Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
No hace falta, en este caso, presentar al autor, médico especializado en Salud Pública y poeta reconocido con diversos premios literarios en su haber, de quien ya se ha hecho otra reseña en El Cantarano a la que remitimos al lector interesado: https://elcantarano.com/primeras-manchas-de-jose-antonio-buil/.
Vamos pues, a centrarnos en este su último poemario, Unbuilt, editado por Anaquel de Poesía en su colección Cuadernos del Laberinto en 2022.
Relacionar la poesía con la arquitectura es un planteamiento original, ya que tradicionalmente la poesía se ha asociado con otras artes como la música o la pintura, pero raramente con lo arquitectónico. Es inevitable señalar que el título del poemario juega con el apellido del poeta, como ya indica su prologuista, el también médico y escritor Emili Rodríguez Bernabeu. En efecto, se da la circunstancia de que el apellido corresponde, a falta de una t final, con la palabra inglesa «construcción». Unbuilt sería lo contrario, lo no construido: edificios soñados o imaginados o aquellos que quedaron a medio hacer.
Esto me lleva a recordar un poema que dediqué en mi juventud, en mi poemario Con las manos alzadas (Alicante 1977, CAPA), a un edificio en derribo en una calle alicantina. Pues las ruinas y lo inacabado sin duda nos fascina y a menudo nos obliga a completarlo mentalmente con nuestra imaginación. Y en efecto, con ella recorremos, en este libro de Buil, edificios reales e imaginarios de toda la historia humana, desde la bíblica torre de Babel a los moais del Pacífico, de Nueva York a Turquía, de las Pirámides egipcias a la Atlántida. Visitamos, de la mano del poeta, la arquitectura de las ciudades que habitamos con sus Muros, Esquinas, Zanjas, Okupas, Estadios y Suburbios.
El espléndido prólogo de Rodríguez Bernabeu hace innecesario un análisis panorámico del poemario que él ya realiza de manera inmejorable. Así pues, me voy a centrar en el poema que me dedica el autor en su dedicatoria manuscrita, pues tuvo la cortesía de buscar un poema ad hoc para quienes acudimos a su presentación en la Sede Universitaria Ciudad de Alicante a finales del año pasado. A mí me correspondió el titulado «Hotel Attraction». Este poema tiene como subtítulo una fecha (1908) y cuenta la historia de un proyecto gigantesco de Gaudí para Nueva York que nunca se llevó a cabo.
Pocas veces se reconoce que la aventura humana no está hecha tan solo con lo que hacemos, sino también con lo que no logramos hacer, con lo que dejamos a medias. En este poema se evoca cómo sería aquella construcción legendaria, «con sus plazas, teatros y museos, / lujosos restaurantes con vistas panorámicas / y gigantescas cúpulas». Un tiempo de hace ya más de un siglo que forma parte de nuestro imaginario sentimental, como recoge el poeta. Un tiempo «de grandes transatlánticos, / de famosos estrenos en las óperas, / las de Viena, París o Budapest, / del extraño suceso de Tunguska / allá en la Siberia». Son referencias que nos transportan a la tragedia del Titanic (otra construcción fallida), a la Belle Époque y al misterioso accidente de Tunguska (Siberia) que devastó una amplia región y que se atribuye a la caída de un asteroide.
El poema termina con estos hermosos versos: «y tal vez, como siempre / un amargo regusto en las Españas». Impresiona el plural mayestático que connota quizá la condición imperial de nuestro país o de nuestra patria en aquellos tiempos remotos, cuando justamente se acababa de desmantelar el imperio español al otro lado del Atlántico.