presentó su antología poética «Tercera Mitad».
En otro orden de cosas, siempre me preocupó trabajar por la dignidad de los estudiantes y la calidad de la enseñanza universitaria. Puedo citar al respecto mis artículos «Trata de Estudiantes» en el diario Información de Alicante (9.04.1994), «Descrédito del Master», en el mismo periódico (25.3.1993) – reproducidos en diversas publicaciones – o mi sonada conferencia en el Instituto Cervantes de Madrid, «Estafa y Prevaricación en la Enseñanza Universitaria» que tuvo lugar el 5 de marzo de 1998.
El Cantarano.- Tus colaboraciones en prensa y conferencias muestran que el mundo de la comunicación siempre te ha tentado…
Alfredo Gómez Gil.- Cierto. Mi primera vocación fue la comunicación: durante mis años de Facultad dirigí programas que alcanzaron una gran popularidad entre los estudiantes. Y a lo largo de mi estancia en los Estados Unidos, orienté programas culturales en distintos medios.
Antes de mi salida de España dirigí programas en el Radio Murcia, Radio Juventud, así como la organización y dirección del Festival Universitario de la Canción (1960) desde Murcia retransmitido por toda la Cadena Ser y finalizado en el Teatro Romea. Más tarde continuando en la capital mi carrera dirigí un semanal programa estudiantil titulado “Universidad” en Radio Madrid y posteriormente tres aplaudidos programas en Televisión Española a beneficio de gentes sin techo titulado “La Tuna en su casa” con la entonces joven Pilar Miró encargada de la recepción de llamadas telefónicas al programa.
Mi interés por la comunicación me ha llevado también a intervenir a título de presentador en una larga lista de conferenciantes y ponentes. Como Director de la Comisión de Actos del Club Almirante Guillén Tato (Benidorm, Alicante), fundado y presidido por el inolvidable y universal genio intelectual y moralmente humano, a cuyo sabio ejemplo el complejo y polivalente turismo español tanto debe, que fue Pedro Zaragoza Orts. Desde 1999 he presentado a personajes tan conocidos como Javier Gómez de Liaño, Zhang Shijie, Fernando Díaz-Plaja, José María Fidalgo, Katsuyuki Tanaka, Andrés Cosmen, Ken Shimanouchi, Marcelino Camacho, Tatsuo Yamaguchi, Tang Yonggui, Joaquín Navarro…
Alfredo Gómez Gil y Consuelo Jiménez de Cisneros en el Casino de Madrid. Octubre, 2019.
En el Casino de Madrid fundé la Tertulia Poética, hoy ya internacionalmente acreditada. Abierta con periodicidad mensual en el 2010 ha estado funcionando hasta que la pandemia la cerró momentáneamente, y también del Ciclo de conferencias Nuestros Socios, creado en 2015, donde los socios del Casino disertan sobre sus temas favoritos. También he sido moderador de los Encuentros Literarios que se iniciaron en 2015 y fundador de la Mesa de Teatro que se abrió en 2017.
Ya antes, durante un sabático, el entonces presidente del Real Club de Regatas de Alicante, sito por aquellos días en la mitad de la Explanada, Adrián Dupuy Fajardo, me animó a llevar a cabo allí un ciclo mensual de conferencias con célebres personalidades invitadas, entre ellas José María Carrascal, el Embajador Tatsuo Yamaguchi, Heliodoro Madrona etc., obteniéndose grandes éxitos y repercusión, por lo cual, es de suponer, se me nombró Socio de Honor de este querido club. Por similares razones recibí tal dignidad también en el Real Liceo Casino de Alicante en singular celebración con el torero José María Manzanares, lo que mucho me satisfizo ya que fui buen amigo de su padre.
El Cantarano.- Como muchos poetas, ¿te has interesado por otras artes como la música o la pintura?
Alfredo Gómez Gil.- Así es. En lo que se refiere a la música, he realizado interpretaciones bilingües de mi obra poética mediante recitales organizados por iniciativa del pianista y compositor español José Iturbi, que se celebraron en universidades, colleges y centros norteamericanos a través de su amplia geografía desde 1969 hasta 1980. En estos recitales a menudo me han acompañado músicos interpretando armoniosos fondos. Querría destacar a la inconmensurable violinista valenciana Josefina Salvador.
En cuanto a las artes plásticas, me he dedicado a impartir conferencias de arte en el marco de la difusión de la cultura española en el exterior. Un ejemplo relevante fue la conferencia “Mis encuentros con Picasso” celebrada en la Universidad de Sophia de Tokio, con asistencia del entonces embajador de España en Japón, Juan Leña y del que lo fue de Japón en Madrid, Tatsuo Yamaguchi el 11 de julio de 2002, con la cual se llegó a la veintena de conferencias de esa materia.
