Reseña de Consuelo Jiménez de Cisneros.
Esther es una autora alicantina (nacida en Elda) a la que conocí sobre un escenario, representando su libro, acompañada de una puesta en escena con música, palabras y personajes a quienes era grato ver y escuchar. Su precioso libro -precioso por los mensajes que contiene, pero también por las espléndidas ilustraciones firmadas por Marian Sánchez– ya va por su cuarta edición, y es el punto de partida de la autora para realizar talleres sobre las emociones dirigidos a niños de corta edad, con la colaboración del profesor de música Dani J. Uroz y de un equipo de actores. A esta actividad se dedica la escritora, que antes fue farmacéutica y que recondujo su vida tras un inesperado giro laboral.
Me parecía preciso contar esto antes de reseñar el libro. Un libro con dos lecturas en paralelo: las historias de Edward y su búsqueda del jardín de las emociones, donde la fantasía y la aventura juegan un papel esencial, como en cualquier cuento infantil que se precie, y los consejos y recomendaciones propios de un libro de autoayuda redactado por una coach profesional como lo es la autora.
Llegados a este punto, sin ser ni psicóloga ni coach ni nada parecido, voy a dar mi opinión de lectora, teniendo en cuenta que esta es una reseña libre, como todas las que redacto, donde el mero hecho de reseñar el libro ya significa recomendarlo. Y este es un libro muy recomendable, pero que nadie tome como un tratado científico lo que es una obra literaria: un libro con propuestas curativas creativas, un libro de recreo y aventuras, un libro de arte por sus ilustraciones, y en fin, un libro de hacer pensar desde cada una de sus líneas.
El libro empieza con una página de agradecimientos a diversas personas por las aportaciones que la autora reconoce haber recibido de ellas. Son todas esas personas -familia, amigos, colegas, colaboradores…- que tejen el manto de nuestra vida y sin las cuales no seríamos lo que somos -ni el libro sería como es-. Pero no es tan habitual que la gratitud presida un libro desde su primera página, generalmente esto se relega a la última en el caso en que se haga. Porque también hay libros donde deberían constar agradecimientos que no constan.
A continuación el Prólogo de Carme Roig nos introduce en la esencia del libro y la palabra «esencia» resulta particularmente significativa para una farmacéutica. La prologuista nos da las claves para que los adultos entendamos el libro -a los niños les basta con leerlo y disfrutarlo-. El cual está basado en la teoría de las flores de Bach, métodos curativos naturales propuestos por un doctor galés partidario de la homeopatía que diseñó 38 remedios inspirados en flores, de los cual se seleccionan los doce primeros para emprender ese camino de ida y vuelta a casa que es la historia contada.
Una vez, en Oxfordshire… así comienza el primer capítulo, con el relato de «un señor algo mayor» dispuesto a contar a los niños una historia en la que intervienen diversos personajes, emociones, objetos… Como en la épica, hay un viaje de búsqueda y un punto de retorno.
El último capítulo del libro está personalizado y propone al lector escribir su nombre en los espacios habilitados para ello a fin de lograr una mayor identificación con los consejos para una vida emocional más sana y feliz.
No los desvelemos. Leamos el libro.
La leyenda de Oxfordshire. Edward y el jardín de las emociones de Esther Jiménez Soriano. Ed. Punto Rojo. Sevilla, 2021. 4ª ed.