Es difícil escribir sobre un poemario en torno al cual se han dicho ya tantas cosas hermosas, no traídas a colación sin más, sino justificadas desde la filología y la amistad. Los presentadores de la opera prima lírica de Juanjo Carracedo, Chus Arellano y Alfonso González Callejas, le dieron la bienvenida por tercera vez en Orihuela (el poemario ya se había presentado previamente en Madrid, lugar de nacimiento y residencia del poeta, y en Galicia, la tierra de sus orígenes familiares). ¿Y por qué en Orihuela? Por una parte, debido a la amistad que une al poeta con personas ligadas a esta localidad alicantina, como Carlos Figueroa y Javier Catalán, organizadores del evento. Pero es que además en su intervención el poeta reconoció el impacto que le causaron, en su adolescencia, los versos navideños del gran poeta oriolano Miguel Hernández, «Las abarcas desiertas».
Juanjo Carracedo estudió en el IES Ramiro de Maeztu de Madrid, lo cual marcó su vida profesional y su vocación lírica. La importancia de la educación pública y la influencia de sus profesores fueron debidamente subrayados. Uno de esos profesores le acompañaron en la presentación: el poeta peruano Antonio Cillóniz de la Guerra. También hubo una evocación emotiva de la profesora que le contagió su entusiasmo por la literatura, Pilar García Madrazo. El taller literario que se abrió en el Ramiro de Maeztu en los años 80 a cargo de Cillóniz fue continuado por Chus Arellano y sigue vivo en la actualidad. Es preciso contar todo esto para advertir que no estamos solo delante de un poemario, sino de una historia de amor a la poesía, género cultivado por el autor de manera continuada desde su juventud y que cristaliza en libro cuando se encuentra en los umbrales de su madurez vital.
Se trata de un libro de apariencia minimalista, como advertimos desde su portada, cuyo color recuerda el de los mosaicos de los pasillos del instituto madrileño donde estudió el poeta. Y ese minimalismo se traslada a los poemas, muchos de ellos muy breves, que tratan de condensar en pocas palabras las emociones y evocaciones del autor, sus definiciones líricas de lo cotidiano y de la memoria. El título es la segunda parte de un refrán popular: «Casamiento y mortaja, del cielo bajan», y los puntos suspensivos previos, como bien advirtió el poeta, sirven para recordar de dónde viene esa expresión. Podríamos añadir que del cielo bajan también la luz, el sol, el aire, la noche, presentes en los versos de Carracedo. Hay un guiño a su formación clásica -es profesor de griego- en esa diminuta cita en latín y griego que abre el libro como una dedicatoria en clave rimada.
El poeta pretende implicar al lector y hacerle copartícipe y casi coautor. Por ello en la presentación oriolana regó de versos las sillas de los asistentes y les invitó a leerlos y a instalarlos en un gran panel, configurando y deconstruyendo su poemario de esa forma colectiva y compartida.
Sus versos destacan por el ritmo interno y por las imágenes originales con las que recorremos mágicamente el devenir del poeta. La mayor parte de los títulos de los poemas son denotativos: Verano en Madrid, Primer sábado de agosto, Cumpleaños feliz, Clase vacía en viernes tarde, Nana… hasta llegar al último: Pascua.
Y ahora que el silencio / de noche / vuelve a oler a primavera / no me huelen igual las manos / tersas ya de un sol a voces.
Concluimos aquí esta nueva invitación a leer poesía, el género más libre, íntimo, gratuito y generoso y el que mayor complicidad exige.
Juanjo Carracedo, …Del cielo bajan. Celesta. Col. Piel de sal, nº 29. Madrid, 2021.
Consuelo Jiménez de Cisneros y Juanjo Carracedo en la librería Códex de Orihuela (Alicante).