Además me precio de haber sido el primer divulgador del eximio escultor hispano-estadounidense José de Creeft (Guadalajara 1884 – Nueva York 1982) en España. Promoví la concesión para él de la Orden de Isabel la Católica en el año 1973. Para quien no lo conozca, José de Creeft es autor de las geniales esculturas “Alice in Wonderland” ubicada en el Central Park de Nueva York y “El Picador” que encabeza el surrealismo universal escultórico.
Una colaboración muy especial, que se ha mantenido en el tiempo, es la que inicié en 1975 con el célebre pintor alemán Eberhard Schlotter, mediante la publicación de un libro de autoría compartida con él que se titulaba Paisajes y formas de Eberhard Schlotter a través de un poeta, obra bilingüe publicada en Ediciones de Arte. Más de veinte años después, en 1999, este artista ilustraría un poemario mío dedicado a las nanas infantiles y en el 2000 mi obra Los Sonetos de Shakespeare.
El Cantarano.- Lo cierto es que, a estas alturas de la entrevista, aún no nos hemos centrado en tu poesía. Es verdad que tu condición de poeta de algún modo acompaña todo lo que has hecho, pero nos gustaría dedicarle un espacio concreto a tu obra poética. Háblanos de ella.
Alfredo Gómez Gil.- Empecé a escribir poesía muy joven, así que a estas alturas ya llevo publicada una veintena de obras. Y sigo escribiendo poesía: en vuestro anuario de El Cantarano 2020 publiqué un poema dedicado a la pandemia. Además, todas las navidades tengo la costumbre de felicitar con un poema original.
Mi primer libro de poesía en España Por la distancia, se publicó en Madrid en 1968, dentro de la Colección Agora de la editorial Alfaguara. El siguiente, Introducción a la esperanza apareció en la Colección El Toro de Granito, del Instituto Gran Duque de Alba de Ávila en 1971. Ese mismo año de 1971 Ángel Caffarena me publicó Veinticuatro poemas de nieve en la exquisita colección Cuadernos del Sur, de Málaga, que él mismo dirigía. Y en 1974 tuve la satisfacción de que me publicara en la misma colección Entre fetiches y amuletos.
También en 1974 publiqué El encantador de serpientes en la Colección Adonais, de editorial Rialp, muy conocida en el mundillo literario hispano por patrocinar el Premio Adonais, con el que ha descubierto a un importante número de poetas jóvenes.
Dos años después, en 1976, saltó en la colección de Autores Alicantinos de la Caja de Ahorros Provincial de Alicante mi poemario La frente en el suelo, con prólogo de Vicente Ramos e ilustraciones de Manuel Baeza, Pérez Gil, Xavier Soler, Gastón Castelló, José Antonio Cía y Antoni Miró. También en una editorial alicantina: Aguaclara, publicaría, bastantes años después, en 1992, otra obra: Tú, exiliado peregrino.
En 1977 publiqué The Vibrations of Silence/Las vibraciones del silencio, edición bilingüe editada por la Agencia Española de Cooperación Internacional.
Aparte de estos títulos, puedo citar un proyecto muy personal: Nanas para dormirlos y despertarlos, una edición bilingüe japonés-español (traducido al japonés por Etsuko Asami), que se publicó en Tokio, en 1988, en la Editorial Civasaqui y tuvo una segunda edición ilustrada por Eberhard Schlotter en 1999 en Madrid, a cargo de la editorial EDAF y una tercera edición en 2000 en la misma editorial.
La segunda edición se presentó con excepcional atención en la Embajada de España en Tokio y más tarde, atendiendo encantado la solicitud del entonces Embajador del Japón en Madrid, Ken Shimanouchi, se presentó en el Salón de Actos de su residencia.
Ese mismo año 2000, coincidiendo con el paso al nuevo milenio, publiqué la antología Trece poetas testimoniales, en la que me incluí como editor bajo un alias: Segismundo Lince, y luego como el último poeta de la antología con mi nombre y apellidos. Es un libro del que estoy particularmente satisfecho por reunir a poetas, ellas y ellos, de peculiares características vivenciales a tenor del privativo proceso hacedor de su poesía, testimonio social y moral en el contexto de su época; de ahí el título. Hay que pensar que yo preparé esa antología en los años setenta, pero por diversos problemas no pudo editarse antes. Incluía entrevistas con todos los poetas, además de la selección de algún poema inédito que encajara como «testimonial». Estos son los trece poetas en orden de aparición: Jorge Guillén, Gabriel Celaya, Ramón de Garciasol, Ángela Figueroa Aymerich, José Luis Gallego, Leopoldo de Luis, Gloria Fuertes, José Hierro, Manuel Durán, Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma, Carlos Álvarez y yo mismo.
En 2013 y en la Colección Baños del Carmen de la editorial Vitrubio de Madrid publiqué el poemario Nervio, con un prólogo de Vicente Ramos, donde escribe esto sobre mi poesía: Para Gómez Gil, escribir poesía es confesarse, y así lo evidenció autodefiniéndose, en 1970 (cuando decía): …pecador no arrepentido, que gusta de hablar y sentirse al mismo tiempo confesor (…) Un poeta que busca la paz y que, al no encontrarla, la inventa.
Mi último libro publicado por el momento se titula Filamentos y apareció en 2019 en Editorial Manuscritos. Para terminar, querría señalar que uno de los poemas míos que tuvo más repercusión fue el que dediqué, hace años, a Ana Frank. Y que me identifico con esta opinión que Vicente Aleixandre, Premio Nobel de Literatura, dedicó a mi poesía: «Sus poemas son propicios al ánimo mudable y en muchas situaciones distintas se acordan con el alma y sus necesidades«.
El Cantarano.- Impresionante recorrido por tu obra poética. ¿Hay algún otro aspecto de tu trayectoria que quieras resaltar?
Alfredo Gómez Gil.- Quizás subrayar mi labor como promotor de cultura española mediante conferencias y actividades muy diversas sobre diferentes temáticas relativas a nuestra cultura e historia en universidades y ambientes académicos de cuatro continentes. Todos los temas relacionados con nuestra historia, literatura y cultura que he podido abordar me han interesado, como se ve en los cursos y seminarios que he impartido: Historia de Puerto Rico. Estatus Político y Diferencias Lingüísticas; La Generación del 98; La Generación del 27; El Siglo de Oro Español; Literatura Española Contemporánea; Historia de la Literatura Hispanoamericana; Literaturas Románicas Peninsulares (Luso-Gallega y Catalana); La Poesía Española de Hoy; Poesía Testimonial en el Mundo Iberoamericano; El Cuento Hispanoamericano; Lingüística, I y II; Introducción a la Literatura Comparada; Correlaciones de la corriente tremendista con el esperpento valleinclanesco; Teatro Puertorriqueño Contemporáneo; El Teatro de Lope de Vega; Profesores Poetas en EE.UU; Esencia y humanidad de José Martí; Picasso y su época; Del Preimpresionismo Goyesco al Informalismo; Prosa y Poesía Gallega: Rosalía de Castro y Emilia Pardo Bazán; Poesía Arabigoandaluza y Sefardí; El Concepto del Honor en la Literatura Europea; Concepciones Dramáticas: Arthur Miller y Buero Vallejo; Incidencias de la Novelística Hispanoamericana con el «Ulises» de Joyce; Estética y Poesía de Jorge Santayana; La Poesía en Cuba: De José Martí a Nicolás Guillén; Teatro Español de Motivación Histórico-pictórica; Argumentos Literarios Hispanoamericanos en la Cinematografía Norteamericana; Argumentos Literarios Españoles en la Cinematografía Norteamericana; Poesía del Caribe y Poesía de la emigración Caribeña; Discusión de idiosincrasias (española-norteamericana-italiana-alemana) según textos de Fernando Díaz-Plaja; Del Tirant lo Blanch al Quijote; La Guerra Hispano-Norteamericana desde ambos polos historiográficos; El realismo mágico en la novela hispanoamericana; La Personalidad del Don Juan a través de la Literatura Universal; Cervantes y el Quijote; Fondo y Forma de la Obra Galdosiana (Centenario Galdós 2020).
El Cantarano.- Por nuestra parte nos despedimos con una última cuestión sobre un tema que además está de actualidad. Es evidente que, para ti, el concepto «jubilación» no existe, puesto que nos hablas de un trabajo sobre Galdós que preparaste el año pasado con motivo de la celebración de su centenario. El doctor Mas-Magro habla de la «gerolescencia», que sería el cambio que experimentan las personas cuando se jubilan, pero ese cambio no afecta a personas como tú, que tienen una pasión absoluta por lo que hacen y no pierden el interés por seguir aportando en su materia.
Alfredo Gómez Gil.- Eso es cierto. La lectura, la escritura, la comunicación y la investigación me acompañarán siempre. Precisamente en un amplio poema asimétrico del libro Nervio expongo cuerpo y alma de lo que entiendo e interpreto por Jubilación.
En mi caso, difícil es asumir un retiro o rendido descanso, pero más difícil y absurdo es no aceptar fatales conclusiones. Y en esta trasladada posición preparo la postrera obra Sobre la Marcha iniciada en mis años universitarios, comprometiendo su ininterrumpida continuidad en cronológico recorrido por el carril que la historia devenga, tanto sobre el propio como bajo el ajeno universal acento en reflexión y testimonio de la propia entrega vital y crítica.
Alfredo Gómez Gil dirigiendo una tertulia literaria en el Casino de Madrid. Foto: Consuelo Jiménez de Cisneros
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